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: Histoamericana 26

Histoamericana 26

Inhalt

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I. EINLEITUNG / INTRODUCCIÓN

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H ILDA S ABATO

El Bicentenario ha puesto en primer plano el tema de las independencias delos territorios que formaban parte del imperio español y hemos presenciado undespliegue de conmemoraciones en varios de nuestros países, así como lapromesa de nuevas fiestas en los próximos años, según los calendarios que cadanación ha elegido para celebrar su aniversario. Los historiadores también noshemos sumado a esta ola, presumiblemente más que para festejar, para indagar,reflexionar y arrojar una mirada crítica tanto sobre los procesos que seconmemoran como sobre las formas en que ellos fueron incorporados a lashistorias patrias y a la memoria nacional, y aun sobre las propias celebracionesactuales. De allí la multiplicación de congresos y conferencias, así como laproliferación de publicaciones referidas a esas diferentes dimensiones de lacuestión.

Esta coyuntura no nos toma desprevenidos y buena parte de los flamantestrabajos se apoyan en una amplia y consistente producción anterior, marcadapor una renovación historiográfica que, en las últimas dos a tres décadas,transformó decididamente las visiones previas sobre el tránsito de la colonia alas independencias y, más en general, sobre el largo siglo XIX. Me interesareflexionar aquí sobre esa producción, tanto porque alimenta la discusión quehoy tenemos los historiadores como porque ella circula en un espacio másamplio y busca incidir, de maneras y con suerte diversas, sobre las creacionescolectivas de sentido.2

P ASADO , HISTORIA Y NACIÓN

El pasado no es monopolio de los historiadores ni de la historia comodisciplina. Se recurre a él desde diferentes lugares: como cantera para construirrelatos, legitimar acciones, fundar ideologías, forjar identidades y contarhistorias. La historia como saber constituye una forma específica de trabajosobre el pasado – a su vez en perpetua transformación de sus imperativos y susreglas – pero sus producciones circulan en un ámbito que la trasciende, comouna versión de las tantas que se cruzan e interactúan en el espacio público.

Durante mucho tiempo la historia ocupó un lugar de privilegio en eseespacio, ya que tuvo un papel central en la construcción de uno de los mitoscolectivos identitarios más poderosos del siglo XX: el mito nacional. Si biencon frecuencia desde la propia disciplina se buscó definir pautas para funcionarcon independencia de las demandas políticas e ideológicas formuladas desde elEstado (o desde quienes pretendían impugnarlo) fueron esas mismas demandaslas que le otorgaron prestigio y poder institucional en la era de las naciones. Enlos últimos tiempos, ese lugar ya no corresponde a la historia pues, comoresultado de fenómenos sociales y culturales que la exceden, ella ha dejado atráslos imperativos teleológicos y las obligaciones identitarias que la caracterizarondurante mucho tiempo. En ese sentido, ha ganado autonomía, pero también haperdido poder.

Han sido, paradójicamente, los propios historiadores quienes han contribuidode manera más sistemática a deconstruir intelectualmente el artefacto estado-nación y a revelar el rol que la historia como disciplina tuvo en su confor-mación. La historiografía latinoamericana no ha sido ajena a estas tendencias.En los últimos veinte años ha habido una producción importante destinada adesmontar las visiones míticas de la nación, llevada adelante por quienes sedesempeñan en el campo. Este proceso ha contribuido a abrir el pasado aapropiaciones e interpretaciones diversas, en particular en los procesos deconstrucción de identidades colectivas, ahora no solo nacionales. El vastocampo de la memoria social está cumpliendo en ese sentido un papel funda-mental.

Pero esta relativa división de campos no ha significado que la historia se hayaretirado de la disputa pública por los sentidos que damos al pasado. Por elcontrario, existe una difícil coexistencia y superposición de discursos sobre esepasado todos los cuales, inclusive los de la historia, tienen pretensiones deverdad e incidencia en las producciones colectivas de sentido.

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Al mismo tiempo, esa división contribuye a realimentar la mencionadaautonomización de la historia respecto a sus obligaciones estatales, proceso queha tenido una manifestación evidente en las formas de pensar y analizar lasindependencias y los procesos que siguieron. Un rasgo fundamental de lahistoriografía reciente ha sido, precisamente, la alteración de los parámetrosbásicos sobre los que se construyeron las historias patrias de nuestros países. Enel marco de los imperativos nacionales dominantes por décadas, éstas veían enla independencia el momento de realización de unas naciones preexistentes, quesolo esperaban la ruptura del vínculo colonial para manifestarse en plenitud, yen las guerras de independencia, una cantera de patriotas que habríancontribuido a romper esas cadenas. Aun la historia académica quedaba presa deesas representaciones, y aunque se escribieron muchos y muy buenos trabajossobre esos procesos, la mayor parte de ellos se mantenía fiel a los marcosestablecidos por un modelo progresivo del estado-nación que encontraba en laindependencia el punto de partida del desenvolvimiento que desembocaría enlas naciones actuales. Hoy, muy poco de todo esto ha quedado en pie. Y si bienen los márgenes de la disciplina todavía circulan algunos discursos que insistenen las versiones más esencialistas de la nación y lo nacional, los supuestos quesubtendieron la producción historiográfica durante décadas están severamentecuestionados.

Sin embargo, es evidente que buena parte de las historias de la independenciay del siglo XIX que se escriben en nuestros días mantienen su inscripciónnacional – esto es, se escribe historia mexicana, peruana, brasileña, argentina –y que aún cuando se trabaja en escalas menores – locales, regionales – lareferencia a la nación es recurrente. Esta inscripción remite tanto a las formas deproducción historiográfica como a las tradiciones del campo. En efecto,seguimos insertos en estructuras institucionales con base nacional; nuestrotrabajo se apoya en buena medida – aunque no siempre – en documentacióngenerada por el Estado o por instituciones que se reconocen como partes de unanación; las tradiciones historiográficas locales pesan en el diálogo que establececada uno de nosotros con sus antecesores y, finalmente, gran parte de laspreocupaciones que nos motivan están referidas a nuestro universo actual dereferencia y el país donde cada uno vive ocupa, en ese sentido, un lugar central,aunque no exclusivo, por cierto.

Estas tensiones son conocidas y nos llevan a la cuestión acerca de diversasformas de pensar una historia que trascienda esos límites: historia global,mundial, transnacional, etc. No pretendo aquí entrar en esa discusión, sino

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apenas marcar una tendencia que, en el campo que nos ocupa, contribuye a darespesor a una historiografía que, a la vez que mantiene ciertos parámetros dereferencia nacionales, ha incorporado perspectivas más abarcadoras sobre losprocesos de construcción de naciones en Iberoamérica. La historia recientemuestra, en este sentido, un cambio notable respecto a la tradición anterior. Apartir de un interés inicial por cuestiones nacionales, se fue generando unespacio de interlocución y debate de mayor alcance: en primer lugar, a escalalatinoamericana, pero también para incluir, según el tema de que se trate, a lasex-metrópolis imperiales (España y Portugal), a América en su conjunto y almundo atlántico. Esto ha implicado no solamente la adopción de una miradacomparativa en los estudios locales y el establecimiento de un diálogo intensocon otras historiografías, sino también la consideración de temas nacionalescomo parte de conjuntos más abarcadores que cruzan las actuales fronteras.

De esta manera, si bien hoy en los trabajos sobre el siglo XIX la nación y elEstado siguen siendo temas centrales, la mirada es otra pues su mismaexistencia se plantea como problema y no como presupuesto. Por otra parte, ladisciplina se estudia a sí misma como legitimadora que fue de los mitosnacionales, desmonta la construcción de representaciones colectivas del pasado,y hace de la memoria nacional un tema de indagación, como surge claramentede la agenda de la conferencia que ha dado lugar a este volumen.

C RISIS Y RENOVACIÓN EN LA HISTORIOGRAFÍA

Si estos son algunos de los cambios que la autonomización de la disciplinaindujo en la historiografía de las independencias y de los procesos que éstasinauguraron en Iberoamérica, no son los únicos que se observan en ese prolíficocampo. Para indagar en ellos, es necesario referirse a otro fenómeno que afectónuestra producción de manera decisiva. Me refiero a la crisis de los paradigmasdominantes, producida en las últimas décadas del siglo XX cuando, a partir delcuestionamiento a los enfoques estructurales, se abrió un debate de vastasconsecuencias respecto a los fundamentos mismos de la ciencia histórica, suspremisas y sus fronteras disciplinarias. La segmentación de las miradas, lamultiplicidad de lenguajes y estrategias de investigación, la disolución dehegemonías interpretativas y la falta de confianza en cualquier interrogaciónque se pretendiera omnicomprensiva desembocaron en una diversidad depreguntas, enfoques, métodos e interpretaciones.

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Estos cambios fueron especialmente productivos para los campos de lahistoria política y la historia intelectual y cultural, que dejaron de ocupar ellugar menor y subordinado que tuvieron en las décadas de la posguerra, paraconvertirse en espacios de innovación y renovada producción. En el caso deAmérica Latina, estas transformaciones se vieron potenciadas por un cambioprofundo en las condiciones de producción historiográfica. En varios países dela región, luego de las limitaciones a la vida intelectual impuestas por lasdictaduras militares, se abrieron procesos de liberalización y ampliación delcampo profesional, el cual se vio, además, fortalecido por la legitimación de susprácticas. Este mundo en expansión estaba ávido de novedades y por lo tantoadoptó y procesó con rapidez muchos de los cambios que atravesaban a lahistoriografía mundial. Solo así se puede entender la verdadera explosión queexperimentó la historia, en especial la historia de la política y de la cultura, enAmérica Latina.

Uno de los rasgos más visibles de esta revitalización ha sido la revalorizacióndel siglo XIX. Por mucho tiempo, en nuestros países, la historia del diecinuevese escribió en términos de transiciones lineales: se trataba de detectar losavances realizados en el camino progresivo de la sociedad y las instituciones delAntiguo Régimen a las del moderno estado-nación, el capitalismo y lademocracia liberal, y de señalar los obstáculos encontrados en esa sendaprefigurada de antemano y postulada como deseable. La puesta en cuestión dela noción evolutiva de un camino universal hizo estallar esa lente a través de lacual se buscaba dar sentido a los procesos históricos. Y el siglo XIX ganó endensidad, abriendo así una gran variedad de temas a la interrogación.

H ISTORIA POLÍTICA DEL SIGLO XIX. UN CAMPO EN CONSTRUCCIÓN

El Bicentenario encuentra así a los historiadores disponiendo de una vastaproducción que interroga los complejos procesos políticos que tuvieron lugar araíz de la crisis y la caída del imperio español en América; los diferentesproyectos, intentos y ensayos de formación y organización de nuevascomunidades políticas, y las variantes que se abrieron una vez instituida larepública y que alimentaron los conflictos de la segunda mitad del siglo. Setrata de un conjunto que, de una u otra manera, nutre los debates dentro y fuerade la disciplina. Pero, ¿qué aporta todo este nuevo material? ¿Ha cambiadonuestra visión del siglo XIX en virtud de él? El balance no es fácil. Antes que

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intentarlo, prefiero más bien señalar las brevemente las tendencias que meresultan más interesantes de este corpus amplio y diverso.

En él se distinguen dos grandes conjuntos, a su vez interconectados: por unaparte, los que indagan en las transformaciones que, entre fines del siglo XVIII ylas primeras dos décadas y media del XIX, desembocaron en las independenciasde los territorios hasta entonces bajo soberanía de la corona de España. Por otra,los que se dedican a explorar los proyectos y los intentos, exitosos o frustrados,de construcción de repúblicas a lo largo de lo que resta del siglo XIX.

En el primero de estos campos, las novedades son muchas y siguenproduciéndose, como lo vemos en este volumen. No voy a detenerme, sinembargo, en él, salvo para señalar brevemente hasta qué punto se hanmodificado las premisas que guiaban las historias patrias. En primer lugar, ycomo lo planteara inicialmente Tulio Halperin Donghi y más tarde François-Xavier Guerra, los desarrollos locales solo adquieren sentido en el marco delproceso vivido por el conjunto de los territorios de la Corona española, tanto enAmérica como en la península, de la crisis imperial o crisis monárquica (segúndistintas interpretaciones), de las disputas de soberanía entre diferentes partesde ese imperio en disolución, de las guerras que enfrentaron a diversos gruposentre sí, definidos de maneras bastante más complejas que las clásicas decriollos y españoles (se habla, así, de guerras civiles más que de guerras deindependencia), entre otras cuestiones. En segundo término, la discusión acercade la revolución o las revoluciones también trasciende lo local y aún loamericano, para incorporar las preguntas sobre el juntismo en la metrópoli;indagar en su relación con un espacio aún más amplio, el del ciclorevolucionario del mundo atlántico, y – descartadas ya las miradas teleológicas– interrogar ese momento de gran incertidumbre en el que la política encontraríaformas inéditas de expresión y legitimación en cada uno de los lugares donde seprodujo. Una tercera dimensión refiere más específicamente al mundo de lasideas que circularon en esos años y que, provenientes en general de otraslatitudes, fueron estudiadas, imitadas, criticadas, combinadas, adoptadas yadaptadas por los locales para dar lugar a lenguajes políticos específicos dondelas propuestas de diversas constelaciones y tradiciones ideológicas secombinaron de manera peculiar. Todos estos planteos están, por cierto,atravesados por discusiones en diferentes niveles, sobre la cuales no tengo lugaraquí para explayarme.

Me detendré un poco más, en cambio, en el segundo de esos grandesconjuntos de trabajos, el que refiere a lo que llamo los “experimentosrepublicanos”. Cortados los vínculos imperiales, se desataron transformaciones

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profundas en las tierras americanas: se pusieron en marcha proyectos diversosde construcción de nuevas comunidades políticas, se diseñaron y ensayaroninstituciones con suerte diversa, se generaron prácticas políticas novedosas y serealizaron – en fin – múltiples y variados intentos por alcanzar, sostener y legi-timar el orden y la autoridad.

Esa diversidad de historias tuvo, sin embargo, un denominador común: laadopción casi generalizada de formas republicanas de gobierno. En un momentoen que la propia Europa redoblaba su apuesta monárquica y aún absolutista, lasAméricas, con la sola excepción del Brasil, optaron por la república. Seconvirtieron así en un campo de experimentación política formidable, donde seensayaron por primera vez en forma sostenida y masiva gobiernos con basesrepublicanas. Y si bien se podría argumentar que no hubo mayor novedad en laopción republicana por parte de los hispanoamericanos – porque ese camino yahabía sido elegido por los EE.UU., porque por entonces también era promovidodentro de la misma España y aún porque cierta idea de “república” no era ajenaa la tradición colonial – es claro, en cambio, que lo nuevo fue la escala, la granescala, en que se ensayaron esas formas. La historiografía reciente ha dedicadobuena parte de sus esfuerzos a analizar los intentos de conformación derepúblicas, en distintas versiones y formatos, y ha abierto a la indagación unabanico de problemas vinculados a las dimensiones simbólicas y prácticasinvolucradas en la construcción, conservación, reproducción y legitimación delpoder en ese marco.

Una dimensión de esos procesos ha pasado a primer plano: la que atañe a lasrelaciones entre sociedad civil y sociedad política, o – dicho en forma másuniversal y neutra – entre gobernados y gobernantes. Este no es un tema nuevoen la historiografía, pero la preocupación actual es algo diferente a la queinformaran los enfoques previos de esa cuestión. Tiene como eje un postuladogeneral: la crisis del Antiguo Régimen produjo una ampliación radical delcampo de acción de la política. Y reconoce un dato específico: Quebrados losfundamentos trascendentes del poder, la adopción de la noción de soberaníapopular para legitimar la autoridad implicó la definición e instauración denormas y mecanismos concretos de vinculación entre el conjunto de lapoblación y quienes ejercían (o querían ejercer) el poder en su nombre. EnHispanoamérica, fueron formas republicanas de gobierno, en el Brasil, unamonarquía constitucional, pero en ambos casos la introducción del principio dela soberanía del pueblo implicó la irrupción de la política en gran escala.

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Con ese punto de partida, las preguntas que hoy se formulan los historiadoresson diferentes a las de antaño y giran en torno de las formas de soberanía,representación y participación, de los lenguajes políticos y las identidadescolectivas, de la esfera pública y sus instituciones. El universo de los actorespolíticos se ha expandido para incluir a diferentes grupos y sectores de lasociedad, bastante más amplios que aquéllos que forman las élites y susentornos.

Tres grandes temas atrajeron inicialmente a los investigadores. Por una parte,el de la nación, que partió de un cuestionamiento a las visiones esencialistas,puso el foco en las disputas de la primera mitad del siglo XIX en torno a lasformas que adoptarían las nuevas comunidades políticas, y abordó de lleno elproblema de la soberanía o las soberanías. Un segundo tema se vinculó con lareconstrucción del poder y la autoridad sobre nuevas bases, lo que llevó aexplorar la cuestión de la representación política y a revisar las versionesdisponibles sobre el sufragio y las elecciones (ideas, normas y prácticaselectorales), para generar un vasto corpus de nuevos trabajos en torno adiferentes aspectos de esa cuestión. En paralelo, otros autores comenzaban apreguntarse por el lugar de la opinión pública en la legitimación del poder, aestudiar su significación en contexto y a indagar en torno a las instituciones ylas prácticas que la sustentaron. Finalmente, una tercera vía estuvo orientadapor la pregunta acerca de la participación política, puso el acento más en lossectores populares, en la sociedad civil, en los de abajo (según lasformulaciones) y se dedicó a mostrar diversos mecanismos de intervenciónpopular en la vida política.

Si bien tuvieron puntos de partida diversos, estas investigaciones fueronalimentando un espacio de producción que, hacia mediados de la década de1990, encontró puntos de confluencia y de debate. Algo más adelante, yacruzadas, estas temáticas fueron a su vez ramificándose para dar lugar a nuevosinterrogantes. Entre ellos, en tiempos más recientes, ha cobrado crecientevisibilidad la cuestión de la violencia política, de las guerras y revoluciones, yde la compleja organización militar de estas repúblicas en formación, queincluyó una importante dimensión ciudadana encarnada en la institución de lasmilicias. En este punto, se ha tratado de revertir la clásica interpretación de laviolencia política como rémora, como resistencia a la modernidad o incapacidadde los países de América Latina para civilizarse. Se la toma, en cambio, en surelación con el proceso de modernización, en la medida en que formó parte deproyectos políticos que no necesariamente arraigaban en viejas prácticas o

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ideologías, sino que por el contrario se fundaban sobre lo nuevo, y constituyóun ingrediente habitual de la vida política hispanoamericana.

Sobre este horizonte de preocupaciones comunes, los abordajes han sidomúltiples. Por una parte, la dimensión simbólica ha adquirido centralidad en lahistoriografía reciente, que entiende la esfera de las significaciones comoconstitutiva de la política. El interés tradicionalmente demostrado por las ideassistemáticas, los discursos y las mentalidades, se ha ampliado y modificado, através de la renovada historia intelectual y cultural. La categoría de “lenguajespolíticos” ha cumplido en ese sentido un papel clave, así como la de “ima-ginario colectivo”. Más controvertida, la noción de “cultura política” tambiéntiene su protagonismo. Por otra parte, en el terreno de las prácticas, los clásicosestudios sobre líderes y partidos, instituciones estatales y agencias de gobierno,se han visto desplazados – quizá en exceso – por la preocupación por cuestionesreferidas a la prácticas de participación, a los comicios, las redes políticas y lasclientelas electorales; a la estructura y actividad de las milicias y los ejércitos; alas formas de sociabilidad y a la acción y movilización colectivas de lapoblación, entre otras.

Riqueza interpretativa, apertura de temas, novedades: si bien no todo lo quese ha escrito es novedoso u original, la producción de estos años – como vemosa través de esta síntesis parcial y apretada – ha resultado en un conjunto deimágenes e interpretaciones del largo siglo XIX bastante diferente del queexistía hasta hace veinte años. Estas no ofrecen, por cierto, una visión globalunificada, sino miradas focalizadas en torno a problemáticas específicas,segmentos temporales, recortes regionales. Esa fragmentación se da, sinembargo, dentro de los marcos de un campo de investigación que reconocepuntos de partida, interrogantes y debates compartidos, y da lugar, por lo tanto,a interpretaciones que, si bien no aspiran a ser omnicomprensivas, tampoco sonestrictamente puntuales ni están aisladas. Ese campo está, por otra parte, enplena redefinición y este año del Bicentenario mostró que, sobre todo en losestudios sobre las independencias, los desafíos a la investigación y lainterpretación se multiplican.

H ISTORIA Y DEBATE PÚBLICO

Para volver al punto de partida, ¿cómo evaluar la incidencia de esta amplia yvariada producción en el debate público? Las conmemoraciones recientes han

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mostrado, en varios países de América Latina, que el discurso historiográficoestá presente en la esfera pública, no solo porque algunos de nuestros libroscirculan, sino porque los historiadores también escribimos columnas en losdiarios, somos entrevistados en la televisión y por la radio, damos charlas endiferentes ámbitos culturales y educativos. Somos convocados junto con otrosactores que opinan sobre el pasado desde otras colocaciones: Divulgadores,periodistas, literatos, políticos… la compañía es amplia y desafía la posición del“experto” que con frecuencia nos identifica. En esas instancias, es fácil darsecuenta – y ahora hablo a partir de mi experiencia personal – cuán inútil esintentar competir con los relatos épicos, la evocación de epopeyas patrióticas,los planteos maniqueos que suelen predominar en los escenarios mediáticos.Nuestras intervenciones quedan enmarcadas por un conjunto de dispositivos yreglas de juego propias de esos ámbitos, que por supuesto no responden a losparámetros que rigen nuestro saber. Así, no es infrecuente recibir preguntas deltipo “¿Y cuál es su héroe predilecto?”, que si queremos ser fieles a nuestrocredo, debemos responder sin responder, es decir, ofreciendo una largaexplicación de porqué esa pregunta es irrespondible en los términos en que estáplanteada. Y lo es no porque el historiador no pueda tener opinión sobre lospersonajes del pasado, sino porque no puede pensarlos bajo la categoría de“héroes”. Nos queda, entonces, la opción de intentar deconstruir esa categoría,lo que en general termina por aburrir o desilusionar a quienes formularon lapregunta inicial y esperan algo más (o menos) que una lección de historiografía.

¿Estamos, por lo tanto, desahuciados? Prefiero pensar que no, pues más alláde nuestras opciones personales, y a pesar de los cambios experimentados en lasúltimas décadas, la historia como disciplina sigue operando sobre ese territorioen disputa que son las representaciones del pasado. Así, nos guste o no, loshistoriadores jugamos, más o menos conscientemente, con mayor o menorvoluntad, un papel público difícil de resignar. Tal vez la mejor manera decumplir con él sea insistiendo tozudamente en el compromiso con nuestro saber,eludiendo la tentación de buscar popularidad y de decir lo que el público quiereescuchar, para dar cuenta de otras formas de mirar e interrogar el pasado.

En el tema que nos ocupa – las independencias, el largo siglo XIX –, lahistoriografía reciente ofrece muchas novedades pero, como vimos, no puedebrindar esos relatos globales que tanto atraen al gran público. Los historiadorespodemos en cambio no solo poner en cuestión esos relatos y buscar desarmarlas versiones más esencialistas de la nación, operaciones que solemos practicarcon gusto, sino también inducir a la apertura del pasado sin anacronismos y,sobre todo, plantear interrogantes y proponer respuestas que no se reduzcan a

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nuevas recetas explicativas. Ahora que nos hemos librado de los imperativosidentitarios, tal vez podamos ofrecer también una distancia crítica frente atendencias siempre presentes de cristalización de la memoria colectiva. Sinpretender convertir a la historia en gendarme o en portadora de alguna verdadúltima, me gustaría terminar con una cita de Yerushalmi cuando, al insistir enque la historia no puede “suplantar a la memoria colectiva ni crear una tradiciónalternativa que se pueda compartir”, al mismo tiempo otorga a la disciplina unlugar social y dice:

Z USAMMENFASSUNG

U NABHÄNGIGKEIT UND N ATION IN DER LATEINAMERIKLANSICHEN

G ESCHICHTE . N EUE D EBATTEN UM EIN ALTES T HEMA

Der vorliegende Beitrag reflektiert die Historiographie zu den komplexenProzessen, die zu den Unabhängigkeitsrevolutionen in Hispanoamerika und im19. Jahrhundert zum Aufbau von Republiken geführt haben. Im Kontext derFeiern zum Bicentenario haben Historiker mit ihren Forschungen dazubeigetragen, die Debatten über diese Prozesse zu befeuern. DieseForschungsbeiträge stützen sich auf eine umfassende und lang andauerndehistoriographische Produktion, die in den letzten zwei bis drei Jahrzehnten imRahmen einer geschichtswissenschaftlichen Neuausrichtung entscheidendfrühere Interpretationen des Übergangs von der Kolonie zu den Unabhängig-keiten und über das 19. Jahrhundert im Allgemeinen verändert hat. Abgesehendavon, dass diese Produktion die akademische Diskussion geprägt hat, zirkuliertsie auch in einem größeren Rahmen und bemüht sich in unterschiedlicher Artund Weise und mit unterschiedlichem Erfolg, auf die kollektivenSinnstiftungsprozesse einzuwirken. Dieser Aufsatz bezieht sich auf diewichtigsten Beiträge dieser neueren Historiographie und untersucht gleich-zeitig, welchen Einfluss die Historiker in den öffentlichen Debatten über dieVergangenheit und bei den Feiern zum Bicentenario haben.

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II. ÖFFENTLICHE FESTKULTUR / LA CULTURA FESTIVA PÚBLICA

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S ILKE H ENSEL

Die Unabhängigkeit Mexikos bedeutete weit mehr als die Ablösung derKolonie von ihrem Mutterland. Sie ging einher mit einem Umbruch derpolitischen Verfassung des Landes, die eine neue Herrschaftslegitimationbeinhaltete und die Souveränität vom Monarchen auf die Nation übertrug.2Dieser Wandel konnte allerdings in Mexiko ebenso wie in den anderenspanischen Kolonien in Amerika nur in langen gewaltsamen Kämpfen errungenwerden.3Die Auseinandersetzungen spielten sich dabei nicht nur zwischenKolonie und Mutterland, sondern auch zwischen verschiedenen Gruppen mitunterschiedlichen politischen Vorstellungen in den kolonialen bzw. geradeunabhängig gewordenen Regionen ab. Die Unabhängigkeitszeit, deren Beginnvon der Historiographie heute in den Ereignissen in Spanien 1808 gesehen wirdund die sinnvollerweise erst mit der Einführung einer neuen politischenOrdnung und nicht mit der Unabhängigkeitserklärung der jeweiligen Länder alsbeendet betrachtet werden sollte, lässt sich als politisches Laboratorium einesgrundlegenden Verfassungswandels verstehen. Ein solches Laboratorium derpolitischen Transition vom Ancien Régime zu einem modernen Verfassungs-staat fand seinen vorläufigen Endpunkt in Mexiko mit der Proklamation derersten mexikanischen Verfassung 1824.4

In dieser Zeit fand ein mehrfacher Wechsel der politischen Ordnung statt.1812 wurde die Verfassung von Cádiz proklamiert, die eine konstitutionelleMonarchie für das Spanien beider Hemisphären vorsah.5Zwei Jahre später kames jedoch nach der Rückkehr Ferdinands VII. auf den spanischen Thron zurRestauration des Ancien Régime. Die Aufständischen unter der Führung vonJosé María Morelos proklamierten außerdem 1813 die Verfassung vonApatzingán, die allerdings de facto keine Geltung erlangte, weil dieAufständischen zu diesem Zeitpunkt nur noch kleinere, nicht zusammen-hängende Regionen kontrollierten. 1820 kam es zur Wiedereinführung dergaditanischen Verfassung, die über die Unabhängigkeitserklärung hinaus bis1824 in ihren wesentlichen Teilen Bestand hatte.

In diese Zeit des Verfassungswandels und keineswegs an ihr Ende fiel dieEtablierung des Ersten Mexikanischen Imperiums mit Agustín I. an seinerSpitze. Ein solches Verständnis des Ersten Kaiserreichs als Teil der Übergangs-zeit vom Ancien Régime zum modernen Verfassungsstaat geht nicht unbedingtkonform mit der üblichen Interpretation, hat aber einiges für sich, wie sichbereits am Beginn in den Krönungsfeierlichkeiten zeigen sollte. Hier stand diepolitische Ordnung des Landes zur Disposition, eine endgültige Entscheidungzwischen den Souveränitätsvorstellungen des Ancien Régime und den neueneiner nationalen Souveränität war noch nicht gefallen, sondern weiterhinumkämpft. Dies möchte ich im Folgenden anhand der Krönungsfeierlichkeitenvon Agustín I. im Juli 1822 zeigen. Ich werde dazu nicht nur die Zeremonie inder Hauptstadt selbst betrachten, sondern auch die Feierlichkeiten aufregionaler und lokaler Ebene in den Blick nehmen. Als Beispiele dafür dienenmir die Festakte in Antequera, der Hauptstadt der südmexikanischen, starkindigen geprägten Provinz Oaxaca, und in Teutila, einem Distrikt im Nordender gleichen Provinz, dessen Bevölkerung zu 98% indigener Herkunft war.6

Politische Feste wie die Krönungsfeierlichkeiten sind für die Frage nachpolitischem Wandel deshalb interessant, weil sie zur Übersetzung abstrakter,normativer Regelwerke, wie Verfassungen es zunächst sind, in die politischePraxis beitragen. Um Geltung beanspruchen zu können, müssen Verfassungender Bevölkerung nicht nur sichtbar und erfahrbar gemacht werden.7Darüberhinaus müssen die Beherrschten der neuen Ordnung auch verpflichtet werden.Dies geschah über politische Rituale, also einer aus mehreren Elementenbestehenden, formal normierten, symbolischen Handlungssequenz mit spezi-fischer Wirkmächtigkeit.8

Symbolische Handlungen heben Rituale vom Alltag ab und finden wie aufeiner Bühne demonstrativ vor Publikum statt. Mit der Teilnahme an Ritualenverbindet sich ein Einvernehmen von Akteuren und Publikum über das, was imRitual handelnd gezeigt wird. Rituale können somit einerseits Zusammen-gehörigkeit stiften und andererseits Verbindlichkeit für die Zukunft herstellen.9Dies ist gerade dann wichtig, wenn das Ritual einen Machtwechsel oder gar denÜbergang zu einer neuen politischen Ordnung vollziehen soll, so wie es seit1812 in Neu-Spanien bzw. Mexiko mehrfach der Fall war. Zunächst erklärte diegaditanische Verfassung 1812 die Untertanen des spanischen Königs zuStaatsbürgern der spanischen Nation, die dann 1821 zu mexikanischen Bürgernwurden.

Herrschafts- und Verfassungswechsel sind allerdings in der Regel umstritteneProzesse, und die Konflikte um die Neugestaltung der Ordnung werden dannhäufig nicht nur in den politischen Ritualen sichtbar , sondern – so die hiervertretene These – vielmehr auch auf symbolischer Ebene ausgetragen . DieKrönung Iturbides ist solch ein Fall, in dem die Gestaltung der Feierlichkeitenin gewisser Weise eine Pattsituation zeigte, da hier zwei konkurrierendeHerrschaftslegitimationen zur Darstellung kamen. Positiver ließe sichformulieren, dass die Krönung genauso wie der Plan de Iguala , mit dem dieUnabhängigkeit Mexikos erklärt wurde, einen politischen Kompromissbeinhaltete, der in diesem Moment die einzige Möglichkeit darstellte, diegegnerischen Vorstellungen und Parteien hinter einem Projekt zu vereinen.Allerdings sollte die mit dem Kompromiss erlangte Einigung nicht langeBestand haben. Während die Krönungsfeierlichkeiten in der Hauptstadt dieunterschiedlichen Positionen bezüglich der Souveränitätsfrage zum Ausdruckbrachten und damit einen zentralen Ort der politischen Auseinandersetzungdarstellten, nahmen die Feierlichkeiten in der Provinz Oaxaca einen anderenCharakter an. Die hier stattfindenden Feierlichkeiten brachten eine politischeOrdnung bzw. politische Werte zur Aufführung, die eng angelehnt waren an diealte Ordnung. Bevor ich auf die Feierlichkeiten selbst eingehe, möchte ichzunächst die politische Entwicklung skizzieren, die zur Krönung Agustín deIturbides führte.

D IE MEXIKANISCHE U NABHÄNGIGKEIT

Der royalistische Offizier Iturbide, der 1820 von Vizekönig Apodaca mit derZerschlagung der letzten verbliebenen Verbände von Unabhängigkeitskämpfernbetraut war, trat im Februar 1821 mit dem Plan de Iguala an die Öffentlichkeit.Die Urheberschaft des Dokuments ist umstritten. Einige Historiker schreiben sieIturbide alleine oder ihm zusammen mit dem wichtigsten verbleibendenAnführer der Unabhängigkeitskämpfer, Vicente Guerrero, zu. Andere Historikersehen die Autorschaft des Plans eher bei den Mitgliedern einer geheimenGruppe von politisch Aktiven, die sich seit 1808 für die Autonomie Neu-Spaniens einsetzten.10Der Plan de Iguala formulierte drei Hauptziele: denErhalt der katholischen Religion, die Einheit aller Spanier und dieUnabhängigkeit Mexikos.11Damit konnte er die Anhänger fast aller politischenRichtungen hinter sich vereinen, und im September 1821 wurde auf seinerGrundlage die Unabhängigkeit Mexikos erklärt.

Wie sich bald herausstellen sollte, lag ein entscheidendes Problem des Plansallerdings in der Festlegung auf eine konstitutionelle Monarchie und demAngebot der mexikanischen Krone an die spanischen Bourbonen.12Als dieNachricht von deren Ablehnung in Mexiko eintraf, wählte die verfassungs-gebende Versammlung Iturbide im Mai 1822 zum Kaiser. Allerdings tat sie diesunter Druck, hatten doch in der Nacht zuvor die in Mexiko-Stadt stationiertenTruppen Iturbide zum Kaiser erklärt und dabei Unterstützung von Teilen derBevölkerung erhalten. Damit konnte Iturbide in der Auseinandersetzungzwischen ihm als Vertreter der Exekutive einerseits und der Legislativeandererseits um die politische Vormacht einen Etappensieg erringen. Allerdingsverschärfte sich der Konflikt in der Folgezeit aufgrund der wachsendenSouveränitätsansprüche Iturbides. In der Krönungszeremonie Iturbides kamdeutlich zum Ausdruck, dass keine Einigkeit über die politische Ordnunghergestellt werden konnte. Die am 21. Juli 1822 stattfindende Kaiserkrönungbestand aus einer eigentümlichen Mischung alter und neuer Elemente. Das lässtsich im Wesentlichen auf den noch nicht abgeschlossenen Verfassungswandelund die konkurrierenden Ansprüche von Kongress und Kaiser zurückführen.

Die Planung der Krönung oblag dem Kongress, der sich mit Iturbide darüberverständigen musste. Ein grundlegender Konflikt, der in den Feierlichkeiten zurDarstellung kam, lag in dem Problem, wie die Souveränität der Nation konkretin der Ausgestaltung der politischen Ordnung umgesetzt werden sollte undwelche Befugnisse den einzelnen Verfassungsorganen zukommen sollten.Dieser Konflikt beherrschte seit der Besetzung Spaniens durch französischeTruppen und der Thronusurpation durch Napoleon Bonaparte die politischenAuseinandersetzungen im gesamten spanischen Reich. Das Problem stellte sichbereits direkt nach der Kaiserproklamation im Mai 1822, als der Kongress einenSchwur des neuen Kaisers auf die Verfassung verlangte.13Die Eidesformellautete folgendermaßen:

Der Schwur, in dem sich Iturbide der noch nicht ausgearbeiteten Verfassungunterordnete, wird von Timothy Anna als das eigentlich Einmalige an demGeschehen bewertet.15Gleichzeitig war der Eid allerdings in Bezug auf seineHandlungsverpflichtung problematisch, da Iturbide ihn auf eine noch nichtgeschriebene Magna Charta leistete. Tatsächlich wurde dieser Teil des Schwursauch in einem Flugblatt von 1823 kritisiert, das Iturbide sogar unterstellte, erhabe auf die noch nicht fertig gestellte Verfassung geschworen, um dann ihreAusarbeitung und Proklamation zu verhindern.16

Eine Kommission von Kongressabgeordneten plante die Gestaltung derKrönung und stützte sich dabei auf das, was mexikanische Zeitgenossen undHistoriker als römisches Zeremoniell bezeichneten. Damit war der Ordogemeint, der im Pontificale Romanum Germanicum überliefert ist und z.B. beider Kaiserkrönung Karls V. 1530 in Bologna zur Anwendung kam.17Allerdingsmussten diejenigen Textstellen in den Gebeten und Fürbitten geändert werden,die auf eine absolute Monarchie hinwiesen. In den Feierlichkeiten verwiestrotzdem eine Reihe von Elementen auf die überkommene Ordnung des AncienRégime und die Vorstellung einer göttlichen Übertragung der Souveränität anden Monarchen. Dies traf z.B. bei der Salbung des Kaisers zu und auch dort, wodie alten Korporationen in ihren traditionellen Uniformen und in dertraditionellen Rangfolge an der Prozession zur Kathedrale teilnahmen, dieIturbide zur Krönung führte. Die Vertreter der Korporationen nahmen in derKathedrale ebenfalls nach alter Rangordnung ihre Plätze ein. Neben demalteuropäischen Vorbild wurden Anleihen bei der Kaiserkrönung von NapoleonBonaparte gemacht.18

Die Krönungszeremonie in der Kathedrale begann mit dem Lied Veni Creator . Danach nahm der Bischof von Guadalajara, Juan Cruz Ruiz Cabañas yCrespo, der auch einen Teil der Salbung durchführen sollte, dem Kaiser dasGlaubensbekenntnis ab. Es folgte eine Wiederholung des Schwurs auf dieVerfassung, den Iturbide im Mai vor dem Kongress abgelegt hatte. Dem schlosssich die Salbung des Kaiserpaars an. Bischof Cabañas führte es vor den Altarund nahm die Salbung am rechten Arm vor. Danach wurden Kaiser undKaiserin in den Sitzungsraum des Kathedralkapitels geführt, um dort von denbeiden Kongressabgeordneten und Klerikern José Miguel Guridi y Alcocersowie Florencio Castillo ein weiteres Mal mit geweihtem Öl gesalbt zuwerden.19Diese doppelte Salbung lässt sich einerseits mit einem ähnlichenZeremoniell in europäischen Kaiserkrönungen erklären.20Sie drückteandererseits in besonderer Weise die Doppeldeutigkeit der Krönung aus, indemzwei von der Nation gewählte Vertreter am Akt der Salbung beteiligt waren,dessen Sinn darin lag, Iturbide über die Sakralisierung eine Legitimations-grundlage seines Amtes jenseits der Nation zu verschaffen. Der Zeitgenosse undHistoriker Carlos María Bustamante, der 1822 Abgeordneter der verfassungs-gebenden Versammlung war, schrieb zu der Salbung, dass sie auf den WunschIturbides zurückging, der mit seiner Proklamation zum Kaiser durch denKongress nicht zufrieden gewesen sei. Wenn diese Darstellung stimmt, danngelang es dem Kongress allerdings in diesem Punkt, die eigenen Souveränitäts-ansprüche selbst im Akt der Salbung deutlich zu machen.21

Nach der Segnung der Herrschaftsinsignien durch den Bischof erfolgte dieKrönung, die vom Präsidenten des Kongresses, Rafael Mangino, vorgenommenwurde.22Als er Iturbide die Krone aufsetzte, erinnerte Mangino daran, dass diemexikanische Nation ihn zum Kaiser erhoben hatte und dass er seinVersprechen, gemäß der Verfassung zu handeln, einhalten müsse, weil dieNation seine unantastbaren Rechte sonst zurückfordern würde.23Dass derKongress nicht in Gänze von Iturbides Wahl zum Kaiser überzeugt war,sondern vielmehr eine ganze Reihe von Abgeordneten die Etablierung einerRepublik befürwortete, zeigt sich unter anderem in diesen Worten desKongresspräsidenten. Aus ihnen klingt eine erhebliche Portion Misstrauen. DerPräsident, so berichtet zumindest Lucas Alamán, habe außerdem in durchausdoppeldeutiger Weise angefügt, dass der Kaiser sich vorsehen solle, damit ihmdie Krone nicht herunterfallen möge, woraufhin Iturbide geantwortet habe, dasser dafür sorgen werde.24

Indem in der Zeremonie das Glaubensbekenntnis und der Schwur Iturbidesauf die Verfassung ebenso wie die Salbung durch einen Bischof und Kongress-abgeordnete und die Krönung durch den Kongresspräsidenten direkt auf-einander folgten, wurden die göttliche Vorsehung und die Übertragung derHerrschaftsrechte durch die Nation gewissermaßen auf eine Stufe gestellt. DieBedeutung der Nation als diejenige Macht, die dem Kaiser die Herrschafts-rechte übertrug, hob ein Gemälde der Krönung hervor, das den Moment dar-stellte, in dem der Kongresspräsident im Begriff ist, dem knienden Kaiser dieKrone aufzusetzen.

Das Gemälde stellte außerdem die Kongressmitglieder, die einehervorgehobene Position in der Zeremonie erhalten hatten, auf der rechten Seitedar. Die einheitliche schwarze Kleidung der Abgeordneten sollte ihre Gleichheituntereinander symbolisieren und darüber hinaus auf die generelle Gleichheits-vorstellung verweisen, die mit der Verfassung von Cádiz an Bedeutunggewonnen hatte. Bereits die Cortes von Cádiz hatten eine bürgerliche Kleidungder Abgeordneten angewiesen, und dies war in Mexiko übernommen worden.25Das Gemälde verwies außerdem mit der Trikolore im oberen Bildvordergrundauf die mexikanische Nation, da sie in der Nationalflagge übernommen wurde.Die Trikolore symbolisierte die drei Garantien: Weiß stand für die Reinheit derReligion, grün für die Unabhängigkeit und rot für die Einheit der Bevöl-kerung.26

Nach der Krönung erhielt der Kaiser die weiteren Insignien aus den Händeneines Bischofs. Im Anschluss krönte Agustín I. seine Frau zur Kaiserin. Esfolgten ein Gebet und die Akklamation des Kaisers. Vor der Kathedrale wurdeneigens für den Anlass geprägte Münzen in die Menge geworfen. Auch dieseMünzen stellten den doppelten Ursprung der Kaiserwürde Agustíns I. dar,indem die Umschrift auf der Vorderseite „Augustinus, Dei Providencia“ lauteteund damit auf Gott als Quelle der Kaiserwürde hinwies, während die Umschriftauf der Rückseite „Mexici primus Imperator constitutionalis“ mit derErwähnung der Verfassung auf die Nation rekurrierte.27Diesen Münzen sehrähnlich war die in der folgenden Abbildung gezeigte, zu Beginn 1823 geprägteMünze.

Nach einem Te Deum und der Messe bildete eine Beglaubigung desschriftlichen Berichts über die Krönung den Abschluss der Zeremonie.Schließlich geleiteten die an der Zeremonie beteiligten Kleriker das Kaiserpaarund seine Gefolgschaft aus der Kathedrale.

Das Krönungszeremoniell Iturbides brachte die beiden in der Zeit um-strittenen, entgegen gesetzten Vorstellungen zur Herrschaftslegitimation zumAusdruck, indem es einerseits mit der Salbung des Kaisers Bezug auf dasGottesgnadentum nahm und damit die Herrschaftsberechtigung auf einetranszendente Macht zurückführte. Andererseits sollten die Krönung durch denKongresspräsidenten, die Salbung nicht nur durch den Bischof, sondern auchdurch Kongressabgeordnete sowie schließlich der Verfassungsschwur dieSouveränität der Nation symbolisieren. In dieser Konzeption übertrug das Volkdie Herrschaftsrechte an die Repräsentanten der Nation. Das Zeremoniell waralso insofern nicht eindeutig und konnte in die eine oder andere Richtunggelesen werden.

D IE P ROVINZ O AXACA . DIE H AUPTSTADT UND DER D ISTRIKT T EUTILA

Während sich in der Hauptstadt Mexikos politische Auseinandersetzungenum die künftige Ordnung selbst in den Krönungsfeierlichkeiten des neuenKaisers niederschlugen, waren die Feierlichkeiten anlässlich der Thron-besteigung in Teutila, einem Distrikt in der südlichen Provinz Oaxaca, zu dem36 Dörfer mit überwiegend indigener Bevölkerung gehörten, ausgesprochentraditionell angelegt. Sie folgten im Wesentlichen den üblichen Feierlichkeitenzur Thronbesteigung eines neuen spanischen Königs in der Kolonialzeit.28DiePlanung übernahm eine Versammlung aus Mitgliedern von verschiedenenGemeinderäten aus dem Distrikt, Angehörigen des Militärs, dem Distrikt-beamten und zwei Pfarrern.29Die Festlichkeiten dauerten drei Tage undbegannen mit einer Messe in der Kirche, in der unter einem Samtbaldachin einBild Agustíns I. stand. Nach der Messe, in der der Pfarrer eine Ansprache an dieGemeinde hielt, erfolgte der feierliche Treueid der anwesenden Beamten aufden Monarchen. Sodann wurde das Bildnis Agustíns I. in einer Prozessiondurch den Ort getragen. An der Strecke der Prozession waren mehrereTriumphbögen aufgebaut. Auf dem Hauptplatz des Ortes hielt zuerst derDistriktbeamte eine Rede, in der er vor allem Wert darauf legte, dieAnwesenden auf Gehorsam gegenüber dem Kaiser und den Autoritäten vor Ortzu verpflichten. Er zitierte zunächst den Kaiser mit den Worten „Ich habe euchbefreit, jetzt liegt es an euch, glücklich zu sein“ und führte dann weiter aus:

Hier stand also keine der neuen Wertvorstellungen der Souveränität derNation und damit letztlich der Staatsbürger im Vordergrund. Der Distriktbeamteentwarf vielmehr ein Bild, in dem Untertanen Empfänger staatlicher Rechtsaktewaren, die sie zu befolgen hatten, weil sonst der Zusammenbruch jeglicherOrdnung drohte. Nach dieser Rede erfolgte der Treueschwur durch die an-wesende Menge. Die Formel dafür lautete:

Die Menge antwortete: „Ja, wir schwören.“

Nach dem Schwur erklärten zwei Dolmetscher das Geschehen in Chinantecound Mazateco, den beiden wichtigsten indigenen Sprachen im Distrikt. Dererste Tag endete mit einem Bankett, und an den folgenden gab es weitereVergnügungen, wie z.B. Stierkämpfe und Musik.

Diese Feierlichkeiten folgten in vielen Aspekten dem barocken Zeremoniellmonarchischer Feste anlässlich von Thronbesteigungen. Gleiches gilt für dieFeierlichkeiten in Antequera, der Hauptstadt Oaxacas, die allerdings erst am 8.Dezember 1822 durchgeführt wurden, d.h. pikanterweise fand dieser Schwurauf Iturbide zu einer Zeit statt, als seine Herrschaft bereits so heftig angefochtenwurde, dass seine Abdankung nach drei Monaten im März 1823 folgte. Eineerste Rebellion gegen seine Herrschaft gab es bereits am 6. Dezember 1822,wenn dies auch noch nicht in Oaxaca bekannt gewesen sein konnte. Mit dem Plan de Veracruz legitimierte Antonio López de Santa Anna seine Erhebung.Die darin gestellten politischen Forderungen orientierten sich stark am Plan de Iguala , darüber hinaus wurde aber eine Annullierung aller AnordnungenIturbides sowie die Wiedereinsetzung des am 31. Oktober 1822 von Iturbideaufgelösten Kongresses gefordert.32Die Konflikte um die Souveränitätsfragewaren zwischen dem Kaiser und dem nationalen Kongress so stark eskaliert,dass Iturbide bereits im August des Jahres 66 Abgeordnete nach derAufdeckung einer Verschwörung ins Gefängnis werfen ließ und eben imOktober die Auflösung der verfassungsgebenden Versammlung anordnete undstattdessen eine kleinere junta instituyente aus dem Kreis der Abgeordneten desKongresses einsetzte.33

Der Stadtrat von Oaxaca konnte zwar von den jüngsten Ereignissen vom6. Dezember noch nichts wissen, als der Schwur auf Iturbide stattfand, von denAuseinandersetzungen zwischen dem Kongress und dem Kaiser, die sich Endedes Jahres zuspitzten, muss er aber sehr wohl gewusst haben. Vor diesemHintergrund erhielt der erst im Dezember 1822 stattfindende Schwur einebesondere Note. Als offizielle Begründung für die Verzögerung der Feierlich-keiten gab der Stadtrat finanzielle Schwierigkeiten an. Da man das Fest mit dernotwendigen Solennität habe durchführen wollen, sei es verschoben worden.34Zwar hatte der Stadtrat schon zu Beginn des Jahres über die notorische Geldnotgeklagt, die eine Renovierung des Sitzungssaals erschwerte, obwohl dieSitzungen nun öffentlich abgehalten wurden und der Stadtrat deshalb demPublikum ein besseres Bild vermitteln und z.B. auch eine Büste von Iturbide imSitzungssaal aufstellen wollte.35Zu der Verzögerung der Feierlichkeiten dürftenaber die Kompetenzstreitigkeiten zwischen dem Stadtrat und der Provinz-deputation, die seit der Etablierung der Deputation 1822 mehrfach auftraten,einen wesentlichen Beitrag geleistet haben. Bereits im Zusammenhang mit dengeplanten Feierlichkeiten anlässlich der Konstituierung der verfassungs-gebenden Versammlung versuchte der Stadtrat im April 1822, sich über dieProvinzdeputation zu stellen bzw. deren höhere Stellung im Institutionengefügenicht anzuerkennen.36Dass der Konflikt zwischen Rat und Provinzdeputationauch im Dezember 1822 noch nicht beigelegt war, lässt sich daraus erkennen,dass die Provinzdeputation in der Beschreibung der Feierlichkeiten nur einmalzu Beginn genannt wurde, dann aber scheinbar keine Rolle mehr spielte,obwohl sie das höchste Verfassungsorgan in der Provinz darstellte. DieStreitigkeiten zwischen den beiden Institutionen entzündeten sich u.a. an derFrage, wer in öffentlichen Akten welche Position einnehmen solle, was daraufverweist, dass Zeremonialstreitigkeiten Verfassungskonflikte sind.37DieAuseinandersetzungen standen im Zusammenhang mit der Machtverschiebungin der Provinz, die sich durch die allgemeinen Wahlen ergeben hatte. Währendin der späten Kolonialzeit die in Antequera ansässige spanische Kaufmann-schaft unbestritten die Elite der Provinz darstellte und den Stadtrat als höchstesRepräsentationsorgan in ganz Oaxaca dominierte, stand nun die Provinz-deputation im Institutionengefüge über dem Stadtrat und war zudemzusammengesetzt aus Distriktbeamten und Pfarrern aus der Provinz.38

Auch in Antequera standen Prozessionen mit der Büste des Kaisers, eineMesse und der Schwur auf den Kaiser durch die Korporationen sowie das Volkim Mittelpunkt der Feierlichkeiten.39Die Prozession durch die Stadt erfolgtenach überkommenem Muster, in dem die Korporationen den Zug strukturierten.An ihrer Spitze trugen der Bischof Oaxacas und der Kommandant der Truppendie Büste des Kaisers, womit die beiden Institutionen der Kirche und desMilitärs als tragende Säulen des Kaiserreichs dargestellt wurden. Auf demHauptplatz der Stadt angekommen, wurde die Büste Iturbides auf einem großen,reich geschmückten Podest abgestellt, auf dem 200 Personen Platz fanden. AmNachmittag des gleichen Tages erschienen der Stadtrat und die Garnison derStadt, alle in ihren Uniformen, wiederum auf dem Hauptplatz. Die BüsteIturbides wurde auf einem Karren erneut durch die Stadt geführt. Jetztbemächtigte sich allerdings „das Volk“ des Karrens, spannte die sechs Maul-tiere aus, um ihn selbst durch die Straßen zu ziehen. All dies geschah lautBeschreibung in der größten Ordnung. Nachdem der Umzug wieder auf demHauptplatz angekommen war, hielt der Dekan des Domkapitels eine Ansprache,und es folgte der Schwur der Korporationen und aller Anwesenden auf denKaiser. Danach schloss ein Umtrunk, zu dem auch die Frauen geladen wurden,den Tag ab. Am zweiten und dritten Tag setzten weitere Festelemente dieFeierlichkeiten fort. Die Stadt war außerdem geschmückt, und es gab eine Reiheephemerer Bauten mit allegorischen Darstellungen, von denen aber leider keineBeschreibungen erhalten sind.

Die Nähe der Feierlichkeiten anlässlich von Iturbides Thronbesteigung zuden monarchischen Festen der Kolonialzeit ließe sich vielleicht noch damiterklären, dass der Symbolhaushalt der damaligen Zeit begrenzt war und denAkteuren keine anderen, neuen Symbole und Rituale zur Verfügung standen,um den besonderen Anlass zu begehen und ihn gleichzeitig abzuheben vonvergangenen Thronbesteigungen. Allerdings könnte ein solches Argument wohlkaum die überaus enge Anlehnung an die monarchischen Feste der Kolonialzeiterklären. Anders verhält es sich zudem mit der Ansprache des Distriktbeamtenin Teutila. Er betonte vor allem die Notwendigkeit des Gehorsams gegenüberdem Monarchen und den etablierten Autoritäten – also auch ihm selbst gegen-über. Von der Verfassung oder dem Kongress als dem eigentlichen Repräsen-tanten der Nation und letzterer als Trägerin der Souveränität war hier nicht dieRede. So lässt sich der Eindruck nicht von der Hand weisen, dass derDistriktbeamte in der Thronbesteigung Iturbides tatsächlich die Rückkehr zuden alten Verhältnissen sah oder wünschte und vor allem diejenigen Seiten derimperialen Ordnung betonen wollte, die den alten Ordnungsvorstellungen nahekamen. In der Kolonialzeit hatten die Distriktbeamten in den ihnenunterstehenden Jurisdiktionsbezirken neben dem Pfarrer die höchste Positioninnerhalb des kolonialen Herrschaftsgefüges inne. Als Vertreter der Kron-bürokratie kontrollierten sie die Gemeinderäte der indigenen Dörfer undkonnten ihre Position häufig auch zum eigenen wirtschaftlichen Vorteilnutzen.40

Bei den Feierlichkeiten in Antequera fällt ebenfalls auf, dass der Kaiser hierebenso wie zuvor die spanischen Könige den alleinigen Mittelpunkt darstellte.Und anders als bei der Krönung in Mexiko-Stadt, die an sich bereits eineVeränderung gegenüber dem traditionellen Huldigungsschwur auf den Königdarstellte, lassen sich in Antequera keine neuen Elemente zur Repräsentationneuer Ordnungsvorstellungen nachweisen. Dass es sich um eine konstitutionelleMonarchie handelte, die hier zur Darstellung kam, lässt sich jedenfalls an denüberlieferten Beschreibungen der Feierlichkeiten nicht nachvollziehen. Nichteinmal die neuen Verfassungsorgane wie der nationale Kongress oder dieProvinzdeputation von Oaxaca, die erst 1822 eingerichtet worden war, fandenErwähnung.

Dass bei dem feierlichen Schwur auf Agustín I. in den Distrikten Oaxacaswie Teutila eher auf Kontinuität gesetzt, als der Wandel der politischenOrdnung inszeniert wurde, lässt sich auch für das Verfassungsfest von 1820konstatieren. Bei dieser Feierlichkeit wurde ebenfalls der Monarch in denMittelpunkt gestellt, und der 1820 in Teutila zuständige Distriktbeamteentschied, den Gemeinden nur denjenigen Teil der Verfassung zu überreichen,der sich mit den Wahlbestimmungen zu den konstitutionellen Gemeinderätenbefasste. Er gestand der indigenen Bevölkerung damit nicht zu, dass dieVerfassung in Gänze für sie von Relevanz sein könne. Eine solche Darstellungvon Kontinuität vor allem im Hinblick auf die etablierten Hierarchien war einegenerelle Tendenz der Verfassungsfeiern von 1820/21 in der Provinz Oaxacaund ihrer Hauptstadt.41Die Feierlichkeiten zur Thronbesteigung Iturbidessetzten hier also eine bereits zuvor zu beobachtende Praxis fort.

Während in der Hauptstadt Mexikos die Verfassungskonflikte der Zeit indem Krönungszeremoniell zum Ausdruck kamen, zeigte sich in Oaxaca einerückwärtsgewandte Gestaltung in Stadt und Land. Daraus sollte allerdings nichtder voreilige Schluss gezogen werden, allein in Mexiko-Stadt habe esausreichend antimonarchische Kräfte gegeben. Vielmehr gilt es, weitereProvinzen zu untersuchen. Oaxaca könnte durchaus ein Sonderfall gewesensein. Die Provinz war sehr stark indigen geprägt, sodass die lokalenVerwaltungsbeamten hier stärker als in vielen anderen Regionen auch imBewusstsein einer vermeintlichen ethnischen Überlegenheit agierten. Außerdemhingen ihre aus der offiziellen Stellung resultierenden Nebeneinkünfte von einerKontinuität der alten Ordnung ab. Schließlich war Oaxaca im Unabhängigkeits-krieg die einzige Provinz gewesen, die für längere Zeit von Aufständischenbesetzt war. Dies sollte das Handeln der Autoritäten und der Provinzelite in denJahren danach sehr stark prägen. Sie versuchten letztlich, die alte Ordnung inihrer Provinz so weit wie möglich zu bewahren.

F AZIT

Mexiko befand sich auch nach der Unabhängigkeit 1821 noch in einer Phaseder gesellschaftlichen Auseinandersetzungen um die grundlegende sozialeOrdnung. Die Verfassung von Cádiz, die über die Unabhängigkeit hinaus inwichtigen Teilen galt, hatte zwar eine konstitutionelle Monarchie etabliert, daVerfassungen aber erst in der gesellschaftlichen Praxis ihre Geltung erlangen,ist die Untersuchung ihrer feierlichen Einsetzung bzw. anderer die grund-legende Ordnung betreffender politischer Feste zentral. Dies zeigen diedargestellten unterschiedlichen Feierlichkeiten anlässlich der Thronbesteigungdes ersten mexikanischen Kaisers.

Verfassungen konstituieren bei ihrem Erlass eine neue Ordnung undbeanspruchen Geltung für die Zukunft, sie sollen Kontinuität stiften. Ihrerzentralen Aufgabe der Legitimation und Integration von politischen Gemein-wesen und deren Institutionen können Verfassungen aber nur gerecht werden,wenn ihre normativen Regeln und Sinnangebote in der gesellschaftlichenWirklichkeit akzeptiert und praktiziert werden. Zwischen Herrschaftsträgernund Bürgern muss deshalb eine Kommunikation über Grundwerte undVerhaltensmuster zustande kommen. Dieser Prozess der Vermittlung undVersicherung von Grundmustern des politisch-sozialen Arrangements und derLoyalität gegenüber Herrschaftsträgern hat eine subjektive, symbolvermittelteDimension, die sich unter anderem in politischen Festen manifestiert. Wie ichhier zu zeigen hoffte, wurden die Auseinandersetzungen um den Verfassungs-wandel der mexikanischen Unabhängigkeitszeit in den Feierlichkeiten zurKrönung des ersten mexikanischen Kaisers nicht nur zur Schau gestellt. DieFeierlichkeiten im Zusammenhang mit der Krönung Iturbides zum erstenmexikanischen Kaiser stellten vielmehr einen zentralen Ort dar, an dem dieunterschiedlichen Verfassungskonzepte und Vorstellungen zur Souveränität undpolitischen Repräsentation ausgetragen wurden. Dabei zeigten sich ausgeprägteregionale Unterschiede zwischen der Hauptstadt einerseits und der stark indigengeprägten Provinz Oaxaca im Süden des Landes andererseits. Während dernationale Kongress im Zentrum des Landes durchaus einige zentraleVorstellungen zur Souveränität der Nation und der eigenen Rolle alsRepräsentant dieser Nation performativ bekräftigen konnte, setzten sich inOaxaca viel stärker diejenigen Kräfte durch, die auf den Erhalt derüberkommenen Ordnung setzten. Dies hing wesentlich mit der Bevölkerungs-und damit zusammenhängend der Machtstruktur in der Provinz zusammen.

R ESUMEN

L A LUCHA POR UN NUEVO ORDEN . L AS FESTIVIDADES DE CORONACIÓN DEL

PRIMER EMPERADOR MEXICANO Y LA CONSTITUCIÓN

Este artículo tiene como objetivo analizar las disputas por un nuevo ordenpolítico durante la independencia mexicana, episodio que se contemplará desdeuna perspectiva amplia que va más allá de la declaración de independencia. Decara al cambio radical del orden político, la Constitución de Cádiz desempeñóen este proceso un papel sobresaliente, puesto que estableció ante la ley losprincipios de la soberanía de la nación así como la igualdad legal de todos los

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ciudadanos. Los elementos esenciales de la constitución gaditana no perdieronvigencia después de la declaración de Independencia en septiembre de 1821.Cuando los Borbones españoles rechazaron la corona mexicana que les fueofrecida, se presentó el problema de cómo seguir adelante; Agustín Iturbide,que anteriormente había tenido conflictos con una parte de la asambleaconstituyente, fue proclamado – bajo presión militar – primer emperador mexi-cano. Sin embargo, las festividades de coronación, celebradas en julio de 1822,dejaron ver que no se trató de un amplio consenso. Este artículo parte delsupuesto que las festividades políticas tales como una coronación cumplen unafunción central en el análisis del cambio político, ya que contribuyen a que setraduzca la reglamentación abstracta y normativa a la práctica política.

Las festividades de coronación a Agustín I no constituyeron un actosecundario en el orden político, sino que representaron, más bien, un espaciocentral en el que se divulgaron los distintos conceptos constitucionales e ideasrespecto de la soberanía y de la representación política y se hicieron asequiblesa la población. Las festividades en honor al primer emperador nos permitenobservar las huellas dejadas por las disputas capitalinas que se encendieron entorno a la soberanía. La ceremonia de la coronación en sí, además, planteó unanovedad ya que la entronización de un nuevo rey español se solemnizómediante una jura de lealtad. El orden tal como se exhibió en la coronación deAgustín I recurrió, por una parte, a elementos tradicionales procedentes de laépoca colonial, y, por otra, a otros totalmente nuevos que pusieron demanifiesto la soberanía de la nación, así como al mismo tiempo una legiti-mación divina del emperador.

Aparte de la ceremonia principal de coronación que se realizó en la capital ysu significado para el orden político del recién independizado país, estacontribución investiga las festividades tales como se celebraron en la provinciade Oaxaca, tanto en su capital como en las comunidades indígenas de estaprovincia, caracterizada por un muy alto porcentaje de población indígena. Alpasar revista a dichas ceremonias se aprecia que la jura de lealtad al nuevoemperador adquirió otro significado allí que en la ciudad de México. Tanto enAntequera como en los pueblos indígenas, se seguía el tradicional ceremonialborbónico y las instituciones y funcionarios de la corona encargados de laorganización de las solemnidades en los distritos se esforzaron sobremanera porresaltar la continuidad con el Antiguo Régimen. Una y otra vez hacían hincapiéen la importancia de la cuestión de la obediencia a las autoridades. Teniendo enconsideración su orientación a la tranquilidad y el orden y el mantenimiento delas viejas relaciones del poder, cabe explicar dichas festividades a partir de la

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situación demográfica. El pequeño grupo de españoles radicados en Oaxacatemía la influencia política de la población indígena, que en virtud de laconstitución se habían convertido en ciudadanos con los mismos derechos. Másallá de lo anterior, la experiencia particular de Oaxaca, que durante la guerra deindependencia fue la única provincia que estuvo largamente ocupada por lasfuerzas insurgentes, debe haber tenido repercusiones. El significado emanadode las festividades de la coronación de Agustín I en Oaxaca nos permiteconcluir, que aquellas fuerzas políticas que prevalecieron la soberanía de lanación sobre la del monarca tuvieron fundamentalmente menos influencia. Elproceso constitucional tomó en Oaxaca un rumbo muy diferente al del centrodel país.

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H ÉCTOR P ÉREZ B RIGNOLI

Alejandro Marure, intelectual ilustrado, profesor de la Universidad de SanCarlos de Guatemala, escribió su Bosquejo histórico de las revoluciones de Centroamérica desde 1811 hasta 1834 por encargo del jefe de estado deGuatemala, Mariano Gálvez; publicó el primer volumen en 1837 y el segundo,en 1839. Aunque el encargo de Gálvez establecía el límite en 1834 Marure solollegó hasta los acontecimientos de 1828. Leamos su descripción de la jura de laIndependencia el 23 de setiembre de 1821, y notemos que escribe unos 15 añosdespués de los eventos:

En realidad Marure no describe el evento, sino que más bien interpreta unsignificado, a sus ojos, trascendente. En su descripción de los acontecimientosdel 15 de setiembre, que conducen a la declaración de la independencia, Marurealude a una “inmensa muchedumbre” y a una “multitud” que emite un "sordorumor" cada vez que se produce un voto en contra de la declaración. En cambio,el futuro general liberal y presidente de Guatemala, Miguel García Granados,quién tenía a la sazón 12 años y era hijo de españoles, recuerda así el 15 desetiembre de 1821:

El congreso federal decretó en 1824 la celebración oficial del 15 de setiembrecomo una fiesta cívica,3incluyendo la relectura del Acta de Independencia yuna ceremonia en la que participaban funcionarios del gobierno y se realizabanoficios religiosos de acción de gracias; también se preveían actividades parapromover y canalizar el regocijo popular. En los detalles específicos el congresodejó la organización en manos de las autoridades locales de cada estado de laFederación. El decreto de conmemoración debe verse, claro está, a la par de laadopción de la bandera y el escudo de la naciente república, denominadaprimero Provincias Unidas del Centro de América , y luego, al adoptarse laconstitución federal en noviembre de 1824, Federación de Centroamérica .

Ahora bien, el 15 de setiembre marcó apenas el inicio de un proceso, lleno devicisitudes y conflictos, donde las fechas significativas variaban de un estado aotro. Otros momentos importantes, como la declaración de la Independenciaabsoluta el 1° de julio de 1823, o la aprobación de la Constitución federal el 22de noviembre de 1824, no desplazaron el simbólico 15 de setiembre, lenta peroprogresivamente aceptado en toda la región como fecha emblemática de laIndependencia. Una vez disuelta la Federación, en 1839, el 15 de setiembreadquirió una significación simbólica adicional, ya que también rememora lapatria centroamericana perdida.

El peso simbólico de la conmemoración y la fiesta cívica queda bien ilustradopor un decreto de la Asamblea Constituyente del recién creado Estado de losAltos,4emitido el 24 de enero de 1839. En este decreto se establece que el 5 defebrero de cada año se celebrará la fiesta cívica del Estado “del mismo modoque los días religiosos de entera guarda” y con “toda la solemnidad, pompa yregocijos públicos que sean posibles.”5La preocupación por esta celebración nodeja de tener algo de insólito en un contexto en que el recién nacido Estado delos Altos luchaba por una sobrevivencia difícil que culminará con sudesaparición en 1840. Debe notarse la competencia explícita, aunque positiva,entre celebración pública y celebración religiosa; el tema será despuésrecurrente y en muchos casos abiertamente conflictivo.

La transformación de los estados de la Federación en repúblicas soberanas6no desplazó la celebración del 15 de setiembre, pero comenzará a imponertensiones nuevas que se reflejan en la adopción de banderas, escudos e himnosrenovados. El lenguaje del estado-nación se va desarrollando en forma lenta ydesigual, a menudo caótica, pero siempre implicando la afirmación departicularidades locales, tanto del presente como del pasado. Y esta búsquedade lo propio llevará también a inventar héroes y crear mitos fundacionalesrememorados en las fiestas cívicas de 15 de setiembre. Se produjo así, unproceso de reinvención sucesiva de la celebración, adicionando e incorporandonuevos significados; por otra parte, debe notarse que esto no fue algo típico oexclusivo de los países centroamericanos, sino más bien algo característico delas fiestas cívicas nacionales de todos los estados-naciones modernos.

El régimen de Rafael Carrera en Guatemala (1840-1965) se caracterizó poruna fuerte centralización estatal y una virtual restauración del orden socialcolonial.7Las comunidades indígenas fueron protegidas y la Iglesia recuperósus privilegios mientras que el régimen recreó la unión de la cruz y la coronaque caracterizó, como bien se sabe, a la autoridad imperial española. Juan Joséde Aycinena, obispo, ministro prominente de Carrera, miembro de una familiarica y aristocrática, rector de la Universidad de San Carlos y probablemente elideólogo más significativo del régimen conservador, pronunció rigurosamentecada 15 de setiembre, desde 1840 hasta 1864, discursos, o más bien sermones,conmemorativos.8El tema recurrente de los discursos es lo que podríamosllamar una interpretación providencialista de la Independencia. En el Acta del15 de setiembre se estableció (artículo 11) el mantenimiento de la religióncatólica, en consonancia con el Plan de Iguala.9Esta decisión es vista porAycinena como el signo divino de que se estableció un nuevo pacto entre Diosy su pueblo elegido, en este caso, el de Guatemala. Año a año se reiteran estasideas, ilustradas con ejemplos bíblicos, y alrededor de este hilo conductoromnipresente se incorporan comentarios coyunturales que expresan la filosofíaconservadora de Aycinena contra el liberalismo y la esfera autónoma de lapolítica: no hay felicidad posible fuera de la ley de Dios ni constitución quepueda estar por encima de la Constitución Universal contenida en losEvangelios. La reconstitución del Antiguo Régimen, expresada ya en el ordensocial y el régimen político, alcanzaba así una suprema coherencia ideológicamediante la cual la Independencia quedaba despojada de cualquier tinterevolucionario.

El cambio fue drástico cuando los liberales retornaron al poder, luego de larevolución de 1871. Bajo el régimen de Justo Rufino Barrios (1871-1885) laIglesia perdió sus propiedades territoriales y el cultivo del café se expandióvigorosamente. Pero la modernización de la economía agroexportadora implicóel desarrollo de dos rasgos típicamente coloniales: a) la “protección” de lascomunidades indígenas del altiplano occidental, en tierras no aptas (por laaltitud) para el cultivo del café; b) la imposición, a las mismas comunidadesindígenas, de formas de trabajo forzado para garantizar la mano de obrarequerida por la cosecha del café.10Este sistema de trabajo compulsorio estuvovigente legalmente hasta 1935 y es fundamental para entender, que detrás delradicalismo anticlerical y la bandera del progreso agitada por la ReformaLiberal de Barrios había una cara sombría (y pragmática) que excluyóviolentamente del proyecto nacional a la mayoría de la población guate-malteca.11

Las celebraciones del 15 de setiembre cambiaron de carácter y además delcatecismo liberal incorporaron el ideal utópico de la patria centroamericana.Ramón Rosa, político e intelectual hondureño, decía en un discurso pronun-ciado el 15 de setiembre de 1874 en el Palacio Nacional de Guatemala:

Asistimos pues a una “naturalización” del credo liberal; el deísmo remplazala teocracia conservadora. En este nuevo clima de ideas, desde Guatemala hastaNicaragua, se impone la utopía de reconstruir la Federación Centroamericana.Ramón Rosa en el citado discurso lo articula con la conmemoración de laIndependencia, procediendo, otra vez, a la “naturalización” de los hechos yvuelta a los orígenes:

En 1885 Justo Rufino Barrios proclamó la Unión Centroamericana y sepreparó para someter a las repúblicas con la fuerza de las armas. Pero la suertele fue adversa y murió al puro comienzo de la guerra en la batalla deChalchuapa. El intento unionista llegó así a su fin y Barrios fue convertido porlos liberales guatemaltecos en héroe y mártir del ideal centroamericano. Comoescribió en sus memorias Francisco Lainfiesta:

Luego de la muerte de Barrios la celebración del 15 de setiembre incorporó lafigura del “Gran Reformador” y su retrato presidía las celebraciones.15Dado elanticlericalismo del régimen, a partir de 1871, la Iglesia quedó fuera de lascelebraciones y las fiestas públicas guatemaltecas se diferenciaron claramenteen dos vertientes: a) los actos cívicos, promovidos por el gobierno; y b) lasprocesiones y celebraciones religiosas que marcaban profundamente la vida detodos los guatemaltecos en Semana Santa, Navidad y las festividades de lossantos patronos locales. Esta escisión adquirió también una connotación étnica:en los pueblos de indios, la independencia era una fiesta exclusiva de losladinos y empleados públicos.16La celebración del 15 de setiembre reflejaba,como no podía ser de otra manera, la exclusión de los indígenas del proyectonacional guatemalteco.

Las fiestas cívicas liberales guatemaltecas culminaron durante la largadictadura de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920), el “Señor Presidente” de lafamosa novela de Miguel Angel Asturias, con la celebración de las Minervaliaso Fiestas de Minerva, a fines de octubre de cada año.17Estas fiestas combinabandesfiles escolares y militares, competencias deportivas, juegos florales,conciertos, bailes, etc. a lo largo de casi un mes, al fin del año escolar. Suinventor, Estrada Cabrera, las dedicaba a Minerva, diosa de la sabiduría y de lasartes, y estaban orientadas a una participación popular amplia pero riguro-samente controlada. Los incipientes sectores obreros, prontamente manipuladospor el dictador, también se unieron a ellas. El centro de las celebraciones eranlos templos de Minerva, construcciones que imitaban en forma muy sumaria lostemplos griegos, y que se construyeron en la ciudad de Guatemala primero yluego en casi todas las cabeceras departamentales. Con intelectuales a sueldoque incluyeron las plumas centroamericanas más prestigiosas, el dictadorconstruyó así un aparato ideológico que tenía mucho de ridículo, pero que erafuncionalmente eficaz y complejo. Los desfiles, que incluían delegaciones dealgunas comunidades indígenas, buscaban representar al conjunto del cuerposocial guatemalteco, bajo la mirada benevolente y controladora (la policíasecreta de Estrada era particularmente temible) de don Manuel. Por detrásestaba la pretensión de competir seriamente con las celebraciones religiosastradicionales, algo que los festejos del 15 de setiembre apenas conseguían. Perocomo las Minervalias quedaron irremisiblemente asociadas a la figura personaldel dictador, a su caída, desaparecieron. Y el 15 de setiembre volvió a cobrar elrelieve anterior en cuanto a fiesta cívica central.

El unionismo centroamericano fue la ideología predominante del movimientoque logró la caída de Estrada Cabrera en 1920 y alcanzó su apogeo al añosiguiente, cuando al calor de las celebraciones del centenario de la inde-pendencia18se firmó una propuesta de retorno a la unión política de las cincorepúblicas centroamericanas (Pacto de San José, enero de 1921). Sin embargo,el proyecto fracasó en pocos meses y puede verse más bien como un aspectomás de los rituales cívicos del centenario. El joven Juan José Arévalo, futuropresidente de Guatemala (1945-1950), recuerda así las celebraciones del magnoevento en Guatemala:

Aunque los palacios de “cartón” se explican sobre todo por las destruccionesque ocasionaron en la ciudad de Guatemala los terremotos de 1917, en la des-cripción de las celebraciones se trasluce un aire de construcción falsa, de ritualapresurado para no quedar fuera del progreso europeo, incluyendo la presenciade un “glorioso héroe de la primera guerra mundial” y de vistosos aeroplanosfranceses. La mirada de Justo Rufino Barrios desde el bronce ratifica laincorporación de los caudillos liberales de la Reforma al panteón de los héroesnacionales y la no mención de los indígenas confirma una vez más la exclusiónde la mayoría de la población guatemalteca del proyecto nacional. En diciembrede 1921, el golpe del general Orellana pondrá fin al gobierno de Herrera y poreso Arévalo menciona un canto del cisne que fue también canto del cisne de lasexpectativas democráticas y del unionismo centroamericano.

En Costa Rica las celebraciones del centenario20asumieron un cariz algodiferente. Desde finales del siglo XIX la celebración era sobre todo un ritoescolar y los discursos, himnos y bailes reflejaban la profunda incorporación dela alfabetización en la cultura de la población costarricense.21La celebraciónprincipal tuvo lugar frente al Teatro Nacional de San José y consistió en laentronización de una estatua de Juan Mora Fernández, primer Jefe de Estado deCosta Rica; otras ceremonias incluyeron desfiles escolares frente al MonumentoNacional, conjunto escultórico que rememora la Guerra Nacional de 1856-57contra la invasión filibustera de William Walker en Nicaragua. En este últimoevento Joaquín García Monge, un prominente intelectual y educador, pronuncióun famoso discurso en el cual subrayó el nacionalismo centroamericano frente alas intromisiones extranjeras, recordando el episodio de Walker y la guerranacional y aludiendo, entre líneas, a la situación de Nicaragua, ocupada en esemomento por un destacamento de Marines de los Estados Unidos. Otrasactividades festivas incluyeron cenas y bailes conmemorativos rigurosamenteestratificados según el grupo social, es decir, la élite empresarial y política porun lado, y los sectores obreros por otro.22

En Costa Rica las fiestas de la independencia evolucionaron, a lo largo de unsiglo, de una celebración cívico-religiosa, que remplazó la figura del Rey por laimagen de la Patria, a un conjunto de ritos civiles con ceremonias religiosas enlos cuales la participación de los funcionarios públicos, incluyendo las fuerzasmilitares, era fundamental.23En la década de 1890 se conformaron dos cambiosfundamentales: a) la incorporación de los héroes de la Guerra Nacional, a travésde la figura emblemática del soldado heroico, hijo del pueblo casi anónimo,Juan Santamaría;24y b) la conversión de la fiesta cívica en una celebraciónfundamentalmente escolar, lo cual aseguraba, en un país crecientemente alfa-betizado, una participación popular amplia, pero rigurosamente controlada ydisciplinada.

Otro aspecto novedoso en las celebraciones de la independencia es laparticipación creciente de los sectores de trabajadores organizados desdecomienzos del siglo XX.25Obreros y artesanos asumieron el discurso naciona-lista de las élites y pronto lo incorporaron a su imaginario social, fieles a unatradición europea que se auto referenciaba en las revoluciones de 1789 y 1848.Conviene recordar, sin embargo, que en sociedades masivamente rurales, comofue el caso de las sociedades centroamericanas hasta bien avanzado el siglo XX,el peso relativo de los artesanos y obreros organizados era, en el conjunto, muydébil. En los medios urbanos, en cambio, la presencia obrera era mucho másvisible y se manifestó en toda Centroamérica durante las celebraciones de laindependencia a través de la prensa escrita, los desfiles, las fiestas y los bailes,eso sí, en espacios rigurosamente establecidos y codificados.

Como ya se mencionó en el caso de Guatemala, la participación de la Iglesiacatólica sufrió ajustes y reacomodos significativos. La república implicó eldesarrollo de espacios institucionales y culturales secularizados, es decir, defi-nidos fuera del ámbito religioso. En ciertos momentos de la República Federal(1829) y durante las reformas liberales de la segunda mitad del siglo XIX, elchoque entre el gobierno y la Iglesia fue frontal y a menudo dramático. Pero alfinal se impusieron soluciones de transacción en las cuales la Iglesia aceptó lasdemarcaciones institucionales de los liberales a cambio del reconocimiento desu poder ideológico, expresado en la devoción popular, el control de algunossectores de la educación, y la guía espiritual desde el púlpito, el confesionario, ylas congregaciones y asociaciones controladas por los párrocos y los obispos.En el caso de las celebraciones de la independencia eso significó la presencia dela Iglesia a través del Te Deum y la Misa Solemne de Acción de Gracias.Incluso en Guatemala, donde el anticlericalismo imperó con dureza de 1871 a1920, las celebraciones del Centenario coincidieron con la llegada del nuevoarzobispo Monseñor Muñoz y Capurón y permitieron la celebración de cere-monias paralelas y funcionalmente complementarias.26En Costa Rica, paramencionar otro ejemplo del Centenario, se declaró al Obispo Thiel comoBenemérito de la Patria y se decidió erigir un monumento en su memoria.27

En El Salvador, Honduras y Nicaragua las celebraciones de la Independenciaevolucionaron en forma parecida a lo ya reseñado para Guatemala y Costa Rica:afirmación progresiva del espacio cívico a lo largo del siglo XIX, incorporaciónde héroes nacionales y consolidación de la presencia de la fiesta escolar a la parde los ritos militares. Obviamente el peso escolar, siempre vistoso en lasciudades, dependía en realidad de la profundización de la alfabetización, algoque diferenció notablemente a Costa Rica del resto de Centroamérica ya desdefinales del siglo XIX.28

En El Salvador29se glorificó primero a Morazán, el paladín de la FederaciónCentroamericana fusilado en Costa Rica en 1842, primero al ser trasladados susrestos a San Salvador en 185830y luego en ocasión de la inauguración de unmonumento a su memoria en 1882; pero pronto se le agregó la figura tambiénheroica de Gerardo Barrios, compañero de Morazán y presidente de El Salvador(1858-1865), fusilado por los conservadores en 1865. Durante las celebracionesdel Centenario se incorporaron al panteón nacional al padre José Simeón Cañas,adalid de la liberación de los esclavos en 1821, al cura José Matías Delgado y aManuel Arce, controvertido primer presidente de la Federación (1824-1827)pero salvadoreño al fin de cuentas. En El Salvador las fiestas del 15 desetiembre siempre compitieron con las “fiestas agostinas” celebradas cada año acomienzos de agosto en honor del Salvador del Mundo, motivo religioso quedio origen al nombre de la provincia colonial primero y de la república después.

Honduras tuvo su héroe “natural” en Francisco Morazán, el gran caudilloliberal de la Federación caído trágicamente en Costa Rica. Desde 1878 unamagnífica estatua ecuestre emplazada en el parque central de Tegucigalpa lomostraba para la veneración cívica con un vistoso atuendo de mariscal francés.31

En Nicaragua32la búsqueda heroica fue más compleja debido a lacontinuidad de los conflictos entre liberales y conservadores. Pero un decretodel caudillo conservador Emiliano Chamorro en 1917, emitido durante laocupación norteamericana (1912-1933), proveyó una solución apropiada. En labatalla de San Jacinto, ocurrida el 14 de setiembre de 1856, el general JoséDolores Estrada derrotó a los filibusteros de William Walker durante la GuerraNacional; en vísperas del 15 de setiembre, la conmemoración del eventopermitió unir ambas celebraciones: la Independencia de 1821 sellada con lafuerza de las armas en 1856, cuando la existencia misma de la república estuvoseriamente en entredicho. Para ese mismo día, 14 de setiembre, se estableció laceremonia oficial de jura de la bandera por los escolares.

Los héroes nacionales, inexistentes durante las jornadas de 1821, fueron asíincorporados a los festejos de la Independencia muchas décadas después. Otrasadiciones simbólicas ocurrieron también entre 1892 y la década de 1920. Losfestejos del cuarto centenario de la llegada de Colón a las Américas fueronocasión para una reconciliación definitiva con la Madre Patria y en todos lospaíses aparecieron los monumentos a Colón y se fue imponiendo la celebraciónfestiva del 12 de octubre. En Costa Rica, como parte de las celebraciones delcentenario de la Independencia se emplazó en San José una estatua de Isabel laCatólica.33Las élites dirigentes agregaron así la herencia española, a través dela lengua, la religión católica y la cultura criolla, a las configuracionesideológicas nacionales. Los componentes indígenas, tempranamente in-corporados en México,34aparecieron mucho más tarde y en buena parte comoproducto de la ideología indigenista que se expandió en toda América Latina enla década de 1920. El movimiento comenzó en El Salvador con la invención delcacique Atlacatl, mítico señor de Cuzcatlán a la llegada de los españoles ycontinuó con la glorificación de Tecum Umán, el rey de los Quichés enfrentadocon Pedro de Alvarado, y del cacique Lempira, indómito defensor de las tierras“hondureñas” ante la invasión española. Sólo en Costa Rica, donde la ideologíaoficial buscaba el blanqueamiento de los costarricenses a través de la insistenciaen su origen básicamente hispano, no hubo celebración de los ancestrosindígenas idealizados.35

Hacia 1920 el arco ideológico nacional había ampliado los significadoscívicos de la Independencia incorporando héroes locales, recuperando laherencia hispánica y adosando en los monumentos y estampas a míticosguerreros indígenas. La nación así construida aspiraba a la eternidad, ya que lasraíces españolas e indígenas se perdían en la profundidad de los tiempos. Porotra parte, conviene recordar que esta búsqueda por el espesor de la culturapropia, debe también entenderse en el contexto de los desafíos planteados, apartir de 1898, por el avance imperial de los Estados Unidos en la cuenca delCaribe.36

Al final de este largo periplo, de 1821 a 1921, vale la pena preguntarse por elsignificado profundo de las configuraciones nacionales centroamericanas. Laidea de nación fue el cemento ideológico de los nuevos estados y por ende pasóa formar parte sustancial del imaginario social37; pero las relaciones internasestuvieron siempre llenas de tensión. La identidad profunda de las poblacionescentroamericanas reposaba sobre las redes de poder y relaciones locales, seexpresaba en las prácticas religiosas e incluía también las vivencias delterritorio y sus paisajes; en vastas regiones sobrevivían distinciones étnicas yculturales, con orígenes a veces ancestrales, pero moldeadas por los filtros ycodificaciones de la sociedad colonial. Y era sobre este sustrato que circulabanlas nuevas identidades nacionales, formuladas a través de la ciudadanía y lanueva “religión” del civismo nacionalista, creadas por las élites dirigentes. Eldesarrollo de la nación, en este sentido, suponía la expansión vigorosa de unaesfera pública autónoma y de la alfabetización popular a través de la escuela, talcomo se produjo en los modelos europeos que no cesaban de inspirar a las éliteslatinoamericanas. La falta de cualquiera de estos elementos convierte losestados-naciones en malas copias o en tristes caricaturas, o, como lo dijo en unafórmula brillante Roberto Schwarz, en otra “idea fuera de lugar”.38

Guatemala es un ejemplo extremo de una nación escindida, ya que comovimos el proyecto nacional de las élites excluyó a la población indígena, esdecir, a la mayoría de los habitantes del país. En el polo opuesto, la nacióncostarricense se agrupaba tras la ideología de ancestros hispanos, pobres,humildes y trabajadores, algo funcional en un contexto de poblacionesindígenas y afroamericanas exiguas; por otra parte, el gobierno promovió laeducación pública en forma sistemática mientras que la circulación deperiódicos per capita, a finales del siglo XIX, se contaba entre las más elevadasde toda América Latina.

Las exclusiones, sobre todo a través de un sistema educativo pobre yreducido, predominaban en El Salvador, Honduras y Nicaragua. La nación eratambién, en consecuencia, algo escindido, virtualmente ausente del imaginariosocial de las masas campesinas que constituían la mayoría de la población. Losnumerosos estudios etnográficos de las comunidades indígenas de Guatemala,realizados entre 1920 y 1960, ilustran un aspecto fundamental de las prácticasreligiosas vinculadas con las cofradías y los santos patronos de cada pueblo: endichas prácticas, la vivencia significativa de los participantes consiste en unaconexión con todo el universo.39La distancia con los espacios seculares delestado-nación es obviamente abismal y sólo comenzará a ser llenada por laspresiones económicas que inducirán la emigración, desde la década de 1950, yla represión militar brutal durante la guerra civil de los años 80. Mutatis mutandi , un razonamiento similar se puede aplicar a las comunidades campe-sinas de El Salvador, Honduras y Nicaragua.

Un comentario final sobre el discurso nacional de las élites, con lo cualvolvemos a las celebraciones cívicas del 15 de setiembre. Los cien añosrecorridos desde 1821 a 1921 muestran que salvo en el caso de Costa Rica, estediscurso se asemeja mucho a los palacios de “cartón” evocados por Arévalo ensus memorias de las celebraciones del Centenario. Uno diría que se trata denarrativas sin convicción, copiadas de Europa porque hay que copiar elprogreso, pero vacías. Hacia 1921 sólo los trabajadores organizados y lossectores medios emergentes creían en la nación moderna; paradójicamente lasoligarquías terratenientes parecían ser tan apátridas como el mercado o elcapital.

Z USAMMENFASSUNG

D IE U NABHÄNGIGKEIT Z ENTRALAMERIKAS UND DIE E NTSTEHUNG EINER

ÖFFENTLOCHEN FESTKULTUR

Die Entstehung einer öffentlichen Festkultur war integraler Bestandteil derNationsbildung in Hispanoamerika. Der Artikel zeigt im Fall Zentralamerikasfür die Zeit von 1821 bis 1921, wie die Unabhängigkeitsfeiern durch dieschrittweise Schaffung eines Heldenpantheons und durch die allmählicheEinbeziehung breiterer Bevölkerungsschichten zur Konstituierung dieserFestkultur geführt haben. Diese Entwicklung zeigt auch die Begrenztheit desliberalen nationalen Projekts, zumal die Beteiligung breiter Schichten davonabhing, wie umfassend ethnische Diskriminierung und der Alphabetisierungs-grad der Bevölkerung waren. Es lassen sich deutliche Unterschiede zwischenden verschiedenen zentralamerikanischen Staaten beobachten, wobei inGuatemala eine besonders starke Ausgrenzung und in Costa Rica eine stärkereIntegration zu beobachten sind.

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I NGA L UTHER

E INLEITUNG

Dieses Zitat aus einer Rede von Jorge del Valle Matheu zum Unabhängig-keitsfeiertag Guatemalas im Jahr 1933 zeigt, mit welcher Bedeutung diejährlichen Feiern zur Erinnerung an die Unabhängigkeit von Spanien aufge-laden wurden. Del Valle wendet sich an sein Publikum als „Volk“ und spricht ineinem seiner ersten Sätze der Rede bereits von „Solidarität“ und „Tradition“. Erverbindet hier gleich zu Beginn die Feier des historischen Ereignisses mit derBeschwörung einer Gemeinschaft.

Die Analyse des vorliegenden Beitrags von Reden zum Unabhängigkeits-feiertag in Guatemala aus den Jahren 1921 bis 1936 zeigt, mit welcher Bot-schaft sich die Festredner an ihre Zuhörerschaft wandten. Denn dieGeschichtsnarrationen zur Erinnerung an die Unabhängigkeit wurden genutzt,um die Bevölkerung, oder zumindest Teile der Bevölkerung, für eine „nationaleGemeinschaft“ in der Gegenwart und in der Zukunft zu begeistern.

Die Unabhängigkeitsfeiern waren für den Staat Guatemala ein zentralesDatum, um sich als „Nation“3zu inszenieren. Das Konzept der Nation wurde imLaufe des 19. Jahrhunderts in ganz Lateinamerika als Staatsmodell über-nommen. Für die nach Unabhängigkeit strebenden kreolischen Eliten Latein-amerikas war das aus den USA und Europa transferierte republikanischeStaatsmodell eine Möglichkeit, von der Kolonialmacht Spanien unabhängigeund souveräne Staaten zu schaffen. Die Idee der Nation war ein Konzept, dassich in Europa in Folge der Aufklärung und des Liberalismus herausgebildethatte.4Die Idee der Nation diente im dazu teilweise parallel laufenden Prozessder Staatenbildung im postkolonialen Lateinamerika des 19. Jahrhunderts alslegitimatorische Grundlage zur Etablierung von liberalen Staaten. Für dieliberalen Eliten bedeutete die Nation vor allem die Konstituierung ihrer eigenenpolitischen Souveränität und Herrschaftsansprüche.5Die zentralen, offiziellenReden, die discursos oficiales , waren von Anfang an ein fester Bestandteil derFeiern zur Unabhängigkeit in Guatemala wie auch in ganz Lateinamerika . DieRedner waren meist namhafte Intellektuelle, Diplomaten oder hochrangigePolitiker. Anlässlich der Unabhängigkeitsfeiertage riefen sie der Öffentlichkeitdie Gründungsgeschichte der Republik in Erinnerung. Ihre Erzählungen derGeschichte der Unabhängigkeit von der Kolonialmacht Spanien waren jedochjedes Jahr unterschiedlich. Die Schwerpunktsetzungen, historischen Zusammen-hänge und Vergangenheitsbezüge waren jeweils vom sozialen Hintergrund undvon der intellektuellen Herkunft des Redners sowie dem historischen undpolitischen Kontext abhängig. An den überlieferten Texten der verschiedenenReden lassen sich jedoch wiederkehrende Geschichtskonstruktionen im Kontextder 1920er und 1930er Jahre herauslesen.6

Die Unabhängigkeit von Spanien wurde in Guatemala wie auch in denanderen zentralamerikanischen Verwaltungseinheiten der spanischen Kolonieim Jahre 1821 proklamiert. Wenngleich das Datum selbst nicht die sofortigeEtablierung eines liberalen, republikanischen Staates bedeutete,7wurde dieAusrufung der Unabhängigkeit zum Gründungsmythos einer „Geburtsstundeder Nation“.

Der elitäre Nationalismus des 19. Jahrhunderts zielte zunächst nicht daraufab, bei der Mehrheit der Bevölkerung Legitimität und Unterstützung zuerfahren.8Im Gegenteil: Die Angst vor Erhebungen von Sklaven oderIndigenen war ein zentraler Bestandteil der kreolischen, liberalen Unabhängig-keitsbewegungen und der darauf folgenden Nationenbildungsprozesse.Anderson erwähnt dies in seinem Kapitel zum Nationalismus der kreolischenEliten im Lateinamerika des 19. Jahrhunderts:

Im 19. Jahrhundert ging es für die kreolischen Eliten vor allem darum, einevorgestellte kreolische Gemeinschaft10in Abgrenzung zum spanischen Mutter-land zu schaffen, die sich auf die elitären Kreise beschränkte.11Im Zeitraum desbeginnenden 20. Jahrhunderts, mit dem sich die vorliegende Analyse befasst,ging es jedoch immer mehr auch darum, an die im 19. Jahrhundert geschaffeneNationalität eine „Volksgemeinschaft“ anzubinden.12

Taracena weist darauf hin, dass die wachsenden ladinischen Mittel-schichten13eine immer größere Rolle für das Projekt der Nation spielten.14Ladinos stiegen um die Jahrhundertwende vermehrt in die Oberschicht auf.15Vor allem aber wurde eine wachsende Schicht von Arbeitern, Handwerkern undkleineren Angestellten zu den neuen Protagonisten des nationalen Projekts. Siebildeten für den Staat eine wichtige Grundlage der Legitimation und Stabilität.Aber auch jene, die mit negativen Stereotypen wie Rückschrittlichkeit undVerhinderung der Entwicklung bedacht wurden, spielten zunehmend einewichtige Rolle für die nationale Verortung. Indigene Akteure einer kleinerenindigen-städtischen Mittelschicht erhoben ebenfalls Anspruch auf eine Rolle imGefüge der Nation,16wenngleich ihnen in Diskursen etablierter Intellektuellereher die Rolle der Gegenspieler oder rückwärtsgewandten bzw. historisch„degenerierten“ Verhinderer der nationalen Entwicklung zugeschriebenwurde.17Die Beschäftigung eben dieser Intellektuellen mit der von ihnen als„Problem“ beschriebenen Integration der indigenen Bevölkerung in die Nationzeigt jedoch eine steigende Bedeutung der Vorstellung eines „Volkes“. Die„Lösung“ dieses Problems lag im Zeitgeist der 1920er und 1930er Jahre inAssimilations- und „Zivilisierungs“-Bestrebungen. Durch die Anpassung alleran die Normen der „nationalen Gemeinschaft“ sollte ein gleiches, homogenes„Nationalvolk“ entstehen.

Das seit Estrada Cabrera in Guatemala eingeführte Phänomen öffentlicher,staatlich organisierter Masseninszenierungen,18die verstärkte politischeArtikulation von breiteren, vor allem städtischen Bevölkerungsgruppen, z.B.Arbeiterorganisationen und der Sturz von Estrada Cabrera durch öffentlichepolitische Proteste 1920 sind weitere Indizien für eine Veränderung gesell-schaftlicher Voraussetzungen und damit auch der Vorstellungen von Nation.19Ich gehe davon aus, dass sich in Guatemala der elitäre Nationalismus allmählichzu einem Nationalismus entwickelte, der sich zunehmend um Legitimationdurch ein „Volk“ bemühte. Mich interessiert deshalb hier nicht der Ausschlussder Bevölkerungsmehrheit aus dem elitären, kreolischen Projekt der Nation,sondern der Umstand, wie das Nationenprojekt breiten Bevölkerungsschichtenüber die offiziellen Reden vermittelt werden sollte, um diese als „Nationalvolk“zu gewinnen.

Um dieses Bemühen um das „Volk“ besser zu verstehen, frage ich in derAnalyse der Reden zur Feier der Unabhängigkeit, wie die Festredner das Projektder Nation für verschiedene gesellschaftliche Gruppen attraktiv machten.Welche Visionen, Versprechen oder Verheißungen wurden mit der Idee derNation verknüpft, sodass breitere Bevölkerungsschichten über die Eliten hinausangesprochen werden konnten?

Die Reden, die bei den Unabhängigkeitsfeierlichkeiten gehalten wurden,erfüllten die Funktion, die geschichtliche Erzählung der Unabhängigkeit alsGründungsgeschichte der Nation an die Öffentlichkeit zu bringen und einembreiten Publikum zugänglich zu machen. Die zuständigen staatlichenMinisterien sowie ein Festkomitee organisierten die Teilnahme von Schulen,Militär und zeitweise anderen Organisationen wie zum Beispiel Handwerks-verbänden oder Arbeitervereinigungen an den Paraden und Veranstaltungen.20

Wie ich zeigen werde, verknüpften die Redner verschiedene Geschichts-narrationen mit Verheißungen einer nationalen Gemeinschaft. DieseErzählweisen geben Aufschluss über die Werte und Tugenden, die für dienationale Gemeinschaft gelten sollten. Damit lassen sich auch Rückschlüsseüber die Legitimierung von Inklusion und Exklusion verschiedenerBevölkerungsgruppen ziehen. Die Analyse der Reden zeigt zwei auffälligeBegrifflichkeiten, die ich als Verheißungen der Nation bezeichne: dieBestimmung der nationalen Gemeinschaft als „kultiviertes Volk“ („puebloculto“) und der Begriff des Fortschritts („progreso“). Beide Begriffekonstruieren eine Gemeinschaft, zu der ein Zugehörigkeitsgefühl im positivenSinne entwickelt werden sollte.

D IE NATIONALE G EMEINSCHAFT ALS KULTIVIERTES V OLK

Die Beschreibung der nationalen Gemeinschaft als „kultiviertes Volk“21stelltdie Nationalkultur als etwas Höheres dar. Die Redner erzeugen eineImagination, die dem Publikum suggeriert, zu etwas Außergewöhnlichem, zueiner höheren Nation zu gehören. Sie intendieren damit ein Gefühl derÜberlegenheit.

Als historischen Beweis für die Hochkultur Guatemalas führte José Azurdia22in seiner Rede von 1923 die vorkoloniale Geschichte der Maya an. AzurdiasRede begann mit einer historischen Erzählung der vorkolonialen Maya als hochentwickelte Zivilisation wie folgt: „Die Zivilisation war hochwertig und starkzu Beginn der Entdeckung.“23Die Wurzel der guatemaltekischen Nation liegein dieser „Zivilisation“. „Die Maya, fruchtbares Triebmittel“,24seien dieGrundlage gewesen für alle weiteren historischen Entwicklungen nach denEroberungen durch Azteken, K'iches und spanische Kolonisatoren. Azurdiaverwehrte sich an anderer Stelle gegen die Diffamierung der vorkolonialenMaya als „Wilde“: „[…D]ie Maya praktizierten ein hohes Niveau des sozialenLebens, das nicht mit einem Zustand wilder Menschen aus dem Waldvergleichbar ist.“25Er setzte die Zivilisation gegen die durch „die Wilden“ undden „Wald“ symbolisierte Natur und bezog Stellung gegen das aus derKolonialzeit überlieferte Denkmuster, die Indigenen seien Teil dervorgefundenen Natur und die europäischen Kolonisatoren Überbringer derZivilisation gewesen. Die Hochkultur Guatemalas wurde mit anderenHochkulturen auf eine Stufe gestellt. „Ihre Theogonie ist nicht minderwertigerals die östlichen Theogonien.“26Der Redner nannte als Vergleichsgröße dieHochkulturen Ninive, Babylonien, Indien, Persien und Ägypten.

In Reden zur Unabhängigkeitsfeier aus anderen Jahren kamen die Maya-Vorfahren der vorkolonialen Zeit weniger ausführlich, aber in ähnlicher Weisezur Sprache.27Alvarado Tello28zum Beispiel stellte in seiner Rede von 1925die Maya als großes patriotisches (!) Volk dar, deren Entwicklungsstand dieVersklavung durch die Kolonisatoren nicht rechtfertige.29In dergeschichtlichen Konstruktion der Rede von Batres Jáuregui30von 1921 warendie Maya ebenfalls eine „bewundernswerte Zivilisation“,31allerdings beschrieber die „autochthonen Menschenrassen“32innerhalb einer NaturbeschreibungGuatemalas und blieb vergleichsweise unbestimmt in seiner Bewunderung fürdie Maya. Während Azurdia die Maya deutlich von den „Wilden“ abzugrenzenversuchte, blieb Batres trotz der Betonung der „Zivilisation“ der Maya bei derEinordnung der Indigenen in den Bereich der Natur. Während bei Batres nochstärker das traditionelle koloniale Denken hervortrat, Indigene und Naturgleichzusetzen, waren es bei Azurdia eben nicht mehr nur die Europäer, welchedie „Zivilisation“ ins Land brachten. Hier war die „Zivilisation“ der Mayaebenbürtig mit den anderen Hochkulturen der Welt. In seiner Version versuchteer, die Kultur der modernen Nation in einer eigenen „guatemaltekischen“Geschichte zu verankern.

Der Rückgriff auf die vorkoloniale Maya-Vergangenheit ist aus Geschichts-konstruktionen des 19. Jahrhunderts bekannt. Die Vergangenheitsbezüge zu denMaya dienten in der Vorstellung der Nationalisten des 19. Jahrhunderts alslokale Verortung der Nation. Die Nation Guatemala bekam eine authentischeVergangenheit verliehen, indem sie mit „natürlichen“ Vorfahren ausgestattetwurde.

Metaphern von der Nation als Familie oder von Mutter-Sohn-Beziehungenbestätigen das Fortdauern dieses Konzepts in den Reden der 1920er und 1930erJahre.33Die Nation wurde damit in die Kontinuität einer jahrhundertealtenGeschichte gestellt.34Die noch junge Nation bekam durch diese konstruierteVergangenheit den Anschein des Immer-Da-Gewesenen. Die mythische,vorkoloniale Geschichte der Maya gewährleistete das Einheimisch-Sein derkreolischen Nationalisten, die sich ja gerade von ihrem „Mutterland“abgewendet hatten. Anderson formuliert es so: „Diese rückwärts gewandteKunst des Bauchredens half den Weg frei zu machen für ein selbstbewußtesGefühl von Einheimischkeit (indigenismo) […].“35

Azurdia, Alvarado Tello und andere Redner bedienten mit ihrenDarstellungsweisen den indigenistischen Diskurs der 1920er Jahre, der an dieVergangenheitskonstruktionen des 19. Jahrhunderts anknüpfte. Die Indigenistenbeschäftigten sich mit dem von ihnen empfundenen Widerspruch zwischen derMisere der indigenen Bevölkerung und der Entwicklung einer modernenNation.36Die Geschichtskonstruktion des Indigenismus überhöhte die vorkolo-niale Maya-Vergangenheit, sah aber in der Kolonialzeit einen Prozess der„Degeneration“ der Indigenen, die die Indigenen unfähig gemacht hatte, sich ander nationalen Entwicklung zu beteiligen.37Die Beschäftigung mit derindigenen Bevölkerung der Gegenwart war jedoch auch ein deutliches Zeichenfür das steigende Interesse an einem neuen Verständnis der Nation als Gemein-schaft mit dazugehörigem Volk, das sich vom kreolischen Nationalismus des19. Jahrhunderts abhob.38

Das Konzept der Zivilisation gewann in der intellektuellen Strömung desIndigenismus verstärkt an Bedeutung,39was auch in den Reden zurUnabhängigkeit nachzuvollziehen ist. Es tauchen drei Aspekte des KonzeptsZivilisation auf: Wie bereits gezeigt wurde erstens die Zivilisation in denGegensatz zur Natur gestellt. Wie aus den folgenden Zitaten ersichtlich wird,wurde zweitens die Zivilisation als Grad des menschlichen Entwicklungs-standes konstruiert und drittens mit Europa gleichgesetzt.

Nach der Vision des Redners Rodríguez Beteta40aus dem Jahr 1924 solle dieJugend der Nation den zivilisiertesten Ländern der Welt nacheifern.41In seinerhistorischen Herleitung der Zivilisationsbestrebungen unterscheidet er dieverschiedenen Abstufungen des zivilisatorischen Strebens: Die Indigenen seien„der elementaren zivilisatorischen Bedürfnisse beraubt,“42dazwischen stehe die„mittlere Klasse“, die schon eine „ungefähre Idee von der Zivilisation“ habeund durch ihren „Wunsch, auch zu den Genüssen und Privilegien der Oberen zukommen“,43eine Chance des Aufstiegs habe. Auf der Stufe der Zivilisationganz oben stehe die „führende Klasse“ als die „zivilisierteste“, die die Aufgabehabe, „über die anderen [Klassen] die Sichtweise der europäischen Zivilisationzu bringen, in dessen Namen sie die Unabhängigkeit herbei führten.“44

Die Indigenisten der „Generation 1920“ vertraten die Vorstellung, die„Regeneration der Patria“ könne durch eine „redención“ oder „regeneración“der „degenerierten“ indigenen Bevölkerung voran getrieben werden.45Dazuentwickelten die Vertreter des Indigenismus verschiedene Ideen, die sich malstärker an dem Prinzip der kulturellen Assimilation und mal stärker anPrinzipien einer biologischen Aufwertung der „Rasse“ orientierten. DieDiversität der guatemaltekischen Bevölkerung wurde als Hindernis für dieWeiterentwicklung des nationalen Projekts betrachtet. Deshalb war für dieIndigenisten eine Homogenisierung der Nation ein erstrebenswertes Ziel,nämlich „aus Guatemala eine rassisch, kulturell, sprachlich und ökonomischidentische Nation zu machen“.46Viele Intellektuelle folgten den liberalenDiskursen, wonach die „Erlösung“ der Indigenen die „Regeneration“ durchErziehung, Zivilisierung („civilización“) und „Verwestlichung“ („occidentali-zación“) sei. Konkret hieß das soziale Besserstellung, Hygiene, Bildung undErziehung im Sinne einer europäisch-westlichen Kultur und die Beteiligung amfreien Arbeitsmarkt.

Die Konzepte der kulturellen Assimilation und Zivilisierung orientierten sichstark an den Vorstellungen von Europa. Valle Matheu47(1933) begann seineErzählung der Unabhängigkeit mit der Geschichte des „edlen spanischenVolkes“ („noble pueblo español“),48das ein historisches Vorbild für diezentralamerikanischen Unabhängigkeitsbestrebungen gewesen sei. Auch in derRede Azurdias ging es wiederholt darum, den Status der guatemaltekischenNation im Vergleich zu Europa hervor zu heben: „Wir, die kleinen Länder,glauben daran, dass wir durch den Willen groß sind. Die Größe eines Volkesmisst sich nicht an seiner Fläche […]. Sie wird an seiner Kultur sichtbar […].“49

Daraus spricht die Erfahrung, dass Guatemala im internationalen Vergleichein kleines und politisch eher unbedeutendes Land war. Die Zuhörer solltendennoch daran glauben, dass sie zu einer großartigen, höheren Kultur gehörten,weil sie mit den großen Kulturnationen gleichauf seien.50Azurdia zog dendirekten Vergleich zu den europäischen idealisierten Nationen. Die Schweiz seidas perfekteste und vollendetste Beispiel für eine demokratische Republik.51Außerdem wurden Holland und die skandinavischen Länder als Vorbildergenannt.52Die Orientierung an europäischen Maßstäben bestimmten letztlich,was eine Kulturnation sei. Rivas behauptete, dass die Durchsetzung derRepublik nur möglich gewesen sei, weil die „Volksmasse“ aus den„kultiviertesten“ Ländern der Erde53das Gedankengut der Aufklärungaufgenommen habe. Die Ideen der Unabhängigkeit und der damit einher-gehenden sich endgültig durchsetzenden Republik kamen demnach aus demidealisierten Europa, das hier als Orientierungspunkt fungiert. In dem Moment,in dem Guatemala diese Ideen aufnahm, stieg es in den Kreis der Kulturvölkerauf.

Die Verheißung bestand nun also darin, zur höherwertigen, an Europaorientierten Kultur der Zivilisation zu gehören. Das pueblo culto grenzte sich abvon einer minderwertigen Kultur, die zwar in den Reden nicht immer explizitbenannt wurde, aber immer mitgedacht werden muss. Die zivilisierte Kulturstand gegen Barbarei und Rückschritt. Die Nation Guatemala sollte keine unter-entwickelte Randprovinz sein, sondern zu den wichtigen Nationen der Weltdazugehören. Als Vergleichsgrößen dienten die „westlichen Hochkulturen“.Obwohl mit der Hochkultur der Maya historisch argumentiert wurde, um diehochwertige, zivilisierte Kultur aus der Vergangenheit abzuleiten, schwang dieMöglichkeit des Gegenteils, nämlich einer primitiven, minderwertigen„indigenen“ Kultur wie eine Drohung immer mit. Die hohe Wertigkeit derguatemaltekischen Nation wurde nicht selbstverständlich vorausgesetzt,sondern musste erst errungen und bewiesen werden.

Die Darstellung der Unabhängigkeitshelden, der „próceres“, erfüllte in denGeschichtskonstruktionen der Redner eine ähnliche Beweisfunktion für dieWertigkeit nationaler Kultur. Azurdia bezeichnete die gelehrten und intellek-tuellen Unabhängigkeitshelden, die sich in der Wissenschaft oder in anderenangesehenen Bereichen hervorgetan hätten, als „Säulen unserer Kultur“.54Diehistorischen Protagonisten wurden einem in hohem Maße gebildeten, elitärenMilieu zugeordnet. Die Helden der Nation in Azurdias Rede waren nichteinfache Leute, Bauern oder Arbeiter, sondern die Elite des Landes, die einhohes Niveau der Nationalkultur verkörperten. Ihre Geschichte wurdesymbolisch mit der „Ehre“ und dem „Prestige“ der Nation verbunden.55

Bei Batres Jáuregui (1921) wurde die Geschichte jedes einzelnenUnabhängigkeitshelden ausführlich erzählt.56Sie seien ehrenvoll, enthusias-tisch, sehr gebildet und eloquent gewesen, hätten für ihre Ideale gebrannt, sichgegen Einzelinteressen und Privilegien gestellt und sich gegenseitig mit ihrerIntelligenz und Redegewandtheit ausgestochen. Sie stünden auf einer Stufe mitden großen Unabhängigkeitshelden Amerikas wie Bolívar, San Martín, Sucre,Morelos und Hidalgo.57

Interessanterweise spielten die einzelnen Unabhängigkeitshelden nur ineinigen Reden eine so deutliche Rolle. In den historischen Erzählungen dermeisten anderen Redner werden sie eher als „Bewegungen“ oder „Gruppen“gefasst, die sich mehr oder weniger kämpferisch für die Befreiung der Nationeingesetzt hätten.58Bei diesen Konstruktionen der Geschichte standen vielmehrdie Darstellungen der Völker im Vordergrund. Hier erhält der Begriff des„kultivierten Volkes“ seine Bedeutung als nationale Gemeinschaft.

Valle Matheu zum Beispiel hob in seiner Rede wiederholt die ZugehörigkeitGuatemalas zu den „kultivierten Völkern“59hervor. Er nannte zwei Eigen-schaften, die diese Zugehörigkeit zu den kultivierten Völkern ausmache: „Allekultivierten Völker leben von kompetent verwalteten Ressourcen und vonhistorischen Symbolen, die ein geistiger Speicher ihrer Herrlichkeit sind, undGuatemala hat diese beiden Anteile, welche die Völker würdig machen und mitTugend ausstatten.“60

Valle Matheu beschwor hier die Gemeinschaft des Volkes, die durch die vonihm genannten Bedingungen – Verwaltung der Ressourcen und historischeSymbole – tugendhaft und kultiviert würden. In verschiedenen anderen Redenwurde auf Tradition, Patriotismus, gemeinsames nationales Bewusstsein undden solidarischen Geist hingewiesen. Symbole wie die Fahne oder das nationaleWappen wurden genannt, um den Gemeinschaftssinn auszudrücken.61Diehöhere Kultur ist an die entsprechenden nationalen Rituale und Symbolegeknüpft.

Im Ergebnis ergibt sich folgendes Bild einer verheißungsvollen Nation: DerKulturbegriff, der sich in den Reden manifestiert, wurde durch den Begriff derZivilisation definiert. Der Begriff Zivilisation setzte sich in der Verwendung derRedner wiederum aus einer Orientierung an Europa und einer Vorstellung vonEntwicklung zusammen. Die zivilisatorische Kultur wurde als Verheißungüberhöht, indem sie immer wieder als höchste Wertigkeit und Tugend ange-priesen wurde.

Aber erst in der Verbindung mit der Konstruktion von einer Gemeinschaft,nämlich dem Volk, lag der eigentliche Zugang zum angesprochenen Publikum.Der Begriff vom Volk in Verbindung mit der definierten „Kultiviertheit“ ließdie Anbindung an die Bevölkerung über die Eliten hinaus möglich erscheinenund rückte die Kultur in eine erreichbare Nähe für alle. Die heraufbeschworeneGemeinschaft des „Volkes“ wurde durch ihren Status, ihre hohe Kultur undÜberlegenheit in Abgrenzung zu einem „primitiven“ oder „nicht-zivilisierten“Anderen zur Verheißung. So schufen die Redner die Illusion einer Gemein-schaft, zu der alle dazu gehören konnten.

D ER GEMEINSAME W EG F ORTSCHRITT

Während es bisher um eine vergangenheitsbezogene Sicht auf die nationaleGemeinschaft ging, geht es bei der zweiten Verheißung der Nation, die sich ausden Reden zur Unabhängigkeit herauslesen lässt, um den Blick in die Zukunft.Das Geschichtsbild des Fortschritts existierte als Universalität beanspruchen-des, dominantes Geschichtsbild bereits im Europa des 18. Jahrhunderts.62Interessant für den Fall Guatemala ist, wie die Verheißung des Fortschritts mitder Konstruktion einer nationalen Gemeinschaft verbunden wurde. Dienationale Kultur, die, wie oben gezeigt wurde, als westlich orientierte Hoch-kultur beschrieben wurde, sollte auf dem gemeinsamen Entwicklungsweg zueiner modernen, fortschrittlichen Kultur werden.63

Die Konstruktion der fortschrittlichen, zukunftsorientierten Nation begannallerdings wiederum mit einem Rückgriff auf die Vergangenheit, nämlich aufdie Geschichte der Maya-Vorfahren. Die vorkolonialen Maya stellten, wiebereits gezeigt, in der Rede Azurdias von 1923 den Ideal- oder Urzustand derNation dar. Mit einem in die Zukunft gerichteten Blick rief der Redner seineZuhörer und Zuhörerinnen auf, diesem Ideal nachzueifern: „Fangen wir endlichan, die Ernte der Samen einzuholen, die unsere historischen Vorfahren gesäthaben.“64Mit „historischen Vorfahren“ wurden Eigenschaften, Werte undTugenden verknüpft, die die Vorstellung des Redners von der nationalenGemeinschaft der Gegenwart deutlich machen. Zur „fortschrittlichen Kultur,Politik und individuellen und kollektiven Moral“65gehörten laut Azurdia zumBeispiel Naturwissenschaft, Arbeitsmoral, Monumente und Symbole,militärische Ausbildung und körperliche Ertüchtigung, ein funktionierendessoziales Gefüge, Infrastruktur, Architektur und Landwirtschaft.66All dieseKomponenten machten aus den Maya ein blühendes, wohlhabendes Volk.67

Die Vorfahren wurden in einer Art und Weise idealisiert und als Vorbilderaufgebaut, die der Zukunftsvision des Fortschritts entsprach. Einerseits stecktenhinter der Erwähnung von Wissenschaft und Technik sowie dem hohen Wertder Arbeit sehr konkrete, zukunftsgerichtete politische und wirtschaftliche Zieleder Gegenwart. Den Maya nacheifern hieß Produktion und Entwicklung zuunterstützen und die eigene Arbeitskraft dieser Entwicklung zur Verfügung zustellen.

Andererseits wurden die zivilisatorischen Errungenschaften der Maya wiedermit gemeinschaftsstiftenden Merkmalen wie Monumenten und Symbolen,Moral, Bildung, Erziehung und sozialen Kriterien verknüpft. Damit wurde dieVerheißung des Fortschritts abermals eine Verheißung für die gesamteGemeinschaft, die nur als solche die Entwicklungsleistungen erbracht habe.

Die Vision des Fortschritts wurde auch an anderer Stelle in einenZusammenhang mit der Gemeinschaft gestellt. Die Gemeinschaft, nämlich dasVolk, sehne sich nach dem Fortschritt, der Aufgabe und Erfüllung zugleich sei.Rivas formuliert es 1932 so: In der modernen Wissenschaft liege die „rettendeAntwort“ für die „ganze Menschheit“.68Die Verheißung war also nicht nur derFortschritt selbst, sondern das Versprechen, dass alle Mitglieder derGemeinschaft vom Fortschritt profitierten. Mehrfach wurde erwähnt, dass eine„Verbesserung und Wohlstand für die niederen Klassen“69in Folge desFortschritts erreicht werden könnten. Damit erzeugten die Redner die Illusion,die Gesellschaft befinde sich auf einem gemeinsamen Weg des Fortschritts, andem alle teilhaben könnten.

Das von Batres 1921 erklärte Ziel war, eine „Hochburg der Kultur und desReichtums“70zu schaffen. Der Traum von einer „von Modernismus, Eintrachtund Reichtum gesättigten“71Gesellschaft wurde als Traum von Aufstieg undTeilhabe konstruiert. Rivas benutzte 1932 hierfür ein historisches Argument,indem er die Akteure der Unabhängigkeit als „ärmere Criollos“72bezeichnete.Ihm zufolge lehnten sie sich gegen die privilegierten Machthaber auf, um amReichtum teilzuhaben. Die Botschaft an sein Publikum war die Hoffnung aufWohlstand und Besserung der Lebensumstände der armen Bevölkerung. DieBeteiligung an den Fortschrittsbemühungen innerhalb des nationalen Projektessollte sich für alle lohnen. Rodríguez Beteta versprach 1924 niedrige Brotpreiseund die Lösung des „Indioproblems“.73Wie oben bereits angesprochen, bestanddas so genannte „Indioproblem“ aus Sicht der Indigenisten in derRückschrittlichkeit der indigenen Bevölkerung und die „Lösung“ des„Problems“ in ihrer „Zivilisierung“.

Rodríguez Beteta gehörte ebenfalls zu den indigenistischen Intellektuellender Generation 1920. In diesem Fall bedeutete die „Zivilisierung“ der Indigenenihre Eingliederung in das nationale Wirtschaftssystem, wodurch sie in dieGemeinschaft der Nation eingebunden werden könnten. Das Ziel derIndigenisten, ein einheitliches, homogenes Volk zu schaffen, war hier mit demFortschritt verbunden. Das steigende Interesse der Nationalisten des frühen 20.Jahrhunderts am „nationalen Volk“ zeigte sich auch in der Zukunftsvision dergerechten, wohlhabenden Gesellschaft.

Die Redner sprachen etwa vom gemeinsamen „Weg des Wohlstandes“,74aufdem sich das Volk bewege, dem „gemeinsamen Schicksal“75oder der„gemeinsamen Suche nach dem luxuriösen Talisman Fortschritt“.76Dertechnische und wirtschaftliche Fortschritt wurde mit Vokabeln wie„Erlösung“,77„Rettung“ oder „Schicksal der Menschheit“78überhöht. DieRedner schwörten damit in einem einigenden Aufruf an das Volk die Zuhörerauf das gemeinsame Ziel, den unaufhaltsamen Gang Richtung Fortschritt, ein.Mariscal rief seinem Publikum zu: „Vorwärts! Es gibt keinen Grund, denatemberaubenden Marsch des Fortschritts auf der Suche nach der Wahrheitaufzuhalten […].“79In gleichem Tonfall proklamierte Azurdia: „[…E]in Volkkann und soll nicht auf dem breiten Weg der Prosperität anhalten. Für dieVölker bedeutet Anhalten Zurückgehen, Untergehen und sich Umbringen […].Die Menschheit kann auf ihrem Marsch des Fortschritts nicht aufgehaltenwerden.“80

Anderson schreibt, es sei eine „politische Liebe“,81die auch die Untertanenin den Kolonien zu glühendem Patriotismus gebracht habe. Die Verheißungendes Fortschritts, nämlich Wohlstand und Verbesserung der individuellenLebenssituation, waren mit der Konstruktion einer interesselosen Gemeinschaftverbunden. Sie sollte eine reine, gleiche, prosperierende und gerechteGesellschaft der Zukunft sein. Die Doktrin des Fortschritts wurde so dargestellt,als ob die gesamte Bevölkerung gemeint sei.

Die Analyse zeigt, dass der Begriff Fortschritt als gemeinsamer, historischerWeg definiert wurde, der mit den Maya-Vorfahren begann und über dieGegenwart bis in die Zukunft reichte. Das im Fortschritt liegende Versprechenwar Reichtum und Wohlstand für alle Mitglieder einer Gemeinschaft.Wiederum wurde hier also die Verheißung mit einer Konstruktion vonGemeinschaft verknüpft, deren Mitglieder gleich und gerecht von den gemein-samen Anstrengungen profitieren konnten.

Die Beschwörung des Fortschritts in den Reden zur Unabhängigkeit darf abernicht darüber hinweg täuschen, dass der Herrschaftsanspruch der Regierendenparallel dazu immer auch deutlich benannt wurde. Mariscal zum Beispiel sprach1934 von den Völkern auf dem Weg der „Eroberung ihres Wohlstands und ihrerKultur“, sagte aber auch, dass die Regierung die „leitende Gesinnung“82vorgebe und das Volk davon überzeuge, welches der richtige Weg sei. DieVerheißung einer wohlhabenden Gemeinschaft aller wurde hier durch dieBerufung auf die Herrschaftsinteressen relativiert, die nach wie vor bestehenblieben. Dies zeigt einmal mehr die Ambivalenz der Verheißungen der Nationund stellt das Bemühen um die Ausweitung des Nationalismus in den Kontextder bestehenden Herrschaftsverhältnisse.

A USBLICK

Ich habe eingangs die Frage gestellt, wie die Redner der offiziellenUnabhängigkeitsfeiern die Idee einer nationalen Gemeinschaft für ihr Publikumattraktiv machten. Die Analyse der Reden zur Unabhängigkeit hat gezeigt, dassmit Hilfe von Vergangenheitskonstruktionen, aber auch mit Hilfe von daraufaufgebauten Zukunftsvisionen eine Gemeinschaft konstruiert wurde, die eineIllusion von gerechter und gleicher Teilhabe heraufbeschwor.

Zusammengefasst ergibt sich aus den Reden ein Bild von einer Gemein-schaft, die sich einerseits durch den Begriff „pueblo culto“ auszeichnete,welcher mit einer Vorstellung von Zivilisation und dem Vorbild Europaverknüpft wurde. Die Idee einer Hochkultur verhieß Anerkennung und einenhohen Status, die ihre Mitglieder durch die Zugehörigkeit zu dieserGemeinschaft erfahren konnten. Andererseits wurde die Gemeinschaft durchden Begriff Fortschritt, „progreso“, konstruiert, mit dem die Verheißung vonWohlstand, Entwicklung und Reichtum verbunden wurde. Indem die Redner dieVerheißungen der Gemeinschaft für alle Mitglieder in Aussicht stellten,versuchten sie, ihr Publikum rhetorisch für die Idee dieser Gemeinschaft zugewinnen. Im Zusammenhang mit der Erinnerung an den Gründungsmythos derUnabhängigkeit und den dazugehörigen Geschichtsnarrationen zeigt sich hierder Versuch, eine legitimatorische Grundlage für den Staat in Form einereinheitlichen, nationalen Gemeinschaft zu schaffen.

Die Verwendung des Kulturbegriffs und des Fortschrittsbegriffs zeigt sichhier aber in ihrer Funktion, Unterstützung für ein „nationales Projekt“ zugewinnen, das für den Staat Guatemala vor allem ökonomische Entwicklungund die Legitimation von Herrschaft bedeutete. Denn die mit den beidenBegriffen verbundenen Werte und Normen bestimmten den Zugang zugesellschaftlichem Status, ökonomischer Entwicklung und Teilhabe an derGemeinschaft. Dazu gehörten etwa Bildung, die spanische Sprache, dieTeilnahme am intellektuellen Leben, Zugang zu wirtschaftlichen Ressourcenund Aufstiegsmöglichkeiten. Kleinere Teile der wachsenden Mittelschichtenerreichten tatsächlich in begrenztem Rahmen durch die Anpassung an dieNormen der „fortschrittlichen, kultivierten Nation“ einen begrenzten Aufstiegund profitierten in diesem Sinne vom nationalen Projekt.83Diejenigen, die aberdiese Normen nicht erfüllen konnten oder wollten, konnten eben gerade nichtTeil der Nation werden. Die „Verheißungen der Nation“ sind also ein Schlüssel,um die Mechanismen von Inklusion, hier als Bemühung um ein Nationalvolkdargestellt, aber auch von Exklusion zu verstehen.

Die Verteilungsfrage wurde in den Reden zur Feier der Unabhängigkeitnegiert, da es um die nationale Einheit ging und innere Feinde oder Klassen-fragen daher keine Rolle spielten. Über das Ideal von „Gleichheit“ wurden diegesellschaftlichen Unterschiede aufgrund der Macht- und Herrschaftsstrukturausgeblendet.84

Gerade in Guatemala ist die Nation immer eine Vorstellung gewesen, die inhohem Maße konfliktreich war. Marta Casaús Arzú schreibt in einem Aufsatzzur Konstruktion der Nation in Guatemala, das größte „Problem der Nation“ inGuatemala liege in seiner „Unfähigkeit, ein Projekt einer mestizischen Nation[…] zu denken und zu konstruieren“.85Sie stellt fest, dass das Bemühen, eineIdentifikation mit einer einheitlichen nationalen Gemeinschaft herzustellen,gescheitert sei. Die Spaltung der guatemaltekischen Gesellschaft in diejenigen,die sich in das Projekt der Nation einfügen konnten, und die diejenigen, die ausder Definition der nationalen Gemeinschaft hinausfielen und als das „Andere“der Nation galten, spitzte sich im gewaltsamen Konflikt der 1970er und 1980erJahre bis zum Völkermord zu.

Aus der hier vorgenommenen Analyse lassen sich zunächst keineRückschlüsse darüber ziehen, welche Wirkung die nationalistischen Diskurse inder Bevölkerung tatsächlich hatten. Ein Zusammenhang zwischen der Gewaltdes 36 Jahre andauernden Bürgerkriegs und der Wirkung des Nationalismus aufgroße Teile der Bevölkerung als erfolgreiche Legitimierung von Ausschluss-und Machtmechanismen ist für mich offensichtlich, wenn auch nicht die einzigeErklärung. Die Forschung über die Wirkung des Nationalismus in derGesellschaft Guatemalas des 20. Jahrhunderts, und zwar nicht nur in elitärenHerrschaftskreisen, sondern in der breiten Bevölkerung, bleibt ein wichtigeswissenschaftliches Feld für Historiker.

R ESUMEN

L AS PROMESAS DE LA NACIÓN . D ISCURSOS DE LA CELEBRACIÓN DE LA

I NDEPENDENCIA DE G UATEMALA , 1921-1936

El presente ensayo analiza diversos discursos oficiales con motivo de lacelebración de la independencia en Guatemala entre los años 1921 y 1936, a finde exponer los mensajes manifiestos en los discursos con los que losconferencistas se dirigieron a su público. Los mismos emplearon narracioneshistóricas para recordar la independencia y las utilizaron para entusiasmar a lapoblación, o por lo menos a una parte de la población, en la construcción de una“comunidad nacional” del presente tanto como del futuro.

Mediante los discursos recordatorios de la independencia de España se creóasí, una imagen de una comunidad caracterizada como “pueblo culto”, untérmino vinculado tanto a una imaginación de la “civilización” como al ejemploeuropeo. La idea de una cultura superior prometía a los miembros pertene-cientes a tal comunidad sentir un reconocimiento y un estatus más alto.Asimismo, la comunidad fue construida por medio del término “progreso”, elcual suponía una promesa de bienestar, desarrollo y riqueza.

Los oradores de los discursos intentaron por medio de la idea de comunidadganar retóricamente el apoyo de su público, colocando las promesas de talcomunidad al alcance de todos sus miembros. Crearon un sueño departicipación y de ascenso social para todos. Aquí se revela la memoria del mitofundador de la independencia y su relación con las narraciones históricascorrespondientes, el intento del Estado de crear una base de legitimaciónempleando la construcción de una comunidad nacional uniforme. El uso de losdos términos, el de cultura y el de progreso, fueron instrumentalizados a fin deobtener el apoyo necesario para un “proyecto nacional”. El Estado deGuatemala tomó ese proyecto como medida para fomentar y ampliar eldesarrollo económico y la legitimación de su poder. Los valores y las normasinherentes en los dos términos, determinaron el acceso al estatus social, aldesarrollo económico y a la participación en las promesas de la comunidad. Amodo de ejemplo, las normas incluyeron el nivel de la educación, el idiomacastellano, la participación en la vida intelectual, el acceso a los recursoseconómicos y las posibilidades del ascenso social.

Sin embargo, aquellos que no cumplieron con esas normas o las negarondeliberadamente, fueron excluidos de la nación. Por lo tanto, las „promesas dela nación“ no solo constituyen una clave para entender los mecanismos deinclusión, como un esfuerzo por crear un pueblo nacional, sino también paraanalizar los mecanismos de exclusión social. Los discursos oficiales con motivode la celebración de la independencia negaron el tema de la distribución alinterior de la “comunidad nacional”. Por medio del ideal de la “unidad” y lasestructuras de poder las diferencias sociales fueron silenciadas y en su lugar, secreo una visión del futuro como una comunidad justa, solidaria e equitativa.

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S TEFAN R INKE

Die jährlich wiederkehrenden Unabhängigkeitstage und ihre Höhepunkte inden Zentenarien sind von zentraler Bedeutung für die Prozesse nationalerSelbstvergewisserung in Lateinamerika. Der Gründungsmoment der „Nation“stand seit der Unabhängigkeitswerdung im Mittelpunkt dieser Konstruktionen,um eine gereinigte und konsensfähige Version der jüngsten revolutionärenGeschichte als Grundlage für Gegenwart und Zukunft zu präsentieren und umdie für die Identifikation mit dem noch neuartigen Nationskonzept notwendigenemotionalen Bindungen herzustellen. Mit lokalen Variationen waren dieUnabhängigkeitsfeiern praktisch seit dem frühen 19. Jahrhundert Bestandteiljenes symbolischen Repertoires, das zur Grundlage der Definitionsbemühungenum nationale Identität wurde. Seit mittlerweile fast 200 Jahren wird an diesenFeiertagen Geschichtskultur greifbar, konzentrieren sich politische Öffent-lichkeiten auf die vermeintlich glorreiche Vergangenheit, an die man in ritua-lisierter Form erinnert.

Mit den Feiern des Bicentenarios in vielen lateinamerikanischen Staaten kames erneut zur groß angelegten Inszenierung der Nation. Angesichts derwahrgenommenen Bedrohungen durch Globalisierung und Staatszerfall warfenkritische Autoren gar die Frage auf, ob eine erneute Kolonisierung Latein-amerikas bevorstehe,1oder sie forderten eine „Zweite Unabhängigkeit“.2Vordiesem Hintergrund ist es notwendig, die Inszenierungen der Nation in denUnabhängigkeitsfeiern als öffentlich performativen Teil der Meistererzählungder Geschichte der Nation kritisch zu beleuchten, denn angesichts derAuseinandersetzungen um die Geschichtskultur in Lateinamerika gewinnt dieInterpretation der Unabhängigkeit als „Geburtsstunde der Nation“ neueRelevanz.

Dabei soll es um den Fall Chile gehen, wo sich die symbolischenAushandlungen der Geschichtskultur im Monat September, dem Monat desVaterlands, ( Mes de la Patria ), zusammenballen. In diesem Monat prallen inChile ganz unterschiedliche Erinnerungen aufeinander, die in einemspannungsreichen Verhältnis zueinander stehen. Zum einen die auch in anderenLändern der Region üblichen Jubelfeiern des Unabhängigkeitstages, die seitdem frühen 19. Jahrhundert am 18. September begangen werden. Daneben der19. September als „Tag des Ruhmes des chilenischen Heeres“ ( Día de las Glorias del Ejército de Chile ), der seit dem 1915 offiziell mit einer großenMilitärparade begangen wird und daran erinnern soll, dass nur durch das Militärdie Unabhängigkeit und Souveränität Chiles garantiert werden konnte. Zumanderen wurde aber seit 1974 auch des 11. Septembers als Tag desMilitärputsches des Jahres 1973 gedacht. Zunächst Jubelfeier des Regimes,entwickelte dieser Tag aufgrund des Aufstiegs der Opposition sehr schnell eineEigendynamik und wurde zum Sinnbild des Widerstands gegen das Regime.Nach der Rückkehr zur Demokratie 1990 blieb dieser Tag noch lange Jahre einTag des Protests, sodass sich der „Monat des Vaterlands“ in Chile durch eineigentümliches Spannungsverhältnis auszeichnete. So wurden im chilenischenSeptember alljährlich Emotionen aufgewühlt. Regelmäßig kam es sowohl zugewaltsamen Auseinandersetzungen als auch zu gemeinsamen feuchtfröhlichenFeiern.3

Die Erforschung der Nationalfeiertage durch die Geschichtswissenschaft istnicht neu. So haben sich viele Studien bestimmten Aspekten der nationalenGeschichtskultur gewidmet. Zu erwähnen sind die Untersuchungen zumnationalen Heldenkult. Da die nationale Geschichtsschreibung in Lateinamerikaim 19. bis in die erste Hälfte des 20. Jahrhunderts hinein kaum etwas andereswar als eine Heldenverklärung, kam der kritischen Hinterfragung dieser Mythenund ihrer Dekonstruktion besondere Bedeutung zu. Der Heldenkult nahm einenfesten Platz in der öffentlichen Sphäre ein und wurde durch regelmäßigwiederholte Feste verstetigt. Im Mittelpunkt der republikanischen FestkulturLateinamerikas stand und steht der Unabhängigkeitstag. Kulminationspunkt derFeiern waren die 100-jährigen Jubiläen, die so genannten Centenarios zuBeginn des 20. Jahrhunderts. In Chile fanden diese 1910 statt, und es liegen seitLängerem Studien zu diesem Ereignis vor.4

Springen wir 100 Jahre weiter in unsere Gegenwart, so lässt sich erkennen,dass auch die 200-Jahrfeiern der Unabhängigkeit in Chile zentrale Bezugs-punkte kulturpolitischer Bestrebungen geworden sind. Dabei hat sich die Fragenach der Neuaushandlung der nationalen Identität angesichts der Heraus-forderungen der neuen Globalisierung ebenso in den Vordergrund gedrängt wiedie Beschäftigung mit dem zukünftigen Schicksal des Landes. NeuartigeZukunftsentwürfe für die chilenische Gesellschaft stehen hoch im Kurs. Dochauch der Blick in die Vergangenheit und deren Erinnerung ist vor demHintergrund der weiterhin umstrittenen Verarbeitung der Diktaturerfahrung vonhoher Bedeutung und wird in Chile von zahlreichen Forschergruppen verfolgt.Neuerdings wird diese Perspektive um Fragestellungen erweitert, die eineVerbindung von Erinnerungsdynamiken und nationalen Identitäten herstellen.5

In meinem Beitrag will ich den Zusammenhang dieser beiden großennationalen Feierlichkeiten beleuchten. Welche Kontinuitäten, welche Brüchewerden sichtbar, wenn man die Ereignisse miteinander vergleicht? Hat dieDemokratisierung zu einem grundlegenden Wandel in der Inszenierung derFeste geführt? Welche Akteure der Erinnerungspolitik lassen sich erkennen?Bleiben in Chile auch 2010 diskursive Bezüge zur Nation erhalten, die dasaktuelle historische Gedächtnis und Vorstellungen von Gemeinschaft prägenund strukturieren, obwohl das Verschwimmen von nationalstaatlichen Konturenvor dem Hintergrund der Globalisierung und der politischen Entwicklungen derletzten dreißig Jahre die großen Utopien der Moderne zerschlagen haben? Inzwei Schritten will ich zunächst den Centenario, dann den Bicentenarioskizzieren. Dabei werde ich mich auf die dominierenden Diskurse und Symboleder Regierungen beschränken und danach die Kritik daran vorstellen.Abschließend werde ich einige vergleichende Überlegungen anstellen.

D ER C ENTENARIO VON 1910

Als Chile 1910 auf sein erstes Jahrhundert unabhängiger Existenzzurückblickte, war das Land fest in der Hand einer stolzen Oligarchie, die daspolitische System kontrollierte. Auch wenn es durchaus unterschiedlicheParteien gab und der intraelitäre Streit hin und wieder zu Bürgerkriegenausartete, herrschte ein Elitenkonsens hinsichtlich des Herrschaftserhalts.6Einwichtiges Element dabei waren die Nationalfeiertage als Bestandteil einesKonstruktionsprozesses der nationalen Identität. In diesem Diskurspräsentierten die Eliten die Nation als quasi naturwüchsige Einheit, in der dasVolk seinen natürlichen Platz habe. Sie nutzten die Sprache der Symbole, umdas Konstrukt ‚Nation’ als essenziell gegebene Realität glaubwürdig zumachen. Damit erfanden die chilenischen Eliten Traditionen, die, wieHobsbawm und Ranger das beschrieben haben, den Anschein derDauerhaftigkeit von bestimmten Werten und sozialen Hierarchien in einerschnell sich wandelnden modernen Welt aufrechterhielten.7

Die Werte, auf die man sich bezog, waren vielfältig und dienten derSelbstdefinition genauso wie der Abgrenzung vom Anderen. Dazu zählten dieAblehnung des spanischen Erbes und die Bezugnahme auf eine idealisierteindigene Vergangenheit mit Helden des Widerstands gegen die Spanier wieColo Colo, Caupolicán oder Lautaro als Teil der nationalen Kultur, die abernichts mit den real existierenden Indigenen in Chile zu tun hatte.8Auch dieNennung des Krieges als vermeintliche Urtugend der Chilenen sowie diekatholische Religion als verbindender Faktor gehörten in dieses Repertoire.

Die Symbolsprache, die bereits während der Unabhängigkeitskriegeeingeführt wurde, zeichnete sich durch immer wiederkehrende Bestandteile aus.So erfanden die chilenischen Eliten in enger Anlehnung an das französischeVorbild nationale Flagge, Wappen und Hymne. Darüber hinaus undinteressanterweise bereits 1812 etablierten sie den 18. September, den Tag derFormierung einer Regierungsjunta, als Nationalfeiertag.9Waren diese Feiernzunächst kein Massenereignis und hatten in Konkurrenz zu vielen anderennationalen Feiertagen zu bestehen, so setzte sich der 18. September im Lauf des19. Jahrhunderts zunehmend als zentraler Feiertag durch. Die in sich homogeneund relativ geschlossene Elite wollte den Centenario zum Anlass nehmen, sichselbst und das eigene Entwicklungsmodell zu feiern. Immerhin war Chile jabereits im 19. Jahrhundert zu einer ernst zu nehmenden Regionalmachtaufgestiegen. In blutigen Kriegen hatte man die Nachbarn Peru und Bolivien imNorden ebenso wie die Indigenen im Süden besiegt und deren Land genommen.

Entsprechend triumphalistisch fiel denn auch die Rhetorik angesichts der100-Jahrfeiern aus. In der Sondernummer der beliebtesten chilenischenIllustrierten jener Zeit, Zig Zag, huldigte man dem Kult der nationalen Flagge,in die sich die Symbolfigur der Nation einwickelt und die von den treuenSöhnen des Vaterlands geküsst wird. Man sah sich selbst als „Leuchtturm desfreien Amerikas“ („centella de la América libre“).10Der Referenzpunkt alldieser Diskussionen blieb die Selbstrepräsentation gegenüber dem Ausland. Dasimplizite Ziel der Feiern war, sich auf Augenhöhe mit den europäischenVorbildern zu präsentieren. Dazu dienten die zahlreichen ostentativen Gestenund die prunkvollen Neubauten.

Eine besondere Rolle kam dabei den Illuminationen wie des Präsidenten-palastes als ultimatives Beispiel des Fortschritts zu. Dafür nahm man auch inKauf, dass hier und dort Feuer ausbrachen, da die elektrischen Leitungen nurprovisorisch verlegt waren. Paraden und Empfänge für die Diplomaten derlateinamerikanischen Republiken und insbesondere der europäischen Groß-mächte taten ein Übriges, die Anerkennung der eigenen Leistungen ins rechteLicht zu rücken und den Stolz auf das Erreichte zu heben. Zeitgleich läutete dieEröffnung des ersten modernen Kaufhauses, Gath y Chaves, im Zentrum derHauptstadt nur wenige Tage vor den offiziellen Feiern gleich auch eine neueÄra der Konsumgesellschaft in Chile ein. Die regierenden Eliten derHauptstadt, die die Abläufe der Feierlichkeiten minutiös geplant hatten, warensicher, dass man in der Moderne angekommen war.11

Der beleuchte Präsidentenpalast La Moneda in Santiago de Chile, 1910

Außerhalb der Hauptstadt sah die Lage jedoch anders aus. Hier waren dieFestkomitees verspätet, und die Organisation der Feiern wirkte wenigprofessionell. Die Bevölkerungsmehrheit der nicht privilegierten Schichtenfeierte auf andere Art und Weise mit traditionellen Tänzen und Volksfesten,sodass dem großen Ereignis die integrative Wirkung abging. Für das Volk gabes nur billige Belustigungen und Alkoholorgien. Ohnehin fehlte denAngehörigen der Unterschichten ein Bezug zur nationalen Vergangenheit, dadie Kenntnisse angesichts der hohen Analphabetenrate und der fehlendenBildungsmöglichkeiten nur sehr gering waren. Kritische Stimmen merkten an,dass die Feiern sich eigentlich nur in der Hauptstadt abspielten, die sich nichtum die Provinzen kümmerte. Selbst dort bleiben die Feiern eine exklusiveAngelegenheit. In den Überlegungen der Oligarchie kam das Volk alspotenzieller Störenfried vor, was sich an der Verstärkung der Polizeikräfte

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wegen der erwarteten Ausschreitungen durch überhöhten Alkoholkonsumablesen ließ.12

Traditionelle Vergnügungen am chilenischen Nationalfeiertag

Manche Zeitgenossen nahmen diese fehlende nationale Integration kritischwahr. In der Tat hatte sich die Gesellschaft im Lauf des 19. Jahrhunderts immerweiter differenziert. So waren neue Gruppen der Mittelschicht und einestädtische Arbeiterschaft entstanden, die zunehmend ihre Rechte und politischeBeteiligung einforderten. Nur wenige Jahre vor den Feierlichkeiten, 1907, kames zum bis dahin blutigsten Zwischenfall bei einem Arbeitskonflikt, dem sogenannten „Massaker von Santa María de Iquique“. Der Zwischenfall warAusdruck zunehmender sozialer Missstände und Spannungen, die man mit demSchlagwort „soziale Frage“ zusammenfasste. Mit diesen Problemen beschäftigtesich schon seit einigen Jahren eine stetig wachsende Zahl von kritischenSchriften.13

Anlässlich des Centenario von 1910 wurden diese zumeist aus den neuenMittelschichten stammenden Stimmen lauter. Sie beklagten zum einen diegesellschaftliche Misere und zum anderen die Unfähigkeit und den Hedonismusder Eliten. In ihren Schriften konstatierten sie eine Krise der gesamtenchilenischen Gesellschaft. Die Feierlichkeiten des Centenario bildeten für dieseKritiker den idealen Zeitpunkt, das auf ausländische Vorbilder ausgerichtetechilenische Entwicklungsmodell zu hinterfragen und einen Neuanfang für dieNation einzufordern. Angesichts der weitgehenden Marginalisierung großerTeile der Bevölkerung forderte etwa Chiles soziales Gewissen, der SozialistEmilio Recabarren, die Unterschichten dazu auf, jegliche Feierlichkeiten zuboykottieren.14So gab der Centenario Anlass zu Debatten, die die chilenischeGesellschaft in den folgenden Jahrzehnten prägen sollten. Insbesondere dieForderung nach Pluralisierung und Demokratisierung stellten die zentralenBezugspunkte gesellschaftlicher Auseinandersetzungen in der Folgezeit dar.

D ER B ICENTENARIO 2010

Trotz der enormen Beschleunigung und Verdichtung der Globalisierunginsbesondere in den vergangenen 20 Jahren hat sich an der Bedeutung derNation als emotionalem und sozialem Bezugspunkt wenig geändert. Trotz allerTendenzen zur Transnationalisierung bleibt die Nation als grundlegende Einheitund Ausgangspunkt gesellschaftlicher Organisation zentral. Jedoch – und dasist wichtig – haben in den letzten Jahrzehnten die Diskussionen darüber zuge-nommen, wie im Zuge der Globalisierung der Aushöhlung nationalstaatlicherHandlungsmacht zu begegnen sei. Zunehmend spielen dabei auch Akteure eineRolle, die über den Staat hinausweisen. So haben sich insbesondere neuesoziale Bewegungen in Lateinamerika in den Mittelpunkt gedrängt, die unteranderem auf die ethnische Heterogenität des Subkontinents aufmerksammachen.15

Hat sich eine neue Art der Feiern zum 18. September durchgesetzt? Auf denersten Blick war dies nicht der Fall. Die Vorbereitung auf die 200-Jahrfeiernbegann lange vor dem eigentlichen Ereignis. Bereits im Jahr 2000 kam es zurGründung einer Kommission ( Comisión Bicentenario ), die in den Folgejahrenzahlreiche kulturelle Programme, Wettbewerbe und andere Formateentwickelte, die den Weg zum Bicentenario ( Camino al Bicentenario ) be-gleiteten. Dabei ging es um nichts Anderes als darum, „unseren essenziellenCharakter als Land“ („nuestra esencia como país“) zu präsentieren.16Das Logodes Bicentenario war denn auch ein eher klassisches Ensemble von farbigenSternen. Auch das offizielle Plakat der Kampagne bezog sich auf traditionelleWerte, indem es die Andenkette als Hintergrund wählte und sich damit aufeinen weiteren Topos der „Chilenität“, die Geographie, bezog. Bei derAusschreibung hatte man Wert darauf gelegt, dass die Künstler das darstellensollten, „was wir sind“ („lo que somos“). Die Dominanz traditioneller Symbolezeigt sich zudem an der in einer öffentlichen Ausschreibung ausgewähltenEhrenmedaille zum Bicentenario. Erneut ist die Bezugnahme auf dieidentitätsstiftende geographische Lage des Landes zwischen Anden und Pazifikzentral. Das Kreuz der Anden ( chacana ), das die indigene Vergangenheitdarstellen soll, bleibt ebenso wie die Bezugnahme auf die „verrückteGeographie“ dem folkloristischen Genre verhaftet.

Bei den Feiern an sich stand wie immer die Huldigung der Nationalflagge imMittelpunkt, wobei die paradierenden Armeeflugzeuge über dem Präsidenten-palast bei dem einen oder anderen Teilnehmer durchaus böse Erinnerungen anden September 1973, als während des Militärputsches Kampfjets das Gebäudebombardierten, wachgerufen haben dürften. Wie immer gab es die traditionellenFestzelte, an denen der „typisch“ chilenische Imbiss, die empanada chilena , mitdem Getränk, der chicha (Most aus vergorenen Weintrauben), oder dem vino tinto gereicht wurden. Wie immer spielte Alkohol eine zentrale Rolle. Auch der Ehrenmedaille zum chilenischen Bicentenario

Nationaltanz, die cueca , durfte nicht fehlen. Wie bereits 100 Jahre zuvor wardie Außenwirkung erneut ein wichtiges Element in den Planungen. Man legteWert auf die Teilnahme internationaler Delegationen bei den Festivitäten.

Bereits im Juli 2007 gründete sich in Chile der Grupo Bicentenario , einelockere Verbindung der neun lateinamerikanischen Staaten, die zwischen 2009und 2011 ihre 200-Jahrfeiern ausrichten. Diese Gruppe entwickelte eigenekulturpolitische Initiativen, wie etwa eine große Regatta. Allerdings maß diechilenische Kulturpolitik dieser transnationalen Anstrengung nur zweitrangigeBedeutung zu. Wie die Homepage der Kommission unmissverständlichverdeutlicht, stand nach wie vor die Feier der eigenen Nation im Mittelpunkt.Befreundete Nationen durften sich mit passenden Beiträgen beteiligen, wenn siewollten. Wenn sie auch vielen Beobachtern angesichts der verflochtenenGeschichte der Unabhängigkeitsrevolutionen längst nicht weit genug ging, so

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war der Ansatz des Grupo Bicentenario doch immerhin ein Anfang zu einerstärkeren kulturpolitischen Transnationalisierung. Im offiziellen Festzyklus gabes auch wirklich neue Elemente im Vergleich zu 1910. So trugen die Provinzenmit eigenen Beiträgen zu den Feierlichkeiten bei. Die Wahl der „15chilenischen Klassiker“ ähnelte einem Wettbewerb zur Tourismuswerbung.Sieger wurde die Provinz „Rapa Nui“ mit ihren typischen Steinskulpturen, denMoais.

Nur mit einem Format der offiziellen Kulturinitiative traten – wenn auchwohl unbeabsichtigt – die weniger werbewirksamen Seiten des chilenischenLebens in den Mittelpunkt. Der Fotowettbewerb „Die Promenadenmischung desBicentenario“ ( El Quiltro del Bicentenario ) war eine doch eher merkwürdigeAusschreibung. Die eingereichten Fotos stellten die zahlreichen Streuner, diedie öffentlichen Plätze in Chile bevölkern, in den Mittelpunkt. Das Siegerfotointerpretierte den Wettbewerb jedoch breiter. Neben dem Hund fokussierte derFotograf Oscar Fuentes dessen Herrchen in der Provinzstadt Chillán. DieAmbivalenz dieses Bildes wurde durch die offizielle Bildbeschreibung nochunterstrichen, denn auf der Webseite der Regierungsagentur ist zu lesen, dassdieses Foto die „verantwortungsvolle Hundehaltung und Adoption“ fördernkönne und dass der abgebildete Mann gerade sein Geld zähle, während dasoffensichtliche Gewerbe des Mannes, das Betteln, mit keinem Wort erwähntwird. Die Botschaft, die von Fuentes’ Bild ausgeht, ist jedoch auch ohne Wortenicht zuletzt durch die Signalfarbe des Hintergrunds eindringlich genug: DieArmut in Chile existiert noch immer und in aller Öffentlichkeit.

Insgesamt haben sich Inszenierung und Performanz der Festivitäten geändert.Eine Öffnung hin zu breiteren Bevölkerungsschichten ist erfolgt, wenngleichderen Realitäten immer noch eine nur untergeordnete Rolle spielen bzw. wie imFall der streunenden Hunde sozusagen als pittoreske Elemente der chilenischenKultur aufgefasst werden. Diese und andere Aspekte, die die offizielleKampagne verschwieg, sind denn auch Ziel der Kritik gewesen. Zahlreicheführende chilenische Intellektuelle haben seit rund zehn Jahren eine lebhafteDebatte um den Sinn des Bicentenario geführt und dabei teils auch vonöffentlicher Förderung profitiert.

Die Kritik am ungerechten Bildungssystem,17an prekären Arbeits-verhältnissen, sozialer Desintegration, fehlendem Vertrauen in die Politik, Ge- Sieger des Preises „El Quiltro del Bicentenario 2010“ walt und organisierter Kriminalität als Folgen der Kontinuität der Globa-lisierung der Eliten ist in diesem Zusammenhang erneut laut geworden.18Insbesondere der Nationalpreisträger Eduardo Cavieres hat unterstrichen, dassdas Problem der praktischen Umsetzung von Menschenrechten und Volks-souveränität nach wie vor ungelöst ist, dass Ungleichheit, Armut und Exklusionbis heute andauern.19

Vermehrt äußerten sich Kritiker auch zum Ausblenden der indigenenMinderheit aus der nationalen Vergangenheit und forderten, den Bicentenariozum Anlass zum Umschreiben der Geschichte zu nehmen.20Weiterhin ver-nehmbar sind diejenigen, die die fehlende Bereitschaft zur schonungslosenAufarbeitung der Diktaturvergangenheit beklagen. Hiermit verbindet sich dieKritik an einem monolithischen Konzept von „chilenischer Kultur“21, das sichbei allen Bemühungen um Diversität doch auch an den offiziellen Bicentenario-Feiern ablesen lässt, die sich eben vor allem durch das Bemühen um denNachweis des immergleichen, vermeintlich essenziellen Charakters Chilesauszeichnen.

A USBLICK : D IE Z UKUNFT DER N ATION

Zweifellos hat Chile in den 200 Jahren Unabhängigkeit einen weiten Wegzurückgelegt. Nie waren die Armutsziffern niedriger, nie war dieDemokratisierung umfassender. Auch die offenen und kontroversen Debatten,die sich um den Bicentenario herum entfalteten, sind ein gutes Zeichen.Dennoch zeigt ein Vergleich der offiziellen Feiern anlässlich der beidenJubiläen, dass sich wichtige Forderungen der Kritiker bis heute nichtdurchgesetzt haben. Die Forderung, mehr Demokratie und mehr Offenheit zuwagen und monolithische Nationsvorstellungen hinter sich zu lassen, haben dieFeiern von 2010, so muss man abschließend sagen, nicht erfüllt. DieAnerkennung der ethnischen und kulturellen Diversität, die Reflektion über diedunklen Seiten der jüngeren Geschichte Chiles, all dies blieb im offiziellenDiskurs ausgespart. So bleibt es auch eine Aufgabe der Zukunft, die chilenischepolitische Kultur noch weiter zu öffnen, um Dissens als belebendes Elementaktueller Diskussionen zu integrieren.

R ESUMEN

E L M ES DE LA P ATRIA . C HILE ENTRE C ENTENARIO Y B ICENTENARIO

Los días de la Independencia, con sus momentos culmines en losCentenarios, constituyen un elemento fundamental para los procesos deautodeterminación nacional en América Latina. Desde la Independencia, elmomento constitutivo de la “nación” fue el centro de estas construcciones, a finde presentar una versión limpia y consensuada de la historia revolucionaria queprodujera los lazos emocionales necesarios para la identificación con la nación.Desde el temprano siglo XIX, las celebraciones de la Independencia fueronparte integral del repertorio simbólico, el cual se convirtió en la base de lasdefiniciones de la identidad nacional. Desde hace casi 200 años, los díasfestivos visualizan la cultura histórica.

Las celebraciones del Bicentenario llevaron en muchos países latino-americanos a la gran escenificación de la nación. Es necesario, desde unaperspectiva crítica, analizar estas escenificaciones como una parte pública yperformativa de los grandes relatos de la historia nacional, porque lainterpretación de la Independencia como “hora de nacimiento de la nación”posee mayor relevancia en vista a las controversias suscitadas en torno a lacultura histórica en América Latina.

En Chile, las negociaciones simbólicas de la cultura histórica se comprimenen el mes de septiembre, el Mes de la Patria. En este mes, distintas memoriaschocan unas con otras. Por una parte, se celebra el día de la Independencia y, enel 19 de setiembre, el Día de las Glorias del Ejército de Chile, que se celebradesde 1915, con una gran parada militar que debe recordar el hecho de quesolamente los militares podían garantizar la Independencia y soberanía de Chile.Por otra parte, desde 1974, se conmemora el 11 de septiembre como día delgolpe del Estado de 1973. En primer instancia, fue una celebración del régimenmilitar, pero la misma evolucionó en un símbolo de la resistencia contra elrégimen. Tras el regreso de la democracia, en 1990, este día continuó siendo undía de protesta, de modo tal que el Mes de la Patria en Chile fue caracterizadopor una tensión peculiar y por emociones anualmente recreadas. En este sentido,hubo regularmente desorden violento como celebraciones alegres.

El Bicentenario de la Independencia chilena se convirtió en un punto dereferencia central de la política cultural. En vista a los desafíos de la nuevaglobalización, la renegociación de la identidad nacional así como el futuro delpaís se encuentran en un primer plano. Los nuevos proyectos de la sociedadchilena para el futuro se cotizan alto. Puesto que la experiencia dictatorialchilena todavía no ha sido completamente digerida, la mirada hacia el pasado ysu memoria importan y son discutidas por diversos grupos de investigadores.Recientemente, esta perspectiva fue ampliada por planteamientos, que enlazanlas dinámicas de la memoria con las identidades nacionales.

El presente artículo estudia la relación entre las dos grandes celebraciones.¿Cuáles son las continuidades y cuáles son las rupturas que se vuelven visiblescuando se compara los dos eventos? ¿Hubo cambios fundamentales causadospor la democratización en la escenificación de las festividades,? ¿Cuáles son los

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actores de la política de la memoria? ¿Quedan en el Chile del 2010 referenciasdiscursivas a la nación, que caractericen y estructuren en la actualidad lamemoria histórica y las ideas de comunidad, a pesar de que el desvanecimientode los Estados nacionales, en un contexto de globalización y del desarrollopolítico de los últimos 30 años, haya desarticulado las grandes utopías de lamodernidad?

Sin duda Chile recorrió un largo camino en los 200 años desde laIndependencia. Nunca la pobreza fue más baja y la democratización más amplia.De todos modos, los debates boquifrescos y controvertidos sobre elBicentenario son buena señal. Sin embargo, una comparación de ambas fiestasconmemorativas demuestra que importantes demandas de los críticos no hansido aún atendidas. Por último, las festividades del 2010 no lograron satisfacerlas exigencias de atreverse a más democracia y franqueza, y de dejar atrás lasideas monolíticas de la nación. El reconocimiento de la diversidad étnica ycultural, así como la reflexión sobre los aspectos obscuros de la historia chilenareciente fueron omitidos en el discurso oficial. Ha quedado entonces pendientepara el futuro la tarea de abrir la cultura política chilena e integrar así eldesacuerdo como elemento reanimador de los debates actuales.

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J AVIER G ARCIADIEGO

México, como otros países de Hispanoamérica, conmemoró1durante el año2010 el bicentenario del proceso que comenzó con la crisis del imperiohispánico y que luego dio lugar al nacimiento de los países hispanoamericanos.En efecto, hace dos centurias se pasó, en buena parte del continente y en pocomás de un decenio, de un régimen virreinal, por ende monárquico, a unorepublicano. En el caso de México, además de conmemorarse el inicio delproceso que derivó en el nacimiento de la nación mexicana, se cumplieron loscien primeros años del comienzo del movimiento revolucionario que definió, enbuena medida, la historia de casi todo nuestro siglo XX.

Toda conmemoración histórica nacional depende de la ideología de losgobernantes y de la naturaleza política del Estado que la organiza, así como dela situación económica y de la estructura social del país que se festeja;obviamente, también la determinan la conciencia histórica que en él prevalezca,el desarrollo tecnológico alcanzado y el ‘clima espiritual’ dominante. Méxicono fue la excepción. Para comenzar, el proceso organizativo padeció numerososcontratiempos, la crisis económica fue un factor decisivo y el clima políticoimperante provocó notorias incertidumbres. Lo grave fue que no era uncumpleaños cualquiera: 2010 implicaba cifras cabalísticas y abarcaba dosefemérides mayúsculas. El problema mayor consistió en que en Méxicoconmemorábamos dos procesos plenamente disímbolos. De la Independenciasabemos cuándo comenzó y cuándo terminó, pero no respecto a la Revolución,ni conocemos con qué logros concluyó ésta. Si bien la consumación de laIndependencia es un hecho histórico sin problemas cronológicos – septiembrede 1821 –, fechar la conclusión de la Revolución es un problema insoluble: ¿fuesu final la rendición del gobierno y del ejército de Victoriano Huerta, amediados de 1914? ¿Lo fue la promulgación de la nueva Constitución, aprincipios de 1917? ¿Concluyó con la conformación de un nuevo grupogobernante, en 1920? ¿Acaso terminó al declinar la violencia grave y endémica,y al dar inicio al proceso de institucionalización, hacia 1929? ¿Fue su final elmismo que el del reformismo de Lázaro Cárdenas, en 1940?2

Lo realmente grave no es que la Revolución carezca de un finalcalendarizable, sino que, a diferencia de la lucha por la Independencia, no esclaro que se hayan cumplido sus principales compromisos. Insisto: resulta másfácil evaluar el proceso independentista, pues es innegable que con élfiniquitamos nuestra subordinación política de España. En cambio, ¿cuáles sonlos frutos de la Revolución? La dictadura fue sustituida por gobiernosdesigualmente autoritarios, los que se prolongaron alrededor de siete décadas, ysólo muy recientemente se ha podido construir un sistema en buena medidademocrático;3asimismo, no hemos acabado con la desigualdad social. Por lomismo, el problema consistía en conmemorar una Revolución que algunosmexicanos consideran contraproducente, otros la ven como detenida einconclusa, mientras otra parte de la población la percibe como traicionada. Elreto era mayúsculo: ¿cómo podía celebrarse y festejarse una Revolución tandifícil de conmemorar? Acaso resulte útil analizar la forma como Méxicoenfrentó sus anteriores aniversarios patrios, a fin de poder comprender lamanera como actuamos ante las recientes efemérides.

E L PRIMER CENTENARIO

En 1910 México cumplió el primer centenario de vida independiente.Gobernaba el país el general Porfirio Díaz, militar destacado en las guerras demediados del siglo XIX contra los conservadores y los franceses y quien habíadetentado el poder durante más de tres décadas. En ese año Díaz cumpliría 80años, una edad muy superior a la que la estadística reconocía entonces a lainmensa mayoría de los mexicanos. Aunque poco antes había ofrecido retirarseese año del poder, su promesa había sido más estratégica que sincera.4Dichapromesa y su incumplimiento conciernen al tema del centenario: ¿cómo pudocreerse que don Porfirio habría de ceder a alguien, aun siendo de su equipo, elpapel protagónico en aquellas celebraciones? Piénsese que en su diseño Díaz seautoasignó un papel tan relevante como el de los héroes que iban a serrecordados: no hubo ceremonia importante que no encabezara, inauguraciónlustrosa en la que no cortara el consabido listón, obra decisiva en la que nocolocara la primera piedra, ni discurso en el que no fuera ensalzado a la alturade los héroes históricos.5Por ejemplo, en el desfile de los ‘carros alegóricos’, enuno de éstos fueron colocados juntos los bustos de Hidalgo, Juárez y Díaz;asimismo, en el discurso oficial del último acto de los festejos, la llamada‘Apoteosis de los héroes’, se exaltó más a Díaz que a los propios héroes.6

Ciertamente, uno de los objetivos de las conmemoraciones de nuestro primercentenario fue fijar en términos políticos el canon de la historia patria. Durantelos primeros dos tercios del siglo XIX la historiografía había reflejado losenfrentamientos constantes entre liberales y conservadores,7pero se sabía quedel triunfo militar y político definitivo dependería el ideológico y cultural. Portanto, la definición de nuestro pasado se dio luego de la victoria del grupoliberal. Obviamente, la nueva construcción historiográfica incluía la efeméridesa conmemorarse: el santoral del proceso independentista fue motivo dedefinición, pues había que canonizar a los imprescindibles héroes y condenar alos igualmente necesarios traidores: en la parte superior del altar histórico,Miguel Hidalgo y José María Morelos; abajo, Félix María Calleja; en posiciónintermedia, Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero. El pasado inmediatotambién sería objeto de definiciones que permitieran forjar la identidad históricadel país: la guerra con Estados Unidos de 1846-1848 produjo más traidores –Santa Anna, sus generales, la Iglesia católica – que héroes. De hecho, a falta dehombres heroicos tuvieron que buscarse héroes ajenos – el Batallón de SanPatricio – o héroes niños.8Si se acepta que el personaje histórico derrotado esmás mártir que héroe,9como tales deberían ser considerados Hidalgo yMorelos, y en la guerra con Estados Unidos el general Pedro María Anaya fueun ejemplo típico de mártir. La Guerra de Reforma también colaboró al santoralpatrio: héroe, Benito Juárez; mártires, Melchor Ocampo y Santos Degollado;traidores, el presidente moderado Ignacio Comonfort y el general conservadorFélix Zuloaga. Comprensiblemente, en la triunfal lucha contra la Intervenciónfrancesa hubo más héroes – Juárez otra vez, Ignacio Zaragoza y MarianoEscobedo – que mártires, aunque también hubo varios traidores, como MiguelMiramón, Juan Nepomuceno Almonte y hasta Santiago Vidaurri.10

Porfirio Díaz se había distinguido en las guerras de Reforma y deIntervención. Sin embargo, ser el único sobreviviente de ellas y habergobernado al país durante los últimos treinta años le permitieron aprovechar elfestejo centenario para maniobrar y ser ascendido en el santoral patrio. SiHidalgo y Morelos nos habían dado la Independencia, y Juárez la habíapreservado, iniciando además la construcción del Estado mexicano moderno,Díaz había consumado este proceso, consolidando la nación. Recibió un paísatrasado, desintegrado e inestable, y entregaría uno en dinámico crecimientoeconómico, mejor comunicado y en paz. Si en términos historiográficos el México a través de los siglos narraba los complejos procesos históricos del país,subrayando – en tres de sus cinco tomos – las vicisitudes enfrentadas a lo largodel siglo XIX y los esfuerzos de los liberales para obtener el triunfo,11añosdespués el propio Díaz impulsaría otro libro, México: su evolución social , quetuvo como objetivos presumir los adelantos recientes del país, obtenidos pormétodos pacíficos, evolutivos, y poner a don Porfirio como único héroe delprogreso nacional.12

La conmemoración de 1910 no tenía como objetivo exclusivo encumbrarhistóricamente a Porfirio Díaz. Contaba por lo menos con otros tres objetivosmayores. Durante el siglo XIX México había padecido graves penuriaseconómicas, por lo que habían sido creadas muy pocas instituciones coninstalaciones adecuadas. Recuérdese que la residencia presidencial y la sede delas principales oficinas gubernamentales, es decir el Palacio Nacional13– antes‘de los virreyes’ – y el Castillo de Chapultepec,14eran construcciones delperiodo novohispano. Sin embargo, a consecuencia del crecimiento económicoalcanzado durante el Porfiriato, hubo un superávit comercial y una balanza deingresos gubernamentales positiva, por lo que pudo contarse con los recursoseconómicos necesarios para edificar las primeras grandes construccionesgubernamentales desde el periodo borbónico. Así, una prioridad de lascelebraciones de 1910 fue hacer un gran número de “mejoras materiales”,15asícomo dos obras conmemorativas de gran significado histórico: la Columna de laIndependencia y el Hemiciclo a Juárez. Dichas construcciones demostrarían elcrecimiento y la modernización del Estado mexicano, y esos logros Díaz noestaba dispuesto a compartirlos: si unos habían conquistado la Independencia yotros preservado nuestra amenazada integridad, a él sólo le correspondía lapacificación, consolidación y modernización del país, su progreso.16Puedeasegurarse que en aquellos festejos predominaron las inauguracionesingenieriles y arquitectónicas. Piénsese en la ampliación del canal del desagüedel Valle de México, la adaptación de la Penitenciaria y la construcción de laEscuela Normal para Maestros, el Palacio de Correos y el Manicomio General,entre muchas otras. Fueron tantos los nuevos edificios que hasta entonces laCiudad de México dejó de ser básicamente colonial, entrando a la etapa de lamodernidad.17

De otra parte, es indiscutible que México había sido una nacióninternacionalmente incómoda durante el siglo XIX, desde la expulsión de losespañoles poco después de la Independencia hasta el fusilamiento deMaximiliano en 1867,18pasando por las guerras de Texas (1836) y de ‘lospasteles’ (1838), por la invasión de Estados Unidos de 1846-1848 y por lasuspensión del pago de la deuda externa en 1861, lo que provocara laIntervención francesa. Comprensiblemente, el segundo gran objetivo de Díazfue buscar que la conmemoración de 1910 sirviera como prueba indiscutible delaprecio internacional que México había finalmente conquistado durante sugobierno, gracias a su particular manera de dominar y conducir el país. Por ellolas celebraciones del centenario tuvieron un carácter marcadamente inter-nacionalista, con un mensaje más de concordia que de reivindicaciónnacionalista, lo que explica que los principales protagonistas de los festejosfueran, además de don Porfirio, los representantes diplomáticos.19El tercerobjetivo explica la constante presencia de otro protagonista, el secretario deInstrucción Pública, Justo Sierra, para quien las celebraciones debían servircomo ejercicio de “educación patriótica” y para mostrar “el adelanto intelectualdel país”.20

En resumen, don Porfirio decidió conmemorar con gran boato los aspectostriunfales de nuestra historia; pero sobre todo pretendió introducirse en ella,para lo que era imprescindible celebrar también sus propios logros. Ninguno delos políticos de su tiempo se atrevió a regatearle méritos.21Todos losgobernantes estatales y locales eran porfiristas; lo mismo puede decirse de loslegisladores. De hecho, puesto que la opción conservadora tenía cerca de mediosiglo de haber sido vencida en todos los rubros – militar, político y cultural –,en el México de 1910 no había, aparentemente, confrontaciones ideológicas.Díaz estaba convencido de que no existían propuestas alternativas de desarrollonacional. El único proyecto adecuado para el país era el suyo, acaso definiblecomo liberal-conservador.22Por ello podía mirar con confianza el porvenir. Lasfiestas del centenario se habían organizado, en buena medida, para consagrar adon Porfirio y para ratificar la pertinencia de su programa de gobierno.

La naturaleza política de los festejos, así como su carácter elitista ydispendioso, no serían objeto del escrutinio público, pues era poca la libertad deprensa que se gozaba entonces.23Sobre todo, Díaz nunca previó que lascelebraciones independentistas serían empañadas por un desafío electoral.Menospreciando a su opositor y equivocando el diagnóstico de la situaciónpolítica nacional, manipuló abiertamente su reelección y encarceló a sucontrincante, aunque se sabía que su prisión no era rígida y que sería más bienbreve. Sin embargo, su adversario electoral, Francisco I. Madero, devinorevolucionario, y Díaz fue pronto derrocado. Peor aún, fue expulsado del ladotriunfal de la historia nacional: pasó de héroe a villano. Su nombre fue extirpadode las páginas de la historiografía patria y no se le permitió consagrarse en losmonumentos y en la estatuaria en que había soñado. Tan sólo quedaron comoprueba de su capacidad gubernamental las edificaciones públicas hechasdurante su mandato. Los festejos de 1910 fueron su último momento feliz.24Loselogios sobre la situación del país vertidos por los oradores fueron desmentidospor el estallido revolucionario apenas dos meses después de los festejos,25y laspotencias que lo aplaudieron, en menos de un año favorecieron su caída –Estados Unidos – o lo alojaron como exiliado – Francia.

L OS CONSUMADORES

La siguiente efemérides mayor no pudo tener un magno festejo. En 1921 secumplió el primer centenario de la consumación de la Independencia, pero lacelebración fue más bien modesta, pues acababa de concluir la guerrarevolucionaria, que había durado diez años y abarcado buena parte del territorionacional. Consecuentemente, dos circunstancias definieron la nuevacelebración. Primero, las pobres condiciones económicas del país nopermitieron un festejo ostentoso. Segundo, México emergió de su deceniorevolucionario sin relaciones diplomáticas con Estados Unidos y Europa, lasque comenzaron a reanudarse dos años después. Así, en el festejo fueronprotagonistas los países latinoamericanos: Argentina, Brasil, Colombia y ElSalvador, entre otros. A pesar de estas dificultades, el gobierno obregonistaorganizó, con notable premura, unos festejos que tuvieron un triple carácter:fueron populares, nacionalistas y unificadores: todas las clases socialesparticiparon y “nadie fue olvidado”.26A falta de inauguraciones de grandesobras públicas, el programa incluyó desfiles militares, conciertos musicales ybailables populares, además de la exposición de arte popular y de la verbenatitulada la ‘noche mexicana’, en el bosque de Chapultepec.

Además de su carácter popular y festivo, los festejos de 1921 tenían una clarasignificación nacionalista. Recuérdese que José Vasconcelos, rector de laUniversidad Nacional, inauguró el Congreso Internacional de Estudiantesseñalando que “todos los hombres de todas las razas merecen la misma atencióny el mismo aprecio”, en claro reclamo a Estados Unidos y a las potenciaseuropeas.27Asimismo, dado que en México predominaba la ideologíarevolucionaria, resultaba difícil celebrar a Iturbide, quien tardíamente se habíahecho independentista, pues implicaría reconocer que al final habían triunfadolos criollos conservadores. Consecuentemente, el gobierno rindió homenaje aVicente Guerrero, “uno de los más insignes y más preclaros héroesinsurgentes”,28y abiertamente buscó erosionar el nombre de Iturbide, quientuvo pocos defensores, pues los intelectuales conservadores apenas comenzabana regresar de su exilio impuesto por los revolucionarios y la Iglesia católicaestaba proscrita del debate público.29

En cuanto a construcciones, renglón incomparable al de 1910, tan sólo seinauguró la Escuela Nacional de Agricultura, en Chapingo,30de acuerdo al afánagrarista revolucionario. Asimismo, se publicitaron los rescates arqueológicoshechos en San Juan Teotihuacán, como prueba de la ideología indigenista de losnuevos gobiernos revolucionarios.31Por otra parte, se organizó la exposiciónsobre arte popular, cuyo mensaje era claro: exaltar al pueblo mexicano, tancriticado por la violencia del decenio previo, como creativo, trabajador yartístico.32El objetivo gubernamental, en resumen, era defender ideológi-camente a la Revolución mexicana y resaltar el nacimiento de un Estado conclara identidad nacionalista, “dentro del más puro mexicanismo”, si bien dichonacionalismo era más político e ideológico que económico. En otras palabras,un Estado que buscaba su reconocimiento internacional, argumentando que yase había logrado la paz y se había dado un nuevo orden sociopolítico al país.33

Con todo, Álvaro Obregón, político astuto y sagaz, atisbó la oportunidad deredimensionar su figura en la historia. Si Iturbide y Vicente Guerrero habíansido los consumadores de la guerra de Independencia, él tenía más méritos paraeternizarse como consumador de la Revolución. Si bien no era el iniciador de lalucha, como Madero, ni había sido el promulgador de la nueva Constitución,como Venustiano Carranza, nunca había combatido contra ‘la causa’ ni era unadvenedizo en ella, como Iturbide, ni tampoco un simple aunque tenazguerrillero, como Guerrero.34Al contrario, Obregón podía alegar, de maneraincuestionable, que él había sido el principal militar de la Revolución: uno delos grandes vencedores del ejército huertista entre 1913 y 1914, y el principalvencedor del ejército de la Convención – léase de Villa – en 1915. Además,había llegado al poder en 1920 mediante la revuelta de Agua Prieta, que nosolamente fue incruenta sino que había sido considerada una lucha unificadora,como la Trigarante de 1821, pues reclutó a todos los que estaban en armascontra el gobierno de Carranza y luego los integró en el aparato gubernamental,acabando con la situación bélica que padecía el país desde 1910.35Más aún,ambos llegaron al poder por lo atinado de su propuesta política y no por elpoderío militar de sus revueltas. En consecuencia, Obregón fue visto como unnuevo ‘héroe de la guerra y de la paz’, imagen estropeada por acontecimientosposteriores, como la represión a la rebelión delahuertista y a los opositores a sureelección en 1927 y 1928.

C ELEBRANDO EL MILAGRO

Los 150 años de la Independencia y el primer cincuentenario de laRevolución habrían de cumplirse cuarenta años después, en 1960. El contextosería totalmente diferente. Distante ya la Revolución como proceso destructivo,el país pasaba por el periodo más exitoso de la era posrevolucionaria: el llamado‘milagro mexicano’, caracterizado por un apreciable crecimiento económico36yuna inédita estabilidad política, que si bien no se sustentaba en un régimendemocrático, sí implicaba una mejoría respecto de la situación vivida en el paísdesde 1910 hasta mediados del decenio de los treinta.

El aparato político nacional estaba dominado, monolíticamente, porautoridades y funcionarios provenientes de un solo partido, el que se definíaformalmente como Partido Revolucionario Institucional y en el lenguaje comúncomo el ‘partido oficial’. Estos dos elementos, institucional y ‘oficial’, confir-maban su naturaleza más gubernamental que partidista. Con todo, sería falsoafirmar que el país vivía bajo una dictadura. Se contaba con las instituciones ylos procedimientos propios de la democracia: se hallaba plenamente vigente laConstitución, el aparato gubernamental estaba dividido en tres órganos de podery existían un par de partidos de oposición, aunque sin ninguna posibilidad detriunfo en unas monótonas elecciones que se celebraban puntual ytranquilamente. Se ha asegurado que los partidos de oposición obtenían algunasvictorias locales que no se les reconocían y que el sistema electoral estabadiseñado para facilitar los permanentes triunfos del PRI. Ambas afirmacionesson ciertas, pero también es cierto que los éxitos de éste se debían, en granmedida, a la buena marcha de la economía del país, y a que sus candidatos eranvistos como profesionales de la política, a diferencia de los de la oposición,reconocidamente amateurs . Además, el PRI y los gobiernos surgidos de élestaban culturalmente identificados con la historia triunfal del país, con susaspectos patrióticos y progresistas, en particular con la Revolución, que sepercibía exitosa y madura. Más aún, se les veía como su continuación, comoproductos de ella. Esto es, gozaban de legitimación histórica.

Los logros de dicha Revolución habrían de difundirse y presumirse durante elaño de 1960 en dos publicaciones elaboradas para festejar la efemérides. Una setituló Cincuenta años de Revolución mexicana en cifras. El argumento debía serirrebatible: sin explicaciones ni justificaciones innecesarias, tan sólo habrían demostrarse las estadísticas de los principales rubros económicos y sociales delpaís. Todas eran positivas; todas merecían aplausos.37La otra obra fue denaturaleza distinta pero igualmente laudatoria. Se trata de los cuatro gruesosvolúmenes titulados genéricamente México. Cincuenta años de Revolución , elprimero dedicado a la economía, el segundo a lo social y los restantes a lapolítica y a la cultura.38A diferencia de la compilación estadística, en ésta elobjetivo era argumentativo y comprehensivo. En efecto, en 67 capítulos sebuscó demostrar los logros del régimen posrevolucionario en prácticamentetodos los ámbitos de la vida pública nacional. Una característica de esta obra esque seguramente por la insuficiencia de académicos especialistas en las cienciassociales,39los ensayos fueron hechos por políticos ‘ilustrados’ o por funciona-rios técnicos muy acreditados.

La adscripción laboral de los autores explica el carácter optimista de susanálisis sobre el México de mediados del siglo XX. Seguramente influyótambién que la situación general del país era, en verdad, más que aceptable.Recuérdese que México vivía el periodo histórico llamado – con una indis-cutible dosis de exageración – ‘el milagro’, si bien la economía nacional todavíaera de dimensión modesta, antes del boom petrolero de los decenios siguientes.De hecho, estos fueron los años en los que el país pasó de ser rural a urbano eindustrial, con un sector de la población plenamente moderno. Las principalesobras públicas construidas para conmemorar los 150 años de vida independientey los 50 de proceso revolucionario confirman el afán modernizador imperante:escuelas, hospitales, carreteras, plantas eléctricas y conjuntos habitacionales,destacando la Unidad Independencia, al sur de la Ciudad de México.40

Evidentemente, esto no implica que el país no enfrentara agudos problemas.Por ejemplo, poco antes de 1960 habían tenido lugar dos grandes movimientosde trabajadores, uno magisterial y el otro de ferrocarrileros.41Al mismo tiempo,por esos días triunfaba el proceso revolucionario cubano. El impacto sobre laRevolución mexicana fue doble: los elementos moderados y conservadores,tanto internos como externos, y ya fueran políticos o empresarios, comenzaron apercibir a la Revolución mexicana como un proceso positivo, bien conducido,con objetivos justos y razonables; en cambio, los elementos progresistas yradicales, de dentro y de fuera, empezaron a comparar las dos revoluciones, ycomo consecuencia, a criticar a la Revolución mexicana en tanto tibia,inconclusa o traicionada.42Estas nuevas críticas vinieron a sumarse a las quevenía dirigiendo el expresidente Cárdenas a sus sucesores, pues estabaconvencido de que el proceso histórico mexicano se había desviado desde queel Partido de la Revolución Mexicana, creado por él, había sido sustituido por elPartido Revolucionario Institucional, en 1946.43

El de 1960 sería el último cumpleaños feliz de la Revolución mexicana. Paracomenzar, debe reconocerse que fue evidente la prioridad que para el gobiernotuvo festejar la Revolución sobre la Independencia. En efecto, los políticos deentonces se sentían herederos y deudores de la Revolución. Así, laconmemoración de finales de noviembre tuvo más realce que el ‘grito’ demediados de septiembre: fue una ceremonia “sobria” pero significativa,consistente en el traslado de los restos de Madero de la cripta familiar delPanteón Francés al Monumento a la Revolución mexicana, ante la presencia delos tres poderes de la unión y de todos los expresidentes del país aún vivos,incluido el “severo” crítico Lázaro Cárdenas.44

Declarado 1960 ‘Año de la Patria’, el presidente López Mateos – quien dejoven había militado en la campaña presidencial vasconcelista de 1929, la quebuscaba dar a la política posrevolucionaria un carácter ético – vio la necesidadde reavivar el ánimo revolucionario de la ideología gubernamental:45ese año senacionalizó la industria eléctrica, en materia asistencial se creó el ISSSTE yLópez Mateos definió a su gobierno como “de extrema izquierda dentro de laConstitución”.46Se buscaba satisfacer a Cárdenas y responder a losferrocarrileros y profesores, quienes aseguraban que los gobiernos posrevolu-cionarios habían perdido su impulso renovador.47A pesar de los esfuerzos deLópez Mateos y de los intelectuales que apoyaban al régimen, es indudable queen el país había nacido una generación insatisfecha con la Revoluciónmexicana:48además de lo expresado en la revista Política , en las artes plásticasfue cuestionado el muralismo revolucionario y en literatura apareció unanovelística crítica y hasta burlona de la Revolución mexicana.49

La visión épica de la Revolución estaba concluyendo. Más bien empezó a servista desde una doble perspectiva: como un proceso sociopolítico vivo, inclusodinámico y vigoroso; como un momento histórico concluido, en su aspectodestructivo y violento. Esto explica la creación del Instituto Nacional deEstudios Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM), pensado precisa-mente para responsabilizarse de la efemérides del cincuentenario.50Explicatambién la publicación de varias obras de carácter histórico en el Fondo deCultura Económica, entre las que destacaban los Documentos Históricos de la Revolución Mexicana , en 27 volúmenes, coordinados por el excarrancistamexiquense – y por ende paisano del presidente López Mateos – Isidro Fabela;la serie Fuentes para la Historia de la Revolución Mexicana, coordinada por elobregonista Manuel González Ramírez, director del Patronato de la Historia deSonora, y la síntesis aún canónica del decenio revolucionario, escrita por JesúsSilva Herzog, quien poco antes había calificado a la Revolución mexicana comoun proceso ya ‘muerto’. Así, en el cincuentenario todos tuvieron oportunidad deglorificar a la Revolución mexicana, desde los veteranos confrontados y lospolíticos beneficiados con su herencia y usufructo hasta sus críticosinflexibles,51pues aún entre éstos la Revolución gozaba de buen prestigio.

E L FESTEJO TRISTE

En 1985 tuvieron lugar las conmemoraciones por los 175 años del comienzode la Independencia y los 75 del inicio de la Revolución. Si en 1960 el paísprometía tener un futuro floreciente, el contexto de 1985 fue crítico al principioy terminó siendo desastroso, a pesar de que todavía pudo contarse con una casitotal homogeneidad político-ideológica: todos los gobernadores aún procedíandel PRI, al igual que la inmensa mayoría de los presidentes municipales; a suvez, la oposición legislativa era muy reducida. Sin embargo, a diferencia de1960, en 1985 la situación económica del país era peor que mala; además, yahabía un grupo numeroso de académicos de las ciencias sociales y políticas,52en el que predominaban los críticos de la evolución que había tenido el procesohistórico mexicano en los últimos años.

La organización de las festividades fue asignada al INEHRM,53dependientede la Secretaría de Gobernación, que debía coordinar las actividades querealizaran los distintos organismos gubernamentales, así como colaborar con lasactividades que organizaran las instancias académicas. Se decidió que hubieraun elemento cívico-histórico que sirviera de directriz, y dicho programa –llamado “Jornada por la Patria” – consistió en el recorrido por todas lasentidades del país, gobernadas aún por políticos del mismo partido, de dos denuestros objetos de mayor significado histórico: la campana del curato deDolores, Guanajuato, que tañó Hidalgo en la madrugada del 16 de septiembrede 1810, momento que se considera inicial dentro del proceso independentista,y la versión original de la Constitución de 1917, texto que aglutinó lasdemandas y propuestas de todos los grupos revolucionarios y que ha normado lanaturaleza del Estado mexicano subsiguiente.

La existencia de numerosos científicos sociales permitió, por otra parte, quehubiera un gran proyecto editorial, con valiosos rescates bibliográficos, unambicioso análisis de la situación nacional y libros de divulgación histórica paraniños. El esfuerzo fue plenamente elogiable: se publicaron sendas coleccionesde libros ‘clásicos’ de la Independencia y la Revolución,54y una atractiva seriede biografías infantiles de los grandes protagonistas de nuestra historia. Si bienlos autores tenían acreditada calidad profesional y los personajes biografiadosreflejaban una gran pluralidad política, los límites de la llamada versión ‘oficial’de la historia no fueron rebasados.55Los problemas mayores se concentraron enlos volúmenes sobre la situación que el país enfrentaba entonces, en los quecolaboraron funcionarios y académicos, resultando una obra de naturalezahíbrida.56

Con todo, el legado de aquellas conmemoraciones fue determinado por untrágico factor físico. Poco antes de que tuviera lugar la triunfal entrada de lacampana y la Constitución a la capital del país, ésta fue severamente dañada porel sismo del 19 de septiembre. La verbena, que tuvo lugar a pesar del lutocapitalino, pasó prácticamente desapercibida. Más aún, la tragedia que vivía lacapital determinó el clima de la celebración por la Revolución, pues la de laIndependencia, días antes del temblor, tuvo un ambiente festivo. No fue así dosmeses después: en su discurso al recibir los Símbolos Patrios – campana yConstitución –, el presidente De la Madrid destacó “la vigorosa unidad delpueblo y la recia voluntad colectiva para construir todos los días la patriaamorosa”, con lo que las víctimas y damnificados del momento se equiparabana los mártires de la Independencia y la Revolución, así como los médicos yrescatistas se identificaban con los héroes de antaño. Durante la ceremonia en laque se depositaron los Símbolos Patrios en el Monumento a la Revolución, elsecretario de Gobierno del Distrito Federal, Guillermo Cosío Vidaurri,reconoció explícitamente: “hoy de nuevo la Historia nos pone a prueba perohabremos de salir fortalecidos”. Al término de la ceremonia hubo una verbenapopular, “que provocó un rato de esparcimiento”.57Es indiscutible: a finales de1985 la Ciudad de México no estaba en condiciones de festejar, ni física nianímicamente.

2010: CONMEMORACIONES POLIFÓNICAS

¿Cuál fue la naturaleza de las conmemoraciones de 2010? ¿Cuál fue elcontexto que las enmarcó? Una vez revisados los anteriores aniversarios puedenadvertirse algunas de sus principales características. Para comenzar, en el año2010 el país seguía inmerso en la crisis económica mundial iniciada en 2009,una de las más severas de la historia según los expertos. Si bien a la ComisiónNacional Organizadora de los Festejos se le asignó un presupuesto de casi tresmil millones de pesos, lo cierto es que la crisis obligó a suprimir o modificar“varias de las actividades originalmente contempladas”.58De otra parte, si secomparan las recientes celebraciones con los anteriores aniversarios, lo primeroque debe subrayarse es el inédito contexto político e ideológico en el quetuvieron lugar las recientemente celebradas. Para comenzar, a diferencia de1910, 1921, 1960 y 1985, México cuenta hoy con un gobierno democrático ypluripartidista. Esto significa que el Ejecutivo federal ya no domina a lospoderes Legislativo y Judicial, como tampoco controla a los gobiernos estatalesy locales. Implica también que todas las instituciones políticas e instancias depoder contienen elementos provenientes de los principales partidos políticos.Cada uno de éstos cuenta con sus respectivas bases sociales, y todos tienen susparticulares posiciones ideológicas e historiográficas. La consecuencia fuetriple: por un lado, la ausencia del presidencialismo de antaño impidió –afortunadamente – que el propio Poder Ejecutivo definiera el valor de lospersonajes del pasado y el significado de nuestros procesos históricos.59De otraparte, resultó imposible – también afortunadamente – tener unas conmemora-ciones con una definición ideológica única. Sin embargo, la otra consecuenciade nuestro excesivamente confrontado pluripartidismo es que hubo muchasobstrucciones organizativas mutuas. En resumen, tuvimos libertad respecto a lasconmemoraciones, pero padecimos una considerable desorganización.

Una dificultad mayor que las meramente organizativas fue que las diferenciasentre las tres principales organizaciones partidistas del país son profundas yreales. Para comenzar, considérese que cierto sector de autoridades yfuncionarios procedentes del PRD – así como de Convergencia y del Partido delTrabajo – ni siquiera reconocen a las autoridades federales. En consecuencia, eldivorcio entre las comisiones encargadas de los festejos a nivel nacional y parael Distrito Federal era previsible.60Recuérdese que el gobierno de la Ciudad deMéxico adelantó sus conmemoraciones, asignando un especial valor a lossucesos de 1808 en la capital virreinal. Este divorcio fue el principal pero deninguna manera el único, y en ocasiones rebasó el nivel de las diferenciasideológicas para convertirse en abiertas descalificaciones y en auténticaslabores obstruccionistas.61También resultó comprensible que el origenpartidista de los gobernadores de los estados relevantes para ambosmovimientos – Guanajuato y Querétaro para la Independencia, o Coahuila,Chihuahua y Morelos para la Revolución62– definiera algunas particularidadesen las respectivas celebraciones regionales. Por ejemplo, parece que elgobernador de Guanajuato confundió el bicentenario de la Independencia conun inexacto cumpleaños de la Guerra Cristera, pues la principal actividadconmemorativa en este estado fue la instalación de la Expo Guanajuato Bicentenario , ubicada en Silao, frente al monumento a ‘Cristo Rey’, “insigniadel movimiento cristero”, y no en Dolores.63Peor aún, este problema tuvoincluso manifestaciones municipales: por ejemplo, el presidente municipal deDolores Hidalgo, el gobernador de Guanajuato y el presidente del paísprovienen del mismo partido, por lo que era previsible una celebracióntripartita, pero no pudo hacerse lo mismo el 20 de noviembre con el municipiode Puebla, para muchos ‘la cuna’ de la Revolución.

La posibilidad de este tipo de conflictos palidecía frente a la amenaza de losmismos en el Distrito Federal. La pregunta llegó a plantearse abiertamente:¿quién dominará el ‘Zócalo’ la noche del 15 de septiembre?, ¿dividirán ycompartirán la Plaza de la Constitución los gobiernos capitalino y federal?,¿habrá dos celebraciones en distinto horario? Incluso se rumoró la posibilidadde que el movimiento popular del excandidato presidencial Andrés ManuelLópez Obrador intentara ocupar el Zócalo, pues lo considera como un sitiopropio, simbólico de su movimiento. Además, el manejo político de la historiano es una estrategia desconocida para López Obrador, como lo prueba el usoque hizo de Benito Juárez durante su campaña del 2006.64El asunto se resolviódentro de los guiones previstos: hubo sólo un ‘grito’ en el Zócalo, encabezadopor el presidente, pero algunas autoridades capitalinas se quejaron de que elCentro Histórico de la ciudad había sido virtualmente “ocupado” por lasautoridades federales.65A su vez, López Obrador dio su propio ‘grito’ – el‘grito de los libres’ – en la ‘Plaza de las Tres Culturas’, también de enormesignificado histórico.66

Otro ingrediente en este tipo de polémicas y reclamos fue el ‘subcomandanteMarcos’, plenamente identificado con un héroe de la historia nacional y dequien se pensó que reclamaría a finales de noviembre el incumplimiento de laspropuestas agrarias de Zapata y los agravios que han padecido las etniasindígenas desde principios del siglo XVI.67Para sorpresa – y desilusión – demuchos, el ‘subcomandante’ Marcos se mantuvo en silencio, como lo ha hechoen los últimos años. Vinculada al neozapatismo está la antes muy extendidavisión cíclica de nuestra historia. De naturaleza más bien mítica, y muyidentificada con ‘el imaginario popular’, esta versión tiene más elementosagoreros que de racionalidad histórica. Acaso atendible durante los peores añosdel autoritarismo priista, entre los años sesenta y finales del decenio siguiente,la democratización del país hizo anacrónica e inútil esta visión, a pesar de locual algunos grupos intelectuales y políticos vinculados al guerrillerismomexicano inútilmente anunciaron que en el 2010 estallaría un tercer ciclo delucha popular y nacionalista en el país,68para cumplir puntualmente con unsupuesto destino ineluctable, y por esa misma razón inescrutable. Comoatinadamente se dijo, la violencia social no estallaría en el 2010, pues “Lahistoria no obedece a ningún libreto”.69

En rigor, el país padece hoy una ola de violencia de naturaleza comple-tamente distinta: delictiva y no sociopolítica. Como se dijo al principio, lasconmemoraciones históricas nacionales no sólo dependen de las condicionespolíticas y de la situación económica del país que festeja. También interviene laactitud mental que prevalezca entre sus habitantes. Es innegable: el miedopredominante en algunas regiones del país explica que en Ciudad Juárez,paradójicamente la población donde se selló el triunfo militar de la Revolucióncontra Porfirio Díaz, se hayan tenido que cancelar los festejos públicos.70

¿P OLIFONÍA O SIMPLE RUIDO ?

En términos historiográficos, las principales organizaciones partidistas tienendiferencias auténticas, que se expresan en sus respectivas visiones de la historianacional. Durante varios decenios, en ausencia de una cabal legitimaciónelectoral, los gobernantes emanados del PRI alegaron tener legitimidadhistórica. Su argumento puede sintetizarse así: la historia nacional está definidapor tres procesos benéficos e indisolublemente ligados – Independencia, Refor-ma y Revolución –, siendo el propio PRI una secuela de ellos, en tantoinstitución producida por la Revolución. Ignorando las enormes diferencias quehay entre cada uno de estos tres procesos,71el PRI sostiene que sus objetivos ypropuestas se nutren de ellos. Otra argumentación histórica del PRI consiste enalegar que han sido gobernantes suyos los únicos capaces de crear grandesinstituciones. Cierto es que durante los años dominados hegemónicamente porese partido se crearon provechosísimas instituciones económicas, educativas,políticas y sociales, pero cierto es también que la transición a la democraciaexige nuevas instituciones, propias del siglo XXI creadas y a crearse con elconcurso de las diferentes fuerzas políticas, cuya difícil colaboración haceextremadamente complicada su construcción.

Por lo que se refiere al PRD, debe recordarse que nació de la unión de doscomponentes originarios: uno fue un sector del PRI, que se escindió porconsiderar que el liderazgo del partido había adoptado posturas contrarias a susprincipios;72el otro ingrediente estaba compuesto por casi todas las principalescorrientes de la ‘izquierda’ mexicana, las que hacia 1988 decidieron asumir lavía electoral como único medio para alcanzar el poder. En términoshistoriográficos, ambos comparten su simpatía por la Independencia, laReforma y la Revolución mexicanas, con sus héroes y sus principios. Sinembargo, también los separan algunos elementos importantes, los que no debenser reducidos a simples matices: los antiguos priistas prefieren identificarse conlos procesos institucionales, los productos legislativos y los logrosgubernamentales; por su parte, quienes proceden de la ‘izquierda’ simpatizancon hechos y actores que muchas veces terminaron como procesos fallidos ocomo personajes vencidos: las huelgas de Cananea y Río Blanco, o VicenteGuerrero, Ricardo Flores Magón y Emiliano Zapata. Otro elemento que losdistingue es su visión internacional: el nacionalismo de los antiguos priistasfrente a la simpatía de los provenientes de la ‘izquierda’ por los héroesrevolucionarios extranjeros, particularmente latinoamericanos, lo que a veces serefleja en una comparación negativa para el proceso histórico mexicano.

En otro elemento historiográfico difieren los dos componentes originarios delPRD: quienes proceden de la ‘izquierda’ culpan al PRI de las represiones de quefueron víctimas, ya fuera como activistas del Partido Comunista, comomilitantes del movimiento estudiantil de 1968 o en tanto vinculados a algúngrupo guerrillero posterior. Sin embargo, para evitar polémicas internas oincluso escisiones, los ‘izquierdistas’ han personalizado la responsabilidad delas represiones en los expresidentes Luis Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz, loque facilita que los expriistas no las asuman como responsabilidad del aparatogubernamental del que formaban parte.

En cuanto al PAN, resulta comprensible que en las conmemoraciones pasadassus políticos fueron acusados por los del PRI, y por un número enorme deintelectuales, de no ser herederos ni continuadores de los procesos históricosnacionales, de ser unos advenedizos. El reclamo de los políticos del PRD y desus pensadores afines tiene un tono diferente: los acusan de ser auténticostraidores a nuestra historia.73De hecho, en esta acusación coinciden muchosintelectuales apartidistas, o incluso contrarios al PRI y al PRD.74Resultainnegable que la propia concepción historiográfica del PAN pareció no avenirseal objetivo natural de las conmemoraciones. Para los ideólogos de este partidola historia mexicana ha sido determinada por movimientos violentos, sobre todola Revolución, con más secuelas negativas que positivas. Muchos de los héroesnacionales les parecen ignorantes y demagogos, cuando no simples ambiciososde poder: entre estos últimos, Juárez; entre los primeros, Vicente Guerrero oVilla y Zapata.75De otra parte, los panistas no sólo han sido excluidos delproceso histórico nacional por los militantes de los otros partidos, alconsiderarlos herederos de elementos tenidos por nefastos, como Iturbide, SantaAnna, Maximiliano o Díaz.76De hecho, los propios panistas se hanautoexcluido del proceso histórico mexicano, construyendo una versiónalternativa en la que sus héroes no son populares ni radicales (Iturbide para elcaso de la Independencia; Madero para el de la Revolución) y el elementocohesionador en la historia del país no es la triada Independencia-Reforma-Revolución sino elementos como la religión católica y el mestizaje. Por último,en lugar de identificarse con los gobiernos posrevolucionarios, en lahistoriografía vinculada al PAN se enaltece a sus opositores, ya sean loscristeros o José Vasconcelos.77

Según los panistas, la interpretación que los priistas hacen de nuestra historiadescansa en un discurso elaborado desde el triunfo liberal, en la segunda mitaddel siglo XIX, continuado a lo largo de todo el siglo XX, cuyo objetivo esdemostrar que sólo las autoridades gubernamentales priistas pueden asumir elúnico proyecto de desarrollo adecuado para México, el formulado en laIndependencia, la Reforma y la Revolución. Así adquirían legitimidad histórica,lo que a su vez facilitaba sus triunfos electorales y permitía que su preeminenciafuera considerada natural, justa y pertinente. Contra este discurso históricolegitimador se lanzaron los panistas cuando comenzaron a alcanzar sus primerostriunfos electorales. En efecto, procedieron a hacer cambios en la nomenclaturaurbana, conscientes de que tales nombres, hechos y fechas se integran a laconciencia y a la memoria colectiva de los ciudadanos. El asunto no era trivial,pues la definición de la nomenclatura urbana es un acto de pedagogía política yde control ideológico.78Sin embargo, es indudable que las condiciones depluralidad ideológica del país y la composición pluripartidista del aparatogubernamental exigió que las conmemoraciones de 2010 fueran polifónicas.79Hubiera sido erróneo aprovechar las efemérides para intentar imponer la visiónpanista de la historia o para contravenir las visiones ya establecidas. En cambio,seguramente le hubiera convenido al PAN ubicarse como parte fundamental delmás reciente eslabón del complejo proceso histórico mexicano, el del periodo dela transición a la democracia, en lugar de insistir en identificarse como parte deotra historia.80

Uno de los aspectos más fuertemente criticados durante los últimos meses de2010 fue la preferencia que tuvieron las autoridades por la Independencia sobrela Revolución. Recuérdese, por ejemplo, que las principales construccioneshacían referencia al 1810, soslayando el 1910: Arco o Torre Bicentenario, luego‘Estela de Luz’; Parque Bicentenario, en la antigua refinería de Azcapotzalco, yExpo Bicentenario, en Guanajuato. Recuérdese también que fue mayor elpresupuesto otorgado al desfile lúdico del 15 de septiembre que al del 20 denoviembre – consistente en unas marionetas gigantes, también sin contenidohistórico –, el que incluso se canceló en Ciudad de México, habiendo tenidolugar en Guadalajara. Por último, considérese que sólo las osamentas de loshéroes independentistas merecieron la atención del gobierno federal,olvidándose de las de los revolucionarios. Cierto es que pudo aplicarse, porpartida doble, el principio de que ‘primero en tiempo es primero en derecho’:doscientos son más que cien y septiembre pasa antes que noviembre. Sinembargo, muchos analistas aseguraron que la única explicación a la desigualdaden el trato a ambas efemérides es que las autoridades panistas no simpatizan conla Revolución, con la que incluso tienen “un pleito de origen” y a la que vencomo sustento del régimen político que combatieron desde su fundación, en1939, a pesar de que pudieron alegar ser parcialmente herederos de Francisco I.Madero y de José Vasconcelos. De hecho, la crítica señalaba que los festejospor la Revolución se habían limitado a Madero, mientras que el recuerdo depersonajes como Villa y Zapata quedó “diluido”.81

Sería equivocado suponer que los mexicanos que votan por el PANconcuerdan cabalmente con su visión histórica. Seguramente son muchos losque rechazan al PRI contemporáneo, y también al PRD, pero que por otro ladoaprecian y comparten su visión del proceso histórico nacional. También sonmuchos mexicanos los que desde hace años prefieren una historia distinta a laversión impulsada por el PRI o el PRD. De otra forma no se explicaría elenorme éxito, en cuanto a número de lectores, de historiadores como CarlosPereyra, José Vasconcelos, José Bravo Ugarte, Alfonso Taracena, José FuentesMares y Carlos Alvear Acevedo, entre los de ayer,82a los que deben agregarse,entre otros, los nombres de Armando Ayala, Armando Fuentes Aguirre, mejorconocido como ‘Catón’, y Francisco Martín Moreno, entre los de hoy.83Ninguno de éstos se atreve a criticar a la Independencia, aunque todoscuestionan severamente a la Revolución. Muchos mexicanos comparten estapostura: resulta difícil simpatizar con un hecho histórico tan sangriento, como loprueba la popularidad de la aseveración sobre ‘el millón de muertos’, que paracolmo no ha podido cumplir con sus principales propuestas: cien años despuésno tenemos una democracia madura, las desigualdades sociales siguen siendoominosas y nuestra dependencia respecto a Estados Unidos es mayor que lahabida en 1910; más aún, al grupo gobernante emanado de la Revolución se leha criticado su autoritarismo y sus corrupciones. Esto explica el éxito de ventasde cualquier libro que cuestione por inútil a la Revolución.84

Sería igualmente equivocado suponer que en México sólo hay tres versionesde nuestra historia: la que podría identificarse como canónica u oficial;85la queinsiste en que la historia del país está definida por una lucha de clases en la quesiempre han salido derrotadas las clases populares, y la que critica los excesosde violencia y el radicalismo programático de nuestros tres momentosfundacionales. Existe además, desde hace un par de decenios, una cuartaversión, cada vez más difundida, que se identifica con un amplio sector de losciudadanos no partidistas y de mayor nivel educativo. Esta versión de la historiase nutre en dos fuentes: por un lado, en los avances de la historiografíaprofesional que han podido trascender los ámbitos académicos; por el otro, en lacreciente oferta de diversos productos historiográficos, ya sean programasradiofónicos o televisivos, filmes de tema histórico y hasta novelas ‘históricas’,biografías ‘noveladas’ o libros de difusión hechos por profesionales.86Seguramente este numeroso sector de ciudadanos fue responsable del éxito dedos revistas independientes, una de acceso general, la otra más elitista, ambasproducto de la iniciativa privada, sin vínculos con institución académica alguna,que aparecieron con motivo de las conmemoraciones y que se caracterizan porexpresar una versión ‘refrescante’ de nuestro pasado.87Lo mismo podría decirsede la telenovela “Gritos de muerte y libertad”, que reconstruyó en treceepisodios nuestra guerra de Independencia.88

D IAGNÓSTICO Y EVALUACIÓN

Concluyo reiterando que el carácter y dimensión de las conmemoracioneshistóricas depende de las condiciones políticas y económicas del país quefesteja y de la ideología – que obviamente incluye su conciencia histórica – delos responsables de las celebraciones. Por tanto, es de lamentarse el terribleimpacto de la crisis económica en lo referente a la construcción de grandesobras, ya fueran de significado histórico o de beneficio colectivo, pues obligó aque fueran pocas y causó que buen número de ellas quedaran inconclusas.89Esde señalarse que estos retrasos y cancelaciones afectaron a casi todos losgobiernos, no sólo al federal.90A diferencia del factor económico, de efectosperversos, la situación política del país trajo secuelas negativas y positivas.Entre las primeras, las descalificaciones y obstrucciones constantes ygeneralizadas entre las diversas comisiones organizadoras.91Entre las segundas,debe reconocerse que el gobierno nacional no pretendió imponer su visiónhistórica, por lo que no se redujo a una sola voz la versión de la historiadifundida. A diferencia de las conmemoraciones de 1910, 1921, 1960 y 1985,que fueron casi monódicas, las del año 2010 fueron plenamente polifónicas.

Es evidente que otros factores además de los políticos, económicos eideológicos determinan este tipo de conmemoraciones. En efecto, son decisivasla tradición cultural del país que festeja, su nivel de avance tecnológico y suscondiciones sociológicas. Así, en la sociedad de masas urbanas predominanteen México a partir de la segunda mitad del siglo XX, la exigencia deespectáculos lúdicos es decisiva en este tipo de conmemoraciones. Escomprensible, por lo tanto, que hayan habido competencias deportivas,concursos musicales y verbenas cívicas, pues las conmemoraciones no puedenser solamente reflexivas. Serían anestesiantes. La historia no es propiedad delos historiadores. Más aún, dado que hoy en día, en México y el resto delmundo, los espectáculos lúdicos masivos están vinculados a los medioselectrónicos de comunicación visual, resulta comprensible haber tenido festejoscívicos mínimamente presenciales y mayoritariamente televisivos. El másimportante, obviamente, fue el desfile del 15 de septiembre, encargado a unaustraliano experto en espectáculos deportivos. Tal decisión fue muy discutida ycriticada. El problema no es que fueran espectáculos lúdicos, sino que tuvieronun costo altísimo y carecieron de contenido histórico, lo que impidió que seaprovechara la oportunidad de mejorar el nivel de conocimiento histórico en lapoblación92y que se pudiera identificar el desfile con la efemérides que secelebraba, como bien se había hecho en 1910. En particular fue muy criticada laerección efímera de un ‘coloso’ la noche del 15 de septiembre en el Zócalocapitalino, pues el prototipo fue Benjamín Argumedo, quien en 1910 luchócontra Porfirio Díaz pero luego se hizo “contrarrevolucionario”. Mientras que elescultor del ‘coloso’ alegó que se había inspirado en Argumedo por su aspectofísico – por sus “bigotes súper revolucionarios” – y no por su posición político-ideológica, la Secretaría de Educación Pública señaló que la figura no retrataba“a ningún personaje en particular”, sino que representaba “anónimamente a loscientos de miles de mexicanos, campesinos […] que lucharon por laIndependencia”.93

La tradición cultural, la idiosincrasia, también es determinante en este tipo deconmemoraciones, como lo es el nivel de desarrollo tecnológico. Pensemos enalguna combinación de ambos factores: en 2010 tuvimos hasta pruebas deantropología forense con las osamentas de los principales héroesindependentistas. Es indudable que este ejercicio estaba vinculado a nuestrasdos tradiciones religiosas, la prehispánica y la católica, ambas coincidentes ensu necrofilia, ya sea por el culto a los muertos en la cultura mesoamericana opor el gusto por las reliquias del catolicismo español.94Si bien en lasconmemoraciones de 1910 y 1960 también hubo actos definibles comonecrofílicos, ya sea la visita oficial a la Catedral, en 1910, para honrar los restosde los héroes, o el traslado en 1960 de los restos de Madero al Monumento a laRevolución, en 2010, año de una brutal violencia delictiva, la exhibición de losrestos óseos de nuestros héroes pareció a muchos una decisión desafortunada,de mal gusto.

Como ya se dijo, las conmemoraciones históricas siempre están vinculadas ala tecnología disponible en el momento de los festejos. México no fue laexcepción. Contra quienes aseguraron que fue poco lo que se hizo, es precisoseñalar que las conmemoraciones del 2010 fueron básicamente electrónicas. Enefecto, algunos de los programas más exitosos fueron la serie televisiva“Discutamos México”, en la que debatieron cerca de 500 intelectuales a lo largode 150 programas. Por televisión se transmitieron, además, las series ‘LaHistoria en Breve’, de 39 documentales, y ‘La Historia en Corto’, con 76“cápsulas de divulgación histórica”. Asimismo, casi todo el 2010 se transmitióel programa Radio 2010, por Internet, con comentarios y noticias vinculadas alas efemérides las 24 horas del día. Reflejo de los tiempos, se contó con unPortal Bicentenario, que tuvo más de doce millones de ‘visitas’, y la telefoníacelular dio lugar al programa ‘México es mi Museo’, con breves mensajes sobre2010 sitios históricos del país.95No fue poco lo que se hizo: fue diferente, fuepropio de los inicios del siglo XXI.

Por lo que respecta a la estructura social, a diferencia de las cuatro cele-braciones anteriores, para la del 2010 el país contaba ya con una sólida sociedadcivil, desde la que se lanzó una campaña – “Iniciativa México” – para descubrirnuevos héroes, anónimos y ajenos al aparato estatal, héroes suyos, ciudadanos.Aunque acaso confundía la participación protagónica en la construcción de lanación con algún loable esfuerzo filantrópico, lo cierto es que este programa notenía antecedentes en las conmemoraciones anteriores. Fue producto de lasociedad civil, no del aparato gubernamental. Finalmente, y otra vez adiferencia de las conmemoraciones anteriores, la Iglesia católica pudo participaren los debates historiográficos del año pasado, tratando de matizar laexcomunión que el Vaticano impuso a los héroes independendistas; además,seguramente en imitación a la exposición “México: 200 años. La Patria enConstrucción”, ofrecieron exhibir los restos de Iturbide en la Capilla de SanFelipe de Jesús de la Catedral Metropolitana; por último, se publicó la ‘cartapastoral’ titulada “Conmemorar nuestra historia desde la fe paracomprometernos hoy con nuestra patria”.96

Ni lo lamentemos ni lo rechacemos. Todo esto, y más, influyó en el carácterde nuestras conmemoraciones del 2010. Por eso fueron un tema tan popular ypolémico. Las conmemoraciones son historia y política, son pasado y presente.Como casi todo velorio popular mexicano, combinan seriedad con festejo. Aunasí, ojalá podamos aprovechar que, como no sucedió en ninguna de las cuatroconmemoraciones previas – 1910, 1921, 1960 y 1985 –, cuando se vivía en unatotal homogeneidad ideológica y política, hayamos tenido en 2010 unasconmemoraciones que se caracterizaron por la pluralidad y la polémica. Enrealidad, cada una de las cinco celebraciones tuvo sus características distintivas,propias de su coyuntura y contexto: las de 1910 fueron construccionistas,fastuosas, internacionales, y personalistas; las de 1921 fueron sobrias,nacionalistas y populares; las de 1960 fueron autocomplacientes; las de 1985fueron librescas y contaron con un imaginativo recorrido de la campana deDolores y del manuscrito original de la Constitución de 1917, quedesgraciadamente tuvo un final triste por el sismo capitalino del 19 deseptiembre; finalmente, las del 2010 fueron conmemoraciones electrónicas ypolifónicas; sobre todo, estuvieron expuestas, por primera vez, a todo tipo decríticas. A pesar de las muchas dificultades que enfrentaron y de las numerosasdecisiones equivocadas, por no decir absurdas, las recientes celebracionesfueron provechosas. Pudieron ser mejores, indudablemente. Sin embargo, puedeasegurarse que el contexto en el que se dieron fue peor que los resultadosobtenidos.

Z USAMMENFASSUNG

G ESCHICHTSPOLITIK IN M EXIKO . D IE F EIERLICHKEITEN VON 2010

Anlässlich der doppelten Feierlichkeiten, die 2010 in Mexiko an den 200.Jahrestag der Unabhängigkeit und an den 100. Jahrestag des Beginns derMexikanischen Revolution erinnert haben, analysiert der vorliegende Text dieArt und Weise, wie das Land mit den beiden Ereignissen umgegangen ist, undgeht davon aus, das jede nationale historische Erinnerung von politischen,wirtschaftlichen und gesellschaftlichen Faktoren sowie durch das vor-herrschende historische Bewusstsein geprägt ist. Dazu werden zurückliegendeFeierlichkeiten untersucht: die Hundertjahrfeier der Unabhängigkeit (1910), dieihres endgültigen Zustandekommens (1921), die 150-Jahrfeier der Unabhängig-keit, die 50-Jahrfeier der Revolution (1960) und die 175- bzw. 75-Jahrfeiernbeider Ereignisse (1985). Vor diesem Hintergrund werden die aktuellenFeierlichkeiten bewertet und im Kontext der 2009 begonnenen Weltwirtschafts-krise und ihrer Folgen für das Budget der Feiern betrachtet, wobei auch dieExistenz einer demokratischen Mehrparteienregierung und die Tendenz zuKonfrontation, Unordnung und Chaos bei der Organisation der Feiern eineRolle spielen. Daher kann 2010 von polyphonen Feierlichkeiten gesprochenwerden. Ausgehend von dieser Polyphonie analysiert der Beitrag dieverschiedenen Versionen der Nationalgeschichte, die zum Ausdruck kamen undvon der Ideologie der wichtigsten politischen Kräfte geprägt waren.Gleichzeitig ist aber auch die Existenz einer „erfrischenden“ Version dermexikanischen Vergangenheit hervorzuheben, die genährt wird von denFortschritten der professionellen Geschichtswissenschaft und der Verbreitungvon professionell produzierten audiovisuellen und schriftlichen Materialien.Abschließend kann man sagen, dass die Feierlichkeiten trotz der Schwierig-keiten und der teilweise problematischen Entscheidungsfindung heterogen undkonfliktreich, aber auch gewinnbringend waren.

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III. HELDEN UND SCHURKEN / HÉROES Y CANALLAS

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M ICHAEL Z EUSKE

Die Independencia (wörtlich: Unabhängigkeit) wird in den meisten Arbeiten(auch in den Arbeiten der Leipziger Schule der vergleichenden Revolutions-forschung) bewusst oder unbewusst als geschlossener Raum-Zeit-Komplexinterpretiert, meist in den chronologischen Grenzen 1810-1824/26 (oder 1830),mit so genannten „Vorläufern“ ( precursores wie Francisco de Miranda oderManuel Gual und José María España) sowie großen Anführern (Hidalgo,Morelos, Bolívar, San Martín) im gigantischen Rahmen des SpanischenImperiums – von Mexiko im Norden bis Chile und Buenos Aires im Süden. DerHauptinhalt dieser „Independencia“ war, der liberalen Tradition der latein-amerikanischen Historiografie, dem Begriff, der selber ein Ergebnis derliberalen Konstruktionen und Mythen ist, und vor allem der marxistischenFormationstheorie folgend, die revolutionäre Befreiung von der Kolonial-herrschaft Spaniens. Im weiteren Sinne waren wesentliche Ergebnisse derArbeiten der Leipziger Revolutionshistoriker Vergleiche und Systematikenbürgerlicher sowie antikolonialer Revolutionen auf Basis einer Historisierungmarxistischer Revolutionstheorien und liberaler Geschichtsinterpretationen.Auch die Anwendung des Leninschen Konzepts des Revolutionszyklus’ warwichtig. Auf jeden Fall stellen die Kategorien des Revolutionszyklus und desvon Walter Markov, vor allem aber von Manfred Kossok am Beispiel der„Independencia“ geprägten Begriffs der „unvollendeten Revolution“ alsBeschreibung der vielen Revolutionen, Umstürze, Rebellionen undgewaltsamen Konflikte wichtige Konzepte dar.1

Kritik an der Darstellung der „Independencia“ 1810-1826 als „Revolution derkreolischen Oberschichten“ kam vor allem aus der Sozialgeschichte, derentstehenden Geschichte „von unten“ und aus einer eher soziologischoperierenden Zivilisationstheorie à la Elias, die auf Elemente der Gewalt-soziologie zurückgriff.

Die Sozialgeschichte, bis in die 1990er Jahre noch sehr stark auch aufWirtschafts- und Strukturgeschichte ausgerichtet, kritisierte vor allem, dass sichauf dem Agrarsektor als Primärsektor der Gesellschaft nichts geändert hat. ImGegenteil, ungeteilter Großgrundbesitz ( hacienda , mayorazgo ) und extensiveMonopol-Exportwirtschaften wurden sogar noch ausgebaut, die Sklaverei untereiner anderen Bezeichnung bis in die 1850er Jahre beibehalten. Der Einfluss derGroßgrundbesitzer stieg.2Die Gesellschaften schwankten zwischen export-geleiteter „commodity lottery“ und „commodity specialization“. Mit denallgemeinen Schwierigkeiten der kreolischen Staatsversuche und dem Scheiternder ersten transatlantischen Investitions- und Verschuldungswelle in den 1820erJahren kam es zu chronischer Schwäche und Ineffizienz der neuen Staaten, beidenen die zentralen Eliten im Grunde in komplizierten Beziehungen zuregionalen und lokalen Eliten standen, immer aber auf Basis von Großgrund-besitz und Zwangsformen der Arbeit. Das spanische Kronmonopol der Sklaven-belieferung, gemeinhin als „asiento“ bekannt, die Schmuggelkonkurrenz derEngländer, Franzosen und Niederländer sowie der Zusammenbruch derAtlantisierung (Sklaven aus Afrika) zwischen 1791 und 1808 zog, parallel zuden Unabhängigkeitsbewegungen, die mit ihren Zerstörungen ein Übriges taten,eine verschärfte Ausbeutung und Marginalisierung der Masse der ein-heimischen Bauernbevölkerungen nach sich. Auch wenn fast immer so getanwird, als sei Sklaverei für Venezuela und Neu-Granada im Zusammenhang mitder Krise des Kolonialsystems nicht so wichtig gewesen – in der Realgeschichtewaren Funktionieren oder Nichtfunktionieren von Sklavenhandel und Sklavereider Grund für fast alles. Im Grunde kann man die etwas überspitzte Theseformulieren, dass die Mythen der „Independencia“ erfunden und konstruiertworden sind, um diese fundamentale Bedeutung des slaving -Komplexes(inklusive der Bedeutung der Atlantisierung durch organisierte Regelmäßigkeitder Zufuhr von menschlichen Körpern als Kapital und Arbeitskraft aus Afrikaüber den Atlantik3) der amerikanischen Eliten zu verdecken.4Zusammen mitder Restauration von Großgrundbesitz und Sklaverei sowie den Expansionen inbislang autonome Räume (Gemeinbesitz indianischer Völker, Palenques/Cimarrones, Flucht- und Widerstandskulturen) kam es zwischen 1825 und 1870und nochmals zwischen 1888 und 1910 zu verschärfter Rebellions- und Wider-standsbereitschaft.5Insgesamt entstand durch die Nichtlösung der Agrarfrageund der Expansion des Großgrundbesitzes gegen andere Kulturen eineexplosive Gewaltkultur, die die Basis für Caudillos bildete. Zugleich – in derInterpretation der Revolutionsgeschichte – bildete die rurale Rebellionsbereit-schaft die Basis für unvollendete Revolutionen und Revolutionszyklen.

Die entstehende antielitäre Geschichte von unten, noch vor dem Boom der Subaltern Studies an der Universitat de Barcelona auf breiter Quellenbasis vorallem von Miquel Izard betrieben, kritisierte überhaupt und generell dieVerbindung zwischen kreolischer Oligarchie und „Revolution“. Die Oligarchiehabe aus Angst vor einer Revolution von unten – Izard hatte vor allem dieViehzüchter- und Reiterkulturen der llaneros im Auge – eher eine präventiveKonterrevolution gegen das Übergreifen von revolutionärem Gedankengut undrevolutionärer Aktion aus Haiti auf die Großgruppe der pardos (Farbige)angeführt. Einzelne Vertreter der Oligarchie hätten zwangsweise zeitweiligeAllianzen mit den llaneros , pardos , freien Schwarzen ( morenos ) und Sklaveneingehen müssen und Venezuela seit 1830 unter liberalen Konzepten in dieÜberflussgesellschaft des Nordatlantiks geführt.6Der oligarchisch-patriotischeIndependencia-Mythos sei dabei seit den 1840er Jahren als Manipulationeingesetzt worden.

Die am weitesten von der vergleichenden Revolutions geschichte , wie sie inLeipzig einst praktiziert wurde, distante historische Gewaltsoziologie lehnt eineBestimmung als „Revolution“ vollständig ab bzw. der Revolutionsbegriff istgegenstandslos für sie.7Im Geschichtsbild der Gewaltsoziologie führte derZusammenbruch des Kolonialstaates, meist von den Grenzen und besonders vonViehjagdgrenzen oder -räumen her, zur Entstehung eines kompetitiven Gewalt-marktes, auf dem direkte Gewalt gegen menschliche Körper von kriegerischenGewaltakteuren ( caudillos ) ausgeübt wurde, die damit die Gewalt lokal undregional territorialisierten. Auf dieser Basis konnte es im besten Falle nachrelativ langer Zeit zu einer neuen Zentralisierung des Gewalt unter einemerfolgreichen Caudillo kommen, der dann sozusagen die Staatsgrenzen miteinem neuen Gewaltmonopol ausfüllte, die Gewaltmärkte und -räumepazifizierte bzw. diese erst einmal überhaupt definieren und gegen Kon-kurrenten fixieren konnte. Die historische Gewaltsoziologie konzentrierte sichauf das Phänomen Krieg und direkte Gewalt gegen Körper bei Vernach-lässigung aller rudimentär vorhandenen Ansätze einer zivilen Politik oder etwades mittlerweile breit nachgewiesenen „Republikanismus“ von unten.8

Keiner dieser drei Ansätze setzte völlig auf die patriotische Raum-Zeit-Konstruktion der „Independencia“ mit ihren jeweiligen Vorläufer-und-Helden-Mythen, wie sie die liberale Historiographie konstruiert hatte und wie sie immerwieder in Jahrestagen und Nationalfeiern zelebriert wurde und wird, akzeptiertesie aber oft stillschweigend. Am deutlichsten entwickelte Miquel Izard in seiner„Chronologie der angekündigten Gewalt“ eine sozialgeschichtliche Gegen-perspektive der longue durée (1760-1900).9

Meine eigene Interpretation der Krise der Kolonialgesellschaft10war nebender grundsätzlichen frühen Prägung durch Walter Markov und Manfred Kossoksowie meiner eigenen Vorliebe für akteurszentrierte life histories undProsopographie zunächst sehr stark von Miquel Izard und der Schule vonBarcelona (Javier Laviña) beeinflusst.11Zu den weiteren Hauptetappen undHistoriographien, die die vorliegende Interpretation der „Independencia“ seit1990 beeinflusst haben, gehört zunächst die akteurs- und gruppenzentriertePolitik-, Medien- und Ideengeschichte nach François-Xavier Guerra12sowie dieebenfalls akteurszentrierte Kritik der Nationalgeschichtsschreibung und dieneue Ideengeschichte vor allem in Kolumbien.13Der wichtigste Einfluss aberkam aus einer Abkehr von der Geschichte der Eliten. Diese relative Abkehr vonder Politikgeschichte und von der Geschichte der kanonisierten Independenciasowie der Eliten (im Revolutionsgeschichtsjargon „Hegemonie“) bedeutete eineHinwendung zu anthropologisch-historischer Feldforschung seit 1993 und zurakteurszentrierte microstoria der Sklavinnen und Sklaven sowie ihrerNachkommen in der Karibik.14Vor allem aus dieser Perspektive sollte diefolgende Interpretation der Krise des Kolonialstaates in Spanisch-Amerika undder so genannten Independencia gelesen werden.

Ich will eine entscheidenden Etappe der Krise des Kolonialstaates und derKonstruktion liberaler Staaten im nördlichen Südamerika hier mit einem Fokusauf Venezuela unter drei Gesichtspunkten darstellen: erstens „ohne Bolívar“,will sagen, „ohne Bolívar-Mythos“, zweitens als „Unabhängigkeit mitSklaverei“ und drittens unter Konzentration auf breitere soziale Bewegungen,Sklaven und „Republikanismus“ sowie Antisklaverei von unten, die zum Teilvöllig andere Chronologien aufweisen und Räume als die kanonisierteIndependencia 1810-1826 belegen. Zum Schluss möchte ich gerne kurzdarstellen, wie und warum der Mythos der „Independencia mit Bolívar“ alsgeschlossener Raum-Zeit-Komplex (1810-1826) vor allem seit 1870 konstruiertworden ist.

Wir werden sehen, dass für eine solche Darstellung der Zeit zwischen1808/1810 und mindestens 1870 die beschreibenden Konzepte „Revolutions-zyklus“ und „unvollendete Revolution“ recht nützlich sind. Damit klar wird,dass ich mich nicht ganz von der Geschichte der Eliten abgewandt habe: Einermeiner Hauptzeugen ist Alexander von Humboldt.

B IS 1808/10: E INE G ESCHICHTE OHNE V ORLÄUFER , OHNE B OLÍVAR UND OHNE REALE R EVOLUTION IN S PANISCH -A MERIKA , ABER MIT DER

S KLAVENREVOLUTION AUF H AITI

Die eigentliche Revolution in der Karibik, die das gesamte 19. Jahrhundertund den gesamten atlantischen Raum beeinflusste, war die Sklavenrevolutionvon Saint-Domingue/ Haiti (1791-1803). Als radikaler Umbruch war dieSklavenrevolution einmalig. Sie brach mit Kolonie und Sklaverei. Sie fand stattin Form radikalster und grausamster innerer und äußerer Kriege, u.a. gegen diedrei Supermächte der Zeit Großbritannien, Frankreich und Spanien. Damit kamdie radikale Revolution für die Unabhängigkeit einschließlich der Abolition derSklaverei zusammen mit der Formierung eines neuen Ethnos – den Haitianern,in der neuen Verfassung auch nègre (Neger) genannt – ins Spiel.15DieseRevolution bestand für die Eliten Venezuelas zunächst aus Diskursen undmündlichen Nachrichten sowie individuellen Kontakten, aber sie war ungleichrealer als die anderen Revolutions- und Nationsdiskurse. Zwischen Venezuela,Saint-Domingue, der Karibik und den anderen französischen Kolonienbestanden Tausende von Verbindungen, Handelswegen, Reisen, Besuchen,Familienbande, Fluchtrouten von Sklaven, Briefwechsel etc. Eine ungleichhöhere Anzahl realer Menschen aus Saint-Domingue (oder aus Venezuela aufSaint-Domingue), und seien es Soldaten des spanischen Militärs, die in Saint-Domingue kämpften, stellten Akteure dieser Verbindungen dar. Caribe (Karibik) wurde zur Chiffre für den Typus einer antikolonialen Unabhängig-keitsrevolution mit radikaler Zerstörung der Sklaverei und des großenLandeigentums. Ein Albtraum für die sklavenhaltenden Eliten Spanisch-Amerikas, zugleich aber eine große Chance der Entwicklung der Plantagen-Exportproduktion mit Massensklaverei außerhalb von Saint-Domingue, die vorallem von Kubas Elite im 19. Jahrhundert genutzt wurde. Politisch reagiertendie Oligarchien Venezuelas mit Hysterie und Verweigerung jeglicherVeränderung, besonders seit 1805. Sie verweigerten auch die Modernisierungder großen Exportproduktion, wie sie auf Kuba mit der Zerschlagung derHaciendas stattgefunden hatte.16Die Eliten Venezuelas befürchteten vor allemein Übergreifen von „Haiti“ auf die Mehrheit der pardo -Bevölkerung, derenmännlicher Teil auch die Masse der Milizen stellte. Unter den pardos hatte sichmit den pardos beneméritos auch eine wohlhabende Gruppe entwickelt, dieselbst Sklaven besaß und auf mehr politische Rechte und Führungspositionendrängte.17

In dieser Situation kam Alexander von Humboldt nach Venezuela. Humboldtkam als Feind des Jakobinismus und als Feind der Sklaverei (und desSklavenhandels) nach Amerika.18Auf Basis seiner publizierten Schriften ist einBild konstruiert worden, Humboldt habe die Unabhängigkeit der Eliten undSimón Bolívars entscheidend beeinflusst.19Die Lektüre seiner auf der Reisedurch Venezuela geschriebenen Forschungstagebücher zeigt aber etwas ganzanderes.20In den Tagebüchern finden sich weder kreolische Revolution, noch precursores , noch Bolívar. Während des Venezuelaaufenthaltes entwickelteHumboldt ein rhizomartiges Schreiben über „Sklaven“ und „Sklaverei“.21Dabeigeriet seine Ablehnung der Sklaverei nach und nach auf die Höhe seinerAblehnung der gewaltsamen Revolution als Mittel der Politik. Beides richtetesich gegen zwei Gruppen, die kaum zehn Jahre später die kreolischenUnabhängigkeitsbewegungen Spanisch-Amerikas anführten: erstens gegen die„Generation der Unabhängigkeit“ aus den Reihen der Mantuanos, die zur ZeitHumboldts noch als Anhänger einer Art kolonialer Autonomie firmierten.22Über einen Repräsentanten der kreolischen Oligarchie von Caracas, AntonioFernández de León, der zu den Trägern des ersten Autonomieversuches von1810 gehörte, hält Humboldt in seinem Tagebuch fest: „Tapatapa (2.000Sklaven, Añil, die große hac[ienda] des räuberischen Bruders eines nochräuberischeren und sehr klugen Intendenten, Antonio León)“.23Der IntendantFernández de León war später Vocal des Consejo de Regencia in Cádiz. SeinBruder, der reiche Kaufherr Antonio F. de León, gehörte 1808 zu denStimmführern der „Conjuración de los Mantuanos“.24Er wurde nach Spanienverbannt und kaufte dort mit Hilfe seines Bruders Esteban den Hochadelstiteleines Marqués de Casa León. Miranda ernannte ihn 1812 zum Director Generalde las Rentas de la Confederación Americana de Venezuela. Nach derRückeroberung von Caracas unter Leitung des spanischen Offiziers Monteverdewar er Intendente de Ejército y Real Hacienda (1812-1813), als die kreolischenMilizoffiziere unter Bolívar Caracas 1813 zurückeroberten, wurde Fernández deLeón Director de las Rentas del Estado, schließlich unter dem royalistischenLlanero-Anführer José Tomás Boves Jefe Político de la Provincia undPresidente del Tribunal Supremo. Pablo Morillo verbannte ihn 1816 wiedernach Spanien. Nach dem Sieg der Truppen unter Bolívar und José Antonio Páezemigrierte Fernández de León zuerst nach Curaçao und lebte dann in derspanischen Kolonie Puerto Rico von Lebensrente, die ihm sein Freund Bolívarausgesetzt hatte.25

Humboldts Ablehnung richtete sich zweitens gegen die soziale Großgruppe(im kolonialen Jargon „Kaste“) der pardos .26Die Kreolen lehnte Humboldt abwegen ihrer Gewöhnung an koloniale Gewalt und ihrer Anhängerschaft zum„französischen“ Terrorismus, wegen ihres Rassismus und wegen ihresWunsches, eine „weiße“ Republik zu gründen. Hier mischten sich beideGrundfeindschaften Humboldts – die gegen die Sklaverei und die gegen eine„weiße“ Republik von Terroristen. Bei den pardos liegt der Fall etwaskomplizierter. An der Einschätzung der „afro“-amerikanischen Ästhetik undKultur der pardos , an ihrer populären Transkulturierung europäischer Werte,endet Humboldts eigener, auf griechisch-römischer Wurzel aufsetzender Trans-kulturalismus.

Die Beobachtungen und Gespräche Humboldts mit den Vertretern derkreolischen Oligarchie, von denen einige zu herausragenden Independentistaswurden, zeigen, dass vor 1810 in Caracas und den Plantagengebieten derOligarchie drei fundamentale Ziele existierten:

1) Die Oligarchien strebten einen eigenen Staat in Form einer „Republik“ an(wie in Frankreich oder Nordamerika).27

2) Die Republik sollte allerdings nicht alle Bewohner und sozialen Gruppendes jeweiligen Territoriums repräsentieren oder ihnen gar Partizipationgewähren. Es sollte vielmehr, und Humboldt hebt diese Grundidee derSklavereioligarchien mehrfach hervor, eine „república blanca“, eine „weißeRepublik“, eine Republik der weißen Sklavenhalter sein. Dieser Staat sollte vorallem dafür sorgen, dass die für die Oligarchie von Caracas positivenErgebnisse der bourbonischen Reformen erhalten blieben (die Zentralisierungder neuen Machträume in der Provinz Caracas und in der Stadt Caracas).Zugleich sollte diese Republik im direkten Interesse der Sklavenbesitzer dieEinflüsse der Sklavenrevolution von Haiti von Venezuela fernhalten und einÜbergreifen der sozialen Revolution auf die Großgruppe der pardos verhindern.Damit glaubten die Sklavenhalter, zu denen auch einige reich gewordene pardos zählten, ein Instrument zu haben, das es ihnen mit Hilfe der Staatsgewaltund der Legislative ermöglichte, Sklavinnen und Sklaven sowie die Masse derarmen „freien“ Farbigen, die pardos , besser zu disziplinieren und zukontrollieren. Die pardos repräsentierten im Zensus der Kolonie über 50% derBevölkerung von ca. 800.000-1.000.000, während die Oligarchien niemals aufmehr als 0,3-05% der Bevölkerung kamen.

3) Wegen des Zieles einer „weißen Republik“ bewunderten die Sklaven-halteroligarchien Venezuelas die französischen Revolutionäre – nicht etwa sosehr in Frankreich, sondern in der Karibik, auch wenn sie sie verbal als„Ketzer“ verunglimpften. Die Bewunderung entsprang der Erfahrung (und denInformationen), dass die französischen Militärs, oft oder gar meist Jakobiner,ihre terroristischen Mittel der Politik und der Gewaltanwendung gegenMenschen und vor allem Anführer der „anderen Revolution“, der sozialenRevolution der Sklaven und freien Farbigen, richteten. Die entscheidendenEtappen der Revolution auf Saint-Domingue, die Siege und VersucheToussaints, einen neuen Nicht-Sklaverei-Staat und eine „nicht-weiße“ Republikim Zentrum der Sklaverei-Karibik zu gründen sowie die napoleonische Invasion(1799-1802/1803) zur Repression dieser Versuche und zur Wiedereinführungder Sklaverei fanden parallel zum Aufenthalt Humboldts auf der Tierra firmeund auf Kuba und sozusagen parallel zu den Gesprächen Humboldts auf denKakao- und Zuckerplantagen der venezolanischen Mantuano-Elite statt. Eswaren diese Gespräche, die Humboldt veranlassten, eine solch abfälligeMeinung über die Mantuanos in sein Tagebuch zu schreiben.

Humboldt hatte als Feind der Revolution und der Sklaverei durchaus festgestellt, dass im Bereich der großen Karibik (Tierra firme), als deren Zentrum erspäter Kuba fixierte, um 1800 zwei Typen von Revolutionen präsent waren:

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eine reale gegen die Sklaverei und gegen Unterdrückung und Ausbeutung derSklaven und der Masse der freien Farbigen seitens der Sklavenhalter-Oligarchien sowie andererseits Revolutionsvorstellungen auf Seiten eben dieserOligarchien, die sich am terroristischen Vorgehen der Franzosen gegen dieschwarzen Revolutionäre von Saint-Domingue orientierten, aber zugleichliberale Staats- und Gesellschaftsvorstellungen aufnahmen. Die Revolutions-vorstellungen der Oligarchien realisierten sich dann ab 1810 genau in den vonHumboldt kritisierten Bahnen: Die Masse der kreolischen Oligarchien versuchtedurch eine Art Coup 1810/11 eine „weiße Republik“ zu etablieren. Als es zumGegenschlag sozialer Bewegungen, Sklaven, der Kirche und spanischerOffiziere kam, ließ die große Masse der Oligarchie jeden Gedanken anRevolution fallen. Nur eine radikale Minderheit blieb, fast alle waren vonHumboldt in seinem Tagebuch erwähnt worden, die zu terroristischen Mittelngriff und den „Krieg bis zur Ausrottung“ ( guerra a muerte ) proklamierte. Erstdurch Terror und Allianzen mit Haiti, Teilen der pardos und Teilen der llaneros kam es zu militärischen Erfolgen, die – ich verkürze sehr stark – ab 1830 wiederin eines der Hauptziele der Oligarchien mündeten: die „weiße Republik“ mitRestauration und Ausbau des Großgrundbesitzes und verschärfter Sklaverei.Die Kämpfe, die 1830 keineswegs endeten, wiesen kaum chronologische odergar räumlich Kontinuität oder Kontingenz auf. Ganz im Gegenteil, bezieht mandie spanisch-imperialen Restabilisierungsversuche bis 1821 oder 1826 und diekreolischen Staatsversuche (wie „Groß“-Kolumbien, 1819-1830) mit ein, war esein gigantisches Diskontinuum

Zurück zur Zeit vor 1810. In der Karibik kam es zu vielen Rebellions-Versuchen, die durch Saint-Domingue beeinflusst und inspiriert waren. DieFurcht der Eliten war mit Händen greifbar. Das verstärkte ihre Gewalt-bereitschaft.28Humboldt, obwohl Feind der Revolution als Mittel der Politik,begriff sehr gut die Legitimität der Sklavenrevolution und die Illegitimität derRevolutionsvorstellungen der Eliten. Humboldt analisierte die Gründe derSklavenrevolution – mit wissenschaftlichen Mitteln, die heute noch Standardsind (wenn auch weniger in der Kulturgeschichte): Demographie, Wirtschafts-,Raum- und Strukturgeschichte, Vergleich, Historiographie und Dokumenten-analyse.29Der Hauptgrund für die Revolution der Sklaven lag für Humboldt inder Sklaverei. Weil er Gegner der Sklaverei war, insofern war er revolutionärerSozialliberaler, gab Humboldt der Sklavenrevolution Legitimität.

Die Vorstellung einer „weißen und terroristischen Revolution“ zur Ver-schärfung der Sklaverei und der Repression gegen die Gruppen der „Nicht-Weißen“ sowie gegen die Gruppe der spanischen Reformer hatte für Humboldt1803, sieben Jahre vor Beginn der heute so hochgelobten “Independencia“,keinerlei Legitimität. Er schrieb: „De cette position [den Revolutionsvor-stellungen der Oligarchien] naît une confusion d’idées et des sentimentsinconcevables, une tendence révolutionnaire génerale. Mais ce désir se borne àchasser les Européens et à se faire après la guerre entre eux.“30

Eine Grundfrage besteht darin, was Humboldt zwischen 1800 und 1805 als„Jakobinismus“ fasste.31Möglicherweise wurde um 1805 in Europa bereitsetwas anderes unter „Jakobinismus“ verstanden. Für die Sklaverei-Karibik unterdem Eindruck der Kämpfe um die Sklavenkolonie Saint-Domingue hat ambesten Francisco de Arango y Parreño (1765-1837), der Bekannte und FreundHumboldts,32dargestellt, was in diesem historischen Moment unter„Jakobinismus“ und „französischem Terror“ in der Karibik verstanden wurde.Arango hatte 1803 Saint-Domingue besucht, das noch von französischenTruppen gehalten wurde, um für die kubanischen Oligarchien zu berichten, wasdie Zukunft Saint-Domingues sein könnte und welche Auswirkungen für dieSklaverei Kuba absehbar seien. Unter der rhetorischen Frage „¿Qué suerte odestino tienen los negros que caen prisioneros?“ schreibt der kubanischeSklavenbesitzer und Plantageneigentümer:

„Jakobinismus“ bedeutete für Arango und auch für Humboldt Terrorjakobinischer französischer Offiziere gegen Gefangene der Armee ausschwarzen und farbigen Soldaten, die für ihre Menschenrechte auf Freiheit undGleichheit kämpften. Deshalb hält Humboldt in seinem bislang nichtpublizierten Tagebuch von 1804 lakonisch fest: „Le Terrorisme regnait en 1803aux Colonies.“34

Paradigmatisch für Humboldts Verhältnis zu den Kolonialeliten, die eine„weiße Republik“ mit Sklaverei in Venezuela mit jakobinischen Mittelnanstrebten und die Auswirkungen der Sklavenrevolution auf ihr Territorium zuminimieren versuchten, ist die Kritik, die Humboldt an Fernando Peñalver(1765-1837)35äußert. Peñalver wurde 17 Jahre später wichtig für dieKonstituierung des kreolisch-liberalen Staates und der Definition, welcheGruppe in ihm die Macht haben sollte. Peñalver war auch Berater SimónBolívars für Fragen der Sklaverei, der Abolition und der Vergabe von Land.Humboldt sagt bei seiner Reise durch die Täler von Aragua, der Hauptregionder Plantagen der Elite von Caracas, bei einem Aufenthalt in Valencia, wo dieLatifundien- und Sklavenbesitzer ihre Sommerhäuser hatten, über Peñalver:

Humboldt selbst war Anhänger der bourbonischen Reformer ebenso wie derpreußischen Reformer. Die bourbonischen Reformen hatten historisch gesehenzu wenig Zeit, um sich wirklich zu konsolidieren, zumal im Gefolge derfranzösischen Revolution und der napoleonischen Kriege die atlantischenBeziehungen total zusammen brachen und allenthalben Konflikte, Kriege,Vertreibungen, Landbesetzungen, Rebellionen und Revolutionen offen aus-brachen.38Die Kakaoplantagenwirtschaften litten seit 1780 unter einer Krise.Die Eliten von Caracas konzentrierten sich stärker auf die Viehwirtschaften inden Llanos. Das brachte schwerste Konflikte und Dauergrenzkriege mit den llaneros vom Apure.

1806 kam auch noch Francisco de Miranda, Sohn eines reich gewordenenKanariers, der in Venezuela keine Karriere hatte machen können, und versuchtemit einer Militärexpedition und britischer sowie US-amerikanischer Unter-stützung, ganz Venezuela zu erobern. Er plante, Venezuela zum Ausgangspunkteiner Militärexpedition zu machen, die ganz Hispanoamerika zu einemunabhängigen Staat machen sollte. Die Interventen mussten allerdings wegenfehlender Unterstützung durch die Bevölkerung und die Eliten Venezuelas nachwenigen Tagen Besetzung von Coro wieder abrücken.39

Es gab im Innern Venezuelas aber weitere, viel tiefer reichende Konflikte, diemit der extremen, aber unter normalen Bedingungen unterdrückten Gewalt derSozialbeziehungen in einer äußerlich träge erscheinenden, aber im Innern sehrdynamischen urbanen Kolonialgesellschaft zusammenhingen, die zudem durchkriegerische Konflikte in ihrem Umfeld politisiert worden war. Rassen- undKastenschranken für die Masse der mestizisierten Bevölkerung, die bislang dieVorherrschaft der „weißen“ Elite der Abkömmlinge von Konquistadoren understen Siedlern gesichert hatten, wurden zum Konfliktfeld erster Ordnung.

Nach mehreren Versuchen, eine Junta der Eliten von Caracas zu bilden, umdie vielen lokalen und regionalen Probleme selbst zu lösen und eine Rebellionder pardos zu verhindern, kam es am 19. April 1810 in Caracas zur Bildungeiner Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII (Junta zurWahrung der Rechte Ferdinands VII.). Die Mantuano-Eliten von Caracasglaubten mit dieser „glücklichen Revolution“ das Problem der soberanidad , ingewissem Sinne als „Autonomie“ zu interpretieren, gelöst. Für sie war 1810„die Revolution der Regierung“ beendet.40Aber die anderen Städte waren nichtbereit, ihre de-facto-Autonomie zu opfern; die großen sozialen Gruppen der castas waren nicht bereit, sich direkt einer Regierung der Eliten von Caracas zuunterwerfen.41Die notwendige Legitimierung der neuen Macht, verständlicher-weise noch ohne starken Mythos, öffnete Türen für neue Formen der Politik, derSoziabilität, der Presse und der Diskurse. Diese Dimension ist vor allem vonFrançois-Xavier Guerra und seinen Schülern hervorgehoben worden.42Nochwichtiger, sage ich, waren die neuen Formen direkter, in der Öffentlichkeitausgeübter Gewalt, wie sie Humboldt beobachtet bzw. vorhergesagt hatte. Eswar die alte konservative Elite von Caracas unter dem Marqués del Toro, die dieBüchse der Pandora der direkten Gewalt und des Bürgerkrieges bereits Ende1810 öffnete. Die Eliten vieler Städte Venezuelas erklärten sich für autonomund folgten entweder dem Beispiel von Caracas, versuchten völlige Autonomieoder nahmen an den Wahlen zu den Cortes in Cádiz teil und stellten sich damitgegen die Junta von Caracas. Gegen diese Eliten, vor allem die derkonkurrierenden Stadt Coro, setzten die Oligarchien von Caracas die Milizen inMarsch und eröffneten das „Jahrhundert der Gewalt“ im nördlichen Süd-amerika, das zumindest in Venezuela erst seit 1908 durch viele Jahrzehnte derDiktatur unter Kontrolle gebracht werden konnte.

Mit der Junta glaubten die Mantuano-Eliten von Caracas ihre dominantePosition, nun durch erste Dekrete über Freihandel gestärkt, in der neuen Zeitnoch weiter ausbauen zu können. Ein konstitutiver Kongress nach nord-amerikanischem Beispiel wurde einberufen. Die Debatten rankten sichallerdings mehr um das Hauptproblem der Eliten untereinander, die Föderation( confederación ), und nicht etwa um Nation, soziale Fragen oderWirtschaftsprobleme.43Sie wagten nicht einmal, ihrer „weiße Republik“wirklich den formalen Titel einer Republik zu geben.

Allerdings ergab sich aus der Debatte um den allgemeinen Bürgerstatus( ciudadanía ) eine interessante Konstellation. Der Kongress in Caracas,dominiert von der Elite von Caracas, versuchte für alle Provinzen derGeneralkapitanie zu sprechen, als er die pardos als „Menschen“ anerkannte (imSinne von Menschenrechten), während die Abgeordneten der föderierten„Staaten“ (die ehemaligen Provinzen) gerne diesen Status im Sinne desFöderalismus für ihre Territorien selbst definiert hätten.44In der Föderations-verfassung vom Dezember 1811 wurden jedenfalls expressis verbis die„Schranken der Gleichheit“ für die pardos aufgehoben bzw. schlossen pardos mit ein. Wenn das Wort Nation verwendet wurde, dann im Sinne vonInstitutionalisierung und Territorialgefäß; meist aber als nación española oder esta parte de la nación española (dieser Teil der spanischen Nation – fürVenezuela), das heißt als Bezeichnung des Ganzen (spanische Monarchie), vondem man sich entweder mehr Souveränität im Sinne von Autonomie erhoffteoder sich lösen wollte.45Die Dynamik der neuen politischen Kultur, des um sichgreifenden Bürgerkrieges und der Debatten um die Probleme der neuen Zeit,zusammen mit den Pressionen der pardos sowie radikaler junger Kreolen ausden Mantuano-Familien aus der um 1780 geborenen Generation um SimónBolívar und Francisco de Miranda, der Ende 1810 nach Caracas zurückgekehrtwar, führten im Juli 1811 zur Proklamation der Unabhängigkeit von Spanien.46

Im öffentlichen Raum erschienen neue Akteure, vor allem ein neuer Akteur,meist zusammenfassend als „Volk“ oder plebe bezeichnet.47Es handelte sichallerdings nicht mehr um das feudale „Volk“ der spanischen und spanisch-amerikanischen Geschichte, sprich Adel und Privilegierte, sondern umStadtbevölkerungen aller Gruppen und Schichten sowie Intellektuelle und freieBerufe; Sklaven und Frauen allerdings waren von der formalen Politik nochausgenommen.48

Nach Ausbruch der militärischen Kämpfe Ende 1810 erschienen auch dasrurale Volk auf der Bühne der Politik und bald auch Sklaven und ehemaligeSklaven. Sie beteiligten sich an den Kämpfen, allerdings unter den ZielenFreiheit und Gleichheit.

1810-1824: B ÜRGERKRIEGE OHNE UND MIT B OLÍVAR

Jeder Text, der Simón Bolívar an den Beginn oder auch nur an prominenteStelle des Beginns dieser Periode setzt, operiert bereits im Modus des Mythos(auch der vorliegende, ich bin mir der Hermetik unendlicher Mythos-Schleifendurchaus bewusst). Bis 1813 gehörte Bolívar zur extrem konservativenSklavenhalterelite und zur Gruppe der jungen Milizoffiziere aus ihren Reihen.Auch die nachfolgenden Jahre bis, sagen wir, zum Todesjahr Bolívars 1830 sindin einer Beschreibung der Realgeschichte der Konflikte und Bürgerkriege ohneden Libertador darstellbar.

Die Periode von 1805, besonders von 1810 bis Ende 1811, wurde von denalten konservativen Vertretern der Oligarchie in Gestalt solcher Personen wiedie Marqueses del Toro oder de Casa León geprägt.49Im ganzen Land, vorallem in den Küsten- und Andenstädten, in den Plantagenzonen, aber auch inden Llanos, in Guayana sowie in Maracaibo und um den Maracaibo-See herum,kam es zu Konflikten und kriegerischen Auseinandersetzungen, die zwar in derflorierenden Lokal- und Regionalgeschichte reflektiert sind, aber kaum inGesamtgeschichten der Zeit. Seit der Rückeroberung der Städte des Zentralteilsvon Venezuela bis zum Osten (Cumaná) 1812 durch eine breite Anti-Oligarchie-von-Caracas-Allianz unter dem spanischen MarineinfanterieoffizierDomingo de Monterverde – dort lagen auch die wichtigsten Plantagengebiete –spielten vor allem autonome und hochmobile Guerillaeinheiten eine wichtigeRolle, oft unter Führung von Offizieren der Kolonialmilizen, die im Verhältnisvon ca. 1:10 durch nicht der Kaste der „Weißen“ angehörige Kämpfer geprägtwurde (1 „weißer“ Kreole auf 10 Milizionäre aus der Gruppe der pardos und morenos ). Diese waren oftmals keinem der für das Konzept der „einenkreolischen Independencia“ konstruierten Lager (Patrioten vs. Royalisten/Loyalisten) zugehörig und bilden einen konstitutiven Kern für diegewaltsoziologische Interpretation der Krise. Von diesen Guerillas wird meistnur die Miliz der rund 600 kreolischen Milizoffiziere aus der jüngerenGeneration der Oligarchie in der so genannten Campaña Admirable unter ebenBolívar 1813 hervorgehoben.

Insgesamt kam es seit 1810/11 zu einer „heterogeneidad de conductas“50undzur Entwicklung eigenständiger sozial-politischer Gruppierungen sowiemilitärischer Bewegungen: die der pardos , die der Kanarier, die der llaneros ,die der Sklaven und Guerillas verschiedener Landesteile, wo sich die Elementeunterschiedlich mischten, unterschiedliche Territorialvorstellungen kursiertenund regionale oder lokale Machtausübung ausgeübt wurden, die oftmals imKonflikt miteinander standen oder zu ungeahnten Allianzen fanden. Die ElitenMaracaibos hätten sich gerne als „Hamburg“ Südamerikas gesehen. Sogarkleine Gruppen von Intellektuellen und internationalen Abenteurern griffen indie Kämpfe ein. Von all diesen Gruppierungen wird im Konzept derkanonisierten Bolívar-Independencia, fast immer nur der jungen Milizoffiziereaus den Reihen der urbanen Eliten ( bolivarianos , Milizoffiziere aus derGeneration Bolívars in den Mittelpunkt gestellt. In der Realität agierten fast allediese Bewegungen bis 1820 „ohne Bolívar“, der nur in der Gruppe der jungenMilizoffiziere seit 1813 eine gewisse Rolle spielte. Allerdings hatte die Bolívar-Gruppe die diskursive Hegemonie. Das gilt vor allem für die Interpretation undKanonisierung der Bolívar-Independencia schon deshalb, weil in den großenArchiv- und Dokumentenausgaben vor allem Texte, Briefe und Diskurse ausdieser Gruppe und von Bolívar selbst publizierte worden sind. Ob Dokumentewie die „Proclamación de la Guerra a Muerte“ (1813)51oder die „Carta deJamaica“ (1815) politische Proklamationen, Programme und sozusagenHandlungsanweisungen in der Realität der Zeit ihrer Entstehung gewesen sindoder nicht, hinterfragt kaum ein Historiker. Dass das ein Problem sein könnte,wird nur in extrem spezialisierten Text-Provenienz- und Text/Kontext-Forschungen deutlich.

Das Territorium Venezuelas war schon nach dem Vormarsch der llaneros unter José Tomás Boves „ohne Bolívar“, der sich in Cartagena, Neu-Granada, inder Karibik und auf Haiti befand. Venezuela war 1814 bis 1817 ein Land derGuerillas „ohne Bolívar“. In der schweren Krise der Morillo-Pazifikation seit1815/16 begegneten, und ich möchte sagen, stritten und „bündelten“ sichVertreter einiger der oben genannten Bewegungen mit ihren jeweiligenKonzepten in Haiti. Auch der Sklavenhalter und Aristokrat Bolívar musste 1816aus der englischen Karibik fliehen und den Präsidenten der „Republik Haiti“,Pétion, um Hilfe bitten. Das macht im Übrigen die Bedeutung dieser Revolutionfür die Unabhängigkeitsbewegungen der Tierra firme aus: Immer inKrisensituationen mussten selbst Vertreter der Sklavenhalteroligarchie wieBolívar oder vor ihm Francisco de Miranda (1806), der nicht der Oligarchieangehörte, aber aus einer Familie stammte, die auch Sklaven hatte, in Haiti umHilfe bitten. Und sie bekamen sie. Führungsleute der pardo -Bewegungen, wieder 1817 auf Befehl Bolívars erschossene General Manuel Piar, waren imGegensatz zu den Vertretern der Oligarchie oft Gast in Haiti und genossen dortbreites Vertrauen.

Mit oder ohne Haiti, meist auch ohne Bolívar war innerhalb des militärischenSektors (Milizen, die sich Armeen nannten oder Guerillas genannt wurden) diewichtigste sozial-militärische Bewegung die der pardos und freien Schwarzen,die eigenständige Formen eines Republikanismus „von unten“ entwickelthatten. Ihr Hauptziel war Gleichheit.52

Die Rebellionen der Sklaven entsprangen nicht wirklich einer regionalenoder überregionalen Bewegung. Die Rebellionen hatten eher lokalen undpunktuellen Charakter. Entsprechend der kleinflächigen, aber in den kleinenFlächen sehr dichten Struktur der ruralen Sklaverei in Venezuela kam es zwarzu Rebellionen und Fluchten sowie Raubzügen geflohener Sklaven, aber nichtzu einem massiven Aufstand wie auf Saint-Domingue. Männliche Sklavenwurden immer wieder für verschiedene Seiten rekrutiert, beginnend mitspanischen Offizieren, die die Sklaven von Barlovento gegen die „1. Republik“(1811-1812) zu Rebellionen aufstachelten (die allerdings sehr wenig aus derPerspektive der Sklaven selbst erforscht sind).53

Die mächtigste, kompakteste und eigenständigste sozial-militärischeBewegung war die der llaneros aus den Widerstands- und Fluchtkulturen derOrinoco- und Apureebenen. Nation als Staatskonzept lag ihr völlig fern. UnterJosé Tomás Boves, einem asturischen Seemann, der lange als „armer Weißer“und Viehschmuggler in den venezolanischen Llanos gelebt hatte, fegten die llaneros , die bereits einen langen Kampf gegen die Expansion der urbanenEliten des kolonialen Nordvenezuelas geführt hatten, alle Staatsversuche derEliten hinweg. Sie standen zeitweilig in Allianz mit den Feinden der urbanenEliten, das heißt mit spanischen Priestern und Offizieren sowie mit einigenMilizen unter kanarischen Anführern.54Am dichtesten mit spanischenOffizieren, Kolonialbeamten und royalistischen Priestern arbeiteten die Milizender Kanarier oder isleños zusammen. Sie wurden meist von den Besitzernkleiner Läden oder Tavernen angeführt, ein sozialer Sektor, den Kanarier undarme Weiße dominierten. So berieten der Krämer und Milizoffizier FranciscoTomás Morales,55„antiguo vendedor de pescado frito“ [„ehemaliger Verkäufervon Bratfisch“]56, und ein spanischer Pfarrer, José Ambrosio Llamozas, denmonarchistischen Anführer der llaneros . Über die Gewalttaten und dieOffenheit ihrer Darstellung in Llamozas Bericht über die Kriegführung in denLlanos (Memorial)57war König Ferdinand VII. so erschreckt, dass er sichweigerte, den Pfarrer zu empfangen.58

Die blutige Gewalt nahm in Venezuela ungeahnte Maße an. Nach einerInformation von Francisco Tomás Morales soll Boves rund 31.000 Kämpferbefehligt haben, darunter viele ehemalige Sklaven, freie Schwarze und pardos –unter den quantitativen Verhältnissen Venezuelas, in denen ein „Heer“ von1.000 Soldaten schon als „groß“ galt, handelte es sich um die größte Armee des19. Jahrhunderts.59

Nicht alle der Bewegungen hatten Unabhängigkeit als Hauptziel, einigetraten für Statusverbesserung, mehr Rechte und die Staatsform Republik ein, beianderen standen Freiheit, Gleichheit und Zerschlagung der Unterdrückung imVordergrund und bei wieder anderen die Vernichtung der Feinde (die nichtimmer nur Spanier waren). Die Bewegung eines Republikanismus „von unten“,der auf Gleichheit ausgerichtet war, kennzeichnet das 19. Jahrhundert imehemaligen spanischen Amerika und macht eine der Besonderheiten Latein-amerikas in der Geschichte des Atlantiks aus.60Die bolivarianos etwa, dieengsten Anhänger und Testamentsverwalter Bolívars, kämpften noch bis in die1860er Jahre für einen Großstaat, der aus Neu-Granada (heute Kolumbien) undVenezuela bestehen sollte.

Keine dieser Bewegungen konnte sich völlig durchsetzen und keine lässt sichnur auf die Zeit zwischen 1810 und 1821 oder 1826 eingrenzen, am ehestennoch die Bewegungen der Kolonialoffiziere, -beamten und der spanischenKaufleute. Die Interpretation dieser Chronologie stellt die konstitutiveGrundlage der marxistischen Revolutionsinterpretation dar.

Die strukturelle Gewalt, die dem Kolonialismus innewohnt, war mit denchaotischen Kämpfen der Bewegungen gegen- und miteinander entfesselt undwurde zu aktiver Gewalt und grausamer Gewalttätigkeit ( violencia ). Esexistierten keine oder nur sehr rudimentäre Institutionen, sie wieder unterKontrolle zu bekommen. Am besten gelang das noch in den weiter im Verbunddes spanischen Reiches verbleibenden Städten und Provinzen (Maracaibo bis1824, Coro bis 1821 und Angostura bis 1817). Von Coro und Maracaibo aus,wo Verstärkungen aus Kuba und aus Spanien angelandet werden konnten,gelang mehrmals eine Reimplantation spanisch-royalistischer Staatlichkeit anden Küsten, die erste 1812-1813 unter dem bereits spanisch-kanarischenMarineoffizier Domingo de Monteverde, unterstützt durch einen lokalenGuerillaführer, den „Indio“ Juan de los Reyes Vargas. Unter dem LlaneroführerBoves ergab sich sogar eine völlige Zerschlagung patriotischer Staatsversuche.Die royalistischen Truppen waren aber ein Sammelsurium von Männern, dievom Krieg lebten und alle Eliten, auch die spanischen, bedrohten. Die großePazifikation unter Pablo Morillo 1815-1820, der über 11.000 Veteranen dernapoleonischen Kriege aus Spanien gebot,61richtete sich deshalb zunächstgegen die verbündeten Truppen von Boves, die ihrerseits zwei Stabilisierungs-versuche unter Bolívar (Caracas 1813-1814) und Santiago Mariño (Cumaná1813-1814) vernichtet hatten.

1821: S TAATSVERSUCHE DER WEIßEN R EPUBLIK UND EINE UNVOLLENDETE R EVOLUTION FÜR S KLAVINNEN UND S KLAVEN

Durch die auf Allianzpolitik beruhenden militärischen Siege 1819-1821wurde der Pfad der Lösung der Krise in Richtung eines unvollendetenRevolutionstyps mit Sklaverei, Großgrundbesitz und „weißer Republik“ gelegt,dessen Träger sich in liberalen Diskursen der Zeit aussprachen und auchschrieben. Die überlebenden Eliten Venezuelas und Neu-Granadas begannensofort nach der militärischen Befreiung durch die alliierten Truppen Bolívarsund Paéz’ 1819 (Neu-Granada) bzw. 1821 (Venezuela), im Moment derStaatsgründung „Groß“-Kolumbiens, die Rekonstruktion der alten Latifundien( hacienda , hato ), der Strafgesetzgebung zum Schutz des Eigentums und derSklaverei ( ley de manumisión , 1821), darunter fiel auch die Rekonstruktion desEigentums der Bolívar-Familie durch die ältere Schwester Simón Bolívars.62

Latifundien und Sklaven wurden zu privatem Eigentum; die Gewalt-beziehungen allerdings behielten koloniale Form und Traditionen bei.Besonders deutlich ist die Rekonstruktion in der Frage des traditionellenGroßgrundbesitzes, weniger deutlich in Bezug auf die Sklaverei. Im Grundewurde in den Debatten der Kongresse von Angostura und Cúcuta der Ist-Zustand der Sklaverei und des jeweiligen Status der einzelnen Sklavinnen undSklaven anerkannt (das heißt vor allem, ehemalige Sklaven, die im Heer waren,blieben frei, die anderen blieben an ihrem Arbeitsort oder wurden dorthinzurück getrieben). Das Wort Sklaverei ( esclavitud ) wurde durch das Wort manumisión (wörtlich „gesetzliche Freilassung“) ersetzt, und alle ab 1821geborenen Kinder von Sklavinnen sollten „frei“ sein, aber bei ihren Mütternund deren Herren bleiben, und Sklavenhandel blieb verboten. Sklavinnen undSklaven konnten gegen Entschädigung frei gelassen oder von speziellenKommissionen frei gekauft werden. Das wurde in die Verfassung von Cucutá(1821) eingeschrieben – eines der verlogensten „Freiheits-Gesetze“ der Welt. Essicherte den Besitzern von Sklaven für mindestens eine Generation ihr„investiertes Kapital“ und beließ die Abolition unter Kontrolle derSklavenbesitzer und des Staates. Endgültig wurde die Sklaverei, nunManumisión genannt, in Venezuela erst 1854 aufgehoben.63

Die überlebenden Eliten und einige aufgestiegene hohe Offiziere verfügtendamit über Fixpunkte bei der Rekonstruktion der Sklaverei und der Groß-grundbesitzes. Mit Hilfe des neuen Staates konnten sie auch einen gigantischenund länger währenden Prozess der Akkumulation in Gang setzen. Mit der dabeiimmer schnelleren Zerschlagung und Privatisierung aller Formen desGemeinbesitzes (Missionen, indianische Dorfgemeinden, Land der „freien“Indios im Süden und in den Guayanas, Vergabe von Privateigentum in denLlanos und Aneignung der Herden) sowie der „toten Hand“ (Kirchenbesitz)gelangte immer mehr Land unter ihre Kontrolle. All das wurde propagiert inWorten und Texten des Liberalismus und umgeben von einigen liberalenMaßnahmen. Wegen der Erfolge der Militärs mussten einige der hohenOffiziere des bolivarianischen Heeres, selbst wenn sie dunkle pardos waren, indie neue Latifundien-Eigentümer-Elite aufgenommen werden. José AntonioPáez wurde zu einem der größten Landeigentümer. Trotzdem oder geradedeswegen wurde selbst ein Bolívar nie die Angst vor den pardos los.64

Ich möchte im folgenden Abschnitt die normale Darstellung einmalumkehren. In den kanonisierten Darstellungen wird meist Bolívar in dengeschlossenen Raum-Zeitkomplex einer „Independencia“ 1810-1826 gestellt,sozusagen als Proxy für die gesamte kanonisierte kreolische Revolution. Ichwill hier Bolívar dagegen als Individuum, Mitglied der konservativenMantuano-Oligarchie und Sklavenhalter präsentieren. Diese Art der Darstellungwiderspricht dem Bolívar-Mythos völlig. Bolívar wird trotz seinerAntisklaverei-Diskurse in der Realität der Rekonstruktion des Sklaverei- undHaciendakomplexes seit 1819/21, sozusagen als normaler Vertreter einerextrem konservativen Sklavereioligarchie, präsentiert. All das tue ich trotz odergerade wegen der Überschrift dieses Abschnitts – aber Stimmen der Sklavinnenund Sklaven existieren kaum, und im Zusammenhang der Kritik derKanonisierung und des Mythos macht sich eine Darstellung des Sklaven-problems und der „unvollendeten Revolution“ aus dieser ungewöhnlichenPerspektive besonders gut.

Simón Bolívar gelangte bereits als sehr junger Mann, ohne selbst einenFinger dafür gerührt zu haben, in den Besitz von fünf großen Erbschaften mitSklaven: Erstens bekam er 1795, im unschuldigen Alter von 12/13 Jahren, denMayorazgo de la Concepción, Erbe seines Cousins ersten Grades, Presbítero Dr.Juan Félix de Aristiguieta y Bolívar.65

Als zweiter Sohn erhielt Bolívar aus dem väterlichen Erbe nicht gleich denwichtigsten Mayorazgo der Familie Bolívar, San Mateo, sondern zunächstkleinere Erbteile als sein erstgeborener Bruder Juan Vicente Bolívar y Palacios.Erst als Juan Vicente 1811 einem Schiffbruch bei der Beschaffung von Waffenfür die Junta von Caracas zum Opfer fiel, trat Simón auch dieses Erbe an. Ausder Erblassung der Mutter erhielt Simón Bolívar drittens einige Haciendas. Dievierte Erbschaft kam aus dem Besitz seines Großvaters mütterlicherseits,Regidor und Alférez Real Feliciano Palacios.

Simón Bolívar erhielt1812 wegen des Todes seines Bruders Juan Vicente dengesamten Besitz der Familie Bolívar überschrieben (darunter fünf Mayorazgos),vor allem den Bolívar-Mayorazgo San Mateo und die Kupferminen im Tal vonAroa.66

Simón Bolívar war, als 1813 seine politische Karriere als Anführer derUnabhängigkeitsbewegung startete, unermesslich reich – nach damaligen undheutigen Maßstäben. Bestandteil seines ersten Erbes allein, des Mayorazgo dela Concepción, waren 1795 rund 65 Sklavinnen und Sklaven. In dieser Positionblieb Bolívar im Grunde bis an das Ende seines Lebens, auch wenn er einigeJahre wegen Nichtanwesenheit nicht in den Genuss der Einkünfte kam, dieBesitzungen nicht mehr selbst bewirtschaftete bzw. einige „Güter“ gerne zurFinanzierung seiner Politik verkauft hätte. Grundsätzlich hat sich Bolívar vomHabitus eines normalen Mitgliedes der Elite, wenn man so will, seiner Klasse, nicht gelöst – er dachte, kleidete sich, schmeckte, roch und sprach wie sie,möglicherweise etwas besser oder eher den Diskursen des wissenschaftlichenLiberalismus entsprechend. Allerdings entsprach sein politisches Verhalten seit1808, speziell aber seit 1816 (Aufenthalt in Haiti), nicht mehr dem einesnormalen Angehörigen der Latifundien- und Sklavereielite. Er beutete Sklavennicht mehr direkt aus und hatte keine unmittelbaren Interessen mehr an seinemLandbesitz – das galt für ihn als Individuum und in der öffentlichen Rolle alsLibertador, nicht aber für seine Familie, und für die anderen Vertreter der alten(und neuen) Oligarchien schon überhaupt nicht! Bolívar selbst mag dieseSpaltung geahnt haben, als er 1822 an Fernando Toro schrieb: „Yo pertenezcoahora a la familia de Colombia y no a la familia Bolívar; ya no soy de Caracassola, soy de toda la nación.“67Andererseits wird das normale Verhalten derEliten sehr deutlich an dem Streben des Gelehrten und Intellektuellen AndrésBello, der nichts sehnlicher wünschte als eine eigene Kaffee-Hacienda mitSklaven.68

In den Jahren 1812 bis Mitte 1813 und wieder Mitte 1814 bis 1821 kamBolívar als Anführer einer „Rebellion“, wie es im Sprachgebrauch desspanischen Imperiums hieß (verbunden mit dem juristischen Tatbestand desHochverrats, auf den die Todesstrafe stand), nicht in Genuss seinerBesitzungen, der Arbeit der Sklavinnen und Sklaven und der Renten daraus.69Die Spanier stellten erst, wie die für die Unabhängigkeit Kämpfenden( patriotas ) auch, die Güter der jeweiligen Gegner unter Sequester. Dannkonfiszierten sie sie und versteigerten sie an Meistbietende, um den Krieg zufinanzieren. Die Bolívar-Sklaven, sofern sie nicht geflohen waren, arbeitetenweiter auf den Plantagen und Haciendas. Es gibt aber auch hier eine familiäreBesonderheit, die Anhänger des Bolívar-Mythos nicht gerne hören, die dievenezolanische Historikerin Inés Quinero nicht müde wird zu betonen: Dieältere Schwester Simón Bolívars, María Antonia Bolívar Palacios y Blanco,war, wie die Masse der kreolischen Oligarchie, Gegnerin der politischenAmbitionen ihres Bruders. Als treue Anhängerin des spanischen Königs von1814 bis 1822 im Exil (vor allem in Havanna) bekam sie aus ihren Besitzungen,die die Spanier konfisziert hatten, eine ziemlich hohe Rente.70

Zunächst sah es wegen der Bemühungen um die Abolition der Sklaverei1814-1819 so aus, als ob Krieg und Gewalt beendet werden könnten. Am 24.Juni 1821 wurde im Kampf um die Plantagen-Zentralregionen und um Caracasdie entscheidende Schlacht bei Carabobo geschlagen. Die Truppen von Bolívarund Páez siegten. Bis zu diesem Jahr dauerte der 1810 ausgelöste Krieg inVenezuela an, mit Ausläufern sogar bis 1824. Erst im Jahr zuvor, durch dentemporären Waffenstillstand 1820 zwischen Pablo Morillo und Simón Bolívar,war die terroristische Guerra a muerte formell beendet worden. Das galt für dasZentrum Venezuelas. In den Llanos und verschiedenen anderen Peripherien zogder Krieg sich auf die Ebene von Konflikten, Gewalttätigkeiten und extremerRechtsunsicherheit zurück. Es kam immer wieder zu Ausbrüchen von offenerGewalt, Rebellionen oder größeren Kriegen (wie der Guerra Federal 1859-1864). Im Grunde endete die 1810 ausgelöste offene Gewalt im Laufe des 19.Jahrhunderts überhaupt nicht.

Ebenso wie die Gewalt fand auch die Sklaverei kein Ende. Bei näheremHinsehen und bei genauer Analyse der Dokumente zeigt sich, dass keiner derOffiziere aus der Elite die von Bolívar proklamierte Abolition wirklich ernstnahm. Auch das ist ein seltsam unreflektiertes Problem der Independencia-Historiographie. Eine sehr intensive Suche in den Bolívar-Texten und anderenQuellen bringt folgendes zu Tage. Bolívar ließ im Überschwang des Sieges1821, eher symbolisch, sechs seiner Sklavinnen und Sklaven der Hacienda SanMateo persönlich frei.71

In einer Sklavereigesellschaft im Rechtssystem der spanischen Imperiumsmusste ein Freilassungsakt („libertad“) durch eine für jede Sklavin, jedenSklaven individuelle carta de libertad (Freiheitsbrief), unterschrieben durchden individuellen Eigentümer und Freilasser, vor einem Notar und acht Zeugenbeurkundet werden. Der Freilassungsakt war von Bolívar 1821 wohl auf derHacienda San Mateo vollzogen worden, und Bolívar hatte die Freilassung zwarausgesprochen, aber seinen Ex-Sklaven keine Papiere ausstellen lassen. DieFolge für die Sklaven war, dass die Freilassung durch die von anderenSklavenbesitzern kontrollierten politischen und juristischen Autoritäten nichtanerkannt wurde. Bolívar musste jedenfalls sechs Jahre später, 1827, als er sichwieder in Caracas aufhielt, die ordnungsgemäße Protokollierung entwederüberhaupt erst einmal machen lassen (in den privaten Papieren Bolívars von1821 ist keines dieser Protokolle zu finden72) und schriftliche Ratifikationen derFreilassung protokollieren lassen.

Die Dokumente über die sechs Sklaven bzw. ehemaligen Sklaven sind dieeinzigen von Bolívar persönlich, als Sklaveneigentümer, unterzeichnetenDokumente. Alle anderen Texte von ihm beziehen sich auf die Sklaverei alsSystem, nicht auf seine Sklaven, und sind Dekrete, Diskurse, Proklamationenund Gesetze, wie das Dekret Bolívars über „Konfiskation und Befreiung“ derSklaven der Hacienda Ceiba Grande (Casanare), wo sich 1820 zeitweiligBolívars Hauptquartier befand.73Freilassungen durch Bolívar als Individuum inBezug auf „seine“ Sklaven finden hier und da Erwähnung, sind aber wegenfehlender Dokumente schwer fassbar. Die Sklaven aus dem persönlichenEigentum Bolívars, nach 1821 mehrheitlich unter Verwaltung seiner Familie,blieben, wenn sie nicht geflohen oder verschwunden waren, als manumisos imQuasi-Sklavenstatus.

Bolívar stellte sein gesamtes Vermögen unter die Verwaltung seinerRestfamilie. Zunächst überließ er die Verwaltung seinem Neffen AnacletoClemente Bolívar, dem exzentrischen Sohn seiner ältesten Schwester MaríaAntonia.74Bolívar kümmerte sich nicht um die komplizierten Rechtsfragen, diesich aus Krieg und Konfiskationspolitik der vergangenen Jahre ergaben. 1824erging – Simón Bolívar befand sich auf dem Peru-Feldzug – der Auftrag zurVerwaltung der Besitztümer der Bolívar-Familie an Simón Bolívars ältesteSchwester, die bereits erwähnte María Antonia. Deren erste Amtshandlung wardie Erstellung eines inventario de bienes (Besitzinventar).75Dieses Besitz-inventar zeigt zweierlei: erstens den schlechten Zustand der Latifundien-wirtschaft der alten Oligarchie nach dem langen Krieg und zweitens, dass dieErstellung des Inventars selbst der Anfangsschritt zur wirtschaftlichenRestauration der Herrschaft der alten Elite war. Simón Bolívar selbst konntesich aus diesem konservativen Rekonstruktionsprozess seiner sozialen Gruppe(und weiterer Oligarchien), die sich nunmehr zu nationalen Eliten formierte, nurfernhalten (nicht entkommen!), indem er auf die kontinentale Ebene wechselte.Von 1821 bis 1827 blieb Bolívar außerhalb von Venezuela und außerhalb von„Groß“-Kolumbien (das selbst schon die überregionale Schöpfung einer imGrunde auch „weißen Republik“ darstellte, um notwendige Reformenzentralstaatlich durchsetzen zu können – ein voller Misserfolg).

Die alte Elite Venezuelas, die städtische Oligarchie der Mantuanos, war imUnabhängigkeitskrieg stark dezimiert worden. Nach dem Besitzinventar von1824 verfügte die Restfamilie über folgende Haciendas, Hatos, Häuser undMinen im Besitz der Familie Bolívar: die Hacienda de San Mateo, Zentral- undPrunkstück des Bolívar-Mayorazgos, den Vieh-Hato El Totumo in den LlanosAltos del Guárico, die Hacienda de Chirgua, mehrere Haciendas im Valle delTuy, darunter die Hacienda Palacios (Barlovento), die Hacienda de SantoDomingo, die Hacienda de Aragüita, die Hacienda de San Vicente und dieHaciendas von Macaita, Suata und Caicara, Häuser in La Guaira, das Haus amUfer des Guaire-Flusses, das Haus an der Ecke der Kathedrale, am zentralenPlatz, der Familiensitz und weitere Häuser in der Stadt Caracas.76In einemVertrag in Form eines Notariatsprotokolls vereinbarten Simón Bolívar und seineältere Schwester 1827, dass Simón im Besitz der Minen von Aroa und Cocorotesowie von zwei Häusern in Caracas bleiben sollte. María Antonia Bolívar solltedie Haciendas „de caña y café“ in San Mateo bekommen sowie die Haciendasvon Suata und Caicara, mit der Spezifizierung „que ninguna de ellas tieneesclavitud“.77

In dem berühmten Testament von 1830 wird der Zustand von 1824 und 1827nochmals per Notariatsprotokoll festgeschrieben. Bolívar setzte den Rest seinerFamilie ein als „únicos universales herederos“.78Genau handelte es sich um die„hermanas María Antonia y Juana Bolívar, y a los hijos de mi finado hermanoJuan Vicente Bolívar, a saber, Juan, Felicia y Fernando Bolívar“.79Bolívarbefand sich 1830 nur noch im Besitz der Kupferminen von Aroa.

Ein Hauptpunkt des Bolívar-Mythos betrifft das Verhältnis Simón Bolívarszur Sklaverei und, wie erwähnt, als Sklaveneigentümer zu seinen Sklavinnenund Sklaven. Mit seinen Diskursen, Proklamationen, Dekreten und weiterenGesetzgebung-Akten80hat Bolívar als Mitglied einer extrem konservativenLatifundien- und Sklavereielite zwischen 1814-1816 und 1821 zweifellos dieAxt an die Wurzel der Sklaverei als Institution gelegt – zwar aus militärischenGründen und aus Gründen des Überlebens der Unabhängigkeitsbewegung, aberes bleibt unbestritten, dass er es getan hat.81Bei näherem Hinsehen aber zeigtsich, dass diese Akte auf Staats- und Provinzebene diskursiv blieben. Vonseinen eigenen Sklaven hat Bolívar, stützen wir uns auf die vorhandenenNotariatsprotokolle der Freilassungen, symbolisch sechs Menschen freigelassen. Schon das kostete ihn, wie oben gesehen, ziemliche Anstrengung.

Bolívar konnte mehrere grundsätzliche und strukturprägende Entwicklungender kreolischen Revolution für eine „weiße Republik“ mit Sklaverei nichtverhindern (und hat es im Grunde nur mit Briefen, Dekreten, Proklamationen,Diskursen bzw. kurzen Ansprachen versucht – aber „moderne“ Diskurse à laGuerra reichten da nicht). Erstens die Tatsache, dass es in Venezuela wegen desWiderstandes der Sklavinnen und Sklaven sowie der Unübersichtlichkeit desTerritoriums nicht zur Entwicklung einer „zweiten“ atlantischen Sklaverei wieauf Kuba kam, und zweitens die weitere Vorherrschaft des Latifundiums, zudenen Sklaven als Kapital der Eigentümerfamilien gehörten.82Die „erste“Sklaverei in Venezuela befand sich seit ca. 1780 in der Krise. Das führteeinerseits dazu, dass die Elitefamilien, wie die der Bolívars nach 1821, dieHaciendas und Mayorazgos „ungeteilt“ (nicht separiert) als Basis desFamilienstatus zu erhalten trachteten und im Grunde durch den militärischenSieg in der Unabhängigkeitsrevolution auch bis mindestens zur Krise der1840er Jahre erhielten – trotz formaler Aufhebung („cesen los vinculos ymayorazgos en Colombia“83), aller Schwierigkeiten und der Unrentabilität desgroßen Landbesitzes.84Haciendas waren Grundlage des Status der Elite. DerGroßgrundbesitz warf in Boomzeiten starker atlantischer Nachfrage (wie 1821-1842 und in den 1870er Jahren) auch recht hohe Gewinne ab. Die Übernahmeder traditionellen Haciendas durch Ausländer, Pächter und Kaufleute kam erstnach 1842. Die großen Haciendas verkörperten, zugleich Status, was sich nichtzuletzt darin zeigt, dass die Spitzenrepräsentanten von Caudillohierachien undpolitischen Klientelnetzwerken auch die größten Haciendas besaßen.

Andererseits bedeutet „Krise der Sklaverei“ nicht, dass die Herrenfamilienauf das Eigentumsrecht über ihre Sklaven wirklich verzichtet hätten – trotzrevolutionärer Worte, Institutionen und Diskurse in der Unabhängigkeit.85Wasbedeutete das für Simón Bolívar und das Eigentum seiner Familie an Sklaven?Ganz schlicht – Bolívar ließ zwar die Sklaven des Mayorazgo San Mateo unddes Mayorazgo de la Concepción frei (die genaue Zahl ist nicht bekannt):„dación de la libertad a sus esclavos“ lautete die juristische Formel.86Da SimónBolívar aber alles Landeigentum nach 1824 und 1827 seiner Familie überließ,blieben die Sklaven der anderen Latifundien – sofern sie Bolívar nicht mit inden Krieg genommen hatte – in der Sklaverei bzw. wurden, nach der Sprach-regelung des Kongresses von Cúcuta, manumisos . Deshalb ist die Formulierungim Vertrag von 1827 zwischen Simón Bolívar und seiner Schwester MaríaAntonia – „que ninguna de ellas tiene esclavitud“87– auch weniger klar, als eszunächst den Anschein hat. Waren die Menschen, der der „esclavitud“unterlagen, einfach nicht mehr da (geflohen oder in den Krieg gezogen)?Hießen sie 1827 nicht mehr Sklaven ( esclavos ), sondern manumisos ,unterlagen aber der verschleierten Rekonstruktion der Sklaverei, die mit derManumissions-Gesetzgebung von 1821 angestrebt und realisiert wurde?

Der Mythos der Freilassung „seiner“ Sklaven bildet die Grundlage fürBolívars prominenten Status in der oralen Version der Unterschichtenmemoriavenezolanischer Geschichte. Diese Version und die persönliche AbneigungBolívars gegen die Sklaverei – heroisiert in den Erzählungen über „El NegroPrimero“ oder Manuelote (die in Realität Leibwächter waren und symbolischfür die wenigen schwarzen Sklaven in den Llanos von Venezuela standen) –wurde vor allem von José Antonio Páez’ Memoiren verbreitet. Zugleich brachtediese rituelle Freiheits-Geste Bolívar die schwere Kritik seiner Klasse, derOligarchie und vor allem seiner Familie ein – ganz konkret seiner herrischenälteren Schwester María Antonia, die nach eigener Aussage „den Familienbesitzzusammenhielt“.88

Die Freilassung im individuellen Falle Simón Bolívars bedeutete zweierlei:Die jungen Männer, die als Soldaten mit in den kontinentalen Feldzug gingen,fielen entweder oder konnten bei etwas Glück im Rang aufsteigen und nachdem Krieg eventuell selbst Grundbesitzer werden. Die Freilassung der anderenSklaven Bolívars (ältere Männer, Frauen und Kinder) bedeutete nicht, dass dieehemaligen Sklaven ein selbstbestimmtes Leben als „Bürger“ des neuen Staatesführen konnten. Ganz im Gegenteil, die meisten Sklavinnen und Sklavenblieben auf den Haciendas und wurden peones (Schuldknechte). Alle fielenformell unter das Konzept eines (passiven) ciudadano des neuen Staates,blieben aber der individuellen Herrschaft ihres jeweiligen Herrn unterworfen.Bolívar zog, vor allem um die Einflussnahme regionaler Großgrundbesitzer mitihren Klienteln zu verhindern, zu denen auch Sklaven und peones gehörenkonnten, mit seinem radikalen Zentralismus eine weitere Ebene ein.

Die freigelassenen jungen männlichen Sklaven, nunmehr Militärs, gehörten,wie in jeder Sklavereigesellschaft, auch weiterhin zur Klientel ihrer ehemaligenSklavenhalter. Das gilt auch für Simón Bolívar und die ehemalige Sklaven derFamilie, die Bolívar mit auf den kontinentalen Feldzug genommen hatte. Hiergilt sogar das Klischee vom ultimativen Sklaven (Orlando Patterson) – demLeibwächter. Im Umfeld Bolívars findet sich seit 1819 ein José Bolívar (Llanosdel Guárico, 1780-1828), Nachkomme einer Familie von Sklaven des Bolívar-Clans, die in den Llanos des Guárico auf einem Hato der Familie Bolívar lebten.Für José war die kurze Periode von Bolívars wirklicher Abolition ausmilitärischen Gründen 1816-1819 insofern ein Erfolg, als er individuelleFreiheit gewann. Aber wie verlief ein solches Leben? Wie im alten Rom gehörteder Ex-Sklave weiterhin zur Klientel seines Ex-Besitzers. In den Kämpfen stiegJosé Bolívar zum Offizier auf. Seit 1819 gehörte der schmucke schwarzeHauptmann Bolívar zur Leibwache Simón Bolívars. Er wurde oft als Emissärund persönlicher Bote des Libertadors eingesetzt, was das Vertrauen zeigt, dasSimón Bolívar in José Bolívar setzte. Der Ex-Sklave und schwarze Offiziergehörte während des gesamten Peru-Feldzuges zur Leibwache Bolívars. Alssich im November 1827 die Konflikte zwischen bolivarianos und santanderistas verschärften, verprügelte José Bolívar den publizistischenHauptfeind seines Chefs, den Direktor des konstitutionalistischen Journals El Conductor , Vicente Aguero, in Bogotá auf offener Straße. Die ungewolltePerfidie postabolitionistischer Abhängigkeit erreichte Ende März 1828 ihrenHöhepunkt: José Bolívar wurde durch Simón Bolívar nach Cartagena geschickt,um den verhafteten Admiral José Padilla, einen Kriegshelden und dunklen pardo , zur Aburteilung nach Bogotá zu bringen. Padilla wurde kurze Zeit spätererschossen – von einem republikanischen Peloton. Dann übernahm José Bolívarwieder die Rolle des treuen Boten – er überbrachte Simón Bolívar dieErnennung zum Diktator. Der Nachkomme von Sklaven der Familie Bolívarkrönte seine Laufbahn als Leibwächter, als er beim Attentat auf Simón Bolívaram 25. September getötet wurde.89

Simón Bolívar als Vertreter seiner Klasse, als Akteur der SozialgeschichteVenezuelas und Spanisch-Amerikas verhielt sich Zeit seines Lebens nach denRegeln der oligarchischen Gesellschaft. Auch sein Auftreten und sein Habitusentsprachen diesen Regeln. Nur in Diskursen über die Sklaverei, nicht abergegenüber ehemaligen Sklaven, hatte er sich von seiner Gruppe oder Klasse, derLatifundien- und Sklavenhalterelite, entfernt.

S TATT EINER K ONKLUSION : EINE UNVOLLENDETE KREOLISCHE R EVOLUTION MIT WEIßER R EPUBLIK “, T ERROR UND S KLAVEREI BEDARF DER

K ANONISIERUNG UND DES B OLÍVAR -M YTHOS

Aus dieser Perspektive wird klar, dass die kreolischen Rebellionen, die ansich sogar von der Masse derer, für die sie gemacht wurden, abgelehnt wordenwaren, die die Sklaverei restaurierten und den Großgrundbesitz unter Kontrollevon Leuten wie Bolívar weiter ausbauten, eines vereinheitlichenden Mythosbedurften.

Der erste Bolívar-Kult und Anfänge des Mythos finden sich schon zuLebzeiten Bolívars 1821-1830. Ich will hier nur Etappen und Hauptinhaltenennen, ohne in die Details zu gehen. Unterschiedliche Gruppen derOligarchienversuchten den militärischen Sieger und Machthaber auf ihre Seitezu ziehen. Hauptmittel des frühen Mythos waren Helden-Bilder, die vor allemvon mulattischen Handwerker-Malern geschaffen wurden, die vorher Heiligen-bilder gemalt hatten. Da der Präsident auf Lebenszeit Bolívar aber drohte,zentralstaatliche Normen im Großstaat „Kolumbien“ durchzusetzen, lehnten vorallem die Sklaverei-Oligarchien Venezuelas und die mit ihnen verbündetenneuen Eliten ihn ab. Die „weiße Republik“ Venezuela wurde 1830 „ohneBolívar“ gegründet. Der war real und symbolisch für die Oligarchien ein toterHund. Aber bereits seit den 1820er Jahren hatten Intellektuelle aus derkreolischen Eliten, auch unter Rückgriff auf vor allem die Relation historique Humboldts, begonnen, den geschlossenen Raum-Zeit-Komplex einer einzigenIndependencia gegen Spanien und eine Chronologie à la französischeRevolution von 1789 („1. Republik“, „2. Republik“, „3. Republik“ etc.) zukonstruieren.90Das umreist die Anfänge der Mythologisierung und despatriotischen Kultes. Die Botschaft für die enttäuschten pardos , llaneros ,schwarze und mulattische Handwerker sowie Sklavinnen und Sklaven war:Venezuela hat „seine“ französische Revolution schon gehabt. Nur hatte dieIntellektuellen-Version kaum Breitenwirkung. Der Mythos bedurfte einer Seele,die die blaue Energie des Charismas in die orale Kultur der Tierra firme und derLlanos aussenden konnte.

Die kanonisierte kreolische Independencia als geschlossener Raum-Zeit-Komplex „mit Bolívar“ und zwar zunächst vor allem unter Nutzung derErinnerungen und Erzählungen, die in der oralen Volkskultur Venezuelas undNeu-Granadas zirkulierten, ist die Erfindung von José Antonio Paéz. DerLlanero-Caudillo und Präsident Venezuelas kannte die Macht von Wort undCharisma in den oralen Kulturen. In der großen atlantischen Agrarkrise 1842-1847 ließ Páez den toten Libertador mit allen Ehren und Ritualen nach Caracasheimholen und in seiner Taufkirche, die schnell zum Nationalpantheondeklariert worden war, bestatten. Wegen des Widerstandes der Oligarchien undAnti-Bolívar-Intellektuellen gelang es nicht, Caracas in Ciudad Bolívarumbenennen zu lassen. Aber das Orinoko-Städtchen Angostura, wo der Prozessder legalen Rekonstruktion der Sklaverei begonnen hatte, wurde zu CiudadBolívar. Von Ciudad Bolívar aus wurde das Land mit Bolívar-Parks undBolívar-Denkmälern überzogen, die seit etwa 1879 auch Exportgut wurden. Diegroßen Bolívar-Textarchive entstanden, und die Musealisierung der Bolívar-Orte begann – alles Prozesse, die noch heute anhalten bzw. mit der „RepúblicaBolivariana“ in eine neue Phase getreten sind. Wichtig ist es noch, in dieserKurzversion der Mythos-Geschichte kanonisierte „Independencia-Geschichtemit Bolívar“ auf den andere Formen der Memoria, vor allem orale Geschichte,Literatur und Visualisierung, hinzuweisen. In der liberalen Stabilisierung unterGuzmán Blanco 1870-1888 kam es, neben der Publikation der Memorias vonO’Leary, zur Schaffung eines ganzen politischen Visualisierungsprogrammesdurch Staatsführung und Maler/ Fotografen. Alle Bilder, die Menschen heute imKopf aufrufen, wenn sie Independencia/ Bolívar hören, stammen aus dieserZeit.91

Die engere kreolische Independencia, heute vor allem als patriotische„Independencia mit Bolívar“ kanonisiert, für Sklaven und pardos eine „unvoll-endete Revolution“, war eine Independencia mit Sklaverei, Terror und „weißerRepublik“ – und all das, außer dem Terror (der sehr ausgeprägt war), auch nochunvollendet. Alexander von Humboldt lässt grüßen.

R ESUMEN

L A I NDEPENDENCIA : R EVOLUCIÓN INCOMPLETA CON ESCLAVITUD Y B OLÍVAR

El artículo se propone brindar una interpretación de “la independencia”, en elmarco de la tradición de la escuela de historias comparada de las revolucionesde Leipzig, en la cual Manfred Kossok utilizó el concepto de “revolucióninconclusa”, que a su vez incluya la perspectiva de la esclavitud. En la mayoríade los casos, sobre todo en los países bolivarianos (Venezuela, Colombia,Ecuador), “la independencia” ha sido una construcción historiográfica, en lacual solo se han destacado la revolución criolla (1810-1812) y la “indepen-dencia con Bolívar” (1813-1821), estableciendo los Estados bajo el control delas nuevas élites americanas y sobre las bases de los discursos liberales.

El propósito del presente trabajo es brindar una nueva interpretación de estas“revoluciones criollas” en la crisis de la sociedad colonial, como reacciones(contrarias) a la revolución de los esclavos y hombres de color en Haití (1791-1803) y como breves movimientos independentistas, entre otros los movi-mientos de pardos, de esclavos, de canarios, de llaneros, etc. La primera“revolución criolla” se frustró en 1812. Sólo por medio de una alianza entre lospequeños grupos de élites criollas (Bolívar), quienes utilizaban los discursosantiesclavistas y de reparto de tierras, así como otros movimientos (sobre todopardos y llaneros), se llegó en 1821, tras un segundo intento, a una frágilvictoria militar. En este mismo año, las élites que habían sobrevivido frustraronnuevamente la revolución y comenzaron a reconstruir el orden colonial en basea la esclavitud y el latifundio. De este modo, comenzaron nuevamente losintentos por establecer Estados, mientras que las revoluciones – cualquierafuera su tipo – quedaron inconclusas, principalmente la revolución contra laesclavitud y las estructuras fundamentales de la colonia (latifundio). Así,esclavitud y latifundio devinieron en instituciones fundamentales de los nuevosEstados. A fin de ocultar esto mismo, las élites e intelectuales criolloscomenzaron a construir el mito de una única “revolución con Bolívar”. Losresultados de las luchas entre 1810 y 1824 representan, en este sentido,“revoluciones inconclusas con esclavitud”. Las construcciones historiográficasde las “revoluciones criollas con Bolívar” y los mitos de y sobre Bolívar poseen,desde aquel entonces, la tarea de ocultar las realidades de las “revolucionescriollas”.

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B ARBARA P OTTHAST

Als Simón Bolívar und und José Antonio de Sucre 1824 die letztenspanischen Truppen in den Anden schlugen und damit die militärische Phaseder Unabhängigkeitsbewegung beendeten, war Paraguay bereits seit mehr alseinem Jahrzehnt unabhängig und wurde von dem Advokaten Dr. José GasparRodríguez de Francia mit strenger Hand regiert. Dr. Francia, wie er allgemeingenannt wird, gilt als der Architekt der Unabhängigkeit des Landes schlechthin,und seine diesbezüglichen Verdienste werden von allen Seiten anerkannt. Wieseine Regierung, die bis 1840 dauerte, darüber hinaus zu beurteilen ist, ist seitbeinahe zweihundert Jahren umstritten. Je nach politischer Position wird er alsHeld oder Schurke bezeichnet, manchmal sogar als beides zugleich. Bereitsvielen Zeitgenossen galt er als Despot oder Tyrann, eine Einschätzung, die bisheute von einigen Historikern und Politikern geteilt wird. Andere hingegenhalten ihm zugute, dass er es verstanden hat, eine souveräne, relativ egalitäreund stabile Nation zu schaffen, was seine autoritäre Regierungsformrechtfertige. Die mit unkonventionellen Mitteln verteidigte Unabhängigkeit undsoziokulturelle Homogenität lassen in ihren Augen seine Regierung als eineAlternative zu den übrigen hispanoamerikanischen Staaten erscheinen oderzumindest als ein interessanter Weg innerhalb des „Experimentierfeldes“ derlateinamerikanischen Unabhängigkeitsbewegungen.1Auch einer der wich-tigsten und komplexesten Diktatorenromane Lateinamerikas, Yo el Supremo von Augusto Roa Bastos, widmet sich der Regierung Dr. Francias.2

Die beinahe drei Jahrzehnte der Herrschaft Dr. Francias haben die Geschichtedes Landes im 19. Jahrhundert unzweifelhaft stark geprägt, allerdings werdensie heute zumeist in die Vorgeschichte des wichtigsten paraguayischenErinnerungsortes, des Krieges gegen die Tripel-Allianz 1864-1870, eingeordnet.Dieser Krieg, der das Land demographisch, sozioökonomisch und politischvöllig zerstörte, avancierte im 20. Jahrhundert zu dem zentralen nationalenIdentifikationsmerkmal. In den Augen mancher Historiker und vielerParaguayer beendete dieser Krieg eine mit der Unabhängigkeit unter Franciaeingeleitete Sonderentwicklung, ein „historisches Experiment“3, und insofernkommt auch eine Erinnerung an den Krieg nicht ohne eine solche an dieRegierungszeit Francias aus. Das von ihm eingeleitete „Experiment“ habe inParaguay einen ausgeprägten und frühen Nationalismus auf der Basis ethnischerund sozialer Homogenität entstehen lassen. Diese wird vor allem in derallgemeinen Verbreitung der indigenen Sprache, dem Guaraní, sichtbar. Sie istbis heute in den meisten Familien sowie im ländlichen Raum dieUmgangsprache, während das Spanische als Schriftsprache gilt. Seit 1994 istGuaraní auch in den Schulen Pflichtfach, und laut einem Zensus von 2010sprachen 80% der Paraguayer Guaraní, gut 30% davon waren nur dieserSprache mächtig, während die Hälfte der Paraguayer bilingual ist.

D IE PARAGUAYISCHE U NABHÄNGIGKEIT UND DER W EG D R . F RANCIAS ZUR

M ACHT

Im Vergleich zu anderen lateinamerikanischen Staaten kam die para-guayische Unabhängigkeit früh und relativ abrupt.4Die beinahe gleichzeitigeintreffenden Nachrichten von der Einsetzung einer Regentschaft in Spanienund der Absetzung des Vizekönigs in Buenos Aires, der Hauptstadt desVizekönigreiches Río de la Plata, führten unter der Führung des spanischenGouverneurs zunächst zu einer Anerkennung der Regentschaft, ohne dass sichder Asuncener Stadtrat jedoch explizit gegen die Junta in Buenos Aires stellte.Als diese eine „Befreiungsarmee“ unter der Führung von Manuel Belgranoschickte, widersetzten sich die Paraguayer und schlugen die als Invasorenangesehenen Truppen zu Beginn des Jahres 1811. Allerdings einigte man sichanschließend mit Belgrano in einem Vertrag, der eine eigene Junta in Asunciónvorsah und die freie Schifffahrt auf den Flüssen, der wichtigsten Lebensader derRegion, garantierte. Das Abkommen, dem im Oktober 1811 ein Vertrag folgte,hätte eine Art föderativer Allianz der beiden Provinzen ermöglicht, sofern die inder Folgezeit rasch wechselnden Regierungen in Buenos Aires ihn anerkannthätten – was sie aber nicht taten. Die Weigerung der Paraguayer, sich derBonaerenser Junta zu unterstellen, basierte vor allem auf einer auch für andereRegionen des Vizekönigreiches konstatierten Auslegung des Souveränitäts-begriffes.5Als Träger der Souveränität wurde nicht das Volk alsKollektivsubjekt („el pueblo“) gesehen, sondern „los pueblos“, d.h. die Städtemit ihrem Umland bzw. deren repräsentative Institutionen, die Stadträte.Infolgedessen kam für diese nur eine gleichberechtigte Partizipation imföderalen Sinne in Frage.

Kurz nach dem Sieg über die Truppen aus Buenos Aires entfernten dieParaguayer am 14./15. Mai 1811 ihren spanischen Gouverneur aus derRegierung und beriefen – noch auf der Basis der alten korporativen Strukturen –für Juni desselben Jahres einen allgemeinen Kongress ein, der bereits deutlichvon dem herausragenden politischen Geschick Dr. Francias dominiert wurde.Dieser hatte schon zuvor im Stadtrat eine wichtige Rolle gespielt und galt alsfähiger und unbestechlicher Advokat.6Schnell kristallisierten sich in dem vonder traditionellen Oberschicht bestückten Kongress verschiedene Fraktionenheraus, die sich vor allem durch ihre Beziehung zu Spanien und Buenos Airesund durch ihre mehr oder weniger liberalen Ansichten unterschieden. Franciavertrat die radikalere Fraktion, die für die Unabhängigkeit der Region auch vonBuenos Aires eintrat und lediglich Bindungen auf der Basis einergleichberechtigten Förderation zu akzeptieren bereit war, da man fürchtete,andernfalls völlig marginalisiert und entmachtet zu werden. Hiergegen wehrtensich vor allem die Kaufleute, deren Geschäfte im Yerba- und Tabakhandel engmit der Hafenstadt verbunden waren.

Am Ende des Kongresses wurde eine fünfköpfige Junta Superior Gubernativa eingesetzt, in der auch Francia vertreten war. Da er für seinePositionen jedoch keine Mehrheiten fand, zog er sich im Laufe der nächstenzwei Jahre zweimal aus der Junta zurück, nur um dann gestärkt wieder in sieeinzutreten. Beim zweiten Mal machte Francia, der über keinerlei militärischeMacht verfügte, für seine Rückkehr zur Bedingung, dass sein schärfsterWidersacher die Junta verließ, ihm ein Bataillon und die Hälfte der Waffen undMunition zur Verfügung gestellt und ein weiterer Kongress einberufen würde,der die Unabhängigkeit erklären sollte. Die Junta sowie das Militär meinten, aufdie politischen Fähigkeiten des geachteten Rechtsanwaltes nicht verzichten zukönnen, und stimmten zu. Auf diese Weise sicherte sich Francia allmählich einesolide Machtbasis und schaffte es in der Folgezeit, die Macht der lokalenCaudillos, in ihrer Mehrheit Estancieros und Kaufleute oder Beamte, dieteilweise zur Fraktion der Porteñistas zählten, einzudämmen. DerenAnhängerschaft schwand zudem angesichts der Weigerung der neuenRegierung in Buenos Aires, die Selbständigkeit der Provinz Paraguayanzuerkennen und zu versuchen, deren Unterwerfung mit wirtschaftlichemDruck, vor allem durch die Sperrung der Flussschifffahrt, zu erreichen.

Der von Francia u.a. als Voraussetzung für den Wiedereintritt in die Juntageforderte Kongress trat im Oktober 1813 zusammen. Er setzte sich ausca. 1000 Abgeordneten zusammen, die entsprechend der Einwohnerzahlengewählt worden waren, sodass auch das Hinterland mit seiner ungebildeten undvon der Subsistenzwirtschaft und Yerbaproduktion lebenden Bevölkerungrepräsentiert war, bei der Francia hohes Ansehen genoss. Die zahlenmäßigkleine, aber bis dahin politisch einflussreiche Kaufmannschaft wurde auf dieseWeise marginalisiert. Daher kamen auch die gebildeten Beobachter aus BuenosAires oder Europa zu dem Schluss, dieser Kongress habe in der Mehrheit aus

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unfähigen Analphabeten bestanden, die dem „caraí guazu“7Franciabedingungslos folgten.8Diese Charakterisierung stellte gleichzeitig dieLegitimität der Beschlüsse des Kongresses, auf denen die Herrschaft Franciasbasierte, in Frage.

Tatsächlich kam der Kongress zunächst nicht zu klaren Entschlüssen, bisFrancia und der Präsident des Kongresses, Pedro Juan Caballero, einmal mehrdas Druckmittel ihres Rückzuges anwandten. Daraufhin arbeiteten Francia undFulgencio Yegros ein Statut aus, das anschließend vom Kongress angenommenwurde. Paraguay erklärte sich im Oktober 1813 zur „ersten Republik desSüdens“. Diese würde von zwei sich abwechselnden Konsuln nach römischemVorbild regiert werden, über deren Amtsführung ein jährlicher Kongresswachen sollte. Wahlberechtigt waren nun die Bürger, „ciudadanos“, und nichtmehr die kleine Gruppe der „vecinos“ des alten Regimes, und als solche galtenalle Männer über 23 Jahren, die in der Provinz geboren worden waren und dortwohnten. Allerdings – und hier liegt die Besonderheit der paraguayischenSouveränitätsvorstellung – übertrugen die Bürger mit der Wahl die Souveränitätan die Repräsentanten.9

Der Mitkonsul Fulgencio Yegros, der eher Militär als Politiker war, überließdie Regierungsgeschäfte in der folgenden Zeit weitgehend dem in Verwaltungs-und Regierungsfragen erfahrenen Francia und wehrte sich auch nicht, als dieservor dem nächsten Kongress eine Kampagne startete, in der erklärt wurde, indiesen unruhigen Zeiten, in denen die Unabhängigkeit und Stabilität der neuenRepublik gefährdet sei, solle man die Regierung besser auf eine Personkonzentrieren. Angesichts der Tatsache, dass sich das Land unter FranciasKonsulat tatsächlich stabilisiert und er es geschafft hatte, sich aus den internenKämpfen der anderen Provinzen des ehemaligen Vizekönigreichesherauszuhalten, besaß diese Argumentation eine gewisse Plausibilität, und derKongress des Jahres 1814 ernannte Francia für fünf Jahre zum „DictadorSupremo de la República“. Doch bereits auf dem Kongress von 1816 konnteFrancia die Mehrheit der Abgeordneten dazu bewegen, ihn mit einer ähnlichenArgumentation zum Diktator auf Lebenszeit zu ernennen. Zudem beschloss derKongress, nur noch zusammen zu treten, wenn der Dictador Supremo es fürnotwendig hielt, was bis zum Tod Francias im Jahre 1840 nicht mehr der Fallwar.

Mit der Unabhängigkeitserklärung begann somit die absolute Dominanz desDr. Francia. Die Institution der Diktatur war zu dieser Zeit allerdings noch nichtnegativ konnotiert und beruhte auf antiken Vorbildern. Auch die Institution dersich in der Regierung abwechselnden Konsuln basierte auf dem römischenVorbild.10Die Herleitung des Wortes aus dem lateinischen „dictare“ verweistdarüber hinaus auf die Bedeutung, die das Wissen Francias für seinen Aufstiegzur Macht spielte.11Zeitgenössische Gegner Francias bezeichneten ihn daherauch nicht als Diktator, sondern als „Tyrann“ und „Despot“.

Auch die im 20. Jahrhundert manchmal anzutreffende CharakterisierungFrancias als Caudillo vermag nicht zu überzeugen. Er war weder aus demMilitär hervorgegangen noch besaß er zu Beginn seiner Herrschaft eine großeKlientel. Wenn er über Charisma verfügte, dann über das eines unbestechlichenund uneigennützigen Anwalts und Regenten. Während andere Caudillos sichzumeist in ihren politischen Ämtern bereicherten, verzichtete Francia ab 1821auf das ihm zustehende Gehalt. Und seine Politik, die wie diejenige andererCaudillos darauf abzielte, seine Gegner auszuschalten und seine Macht zufestigen, ging ungewöhnliche Wege – und genau hierin liegt die Faszinationund Irritation, die die Figur Dr. Francias bis heute auf die meisten Historiker,aber auch auf eine politisch interessierte Öffentlichkeit ausübt. Dieseentwickelte in Paraguay selbst nach dem Tod des Diktators mythischeFormen,12die auch die starke Polarisierung des Urteils über seine Herrschafterklären.

D AS PARAGUAYISCHE E XPERIMENT

Oberstes Ziel der Politik Francias war es, die Unabhängigkeit des Landes zuwahren. Diese wurde vor allem von den Nachbarstaaten des ehemaligenVizekönigreiches bedroht, insbesondere von Buenos Aires, das dieSelbstständigkeit Paraguays nicht (mehr) anerkannte und über die Sperrung derFlussschifffahrt ein starkes Druckmittel besaß. Einige andere Provinzen, vorallem diejenigen, die sich unter der Führung von Artigas gegen die ehemaligeHauptstadt wandten, bedrängten Paraguay, sich ihnen anzuschließen. Um alldiesem aus dem Weg zu gehen, verfolgte Francia eine Politik der strikten Nicht-Einmischung, und dem wirtschaftlichen Druck aus Buenos Aires begegnete erdadurch, dass er den Außenhandel weitgehend einstellte.13Zwar wurde dasLand dadurch auf Subsistenzniveau zurückgeworfen, doch traf dies dieMehrheit der Bevölkerung nicht sonderlich. Die Isolation bedeutete allerdingsden wirtschaftlichen Ruin der spanischen und kreolischen Kaufleute, die vomExport lebten und enge Bindungen nach Buenos Aires hatten. Viele von ihnensympathisierten darüber hinaus mit liberalem Gedankengut. Allerdings griffFrancia nicht zur Gewalt, um diese Gegner auszuschalten, sondern zu legalenSchachzügen. Er verfügte zunächst, dass alle Güter von „Ausländern“, unddarunter fielen vor allem die Spanier, bald aber auch diejenigen, die aus anderenRegionen des Río de la Plata stammten, bei ihrem Tod an den Staat fielen.Sodann erlegte er ihnen besondere Steuern auf, und nach einer Verschwörunggegen seine Regierung ließ er alle spanischen Männer für einige Monateverhaften.

Ungewöhnlich ist dagegen eine Bestimmung aus dem Jahr 1814, der zufolgekein Europäer eine paraguayische oder europäische Frau heiraten durfte,sondern nur indigene Frauen oder solche mit afrikanischen Wurzeln. DiesesDekret ist später immer wieder als ein bewusster Versuch interpretiert worden,die ohnehin starke Mestizisierung des Landes weiter voran zu treiben und damitauch die ethnische Homogenität der jungen Nation. Meiner Ansicht nachhandelt es jedoch eher um einen weiteren Baustein in der Politik gegen diespanisch-bonaerensische Elite, die auf diese Weise daran gehindert wurde, ihreFamiliennetzwerke auszubauen und zu stabilisieren.14Die Tatsache jedoch,dass Paraguay sich seit dem Tripel-Allianz-Krieg als ein Staat zu definierenbegann, der sich im Gegensatz zu seinen Nachbarn durch einen starkenPatriotismus auszeichnete, der wiederum auf der ethnischen und sozialenHomogenität seiner Bevölkerung basierte, führte dazu, dass dieses DekretFrancias als ein wichtiger Baustein in diesem Prozess der Bildung einer„homogenen Nation“ angesehen wurde. Und die Vorstellung, dass auf dieseWeise soziale und ethnische Barrieren überwunden worden wären, hat ja aucheinen gewissen Charme.

Die soziale Nivellierung der paraguayischen Bevölkerung unter derRegierung Francias ging allerdings andere Wege. Durch das oben erwähnteErbverfallsrecht und die Sonderkontributionen für die Europäer 1821 und 1827erweiterte sich der Staatsbesitz ganz beträchtlich. Hinzu kam 1825 ein Dekret,demzufolge alle Ländereien, für die kein formeller Besitztitel vorlag, ebenfallsan den Staat zurückfielen.15Diese Ländereien wurden nicht versteigert, sondernals Estancias de la Patria oder de la República vom den Staat betrieben. Siestellten die Versorgung des Heeres sicher, Überschüsse wurden an die ärmereBevölkerung verteilt. Ein Teil des staatlichen Besitzes, vor allem derjenige inder Nähe der Städte, wurde in kleinen Parzellen zu sehr geringen Preisenverpachtet.16Mit diesen Maßnahmen vergrößerte Francia seine Anhängerschaftin der armen Bevölkerung, sorgte aber auch dafür, dass die Subsistenz gesichertwar – ein angesichts des beinahe völlig eingestellten Im- und Exports wichtigerAspekt.17Die Einschränkung des Außenhandels und der Verzicht aufausländische Investitionen und Anleihen sowie die „schlanke“ Verwaltungführten gleichzeitig dazu, dass Paraguay am Ende der Regierungszeit einenausgeglichenen Haushalt und keinerlei Auslandsschulden aufwies. Aufgrunddieser Politik haben Historiker und Soziologen in den 1960er und 70er JahrenFrancia zu einem Vorläufer sozialistischer Ideen und dissoziativerEntwicklungsmodelle im Sinne der Dependenztheorie erklärt.18

Innenpolitisch wurde diese Entwicklung allerdings mit starker Kontrolleerkauft. Diese richtete sich vor allem gegen die traditionelle Elite, führte aberallmählich zur Entstehung eines allumfassenden Spionagesystems. Die Zahl derpolitisch motivierten Hinrichtungen ist gering (die Angaben schwankenzwischen 20 und 68 Personen), allerdings verlangte Francia von seinenUntertanen wie auch von den politischen Flüchtlingen, die es ebenfalls inParaguay gab – bekanntestes Beispiel ist der uruguayische Unabhängigkeits-kämpfer José Gervasio Artigas19– absolute politische Abstinenz.

Francia, dessen Ansehen auch auf seinem Ruf als unbestechlicher undgerechter Richter basierte, erledigte einen großen Teil der Regierungs-,Verwaltungs- und Rechtsprechung eigenhändig, was aber auch zu einergewissen Entmündigung der Bürger führte. Gleichzeitig konnte auf diese Weisekein wirklicher Rivale oder Nachfolger aufgebaut werden. Auch im Militärwurden alle höheren Ränge abgeschafft und die mittleren Posten mit Personenaus den unteren Schichten besetzt.

Auch Francias Kirchen- und Erziehungspolitik ist auf den ersten Blick vorallem von Machtbewusstsein geprägt. Er ließ die Priester den Treueid auf dieRepublik schwören, verbot jeden Kontakt mit Rom, wodurch es auch nicht zuNeuernennungen kommen konnte, und schloss das Colegio y Seminarios de SanCarlos, die einzige höhere Bildungseinrichtung im Lande. Dies geschah jedochweniger, weil Francia, der wohl gebildetste Mensch in Paraguay, der über eineumfangreiche Bibliothek verfügte, keine Konkurrenz haben wollte, wie ihmseine Gegner unterstellten, sondern weil die Priesterlaufbahn nach derEntmachtung der Kirche unattraktiv geworden war, vor allem für die Männerder ehemaligen Oberschicht. Dagegen setzte Francia auf eine breiterePrimarbildung, in der allerdings vor allem die Prinzipien der neuen Ordnungeingebläut wurden.20

Auf diese Weise konnte Francia nicht nur seine eigene Macht zementieren,sondern auch die Entstehung einer neuen Elite verhindern, und hierin, nicht inder Entmachtung der alten kolonialen Oberschicht, liegt die eigentlicheBesonderheit des paraguayischen Weges. Durch die Zentrierung allerEntscheidungen auf seine Person erwuchsen ihm in den Augen der unterenSchichten aber auch beinahe übernatürliche Kräfte. Wenn er nach einerHeuschreckenplage 1819 einfach befahl, sofort neu auszusäen und damittatsächlich eine Hungersnot abwenden konnte,21steigerte dies seinen Ruf alsAllmächtiger mit übernatürlichen Fähigkeiten. So verwundert es denn auchnicht, dass den Aussagen eines späteren Beobachters zufolge viele Paraguayerdie Nachricht vom Tode des Diktators 1841 zunächst nicht für möglichhielten.22

F RANCIA IN DER KOLLEKTIVEN E RINNERUNG UND DER PARAGUAYISCHEN

H ISTORIOGRAPHIE

Bereits unmittelbar nach dem Tod des Diktators im September 1840 kam eszu heftigen Auseinandersetzungen zwischen Anhängern und Gegnern desverstorbenen Diktators. Letztere machten mit Schmähschriften und Flugblätterngegen die Diktatur Front und forderten unter anderem, seinen Leichnam aus derKirche, in der er in einem Mausoleum ruhte, zu entfernen.23Dagegen protes-tierten seine Anhänger, indem sie das Mausoleum bewachten und ihrerseitsSchmähschriften gegen die derzeitige Konsulatsregierung, die beide Seitengewähren ließ, zirkulieren ließen. Am Jahrestag des Todes Francias imSeptember 1841 nahmen die Auseinandersetzungen eine solche Schärfe an, dassman fürchtete, sie würden sich zu einem Bürgerkrieg ausweiten. Daher erließendie Konsuln zum Jahresende 1841 ein Dekret, das jegliches Urteil über denDiktator, sei es positiv oder negativ, verbot. Zuwiderhandlungen würden alsStörung der öffentlichen Ordnung betrachtet und entsprechend geahndet.Gleichzeitig wurde in einer Nacht- und Nebelaktion der Leichnam des Diktatorsan einen unbekannten Ort verlegt und das Mausoleum zerstört.24

Einer der beiden damaligen Konsuln, Carlos Antonio López, setzte sich,ähnlich wie dreißig Jahre zuvor Francia, schließlich gegen den aus dem Militärstammenden Mitkonsul durch und regierte in den nächsten zwei Jahrzehnten(1844-1862) das Land ebenso autoritär, wenn auch unter der Wahrungrepublikanischer Formen und einer allmählichen Öffnung nach außen.Infolgedessen wurde auch das Verbot einer Auseinandersetzung mit derRegierung Francias beibehalten und von López einige Jahre später noch einmalexplizit verteidigt.25Gleichzeitig gab der neue Präsident die bis heute gültigeLesart vor, dass der wichtigste Verdienst Francias „die Unabhängigkeit“ sei.26Der Sohn und Nachfolger von Carlos Antonio, Francisco Solano López, nahmkurz nach seinem Amtantritt das Erscheinen eines argentinischen Buches, dasdie Regierungszeit Francias erneut in ziemlich düsteren Farben zeichnete,27zumAnlass, eine auf Archivquellen und Zeitzeugenbefragungen basierendeGeschichte der Regierung Francias in Auftrag zu geben. Aufgrund des imfolgenden Jahr ausbrechenden Krieges konnte das Werk jedoch nicht fertiggestellt werden.28

Bis Ende des 19. Jahrhunderts bestimmten somit Berichte von Ausländernoder der paraguayischen Opposition in Argentinien das Bild Francias. Er wurdezumeist als ein Despot dargestellt, dessen Politik gegenüber der traditionellenElite, aus der seine Gegner stammten, und gegenüber der Kirche einer simplenAusländerfeindlichkeit und seiner Machtgier zugeschrieben wurde.29Auch einbiographisch begründeter „Hass gegen die Oberschicht“ wurde angeführt.30

Eine kritische Sicht auf die eigene Geschichte und die Rolle, die GasparRodríguez de Francia im Nationsbildungsprozess einnahm, konnte in Paraguaydaher erst nach dem Tripel-Allianz-Krieg beginnen. Angesichts derKatastrophe, in die der Krieg geführt hatte, musste sich die Nation neudefinieren und die bisherige politische Entwicklung überdenken. Dabei ging esletztlich immer um die Frage des paraguayischen Nationalismus sowie die Rollevon Diktatur und Autoritarismus im Staatsbildungsprozess.

In Argentinien hatte der Krieg und der am Schluss immer despotischeragierende letzte Präsident Francisco Solano López die liberalen Politiker undHistoriker erneut von dem tyrannischen Charakter der paraguayischenHerrscher überzeugt, und ein einflussreicher argentinischer Politiker veröffent-lichte 1878 einen Essay, in dem Francia aufgrund einiger zweifelhafter Indizienschlichtweg zum Psychopathen erklärt wurde.31

Umso notwendiger erschien den Paraguayern die bereits vor dem Kriegvorbereitete eigene Sicht auf den ersten Regenten des Landes. Als eines derersten Bücher nach dem Krieg erschien 1876 in Paraguay die noch vonFrancisco Solano López in Auftrag gegebene Darstellung der RegierungszeitFrancias, verfasst von einem seit Jahrzehnten im Land lebenden österreichisch-ungarischen Militäringenieur, Franz Wisner von Morgenstern.32Dieserversuchte, die Regierung Francias und die Auseinandersetzungen nach seinemTod ohne einseitige Parteinahme zu schildern, erwähnte aber auch erstmals dieThese von der bewussten „Vermischung der Rassen“ durch das Ehedekret von1814. Dies ist insofern bemerkenswert, als ein großer Teil des privatenNachlasses Francias kurz vor seinem Tod in Flammen aufging und infolge-dessen praktisch keine Aussagen über die politischen Ziele der von ihmgetroffenen Maßnahmen existieren. Wisner hat versucht, dieses Problem durchdie Befragung von Zeitzeugen und eigene Interpretationen zu lösen, undFrancia nicht nur zum Architekt der paraguayischen Unabhängigkeit, sondernauch der ethnisch homogenen Nation erklärt. Allerdings erscheint dies für dieersten Jahrzehnte des 19. Jahrhunderts anachronistisch, und dem Dekret lagenvermutlich, wie oben ausgeführt, andere Ziele zugrunde.

Die These von der ethnischen Homogenität bekam allerdings gegen Ende des19. Jahrhunderts eine Bedeutung innerhalb eines breiteren Diskurses, in dem dieLateinamerikaner einerseits europäische Vorstellungen von Rasse undnationaler Homogenität übernahmen, sich gleichzeitig aber auf die Suche nacheiner eigenständigen Identität machten, wie sie sich in den Werken von RubénDarío, José Martí und José Enrique Rodó manifestierten.33Eine Gruppe jungerparaguayischer Intellektueller, die sogenannte Generation von 1900, griff dieästhetischen Vorstellungen des sogenannten modernismo auf, nicht aber derenKonfrontation von traditionellen bzw. modernen Werten.34Sie legten auch denGrundstein für eine paraguayische Geschichtsschreibung, die bis heutenachwirkt. Historiographisch sind die Arbeiten von Blas Garay prägend, dienicht nur eine quellengesättigte Geschichtsschreibung einführten, sondern auchdie Themen vorgaben. Für die Frage der kollektiven Erinnerung aber ist einanderes Werk von besonderer Bedeutung, das 1912 im Rahmen des Centenariovon dem Schriftsteller Arsenio López Decoud herausgegebene „Álbum gráficode la República del Paraguay“. Hier wurde die bereits von Wisner angedeuteteThese von der ethnischen oder „rassischen“ Homogenität ausgebaut und diespäter auch von vielen anderen Historikern vertretene These aufgestellt, dassder Ursprung der paraguayischen Nation sich in der in anderen lateinamerikani-schen Staaten nie erreichten „Synthese“ von Spaniern und Guaranís seit derConquista finde. Diese neue Meistererzählung grenzte die indigeneBevölkerung nicht als die „Anderen“ aus, sondern erklärte ihre Integration zurBesonderheit des Landes. Paraguay sei von Beginn an eine mestizische Nationgewesen, in der die Fusion zu einer neuen, allerdings auch „weiß“ gedachtenBevölkerung geführt habe, sozusagen einer „raza blanca sui generis“.35DieseVorstellung hatte insofern eine plausible Basis, als in Paraguay bereits in derKolonialzeit die Mestizen, und unter bestimmten Umständen sogar Mulatten,als „Spanier“ bzw. „Paraguayer“ angesehen wurden und rassische oderethnische Kategorien sehr viel weniger Bedeutung hatten als in anderenRegionen Hispanoamerikas.36Paraguay wurde nun zu einer speziellen Nationerklärt, für die Mestizisierung und Nationalismus zwei konstitutive unduntrennbar miteinander verbundene Elemente darstellten. Bester Ausdruckhierfür war die allgemein verbreitete Zweisprachigkeit der Bevölkerung. DieBasis für diese Transkulturation war schon in der Conquista gelegt worden, eineForm und einen Sinn habe ihr allerdings erst Dr. Francia gegeben, denn er habees verstanden, auf der Grundlage dieser kulturellen Besonderheiten denparaguayischen Nationalismus zu entwickeln und zu festigen.37Etwaspathetischer erklärten man ihn in den 1930er Jahren sogar zur Enkarnation desparaguayischen Volkes: „El Dictador Francia era la expresión anthropomórficade la voluntad paraguaya de independencia, de efectiva emancipación, como loexigía la conciencia cristalizada de este pueblo.“38

Allerdings gab es verschiedene Varianten der neuen Meistererzählung, undim Jahre 1902 erlebte Paraguay seinen ersten großen „Historikerstreit“, dessenunterschiedliche Positionen noch immer präsent sind. Ausgangspunkt war diebis heute kontrovers diskutierte Frage der Schuld am Tripel-Allianz-Krieg, dieein junger Professor des Colegio Nacional namens Juan O´Leary vor allem inder Politik der Alliierten suchte, denen sich die gesamte Nation heroischwidersetzt habe. Der Architekt des paraguayischen Nationalismus, der dieseEinmütigkeit und den Heldenmut geschaffen hatte und auf dem seineNachfolger aufbauten, war Dr. Francia. O´Learys Kontrahent, der RechtsanwaltCecilio Báez, stellte dieser Helden- und Opferrolle eine kritische Sicht derRegierungen von Francia und seinen beiden Nachfolgern gegenüber. Derentyrannische Herrschaft habe das Volk bewusst unwissend gehalten, unterdrücktund ein Klima der Gewalt geschaffen, das in die Katastrophe des Kriegesgeführt habe. Die Sichtweise von Juan O´Leary setzte sich in Paraguay letztlichdurch und wurde von späteren politischen Strömungen mit faschistischenEinflüssen sowie den Militärdiktaturen seit den 1940er Jahren kanonisiert.39

Im Rahmen dieser Politik wurde Francia 1936 von der nationalistisch-revolutionären Febreristaregierung unter Coronel Rafael Franco zusammen mitden beiden López zum „Procer benemerito de la Nación“ erklärt. 1961unternahm die erneute Diktatur unter Alfredo Stroessner einen weiterenVersuch, die verschwundenen Überreste Francias, die zu Beginn desJahrhunderts angeblich in Buenos Aires aufgetaucht waren, zu identifizieren,um sie in den nationalen Heldenpantheon zu überführen. Dies gelang allerdingsnicht.40

Doch die Rechtfertigung der Diktatur Francias kam nicht nur von rechten undautoritären Politkern und Militärs. In den 1960er Jahren veröffentlichte derehemalige Vorsitzende des paraguayischen Studentenverbandes und Mitgliedder Kommunistischen Partei, Oscar Creydt, eine kürzlich neu aufgelegteUntersuchung über die Entstehung der paraguayischen Nation. Auf der Basisdes historischen Materialismus legte er dar, dass die paraguayischeUnabhängigkeit von Kleinbauern mit antikolonialer Haltung durchgesetztworden sei, als deren Sprachrohr Francia fungiert habe. Auch er maß derallgemeinen Verbreitung der indigenen Sprache, des Guaraní, eine tragendeBedeutung bei.41Diese Sichtweise wurde in den kommenden Jahren vonzahlreichen ausländischen Historikern aufgegriffen und gestärkt. Einnordamerikanischer Historiker sprach aufgrund der Landpolitik von der erstentiefgreifenden Revolution in Amerika, und ein deutscher Soziologe sah in derIsolationspolitik Francias einen „frühen Fall dissoziativer Entwicklung“.42ImRahmen der Vorbereitungen der Zweihundertjahrfeiern der Unabhängigkeiterschien in Asunción 2008 die Dissertation eines Historikers, der mit einerähnlichen Argumentation wie Creydt zu dem Schluss kommt, die „hellen“Seiten der Diktatur hätten die „dunklen“ überwogen, und an einer Stelle sogarvon einer „dictadura democrática“ spricht.43Ein anderer, schon geflügelt zunennender Satz lautet, Francia habe für das Volk, wenn auch nicht mit demVolk regiert. Im Rahmen der Bicentenario-Feiern erklärte der oben erwähntenordamerikanische Historiker Richard Alan White darüber hinaus, Francia habe„die Armut in Paraguay beseitigt“, und erklärte die Existenz einesSpionagesystems zu einer Verleumdung seitens bürgerlicher Exilanten.44

Wie stark der Diktator heute vor allem von linken Gruppen für ihrepolitischen Ziele vereinnahmt wird, macht auch ein im Rahmen derargentinischenBicentenario-AktivitätengehaltenerVortrageinesparaguayischen Journalisten deutlich, der schon im Titel nicht nur die Idee der„volkstümlichen Diktatur“ aufgreift, sondern Francia auch noch zum größtenParaguayer aller Zeiten erklärt.45

Zwischentöne oder Versuche, die Entwicklung Paraguays unter strukturellenAspekten zu erläutern, sind in der öffentlichen Diskussion selten, auch wenn essie in der Historiografie sowohl von paraguayischer als auch von ausländischerSeite durchaus gibt.46Darüber hinaus weisen neuere Arbeiten auch darauf hin,dass viele Aspekte der Politik Dr. Francias Kontinuitäten mit der spätenKolonialzeit aufweisen. Doch die differenzierteren Thesen verbleiben meist imakademischen Bereich und werden selbst dort manchmal nicht gern zurKenntnis genommen. Oft mischt sich in die Abwehr kritischer Urteile über denDiktator ein Rekurs auf die nationalen Besonderheiten, die von Ausländerneinfach nicht verstanden würden.47

Letztlich dreht sich aber sowohl die öffentliche als auch die wissen-schaftliche Diskussion immer wieder um die Frage, ob die nicht zu leugnendenautoritären Züge der Herrschaft von Dr. Francia angesichts seiner Ziele undseiner Leistungen gerechtfertigt waren oder nicht. Die Antwort darauf hängtwesentlich davon ab, wie man die Folgen seiner Herrschaft beurteilt. Hat seineLand- und Handelspolitik die Unabhängigkeit gewahrt, das paraguayischeHandwerk und die Landwirtschaft gefördert und eine gerechtere Gesellschaftgeschaffen oder ist sie für die wirtschaftliche Rückständigkeit verantwortlich, inder das Land bis heute verharrt? Hat die Isolationspolitik und die Ausschaltungder traditionellen Oberschicht die Unwissenheit und Unterwürfigkeit derBevölkerung gefördert und damit eine demokratische Entwicklung verhindertoder war sie notwendig, um die Einheit und die Unabhängigkeit der Nation zuerhalten und sich imperialistischen Ansprüchen zu entziehen?

Diese Fragen sind auch für die aktuelle und zukünftige politische Ent-wicklung in Paraguay von Bedeutung, und daher ist die Auseinandersetzung mitder Unabhängigkeit und der Regierung Francias nach wie vor ein Politikum, dasdie aktuellen Probleme des Landes widerspiegelt. Die größte Herausforderungder Regierung des jetzigen Präsidenten Lugo, der nach sechs Jahrzehnten diePartei der Colorados abgelöst hat, ist die von ihm im Wahlkampf angekündigteLandreform, gegen die es allerdings in seiner eigenen Regierungskoalitionstarke Widerstände gibt. Verbunden mit der Landreform sind Fragen nach derRolle der Exportwirtschaft bzw. kleinbäuerlichen Subsistenzwirtschaft. Was fürFrancia als Öffnung nach außen oder Isolation und Kaufmannselite vs.Unterschicht diskutiert wird, ist im Kern dasselbe Problem wie die Frage nacheiner Agrarpolitik, die auf Export und Agrobusiness setzt, oder einer, die dastraditionelle Kleinbauerntum und seine Produktions- und Lebensweise schützenwill.

Damit aber wird Dr. Francia zu einem ambivalenten Gründervater, der nichtgeeignet ist, die Nation zu einen, sondern eher zu spalten. Zwar ist seine Rollefür die Erlangung der staatlichen Unabhängigkeit unbestritten, und die Thesevon der ethnischen Homogenität ist inzwischen fester Bestandteil derparaguayischen Nationalidentität, im Rahmen der Feierlichkeiten zumBicentenario 2010/11 wird er jedoch als ein Akteur unter vielen dargestellt, jain gewisser Hinsicht sogar marginalisiert. Sowohl die öffentlichen Feiern alsauch die Publikationen im Umfeld dieses Ereignisses konzentrieren sich vorallem auf die Ereignisse 1810/11, d.h. die Siege über die Truppen aus BuenosAires und die Absetzung des Vizekönigs, oder sie spannen einen langen Bogenvon 1810 bis 2010, in dem Francia nur kurz aufscheint.48

Die Erinnerung an die Regierung Dr. Francias bleibt ein schwierigesUnterfangen. Die Oberschichten und liberalen Eliten werden seine Leistungenfür die Unabhängigkeit und die Schaffung einer stabilen Staatsnation loben,seine autoritären Züge und seine Wirtschaftspolitik aber als letztlich schädlichfür das Land verurteilen, während die Anhänger populistischer und reform-orientierter Politik diese hervorheben werden. Die Feiern zur Unabhängigkeitbergen somit in Paraguay nach 200 Jahren erneut revolutionäres oder zumindestreformatorisches Potential, doch auch die Probleme, die damit verbunden sind,lassen sich deutlich an der Regierung Francias ablesen. Man darf gespannt sein,wie sich die Paraguayer 2014 und 2016 an die Kongresse erinnern werden, diedie Diktatur besiegelten.

R ESUMEN

D R . J OSÉ G ASPAR R ODRÍGUEZ DE F RANCIA Y EL EXCEPTIONALISMO

PARAGUAYO . E L “D ICTADOR S UPREMO EN LA MEMORIA CULTURAL DE

P ARAGUAY

El artículo versa sobre el gobierno del dictador paraguayo José GasparRodríguez de Francia, así como de la memoria contemporánea sobre estepolémico gobernante. El núcleo del problema radica en el hecho de que si bienel gobierno de Francia aseguró la autonomía de la nueva república contra todaslas presiones exteriores, y por tal motivo fue considerado como el arquitectoindiscutido de la independencia, esto fue posible en base a un régimenautoritario que aisló el Paraguay durante tres décadas del resto del mundo.Mientras que otros países latinoamericanos empezaban a involucrarse en elmundo atlántico y en la economía global, el Paraguay se mantenía al margen deeste desarrollo – con lo bueno y lo malo que esto trajo aparejado.

En una primera parte del trabajo se describe el proceso de la independenciaparaguaya y la separación de la antigua capital del virreinato, Buenos Aires.Esta última, a su vez, no reconoció la independencia paraguaya hasta mediadosdel siglo XIX presionando a la antigua provincia mediante el cierre de las víasfluviales. Esta situación llevó a una división de la élite de Asunción, ya que loscomerciantes y exportadores, en su mayoría de origen rioplatense o español, sevieron perjudicados por estas medidas. Asimismo, muchos de ellossimpatizaban con las ideas liberales vigentes en Buenos Aires durante esosaños. Por consiguiente, se convirtieron en opositores al régimen. Ante estasituación, Francia buscó apoyo político en la incipiente clase media y en los

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campesinos, cuyos representantes consintieron en su elección como dictador,provisional primero, vitalicio después.

Para quebrar el poder económico, político y social de la antigua élite de laprovincia, el abogado Dr. Francia se sirvió de medidas jurídicas altamenteeficaces. Éstas le permitieron además la concentración de tierras y riquezas enmanos del Estado. Bajo el gobierno del Dictador, Paraguay se convirtió en unpaís más igualitario, tanto en el sentido económico como social. Esta mayorigualdad, no obstante, trajo consigo formas de producción simples y falta deriquezas y lujos, incluso para las clases altas. Si bien el Estado paraguayo nodesarrolló políticas de modernización e industrialización, tampoco contrajodeudas en el extranjero. Así, la población no padecía de grandes necesidadesmateriales, pero tampoco gozaba de bienestar y libertades políticas.

Esta política llevada a cabo por el dictador generó una polémica desde elpreciso momento de su muerte. En cierta medida los argumentos de aquellapolémica siguen vigentes en la actualidad. Mientras que su admiradores resaltanla autonomía, la homogeneidad social e incluso califican al gobierno de Franciacomo una “revolución desde arriba” o “anti-imperialista” o una “dictadura dedesarrollo”, sus adversarios insisten en el carácter despótico de su régimen y loculpan de haber instalado un tradición autoritaria en el país que llevó a éste a laguerra devastadora contra la Triple Alianza y a los gobiernos militares del sigloXX. En cierto modo estas dos vertientes de la historiografía determinan, aún ladiscusión sobre el gobierno de Francia, a pesar de que a principios del sigloXXI y con la transición hacia la democracia, la interpretación oficial delgobierno del héroe de la independencia es más ambigua, no solo por el carácterautoritario de su gobierno, sino también porque los problemas actuales delParaguay remiten a los de los primeros años de la vida republicana.Actualmente, como durante el gobierno de Francia, se encuentran en el centrode la discusión temas como la distribución de la tierra y de los recursosmateriales y sociales, y la inserción de la producción agrícola en un mundoglobalizado frente a la conservación de formas de producción y de vidatradicionales.

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J URANDIR M ALERBA

1. I NTRODUCCIÓN

Comenzaré mi ponencia con una confesión: confieso que sentí algo irónico alser invitado a este congreso internacional sobre las guerras de independencia enAmérica Latina, para participar de una mesa que hablará sobre a “héroes ycanallas”. Irónico porque este evento sucede justamente en esta ciudad, Berlín,donde por consenso es la cuna de la historia racionalista surgida a comienzosdel siglo XIX. Fue a partir de aquí que los estudios históricos modernosreivindicaron la racionalidad metodológica a través de un énfasis en losargumentos anti-retóricos, postulando su carácter académico o científico ymoldeando su status como una disciplina autónoma dentro de las humanidades.Un ícono de esa transformación en los estudios históricos es el primer libro deRanke, La historia de los pueblos romanos y germánicos de 1494 a 1514 ,publicado originalmente en 1824.1Aquí, el autor escribe su famosa declaraciónde que la historia no precisa juzgar el pasado para enseñar el presente por elbien del futuro; su libro, nos dice Ranke, “quiere apenas mostrar comorealmente fue el caso.”2Esta reivindicación de objetividad refleja la nueva auto-comprensión de los estudios históricos como una ciencia empírica con unconjunto especial de reglas metodológicas, constituyendo el conocimientohistórico como un proceso de investigación.3

Esta querella sobre la función del historiador atravesó dos siglos. En los años1980, en mi tiempo de formación aún debatía si correspondía o no al historiadorjuzgar: las épocas, los acontecimientos o personajes del pasado. Confieso,además de la ironía, que no llegué a una conclusión acabada sobre el asunto.Pero, si vamos a tratar de personajes de las guerras de independencia –recordando que no todas las independencias en América Latina se lograron pormedio de la guerra – los juzgamientos de valor serán inevitables. De mi parte,voy a tomar como premisa el postulado croceano de que toda historia escontemporánea, para asumir que cada generación elige los héroes y los villanosque le conviene. Esto es muy claro en la historiografía. Como no quiero juzgar ymucho menos condenar ningún personaje en este simulacro de tribunal de lahistoria, hago explícitos mis objetivos: en un primer momento, después derealizar observaciones puntuales sobre memoria e historia, pretendo mostrarcomo las imágenes que nos llagaron de don João VI fueron construidas por lahistoriografía en dos siglos (por lo tanto, exploraré aquí la construcción de unamemoria historiográfica); enseguida, buscaré traer la discusión hacia el campodel análisis histórico propiamente dicho, puntuando algunas acciones de estecontrovertido personaje que lo distingue como una figura central cuando sebusca explicar cómo, cuándo y por qué sucedió la independencia brasilera,singularizando el proceso brasilero en relación a lo que sucedía en todo elmundo hispanoamericano.

2. B REVES COMENTARIOS SOBRE HÉROES , VILLANOS , EFEMÉRIDES ,

CONMEMORACIONES

2.1. Hace apenas dos años atrás, en el 2008, se celebró ruidosamente, tanto enPortugal como en Brasil, el bicentenario de la transferencia de la familia realportuguesa de Lisboa hacia Río de Janeiro. Un verdadero estallido cultural ymediático. Pero ya no era ninguna novedad, pues el “Centenario” fue la mismacatarsis conmemorativa. En la adolescente República brasilera (que contabaapenas con 18 añitos en 1908), una serie de eventos marcaron la celebración delos cien años de la llegada de la familia real al Brasil: congresos, exposiciones,paradas, publicaciones – entre estas el célebre monumento historiográfico, D. João VI no Brasil , de Oliveira Lima.4Como en el comienzo del siglo XX, elfuror memorial explota, tal vez hasta más intensamente en estos comienzos delsiglo XXI. Ahora, desde 2008, se cuentan en decenas los diversos eventos en elmarco de las “conmemoraciones” del bicentenario de la transferencia de la cortey de la sede del imperio ultramarino portugués a Río de Janeiro en 1807-1808.Cuadernos especiales, revistas, programas de radio y televisión, eventosacadémicos, exposiciones, publicaciones – biografías, diccionarios, HQs – evo-caron el “hecho memorable”.5

En 2010 tenemos el estallido de las guerras de independencia en AméricaLatina; pero en 1992 ya tuvimos los quinientos años del “descubrimiento deAmérica”; en 2000, el quinto centenario del “descubrimiento del Brasil”. Hacedos años, los doscientos años de la llegada de la corte bragantina al Brasil,efeméride sobre la cual voy a focalizar mi análisis. Pero, finalmente, ¿cuál es elsentido de esas conmemoraciones? ¿Qué es lo que conmemoramos hoy?¿Dónde y quién conmemora? Dejo estas cuestiones centrales a los especialistas,para intentar pensar una cuestión anterior, y de fondo: ¿qué significóconmemorar 1808 en 2008 – o, en el propósito que hoy nos reúne, cuál es elsentido de conmemorarse 1810 en 2010?

“Conmemorar”, memorar juntos, ejercicio que apunta hacia las fronterasmovedizas entre la historia y la memoria y, en un movimiento frenético, fundepasado y futuro en el tiempo presente. Hace ya mucho tiempo que el peligro dela conmemoración fue denunciado y subyugado, porque se descubrió queconmemorar era inventar tradiciones para controlar corazones y mentes.6Perolo que siguió entonces: desde la dilución de la historia en memoria, y el oapartamiento radical de esas esferas como originalmente propuso Halbwachs,7muchas veces con la primacía de la última sobre la primera como en Nora,8nollevó exactamente a buenos términos. Cuando nos dispusimos a memorarjuntos, vemos que eclosiona la historia viva, en la pulsión de los debatesapasionados que se revelan a partir da historiografía y se explayan por todo elespectro social. El acontecimiento pasado revitaliza la historia, en la medida enque afecta el presente, haciendo del distanciamiento temporal un instrumentometiculoso para la revisión de las diversas estratificaciones de sentido que se lefueron atribuyendo a lo largo de generaciones, transformando ese aconte-cimiento en evento “supersignificado”.9Así alcanza toda su importancia defuerza política – y cultural – en el tiempo presente: en esta retomada reflexivadel acontecimiento supersignificado se transforma en los cimientos para laconstrucción narrativa (histórica) de identidades fundadoras.

La celebración de acontecimientos históricos originales en el sentido de laconstrucción (el uso, la manipulación, el abuso) de la memoria siempre existió;por lo tanto, la manera como es hecho en nuestros días, comenzó a serpracticada y teorizada a partir de la década de 1980 por la historiografíafrancesa de la generación del bicentenario de la revolución. Para esahistoriografía fuertemente conservadora (muy incensada por los historiadoresbrasileros hasta hoy) importa menos la historia (que es cambio, transformación)que la conmemoración (que es reiteración selectiva, preservación). De modoque esta perspectiva se hace conveniente tanto para los police makers (vea elafán con que los agentes de Estado asumen entusiastamente la celebración delas efemérides) como para los grande medios.10Otro factor del estallidoconmemorativo es el contexto histórico en que vivimos, marcado por lamercantilización de todas las esferas y relaciones humanas, transformando lapropia historia en una mercadería exhibida para el acceso de todo el público.Las efemérides, y lo que se transmite en torno a ellas, constituyen consciencias. 3. L A FABRICACIÓN DEL PERSONAJE POR LA HISTORIOGRAFÍA : A VECES HÉROE , OTRAS VECES VILLANO

Realizar un análisis exhaustivo de la obra que construyó la imagen de d. João,ya sea como héroe o como canalla, a lo largo de los últimos dos siglos y deambos lados del Atlántico, no constituye el objetivo del presente trabajo. Mipropuesta es más sencilla: apenas ilustrar algunas manifestaciones a favor o encontra del legado de d. João que contribuyeron, a lo largo del tiempo, a laconstrucción de este personaje histórico complejo.

Una de las primeras representaciones paradigmáticas de d. João fue de unhombre bondadoso y desafortunado. Esa imagen fue primeramente legada porun embajador francés en Lisboa en 1824, llamado Hyde de Neuville, en unopúsculo publicado en Paris en 1830.11Aquí se encuentran todos losestereotipos con que se diseñarían tanto su persona pública como privada:heredero del trono sin que nunca hubiera querido serlo, obligado a huir de sureino hacia una colonia africana enraizada en América, traído por la mujer doñaCarlota y por el hijo (d. Miguel, en la crisis de sucesión del trono portugués),forzado a regresar al viejo reino contrariado, indeciso, tibio de carácter yenfermizo. Ese estereotipo popular marcó la invención del personaje, no solo enla historiografía, sino también en otros medios como la literatura, el teatro, latelevisión y el cine, en Brasil y en Portugal.

Para fijarnos apenas en el campo historiográfico, esta figura de valornegativo, en que muchas veces se confunde el carácter del príncipe con lapolítica de su gobierno, aparece ya en el Elogio necrológico que le fueraofertado en la Academia Real de Ciencias de Lisboa el 10 de setiembre de 1826por Frei Mateus Brandão, en el cual los vicios y flaquezas que le eranatribuidos, fueron compensados por el orador por su “bondad de corazón” y suconstante “amor por la paz”.12En 1827, un año después de su muerte, aparecíauna “biografía no oficial”, la Histoire de Jean VI ,13de carácter abiertamentefrancófilo, en la cual se incluyen elementos de carácter que posteriormente sevan a adherir a la persona histórica construida por la historiografía e inscripta enla memoria popular. Surge el rey benevolente, pero al mismo tiempo indeciso ytibio. Sólo que esta debilidad es retratada por el autor del libreto anónimo comoun elemento que d. João sabía usar a su favor, en los momentos en que lascircunstancias exigían disimulación. Con este estilo reticente, contemporizador,consiguió esquivar la presión de franceses e ingleses, en uno de los momentosmás convulsivos del Antiguo Régimen, mantener su corona.

El libreto anónimo agrega esa aura de gran estratega a d. João, que seapoyaba en su carácter frágil para burlar situaciones adversas. De hecho, d. Joãousó con maestría su posición de piedra angular en el equilibrio de las tensionesentre los diferentes estratos que lo asediaban, dando fuerza a los decaídos paradetener a los poderosos. Para J. F. de Almeida Prado, d. João era el nexo queagrupaba alrededor de la corona los súbditos provenientes de las diversasregiones, llevando la existencia patriarcal y recibiendo a todos con generosidad– como bien se confirma en los numerosos testimonios sobre el besa-mano real.Según el historiador paulista, uno de los primeros en relacionar la formación delEstado con la de la clase dirigente brasilera, el palacio imperial estaba siemprede puertas abiertas en los días de audiencia pública, accesible a la gente delreino, brasileros o extranjeros de todas las categorías. Sin embargo, loshabitantes de Río de Janeiro no siempre apreciaban esta actitud.14

Los historiadores, siempre en busca de la utópica neutralidad, parecemosfavorables a los juicios históricos. Relevar aspectos psicológicos – tan suscep-tibles a la valoración moral – como “tibieza de espíritu” o “naturalbenevolencia” parece reproducir inevitablemente la vieja prácticahistoriográfica que condena o absuelve los agentes históricos.15Es unánime,con todo, la opinión de que el sentimiento de gratitud de d. João a los que loacompañaron y a los que lo socorrieron en Brasil, fue el motivo de laprodigalidad en la distribución de gracias y distintivos nobiliarios con quecomenzó a constituirse la nueva nobleza “brasilera” – y, al final, la principalfuente de conflictos y celos entre beneficiados y preteridos.

Pero es un hecho también, que el príncipe regente, a la cabeza del Estadodesde el reconocimiento de la demencia de la reina su madre, usó con muchahabilidad los pocos recursos que disponía. Acusado por unos y otros de indecisoe indolente, reconocido por la mayoría, al mismo tiempo, como perspicazdelante de las turbulencias políticas y domésticas – estas no menos graves yconstantes que aquellas –, la verdad es que, a pesar del período de convulsionessin comparación en el que reinó, d. João vivió y murió como rey, mientras quela mayoría de las cabezas coronadas de Europa sucumbieron ante Napoleón.Glorificado como portador de “natural perspicacia y tacto adquirido en elmanejo del gobierno” por Silvestre Pinheiro, superaba su fama de enfermizo ytonto, al no permitir nunca el ascenso absoluto de ninguna de las facciones quelo rodeaban. Recuerda con propiedad Pedro Calmon que ni d. João II abatió laaristocracia, ni d. José el clero, como él – “que habría de arrimarse a losnegociantes contra los hidalgos, e interrumpir la tradición devota de la dinastía[...]; humilló largamente la nobleza; más que eso, la confundió, distribuyendo,con una alegre prodigalidad, las mercês otr’ora tan raras”.16

Los elementos que componen ese personaje complejo, ambiguo, este hombretemeroso e indeciso, pero al mismo tiempo un estadista hábil, celoso yperspicaz, se reiterarán a lo largo del siglo XIX y particularmente del XX, conmás énfasis en unos atributos que en otros, conforme se tratase de una posiciónmás monárquica o republicana, simpática o antipática al rey y su legado. Pues esimportante reforzar el hecho de que la construcción de la memoria de esteúltimo rey absoluto europeo fue en gran parte escrita desde un punto de vistaliberal (constitucional), cuando no efectivamente republicano, en la virada delos siglos XIX para el XX. Los ataques más o menos virulentos a d. Joãoemanan en general de posiciones críticas o a la dinastía de Bragança, o a lapropia forma monárquica de gobierno, de modo que nuestro personaje acabatransformándose en un ícono de todos los supuestos o reales vicios de sudinastía o de la monarquía como un todo. El retrato bufón que de él pintaOliveira Martins en su História de Portugal , de 1887, es digno de registro, puessintetiza todas las versiones negativas posteriores. El célebre historiadorcomienza atacando a propia persona física, describiéndolo como disforme,hinchado, glotón y enfermizo. Pintándolo como sucio, “vicio de resto común atoda [la] familia”; avariento, portador de una experteza aldeana”, desconfiadode todo y de todos; era débil, inepto y disimulado. Es de Oliveira Martins laclásica descripción del rey glotón, que prefería “los ricos pollos asados con queabarrotaba los bolsillos del saco grasiento, comiéndolos con la mano”.17

Esa imagen se propagará como arena al viento en el desierto. También enPortugal, ya en pleno siglo XX, Raul Brandão lo pintará con los mismoscolores, e incluso más violentos: “En la soledad de esta inmensa noche deinvierno evoco la figura grotesca y me río [...] es un desgraciado también.Ridículo aún. Si Dios le dio en dote, junto con la materia, el hemorroidal, labarriga, la fealdad, un átomo siquiera de sueño o un hilo de nervios – lo quepuede muy bien haber sucedido –[,] moría de desesperación. Sufría, sufrió.”18Pero impiedoso es el autor al referirse a la paternidad de los hijos de d. Carlota,de los cuales d. João no tenía certeza de la legitimidad de tres, de los nueveparidos por la reina. Asimismo, nombra los amantes.19También en Brasil,autores como Tobias Monteiro, Otávio Tarquínio de Souza y José HonórioRodrigues, en diferentes momentos del siglo XX, contribuirán a la difusión delos aspectos más negativos que los positivos de la figura y del legado de d.João.20

Por otro lado, tan remotas como los juzgamientos negativos son lasvaloraciones positivas del personaje. Para no explorar las obras laudatoriascontemporáneas de d. João, como las Memorias de los beneficios políticos del gobierno d’El-Rei d. João VI , del visconde de Cairu, o las Memorias para servir a la historia del Brasil , del Padre Perereca,21el autor, tenido como elfundador de la historiografía brasilera, Francisco Adolfo de Varnhagen resaltólos calificativos del príncipe regente, atribuyéndole un papel central en lacreación de las condiciones que posibilitaron la independencia brasilera, comola apertura de los puertos, la promoción de la educación y de la cultura y elestablecimiento del aparato de Estado (portugués) en Río de Janeiro, hechos“memorables” del distinguido Bragança.22

Pero el emprendedor de la gran rehabilitación histórica de d. João fue elbrasilero Manuel de Oliveira Lima, que publicó su clásico d. João VI en elBrasil en 1908, justamente por ocasión de la efeméride del centenario de lallegada da familia real a Brasil. Son muy conocidas las iniciativas de d. João enfavor de la dinastía de Bragança. Un episodio que puede ser emblemático de lalectura positiva de Oliveira Lima puede ser el de la transferencia de la corte.Los detractores de d. João lo entienden como una fuga cobarde. Ya OliveiraLima inició prácticamente el linaje historiográfico que juzga positivamente ladecisión de la migración de la familia real hacia Brasil. Según el diplomático ehistoriador, entre pérdidas – lo que quedaba de Portugal en Europa – yganancias – el nuevo imperio que erguía para su Casa en América –, d. João,dando ejecución a ese que era una “propuesta madurada” de la coronaportuguesa, se hizo en toda Europa una única amenaza concreta al desafíonapoleónico, motivo por el cual su acto debe ser considerado como “unainteligente y feliz maniobra política que como una deserción cobarde.”23Esarehabilitación de d. João, acentuando la contribución de d. João para laformación de Brasil como nación independiente, es típicamente brasilera (lahistoriografía portuguesa siguió otro rumbo). Tal lectura positiva del legadojoanino encontró seguidores en autores como Helio Vianna, Pandiá Calógeras yPedro Calmon. El emérito historiador baiano, aún sin sublimar las flaquezas decarácter con que la historiografía trata d. João, dio más énfasis a sus virtudes y,sobretodo, a su legado político del Brasil independiente y autónomo.24

Se engaña quien piensa que esa imagen positiva es exclusivamente brasilera.Aunque, sin duda, fue mayoritaria en la ex-colonia, también hubo en el viejoreino quien intentó ver las virtudes del viejo rey. En Portugal, derribada laprimera República, a fines de la década de 1920 Fortunato de Almeida se refirióal nuevo rey, que asumió la cabeza del Imperio lusitano después de la muerte dela madre, d. Maria I, en 1816, en un momento de grandes convulsiones en lahistoria europea, actuando con equilibrio y perspicacia. En cuanto al carácterdel soberano, reconocía ser exento de talentos excepcionales, aunque no fuesedesprovisto de argucia, prudencia, moderación y bondad; era también modesto,económico para consigo y generoso para con sus súbditos. Es clemente.Portador de nobles cualidades morales y exento de variedades y asperezas. ParaAlmeida, “si viviese en tempos menos revueltos y la fortuna le deparaseministros de valía y consejos, d. João VI lograría por ventura un reinadopróspero y feliz.25

En la historiografía más reciente, podemos encontrar evaluaciones másequilibradas del personaje y del gobierno de d. João VI, como en los trabajos deJorge Pedreira, Valentim Alexandre, Andrée Mansuy-Diniz Silva y João PauloGarrido Pimenta, se amparan en el meticuloso análisis de la historiografía y dela vasta documentación, para alcanzar un examen ponderado de la vida y obradel último rey absoluto, primer rey constitucional de Portugal y primer rey deBrasil.26

4. E LEMENTOS PARA UN JUZGAMIENTO EXENTO

En el paño de fondo de las celebraciones, transcurría la historia del Brasil delRey João. Pero, ¿cuál historia? La historia ocurrió, ella es un hecho; pero almismo tiempo producto siempre de una interpretación. Con todo, nadie en sanaconsciencia negará que un día hubo un gran movimiento dentro de Europallamado “bloqueo continental”, llevado a cabo por un general francés conarrobos imperiales e imperialistas. Nadie cuestionará que de él, en su peleacontra la enemiga histórica Inglaterra, partió la amenaza final de invasión delpequeño reino portugués, lo que motivó la transferencia de la corte y el Estadolusitanos hacia su gran colonia tropical en América. A partir de ahí, cualquierafirmación podrá ser flanco de interpelaciones apasionadas. Esa transferencia,¿habrá sido una “fuga” o una sabia decisión del regente? ¿Fue decisiónatropellada o un “propuesta madurada”? ¿Cuál es el tamaño de la comitiva: 300,500, 6 mil, 12 mil, 15 mil, 20 mil personas? ¿Cuáles son los impactos de eseevento único en las casas dinásticas europeas – d. João fue el único rey europeoaclamado fuera del continente! – para el viejo reino y para su nueva sedetropical? ¿D. João fue un hábil estadista o un tonto manipulado por sus hombresde Estado? ¿La venida de la corte aceleró o prorrogó la independencia de Brasilen la era de las revoluciones? ¿Fue benéfica para Brasil al garantizar suintegridad territorial – América hispánica se dividió en pequeñas repúblicas – ofue prejudicial al inducir a una transición conservadora y centralizadora?¿Cuáles son sus eventuales marcas en la sociedad y en el Estado que seconstruyeron en Brasil a lo largo del siglo XIX y posteriormente, hasta nuestrosdías?

Por cierto que todas esas son cuestiones pertinentes para quien, como yo,comprenda la historia como proceso, en una dialéctica compleja decontinuidades y rupturas, de los imperativos de la necesidad y la lucha por lalibertad, y, antes de todo, en su materialidad incontornable. Son pertinentes paraquien no se satisface con la contestación de que existen discursos en litigio ypronto, la historia no siendo capaz de trascender la textualidad discursiva de losrelatos que produjo sobre si. En particular para quien concibe la historia comoesa “dialéctica de las duraciones” que retoma y conjuga el pasado, impregna elpresente y se proyecta para el futuro, proponiendo esa discusión incrustadaentre la escritura de la historia y la lucha por la memoria, que pulsan en estaépoca de conmemoraciones y apropiaciones. Si me recuso a negar la ontologíade la historia en favor del constructivismo narrativo,27la constatación de la co-existencia de respuestas diversas, cuando no opuestas, aquellas cuestionescentrales de la historia de Brasil joanino desafía al historiador realista. ¿Cómoexplicar las versiones de la historia? El concepto de memoria es la clave paraesa cuestión melindrosa. No me propongo siquiera evocar los debateshistoriográficos en torno a cada una de ellas; mi propósito no es más quereflexionar sobre unos pocos tópicos de la historia de Brasil joanino queevidencian los embates (políticos!) presentes por detrás de cada esfuerzo derecuerdo o de activo silenciamiento de aquellos hechos memorables.28

La re-apropiación del pasado por la historiografía, sus versiones y usos, estánahí para indicar las complejas relaciones entre historia y memoria. Los embateshistoriográficos – la guerra de interpretaciones sobre un hecho o los modos denarrarlo – evidencian la complejidad de un campo de conocimiento sobre basesteóricas y metodológicas movedizas como la observación indirecta o mediatadel pasado, por medio de vestigios; las temporalidades también móviles 1) delos acontecimientos relatados, 2) de los testigos u observadores directos, 3) delos narradores (historiadores) y 4) de los lectores; 5) o el sesgo político de losusos presentes del pasado.29Todos los conflictos de temporalidad gananexpresión cultural en la historiografía. En las reflexiones a seguir, mi dobleintención: después de pasear por la historiografía para observar como fue que seconstruyó la memoria de un actor histórico, buscaré traer la discusión dealgunos tópicos importantes de la historia de Brasil joanino, con el fin depercibir como es la cuestión (presente) de la construcción de la memoria (delpasado) que permea cada uno de ellos.

4.1. Hay una disputa antigua en la historiografía brasilera en lo que se refiereal carácter de la independencia brasilera (y, por consiguiente, a superiodización). El célebre historiador brasilero José Honório Rodrigues designacomo ortodoxos y conservadores los historiadores que datan el inicio de laIndependencia al momento de la llegada de la corte. Tal entendimiento negaríael carácter revolucionario de la guerra de Independencia, concediendorelevancia al papel desempeñado por d. João en el proceso de independencia yel consecuente carácter elitista y conciliatorio del movimiento.30

Hoy podemos entender esta perspectiva “revolucionaria” de José Honóriodentro de la historiografía brasilera. D. João jugó un papel central en el procesoy, por así decirlo, el “príncipe de Brasil” aclamado rey en tierras brasilerastambién se transformó, con justicia, en el protagonista de las efemérides. Talvez muy a disgusto, él fue de hecho una figura muy importante en la trayectoriade Brasil, pues era, en ese cuadrante fundamental de la historia mundial (y noapenas europea u occidental), el mandatario del Imperio Portugués, que seextendía por América, África y Extremo Oriente. Como en los textos políticos ylaudatorios de época,31d. João viene siendo evocado como el gran protagonistade los hechos de la fuga hacia el Brasil – muchos no aceptan llamarla así, como“fuga”! – y de los desdoblamientos políticos y civilizantes de su permanenciapor trece años en Río de Janeiro. Con todo, debemos ser ponderados en taljuicio. Para quedar en la estricta esfera del Estado y de las relacionesdiplomáticas, d. João solo no hubiera hecho lo que hizo. Había un aparato deEstado y una cultura política dentro de la cual él se movía.32Pero, si no sehubiese muerto su hermano, d. José, y la reina d. María, su madre, no hubiesequedado incapacitada, cómo hubiera actuado d. João o cualquier otromandatario en su lugar. No se puede despreciar la fuerza de las circunstancias.

¿Tenemos, en el 2010, las condiciones necesarias para afirmar rigurosamentesi el “legado” joanino fue positivo para el Brasil? Es una cuestión ardilosa.Mismo con una ventaja de doscientos años de perspectiva en relación alepisodio, tal vez sea forzar las cosas, hacer derivar el Brasil de hoy de aquellosacontecimientos. Pero dos cosas son fundamentales para la evaluación de laimportancia histórica del Brasil joanino: primero que, cuando d. João vino paraBrasil, tal vez más importante que la Corte, trajo consigo todo un aparato deEstado, del Estado portugués. Aquí se instaló la máquina administrativa delimperio, con sus mesas, secretarías y desembargos, con sus fuerzas militaresetc.33Igualmente, cuando se produjo el retorno inmediato del rey (1821) y sehizo la independencia (1822),34aquí ya había un Estado en plenofuncionamiento, el cual sufrío pocos ajustes de inmediato. Segundo, y tanimportante, fue el modo en el que se dio la aproximación, durante el períodojoanino, del príncipe regente y su Corte con las elites residentes en Río deJaneiro, en un sistema simbiótico que definió cual sería el proyecto victoriosodespués de la emancipación política: o de las elites del Centro-Sur, que“bancaron” la independencia, asumieron las riendas del Estado naciente y seadjudicaron la primacía de la construcción del Estado monárquico a lo largo delsiglo XIX, a su imagen y semejanza.35Muchos de los vicios de nuestra historiapolítica hasta nuestros días remonta a ese momento fundador del Estado y de lanación brasilera y de la forma como eso se dio a lo largo del siglo XIX.

4.2. De acuerdo con cierta tradición historiográfica, la presencia de la cortefue decisiva para los rumores de la independencia que siguieron. Es peculiarcomparar nuestra independencia – que llevó a la construcción de un EstadoImperial, centralizado, y a la preservación de la esclavitud, interés mayor de laselites que sostenían aquel Estado – con el proceso análogo ocurrido en Américaespañola, marcado, contrariamente, por la fragmentación republicana y por laabolición precoz del trabajo esclavo en la mayoría de los nuevos países.36Lacuestión que entonces se impone es: ¿en qué medida la presencia de la Corteefectivamente contribuyó para moldear el Brasil que se levantó de las cenizasdel orden colonial a lo largo del siglo XIX?

No tengo duda, que la experiencia de la transferencia de la familia real y lasede del Imperio ultramarino portugués, fueron decisivas para la soluciónmonárquica, centralizadora y esclavista adoptada por las elites de mando quetomaron las riendas de la independencia y se dieron el trabajo de la construccióndel Estado Imperial y esclavista brasilero a lo largo del siglo XIX. A rigor, taldebate es permanente en la historiografía brasilera y remonta a los tiemposinmediatos a la propia independencia. El mismo guarda un ineludible sesgopolítico – y aquí se entrecruzan nuevamente de manera más clara “historia” y“memoria” –, que matiza tanto las interpretaciones que atribuyen grandeimportancia a la presencia y actuación del soberano en el proceso de laemancipación política brasilera, como aquellas que desdeñan de esaimportancia. En los dos extremos, podemos evocar, por ejemplo desde Cairuversus Hipólito da Costa, Oliveira Lima versus Tobias Barreto, Josué Montelloversus José Honório Rodrigues, Lília Schwarcz versus Evaldo Cabral deMello.37La historiografía es construida a partir de esas rectificaciones que sedan de generación en generación, pero el leitmotiv de la reconstrucciónhistórica es la lucha política entablada en el presente.

De hecho, entre 1808 y 1825 se verificaron cambios fundamentales en Brasil,al pavimentar el camino rumbo a la independencia de la metrópoli portuguesa.En el contexto de la “era de revoluciones”, que se extiende del último cuarto delsiglo XVIII hasta 1825 (en América Latina), la independencia brasilerarepresento la única alternativa conservadora bien sucedida a la opciónrepublicana, que caracterizó el proceso de emancipación política, tanto enAmérica del Norte (que, como el Brasil, mantuvo la integridad territorial) comoen América española, pulverizada en varias repúblicas. Los rumbos peculiaresque tomó el proceso de emancipación política en América portuguesa, vis-a-visel proceso análogo en América española, fueron en gran parte dictados por latransferencia de la familia real hacia el Brasil.

Pero en eso hay consenso en la historiografía. En su reciente biografía deJoão VI, Jorge Miguel Pedreira e Fernando Torres Costa, privilegiando lascuestiones de Estado, las fuerzas políticas y embates diplomáticos que marcanel período joanino en Brasil, llegan a la conclusión de que “d. João y sugobierno no tuvieron papel relevante” en la construcción de la independencia,pero que habría sido “las iniciativas de los liberales del ’20 que empujaron laelite que había rodeado en Brasil al príncipe d. Pedro para un rompimientocompleto con la imagen aún persistente da una unidad política de Portugal y deBrasil sobre la misma Autoridad”.38De hecho, tal conclusión es plausible simiramos el proceso desde el punto de vista estricto de la historia política. Pero,si puede atribuirse la importancia decisiva a d. João en el desenlace de laindependencia, al verse como el soberano, queriendo o no, con su políticapatriarcal y de cooptación, de captación de fondos por medio de la retribuciónde mercedes honoríficas, contribuyó decisivamente para definir el perfil de lanueva elite que se formó en Brasil en los trece años en que la familia real sedetuvo en Río de Janeiro. A lo largo del siglo XIX, la tarea de construcción delEstado monárquico se realizó en gran medida a partir de esa política distributivade d. João.

Muchos autores no quieren mezclar una cosa (la venida de la Corte) con otra(la independencia). Pero no hay como negar esa correlación. La presencia de laCorte en Río de Janeiro imanto las elites locales (especialmente las del Centro-Sur) en torno a un proyecto de poder que exigía el mantenimiento de laintegridad territorial, y particularmente la manutención del sistema productivo,basado en la concentración de la tierra, en la producción monocultora destinadaal abastecimiento externo, y al trabajo esclavo. Ese fue el botín que recibieronlas elites locales en cambio de la preservación de un cuerpo político unitario,monárquico, que mantuvo a la cabeza un heredero de la Casa de Bragança.

La presencia de la familia real tal vez haya sido el factor más importante en lapreservación de la integridad territorial, sobre un régimen autoritario ocentralizador aún después de la independencia; lo que, por su vez, fue unverdadero impedimento al desarrollo de las potencialidades federalistas, esosposibles no verificados. La historiografía se esgrime también en ese punto,sobre los enredos de la construcción del Estado y de la formación de la nación apartir del proceso de independencia y a lo largo del siglo XIX.39Lo que nopodemos saber es si, en caso que el proyecto monárquico y conservador nofuese históricamente el proyecto vencedor, ¿qué tipo de “federación” podríaentonces haber surgido de los escombros del mundo colonial? Y, lo queinteresa, es en que medida esa hipotética federación habría logrado mayor éxitoen la construcción de un Estado y en la formación de una nación brasilera“mejor para la mayoría”, o sea, más justa, democrática, inclusiva, etc.40Tanto lamemoria como el olvido traen a la reflexión la fuerza de los proyectos vencidos,los posibles no averiguados. El sesgo político es patente: interpretaciones quelamentan el aborto de los proyectos federalistas tienden a atribuir los problemassociales de Brasil actual a nuestra “revolución conservadora”, a la “víaprusiana” seguida por las elites brasileras. Pero en historia no tenemos eldispositivo de la “contraprueba”. ¿Una experiencia federalista hubiera llevado aun país mejor? Nuestra experiencia republicana en el siglo XX no autoriza unarespuesta tranquila.

En fin, lo que me parece decisivo en el análisis del período joanino, en cuantoa lo que de él sucedió en la historia de Brasil a lo largo del siglo XIX (es esa lacuestión) fue la aproximación, durante los años brasileros de d. João, de laselites del centro-sur con la Corona. D. João VI, a cambio del apoyo político, notuvo parsimonia en la distribución de títulos de nobleza, cartas de sesmarías,cargos en la máquina burocrática y otras mercedes para los ricos nativos,principalmente los poderosos comerciantes residentes en Río de Janeiro, perotambién de São Paulo y Minas Gerais. Ese entrelazamiento de intereses de laselites nativas con las migradas marcó el compás del proceso de independencia,dentro de un ambiente cultural de intensas transformaciones civilizatorias. Yaquí, yo concuerdo integralmente con Evaldo Cabral de Mello: ese proyectovencedor, que cooptó al príncipe de Brasil después del retorno del rey, pugnabapor la imposición de intereses tan regionales (o mismo provincianos) como losde Río Grande do Sul, de Pará o de Pernambuco. Lo que me hizo pensar encuáles serían las ventajas para Brasil si cualquier otro de esos proyectosregionales se hubiese impuesto sobre los demás, como lo logró el centro-sur. Ocómo hubiera sido si fuésemos hoy quince o veinte países independienteshablando en portugués.

4.3. Tal vez el clima de las efemérides incite a una especie de ejercicio de“historia contrafactual”, o lo que hubiera sido si hubiese sido de otra manera. Enese ejercicio, las máculas del presente tienden a idealizar un “futuro del pasado”perdido, lo que podría haber sido y no fue. O, aún, a romantizar un “pasadopasado”, con sus figuras e instituciones, y traerlo para el presente como salidasposibles para nuestros impasses contemporáneos. En ese sentido, hay, por todoslados, pero particularmente fuerte en Brasil, un rescate de las eras de reyes yemperadores, como si ellos fuesen un contrapunto a la corrupcióndemocrático/republicana. De este modo, hay en Brasil una ideología revestidade “imaginario colectivo” de que tenemos un subconsciente monárquico,presente en la figura de nuestros innúmeros “reyes” y “reinas” (del carnaval, delfútbol, de los bailes, de los “niños” etc.) y, más perversamente, en la herencia depaternalismo propio de la concepción monárquica de mundo. En este sentido,una cuestión que las efemérides del bicentenario han traído a tono es, si lavenida de la familia real pudo habernos legado una consciencia monárquicapaternal que dificulta, de alguna manera, la mejor consolidación de nuestrademocracia.

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Los usos y abusos de la historia se encuentran siempre presentes. Entiendoese discurso, de que seríamos hoy mejores y más felices en una monarquíacomo, en lo mínimo, un anacronismo. Considero que el precio por la opciónmonárquica fue muy caro para nuestra historia. La historia prevalece sobre lamemoria. Los caminos fueron esos que conocemos. La cuestión ahora, mediosartreana, es: ¿qué podemos hacer de aquello que hicieron con nosotros? ¿Cómohacer perfeccionar los mecanismos democráticos, para la construcción de unasociedad más justa, inclusiva, etc? Ese desafío no se va a resolver apenas con uncambio de la forma de gobierno. ¿República o monarquía, presidencialismo oparlamentarismo? No me parece ser esa la cuestión central.

También no es muy prudente establecer un paralelo entre nuestropresidencialismo actual y una monarquía. ¿Qué monarquía? La nuestra del sigloXIX? ¿O la española del siglo XXI? Eso no es nada muy productivo. Por fin,considero que la presencia del “imaginario” (en falta de un término mejor)paternalista es asunto primordial, no solo al debate histórico académico, sinopara el análisis del Brasil contemporáneo. Pero pienso, en sintonía con SérgioBuarque e Gilberto Freyre, que el “paternalismo” siempre emanó de la propiasociedad, de ella explayándose para la política – y no al contrario.

5. C ONSIDERACIONES FINALES

Entonces, ¿qué hacer con la efeméride? El historiador francés CharlesMozaré enseña que un acontecimiento solo se torna memorable debido a unacierta cualidad de ser excepcional, de suscitar, más allá de su desarrolloefímero, una realidad durable, que acaba inscripta en los lugares da memoriacolectiva, transformándose en una especie de experiencia ejemplar.41En estesentido, la celebración, la construcción de la memoria son fundamentos para laconstitución de un cuerpo político. ¿Cómo comenzó esa entidad que llamamosde “nación brasilera”? ¿Qué nos congrega en torno a esa comunidadimaginada?42

El rescate de acontecimientos históricos marcantes, como fue la permanenciade la corte portuguesa en Brasil entre 1808 y 1821, y la reflexión sobre susimplicaciones para la historia de Brasil que le siguió, cumplen una función decohesión social, contribuyen a mantener nuestra sociedad orgánica. Sinembargo “cohesión” no debe significar unanimidad pasiva o sumisión, sino quetrae implícita la idea de conflicto incesante que marca la formación de la nación.Este encuadre memorial en que estamos inmersos de forma casi asfixiante, porlo menos desde el bicentenario de la Revolución Francesa, moldea el contextode las “celebraciones” de los doscientos años de la llegada de la Corteportuguesa al Brasil. La apelación a una memoria nacional que pretendesometer la crítica histórica y el apego intenso a revisiones de proyectos pasados– bien o mal sucedidos – evidencian el régimen de historicidad43ora vigente, enque el pasado se diluye en categorías meta-históricas y en que el horizonte deexpectativa se dilata al infinito; todo eso podría decirse en función de laausencia de proyecto(s) para nuestra sociedad y nuestra nación. Como enseña elteórico alemán R. Kosseleck, el rescate del espacio de experiencia (pasado),sobre las coordenadas de un horizonte de expectativa (proyectos para el futuro),debe coordinar la acción de los hombre en el presente.44A falta de proyectosfuturos colectivos, perdimos la chance de acciones coordenadas no presente convistas a la construcción de un futuro que queremos; así perdimos la función y laoportunidad de actuar, categoría que Ricœur define como “la deuda ética de lahistoria delante el pasado”.

En cuanto al “legado” de d. João – asunto de gran relevo en este contexto deefemérides y conmemoración–, la cuestión, aún otra vez, remite inevitablementea la cuestión de la “memoria”. El sentido común, con apoyo de la midia,clamase por relacionar inmediatamente el presente Brasil a los desdoblamientos(posibles) de hechos pasados. La cuestión de fondo, aquí, es sobre cuál es elpeso o influencia del período joanino para toda la historia brasilera posterior. Osea, una vez más, clama por un juicio. Las respuestas oscilan conforme lospuntos de vista: hay una fuerte tradición historiográfica para quien d. João fueun prócer de la propia independencia, que detonó el proceso civilizador enBrasil a partir de Río de Janeiro – o sea, un héroe! En oposición, existenaquellos para quienes la presencia del soberano tuvo desdoblamientos siniestrospara nuestra historia, como la implantación de un proyecto de Estado autoritarioy centralizado, cuyo combustible político es la corrupción. En fin, un canalla.Cada uno es libre de hacer su elección, de acuerdo con sus interpretaciones, suspreferencias, sus compromisos y, como dice el poeta Carlos Drummond deAndrade, de acuerdo con su miopía.

Tales visiones opuestas sobre d. João, ora un tonto inseguro, glotón u unreligioso fanático, rehén de políticos hábiles e inescrupulosos, etc, ora perspicazgobernante y estratega, tiene que ver con la construcción de la memoria que deél se hizo a lo largo de dos siglos. Las visiones positivas comenzaron a serconstruidas en la época de su vida en Brasil, por áulicos devotados, como elVisconde de Cairu, entre tantos – y continuaron después. Las negativascomenzaron en la misma época, pero por la historiografía liberal y, después, enel Portugal republicano. En Brasil, el advenimiento de la República también diovoz a aquellos críticos mordaces del imperio, para los cuales todos losproblemas del país provenían del pasado monárquico. D. João fue uno de losmás atacados por esa historiografía republicana de aquí, entre los cuales sedestacan figuras de punta como Tobias Monteiro, Otávio Tarquíneo y JoséHonorório Rodrigues, en tres momentos diferentes.45En mi opinión, ni tanto nitampoco. De hecho, d. João no fue tallado para ser rey, pero esa responsabilidadle cayó al morir su hermano primogénito, preparado éste desde la infancia pararecibir la Corona. D. João recibió muy joven la incumbencia, debido alimpedimento de su madre, d. Maria, con sus disturbios mentales.

En el contexto conturbado en que vivió y reinó, podemos decir que d. Joãosalió muy bien: se mantuvo al frente del imperio portugués y, cuando fueinstado a retornar a Portugal, dejó su primogénito al frente de Brasil, en unahábil maniobra que mantuvo dentro de su casa el dominio del reino y de la máspróspera de sus colonias. Pero hay que considerar que, si la última palabra eradel rey, él estaba cercado de un staff de grandes estadistas, como el conde deLinhares, el conde da Barca, d. Fernando José de Portugal, Thomas AntonioVilanova Portugal, o visconde de Río Seco. Todos ellos con gran desconciertopolítico y con una fidelidad sin límites a su soberano.

Jo había comenzado este texto con una ironía explícita: para tratar de unpersonaje importante de la independencia brasileña dentro de una mesa redondasobre héroes y canallas en Berlín, conocida como la cuna de la historia metódicay cognoscitiva moderna. Pero había por lo menos una otra gran ironía en mitexto y mi conferencia, que pasó sin amueblar a mi distinta audiencia en aquellatarde encantadora de invierno. ¡Refiero al hecho de que no habría una ironíamás grande, en un debate sobre guerras de Independencia en América latina,que elegir como “héroe” – o, de cualquier manera, como el personaje principalde esa historia – a un rey portugués! Por supuesto, como lo deseaba JoséHonorio Rodrigues y otros, tal personaje tendría que ser un brasileño, ligado acualquier supuesta lucha de resistencia. Pero éste no fue el caso. En Brasil,quiero subrayar, siguiose una trayectoria conservadora para la independencia,negociada entre la vieja corona y las capas dominantes de Centro-Sur del país.En este sentido, no sería menos irónico si habíamos elegido al príncipe herederod. Pedro, el supuesto libertador que gritó “independencia o muerte” a losmárgenes del río Ipiranga en 7 de septiembre de 1822; o el “paulista” JoséBonifácio de Andrada e Silva, dijo el “patriarca de la independencia”, que viviótoda su vida en Portugal y volvió al Brasil solamente después de la transferenciade la corte. Todo esto para subrayar la peculiar trayectoria hasta laindependencia del Brasil en relación a los otros procesos análogos ocurridos enAmérica española.

En fin, ¿qué hacer con la efeméride? Definitivamente el olvido no es unaalternativa. Procurando superar la tendencia ultra-individualista y ególatra hoyvigente, tenemos la obligación moral de hacer buen uso de las“conmemoraciones” (de ese “memorar junto”). De modo que las“conmemoraciones” – en torno al bicentenario de la llegada de la corte al Brasil,o de los 20 años de las guerras de independencia en América Latina – puedentener una doble utilidad. Podrán ser valiosas para la disciplina histórica, historiacomo ciencia, al facultar una actualización de los recursos teóricos ymetodológicos disponibles, por medio de la investigación de la historia de lahistoriografía y de nuevas investigaciones metódicamente reguladas sobre eltema de las independencias. También las efemérides pueden ser útiles, en eldebate de nuestra historia presente, al contribuir en generar un gran debatesobre nuestras trayectorias, nuestras realidades actuales, con sus impasses y losproyectos posibles de nación que tenemos que ofrecer a cada país de AméricaLatina y a nosotros, sus habitantes, guardando respeto a todas las diferenciasque nos singularizan.

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Z USAMMENFASSUNG

D. J OÃO VI., K ÖNIG VON B RASILIEN . Z WISCHEN GESCHICHTE UND

E RINNERUNG

Der Artikel beschäftigt sich mit dem Thema „Helden und Schurken derUnabhängigkeit“ am Beispiel von Brasilien. Nach einigen theoretischenÜberlegungen über Erinnerung und Geschichte in Zusammenhang mit demgenannten Thema wird in einem ersten Schritt gezeigt, wie die Bilder, die vonDom João VI. von Brasilien überliefert sind, von der Historiographie zweierJahrhunderte konstruiert worden sind. Dabei wird die Geschichtsschreibung inBrasilien und Portugal analysiert, die kontroverse – positive und negative –Bilder von João tradiert hat. Im Folgenden wird der Blick auf die historischeAnalyse an sich gelenkt und auf das Wirken Joãos näher eingegangen, um zuerklären, warum er zu einer zentralen Figur bei der Deutung der UnabhängigkeitBrasiliens von Portugal wurde. Hier wird auch der Unterschied zurhispanoamerikanischen Entwicklung deutlich. Vor allem gewinnt die Rolle anBedeutung, die der portugiesische Protagonist beim Aufbau von Interessen- undMachtnetzwerken gegenüber den beiden hegemonialen sozialen Klassen inBrasilien einnahm: der mit der königlichen Familie nach Brasilien gefloheneAdel und die Großkaufleute, Sklavenhändler und Banker des HandelsplatzesRio de Janeiro zwischen 1808 und 1821.

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F REDERIK S CHULZE

Die Erinnerung an die Unabhängigkeit spielt in vielen Ländern Latein-amerikas eine wichtige Rolle für die Konstruktion nationaler Identität. Dabeiwaren seit dem 19. Jahrhundert Jahrestage, symbolische Rituale und dieVerehrung von Helden im Sinne von „erfundenen Traditionen“1vonentscheidender Bedeutung. Die Unabhängigkeit als wesentlicher Teil nationalerGründungsmythen war gleichzeitig Teil von Elitenprojekten, die zu einerHomogenisierung der Nation führen sollten und weite Teile der Bevölkerungenvom Identitätsdiskurs entweder ausschlossen oder nur symbolisch einbanden.Wurde die indigene Bevölkerung meist nur symbolisch berücksichtigt, bspw.durch den Rückgriff auf eine mythologisierte indigene Vergangenheit, spieltenEinwanderungsgruppen meist keine Rolle bei der nationalen Identitätsfindung.Im Fall von Brasilien waren dies neben Brasilianern afrikanischer Herkunftauch die verschiedenen europäischen Eingewanderten. Während im 19.Jahrhundert die Idee einer so genannten lusobrasilianischen, also portugiesischgeprägten „weißen“ Identität vorherrschend war, gewann in den 1930er Jahrenu.a. durch Gilberto Freyre die Idee einer vermeintlichen Rassendemokratie fürdie nationale Identität an Bedeutung, in der alle Gruppen ihre Kultur undIdentität einbringen sollten, wobei auch hier das portugiesische Erbe alswesentlichster Faktor galt.2

Der vorliegende Beitrag beschäftigt sich mit der Frage, wie Gruppen in einemEinwanderungsland wie Brasilien mit der homogenisierenden Erinnerung an dieUnabhängigkeit umgegangen sind und wie sie sich in diese Erinnerungs-prozesse eingeschrieben haben. Als Beispiel sollen hierbei deutschsprachigebrasilianische Intellektuelle dienen, also Nachfahren von so genannten„deutschen“ Einwanderern, die vor allem im 19. Jahrhundert nach Brasiliengekommen waren. Es handelte sich bei den Intellektuellen meist umpublizistisch tätige Journalisten, Pfarrer, Ordensleute und Lehrer, wobei geradePfarrer und Lehrer nicht immer Brasilianer waren, sondern auch ausDeutschland entsandte so genannte Reichsdeutsche waren, die nurvorübergehend in Brasilien im Rahmen der Deutschtumspolitik tätig waren. Seitden 1860er Jahren und verstärkt ab 1900 kümmerten sich verschiedene deutscheOrganisationen, allen voran kirchliche Organisationen wie die PreußischeLandeskirche und private Vereine wie der Verein für das Deutschtum imAusland, um den Erhalt des Deutschtums in Brasilien, um, wie man hoffte, überdie auf diese Weise dem Reich verbundenen Ausgewanderten wirtschaftlichenund informellen Einfluss zu erlangen.3

Vor allem nach den beiden Nationalisierungskampagnen während derWeltkriege, in denen Brasilien gegen Deutschland im Kriegszustand war unddaher die Benutzung der deutschen Sprache und die Deutschtumspolitik inBrasilien untersagte, konstruierten diese Publizisten eine ganz besondere„deutsche“ Beteiligung an der brasilianischen Unabhängigkeit, indem sie mitder ersten brasilianischen Kaiserin Leopoldina (1797-1826) eine „deutsche“Heldenfigur der Unabhängigkeit schufen. Dabei brachten die deutschsprachigenPublizisten auch ihr Selbstverständnis der eigenen, der „deutschen“Auswanderergruppe zum Ausdruck, indem sie die konfliktiven Erfahrungen,denen deutschsprachige Personen während der Nationalisierungsmaßnahmenausgesetzt waren, auf diese Heldenfigur projizierten. Die Figur der duldsamen„deutschen“ Frau, der sie wesentlichen Einfluss auf die UnabhängigkeitBrasiliens zuschrieben, stellte somit gleichzeitig eine Metapher nicht nur für die„deutsche Frau“, sondern für den „deutschen Einwanderer“ insgesamt dar, dertrotz seines wertvollen Beitrags für die Nation zum verkannten Opfer stilisiertwurde.

Als sich 1922 die brasilianische Unabhängigkeit zum 100. Mal jährte,standen weite Teile der deutschsprachigen Brasilianer, vor allem bürgerlichePublizisten, noch unter dem Eindruck der Nationalisierungsmaßnahmenwährend des Ersten Weltkriegs. Am 10. April 1917 hatte Brasilien diediplomatischen Beziehungen zum Deutschen Reich abgebrochen, und es war zuspontanen gewaltsamen Ausschreitungen gegen Geschäfte gekommen, die vonReichsdeutschen und Nachfahren deutschsprachiger Einwanderer betriebenwurden. Auch nach Brasiliens Kriegseintritt am 25. Oktober war es zuÜbergriffen gekommen, und ab November 1917 wurden deutschsprachigeZeitungen und Gottesdienste verboten sowie deutschsprachige Schulengeschlossen. Deutsch durfte in der Öffentlichkeit nicht mehr gesprochenwerden. Diese Maßnahmen wurden erst Ende Januar 1919 aufgehoben. DieVerbote und der kriegsbedingte Abbruch deutscher Hilfsleistungen für dieDeutschtumsarbeit stellten einen empfindlichen Einschnitt für die deutschenInteressen in Brasilien dar.

Vor den Nationalisierungsmaßnahmen hatten die deutschsprachigenZeitungen Brasiliens ganz im Sinne des „deutschbrasilianischen“ Selbst-verständnisses stets die eigene Verbundenheit zur Unabhängigkeit betont.4Exemplarisch schrieb die Deutsche Zeitung aus Porto Alegre 1886:

Während der Redakteur sich hier noch mit Brasilien und der Unabhängigkeitidentifizierte und den „deutschen“ Beitrag am Aufbau der Nation hervorhob –die Betonung der deutschen Arbeit stellte dabei ein wichtiges Element dar6–war die Stimmung nach dem Ende des Ersten Weltkriegs gedämpfter. Darüberberichtete Georg Alfred Plehn, der ab 1920 deutscher Gesandter in Brasilienwar, in einem Brief an das Auswärtige Amt vom 10. Januar 1922. Er wies dabeiauf die fehlende Resonanz seitens deutschsprachiger Brasilianer hin, sich an der100-Jahrfeier Brasiliens zu beteiligen:

Ähnliche Stimmen tauchten auch in der deutschsprachigen Presse im Vorfeldder Zentenarfeiern der Unabhängigkeit auf. Ein Kommentator der DeutschenPost aus São Leopoldo lehnte die Stiftung eines Denkmals durch dieNachfahren der Eingewanderten ausdrücklich als Anbiederei ab. Brasilien habeden Krieg erklärt und sei daher allein schuldig am Konflikt zwischen beidenLändern. Wenn jemand ein Denkmal für die Verbundenheit beider Völkerstiften solle, dann sei das Brasilien. Im Sinne der Deutschtumspolitik schiendem Kommentator dagegen die Stiftung einer deutschen Bibliothek sinnvoller,„dann kann man in ganz anderer Weise deutschen Geist und deutsches Könnendauernd zur Geltung bringen.“8

Dennoch erschienen am Unabhängigkeitstag, dem 7. September, wohl-wollende und Anteil nehmende Artikel in der deutschsprachigen Presse, indenen wie in den vergangenen Jahrzehnten die deutsche Mitarbeit am AufbauBrasiliens betont wurde. Seit ihrer Einwanderung hätten „die Deutschbrasilianerin schwerer aber erfolgreicher Arbeit unentwegt zum besten des Landesgelebt“9, so die Neue Deutsche Zeitung aus Porto Alegre. So groß der Glaubean den eigenen Beitrag zur Nationenbildung war, so groß allerdings musste dieEnttäuschung darüber sein, dass dieser Beitrag in der brasilianischenGesellschaft nicht das erhoffte Echo fand und stattdessen Vorfälle wie dieAusschreitungen in den Jahren 1917/18 möglich waren.

Die deutschsprachige Erinnerung an die Unabhängigkeit änderte sich 1922also noch nicht entscheidend. Erst 1923 erschien die Broschüre „DeutscheMitarbeit in Brasilien“ des protestantischen Pfarrers Paul Aldinger, der von1901 bis 1927 in Santa Catarina wirkte, und verknüpfte eine „deutsche“ Figurausdrücklich mit der Unabhängigkeit.10Im Jahr zuvor war von dieser Figur inder deutschen Presse noch keine Rede gewesen, lediglich eine Zeitung, diebereits erwähnte Neue Deutsche Zeitung, nannte ihren Namen kurz inZusammenhang mit der Unabhängigkeit, ohne ihre Rolle stark zu machen:11DieRede ist von Leopoldina, der ersten brasilianischen Kaiserin.12

1926 wurde an ihren 100. Todestag erinnert, was in der deutschsprachigenPresse zum Anlass genommen wurde, ihre Konstruktion als „deutsche“ Heldinfortzuführen und ihren Anteil an der Unabhängigkeit stärker zu betonen.13Nachdem Zweiten Weltkrieg und der tief greifenden zweiten Nationalisierungs-kampagne unter Getúlio Vargas,14die ganz bewusst eine „Brasilität“(„brasilidade“) schaffen sollte und die dazu führte, dass eine positiveErinnerung deutscher Vergangenheit der Ausgewanderten bis in die 1970erJahre hinein tabuisiert und vor allem der Gebrauch der deutschen Sprache inBrasilien nachhaltig einschränkt wurde, erschienen Beiträge, die die Rolle derDeutschen in Brasilien zu rehabilitieren versuchten. Neben Heinrich SchülersRoman „Dona Leopoldina“ von 195415sind hier die laienhistorischen Beiträgevon Karl Heinrich Oberacker jr. zu nennen. Oberacker führte im Anschluss anAldinger und andere die Idee deutscher Leistung in Brasilien mit seinerMonographie „Der deutsche Beitrag zum Aufbau der brasilianischen Nation“(1955/1978) fort, die Leopoldina ein eigenes Kapitel widmet.161973veröffentlichte er zudem eine Biographie der Kaiserin.17Auch in Österreichentstand eine an Oberacker anschließende laienhistorische HeldenverklärungLeopoldinas.18

Maria Leopoldine kam 1797 als Tochter des österreichischen Kaisers Franz I.und Maria Theresias in Wien zur Welt. 1817 wurde sie mit dem portugiesischenThronfolger Pedro verheiratet und nach Rio de Janeiro geschickt, wo sich derportugiesische Hof seit 1808 nach seiner Flucht vor den napoleonischenTruppen aufhielt. Nach der Unabhängigkeit 1822 wurde sie zur Kaiseringekrönt. Von ihren sieben Kindern erreichten vier das Erwachsenenalter,darunter Dom Pedro II., der spätere zweite Kaiser Brasiliens. Leopoldina, dievon ihrem Gemahl offen mit einer Geliebten betrogen wurde, starb bereits 1826an den Folgen einer Fehlgeburt.

In der deutschsprachigen Presse Brasiliens wurde Leopoldina seit demErscheinen von Aldingers Broschüre als „deutsche“ Heldenfigur entworfen.Dabei diente sie zum einen als Spiegel des „deutschbrasilianischen“ Selbst-verständnisses, indem ihr bestimmte Eigenschaften zugewiesen wurden, die alstypisch deutsch galten, und indem ihr Beitrag am Aufbau Brasilienshervorgehoben wurde. Dabei spielten drei Aspekte eine Rolle, die bereitsAldinger erwähnt: ihre Rolle bei der Unabhängigkeit, ihr Engagement bei derAnwerbung deutscher Einwanderer und die Tatsache, dass ihr „deutscher“ SohnPedro als brasilianischer Kaiser jahrzehntelang die Geschicke Brasiliens lenkte.Als negatives Gegenbild zu Leopoldina wurde ihr Gemahl Pedro I. dargestellt,der in gewisser Weise stellvertretend für den Brasilianer portugiesischerAbstammung steht. Dementsprechend zeichneten die Beiträge ein schlechtesBild von Leopoldinas Ehe und stilisierten sie als Opfer, was wiederum auf dieSelbstsicht der deutschsprachigen Brasilianer zurückweist, die sich verkanntfühlten und die Nationalisierungsmaßnahmen als traumatisch wahrnahmen.

L EOPOLDINA ALS DEUTSCHE “ F RAU

Bereits in Texten aus dem Jahr 1922 wurde Leopoldina als Heldenfigurentdeckt. Seitdem stand zunächst ihr vermeintliches Deutschtum im Vorder-grund, das bei ihr besonders deutlich erkennbar sei. Sie wird durchgehend als„die deutsche Frau und Mutter“19bezeichnet. Deutschtum wird hier imgroßdeutschen, Österreich einbeziehenden Sinne verstanden, unterstellt einegemeinsame kulturelle und rassische Basis aller Deutschsprechenden und stelltsomit eine homogenisierende Kategorie dar. Was eine idealtypische „deutscheFrau“ bzw. „deutsche Mutter“ sei, machen die Texte deutlich.

Die Kategorie „deutsch“ besteht dabei aus verschiedenen Unterkategorien.Zum einen wird mit Abstammung, also mit der Kategorie Rasse argumentiert:Leopoldina, die „Kaiserin Brasiliens aus deutschem Geblüt“,20sei „blond undblauäugig“21gewesen. Zum anderen wurden die äußerlichen Merkmale mitcharakterlichen und moralisch-religiösen Eigenschaften zusammengebracht.Diese Eigenschaften stehen, wie es die brasilianische Publizistin Maria Rohdenach dem Zweiten Weltkrieg formulierte, für ein „Frauenideal und Sinnbilddeutscher Treue“22oder, wie Oberacker zeitgleich behauptete, für „echtdeutsches Frauentum“.23Aldinger bringt einen wahren Tugendenkatalog: „Güte– Liebenswürdigkeit – Milde – Gefühl – Wohltätigkeit – Beständigkeit – Geist– Begabung – Wissen – Reize – Anmut – Bescheidenheit“.24Ferner seiLeopoldina eine „ausgezeichnete Mutter“25gewesen und habe sich durch ihre„Frömmigkeit“26und „Moral und religiöse Einstellung“27ausgezeichnet. Vieledieser Zuweisungen finden sich auch in den anderen hier untersuchten Texten.28Die Idee einer sittlichen, religiösen, deutschen Mutter, die vermeintlichdeutsche Werte rein repräsentiert und die hier mit Leopoldina verbunden wird,verdeutlicht den Vorbildcharakter von Leopoldina für alle „deutschen“ Frauen,der auch immer wieder betont wird. Aldinger fordert gar, dass die „deutschen“Frauen Brasiliens der Kaiserin ein Denkmal stiften sollten.29Für dieDeutschtumserhaltung wurde Frauen grundsätzlich eine wichtige Rollezugewiesen, da sie als deutsch sprechende Mütter durch den engen Kontakt zuihren Kindern das Deutschtum wie kein anderer weitervermitteln würden.Insofern ist die Betonung nicht nur rassischer, sondern auch charakterlicher undsittlich-religiöser Eigenschaften Leopoldinas als Anleitung für die „deutsche“Frau in Brasilien zu verstehen.

Interessant dabei ist, dass die Texte gleichzeitig betonen, dass Leopoldinagebildet war.30Die österreichische Schriftstellerin Gloria Kaiser hat den Aspektder Frau als emanzipiertes und eigenständig handelndes Subjekt aufgegriffenund noch im Jahr 2000 den Leopoldina-Diskurs im feministischen Sinnefortgeführt: Leopoldina erscheint jetzt als emanzipierte, politische Frau, alsVorreiterin der Emanzipation, zusammen mit Anita Garibaldi als wichtige Frauder lateinamerikanischen Geschichte des 19. Jahrhunderts.31Dass sich dieseInterpretation aus den Deutschtumsdiskursen des 1920er Jahre speist, zeigt sichim Folgenden.

L EOPOLDINAS B EITRAG FÜR B RASILIEN

1) Unabhängigkeit . Paul Aldinger war 1923 der erste, der ausdrücklichLeopoldinas Verdienste um Brasilien unterstrich und sie als Teil des„deutschen“ Beitrags für Brasilien konstruierte. Dabei weist er ihr auch eineBeteiligung an der Unabhängigkeit zu, ohne dies genauer zu erläutern: „Durchihre mutige, vorwaerts draengende Losung in der Unabhaengigkeitsfrage hat sieBrasilien einen ungemein grossen Dienst geleistet.“32Ähnlich allgemeineBehauptungen finden sich in der Folgezeit auch bei anderen Autoren.33

Anlässlich des 100. Todestages der Kaiserin 1926 veröffentlichte Aldingereinen Artikel im „Kalender für die Deutschen Evangelischen Gemeinden inBrasilien“, in dem er Leopoldinas Verdienste um die Unabhängigkeitpräzisierte. An der Entscheidung Pedros, sein Verbleiben in Brasilien zuerklären, als ihn die portugiesischen Cortes zur Rückkehr nach Portugalaufforderten, und schließlich 1822 die Unabhängigkeit zu erklären, habeLeopoldina „einen ausschlaggebenden Anteil“ gehabt.34Sie habe durch Briefeund ihre Funktion als stellvertretende Regentin Einfluss auf den zögerndenPedro ausgeübt. Vor allem ein am 7. September 1822 empfangener Brief habePedro zum „Grito de Ipiranga“ bewegt, in dem er „Unabhängigkeit oder Tod“skandierte. In diesem Brief, den Aldinger nicht weiter nachweist, habeLeopoldina von einem reifen Apfel gesprochen, den Pedro pflücken solle, bevorer faul werde.35Damit wird sie für Aldinger zur „Heldin der Unabhängigkeit“36und zur „Paladina der Unabhängigkeit“37, die mit ihrem Handeln zum „Sinnbildder deutschen Mitarbeit in Brasilien“38geworden sei.

Diese Erzählung hat seitdem in deutschsprachigen Texten aus Brasilienweitgehend bestand. Heinrich Schüler, der 1954 in São Leopoldo einen Romanüber Leopoldina veröffentlichte, stellte bspw. fest: „Beiden, Mutter und Sohn,verdankt Brasilien die Aufrechterhaltung der Unabhängigkeit undGeschlossenheit und damit das Leben.“39In ihrem Vorwort zu Schülers Werknennt Maria Rohde die Kaiserin gar eine „Lenkerin der Geschichte“.40

Karl Heinrich Oberacker jr., der verschiedene Artikel und Monographienüber Leopoldina veröffentlichte, führte diese Geschichte fort. In seinemHauptwerk zum deutschen Beitrag am Aufbau Brasiliens, das 1955 unterähnlichen Vorzeichen wie Aldingers fast gleichnamiges Werk aus dem Jahr1923 erschien und das ganz ähnlich aufgebaut ist, stellte Oberackerverschiedene Personen und Leistungen der „Deutschen“ in Brasilien vor, umdas Ansehen der „Deutschbrasilianer“ wieder zu heben, die sich seit demZweiten Weltkrieg und dessen Nationalisierungsmaßnahmen in die Eckegedrängt und verkannt sahen. So empfanden das jedenfalls diedeutschsprachigen bürgerlichen Intellektuellen. Durch diesen Versuch derRehabilitierung führte er den „deutschbrasilianischen“ Diskurs der deutschenMitarbeit fort.

Leopoldina widmete Oberacker ein eigenes Kapitel und stellte sie alsdiejenige dar, die die Entscheidungen Pedros herbeigeführt habe, die schließlichzur Unabhängigkeit führten.41Unter ihrer Leitung habe der Staatsrat am 2.September 1822 die Unabhängigkeit beschlossen, die Pedro durch den hierwieder erwähnten Apfel-Brief dann sozusagen nur noch umgesetzt habe.42Leopoldina erscheint als „Mutter Brasiliens“43und „größte Frauengestalt derbrasilianischen Geschichte“.44In einem Artikel aus dem Jahr 1972 erwähnte erLeopoldinas Wirken im Staatsrat und ihren Apfel-Brief erneut.45In seinerLeopoldina-Biographie, die 1973 auf Portugiesisch und 1988 auch auf Deutscherschien, erzählte er detailliert deren Wirken und ihre Beteiligung an derUnabhängigkeit nach. Auch hier wird wieder ihr Einfluss auf Pedro betont:„Consideramos a biografia da primeira imperatriz imprescindível para acompreensão de muitos pormenores da história brasileira, principalmente demuitas decisões de D. Pedro I.“46

Dass diese Heldenerzählung dann wiederum in Österreich auf fruchtbarenBoden fiel, verwundert kaum noch. Johanna Prantner, die 1974 einelaienhistorische, romanähnliche Biographie Leopoldinas verfasste, steigerteOberackers Emphase sogar noch weiter. Sie kommt zu folgendem Ergebnis:„Dona Leopoldina war eine der erfolgreichsten Politikerinnen, die Brasilien bisheute aufzuweisen hat.“47Leopoldina, „die sich dem Ideal der brasilianischenUnabhängigkeit mit Leib und Seele verschrieben hatte und mit nahezufanatischer Überzeugung für dieses Ideal zu kämpfen wußte“,48habe durchihren Einfluss auf Pedro nicht nur einen Zivilisationsprozess in Brasilienlosgetreten, ihr und auch ihrem Sohne „verdankt Brasilien dieAufrechterhaltung der Unabhängigkeit, die Einheit und damit seine Existenz.“49Für die Tatsache, dass die brasilianische Historiographie Leopoldina nicht indem Maße würdigt, hat Prantner auch gleich die Antwort parat: „Einunkritisches Nationalgefühl verwehrte bisher den brasilianischen Historikernallerdings die Erkenntnis, daß die schicksalhafte Wendung in derbrasilianischen Geschichte auf Dona Leopoldina zurückzuführen ist.“50Daraufaufbauend hob dann auch der östereichische Botschafter in Brasilien 1997 beieiner Gedenkveranstaltung zum 200. Geburtstag Leopoldinas deren großeVerdienste für Brasilien hervor.51Ebenso erzählt die österreichischeSchriftstellerin Gloria Kaiser in Romanform von der Bedeutung derHabsburgerin für die Unabhängigkeit52und verklärt sie selbst im Jahr 2000noch als Heldin.53

Die Betonung der Bedeutung Leopoldinas für die Unabhängigkeit Brasiliensist ganz im Sinne der Idee „deutscher“ Mitarbeit in Brasilien zu verstehen, mitder deutschsprachige Publizisten in Brasilien Deutschtumsdiskurse für denbrasilianischen Kontext adaptierten. Gerade die „deutsche Arbeit“ spielte dabeieine wichtige Rolle für das eigene Selbstverständnis. Insofern stellt Leopoldinamit ihrem Beitrag eine idealtypische „deutsche“ Figur und Allegorie deutscherMitarbeit in Brasilien dar. Damit wird betont, dass „Deutsche“ an der Gründungder Nation teilgenommen und schon seit Anbeginn dazugehörten hätten. Sobegegnet Leopoldina bei Prantner auch als erste Brasilianerin: „sie fühlte,dachte und plante brasilianisch.“54

2) Einwanderung. Die deutschsprachigen Intellektuellen, die LeopoldinasVerdienste um die brasilianische Unabhängigkeit hervorhoben, betontenebenfalls deren Initiierung der deutschen Einwanderung nach Brasilien.Tatsächlich hatte Major Georg Anton von Schäffer, einer ihrer engenVertrauten, die erste Anwerbung deutschsprachiger Einwanderer veranlasst.Dementsprechend wird Leopoldina in den hier untersuchten Texten als „erstedeutsche Einwanderin“55und „Patronin“56der deutschen Einwanderungbeschrieben: „Sie hat zur Entstehung des brasilianischen Deutschtumsbeigetragen […].“57Damit wird sie nicht nur für Brasilien, sondern auch für dieeigene, die „deutschbrasilianische“ Gruppe zur Gründungsfigur, „der Brasilienund besonders wir Deutschstämmigen viel, sehr viel verdanken“.58

3) Der Sohn. Als dritter Beitrag Leopoldinas wird schließlich ihr Sohn undlangjähriger zweiter Kaiser Brasiliens, Dom Pedro II., genannt. Dieser „Sohneiner deutschen Mutter – der größte Brasilianer“59sei „einer der Unseren“.60Dass Leopoldina bereits ein Jahr nach Pedros Geburt verstarb und an dessenErziehung nicht mitwirken konnte, führte dazu, dass Pedros vermeintlichesDeutschtum rassisch erklärt wurde. So stellte Aldinger fest: „Aber die Mutterhat ihm in Blut und Rasse soviel mitgegeben, daß die deutsche Art vorschlug,sowohl im Äußeren, in der hohen Gestalt, blondem Haar und Bart, blauenAugen, wie in den Charaktereigenschaften […].“61Ganz in diesem Sinne wirddem zweiten brasilianischen Kaiser in Oberackers „Der deutsche Beitrag“ einganzes Kapitel eingeräumt: „Die Kaiserin Leopoldine hatte ihn zutiefst mitihren geistigen und rassischen Eigenschaften beerbt: Er war die Mutter.“62Hattein dieser Erzählung die „deutsche“ Kaiserin Leopoldina Brasiliens Unabhängig-keit bewirkt, war der „deutsche“ Kaiser Pedro für dessen Einheit verantwortlich.

Interessant hierbei ist, dass auf diese Weise rassistische Elemente desDeutschtumsdiskurses umgedeutet werden. Findet man in Texten aus demKontext der Deutschtumsarbeit in Brasilien meist die Warnung vorVermischung mit Brasilianern bzw. der romanischen Rasse, da dies zurDegenerierung der Deutschen führe, wird hier das Problem der Rassenmischungeinfach ausgeblendet. Das ist umso auffälliger, da Leopoldinas Gemahl alsnegatives Gegenbild zur „deutschen Frau“ konstruiert wird.

L EOPOLDINA ALS O PFER

Pedro I. wird in den hier untersuchten Texten antonymisch als negativerportugiesischer Gegenpol zu Leopoldina beschrieben, „der alle Fehler seinerRasse in sich vereinigte“.63Er sei „roh und rücksichtslos“,64ein „sinnlich-feuriger Südländer“65und ein „Sklave einer Leidenschaft, die er während langerJahre nicht beherrschen konnte“.66Besonders die als unsittlich dargestelltenLiebschaften Pedros wurden kritisiert. Oberacker steigert dies insPathologische, wenn er vom „gewalttätige[n], krankhafte[n] und von derEpilepsie geprägte[n] Charakter des Kaisers“67spricht. Pedro sei unsittlich,oberflächlich und dumm, Leopoldina fromm, treu und gebildet, Pedro seijähzornig und aufbrausend, Leopoldina still und duldend. Durch diese Form derErzählung soll auch der politische Einfluss Leopoldinas glaubwürdigererscheinen, da Pedro nicht als rational handelnde Person dargestellt wird.

Stets wird betont, dass Pedro seine Gemahlin schlecht behandelt habe. Hierspielt zum einen seine offen zur Schau gestellte Liaison zu seiner GeliebtenDomitila eine Rolle, die ihrerseits zum bösen und wollüstigen weiblichenGegenbild Leopoldinas wird,68zum anderen auch seine angeblicheGewalttätigkeit. Als Höhepunkt behauptet Schüler, dass Pedro im Zuge einesepileptischen Anfalls seine schwangere Frau in den Bauch getreten habe, sodassdiese wenige Tage später verstorben sei.69Auch wenn dieses Extrem beianderen Autoren nicht oder nur als Gerücht kolportiert wird, sind sie sich docheinig darüber, dass Leopoldina „Demütigungen“70ausgesetzt gewesen sei und„Kummer und Leid“71über sich habe ergehen lassen müssen. Die Kaiserin habeaber all dies ganz im Sinne einer „hehren Dulderin“72ertragen, „weil sie sichbis zur Selbstlosigkeit aufopferte“.73Die „deutsche Frau“ Leopoldina erscheinthier als Opfer des „portugiesischen Mannes“. Darin spiegelt sich nicht nur das„deutsche“ Selbstbild, das zur Abgrenzung Gegenbilder benötigt, sondernerneut eine Allegorie der deutschen Einwanderer in Brasilien, die sich „wie sie[Leopoldina] unglücklich gefühlt hatten“.74

F AZIT

Vor allem nach den beiden Weltkriegen erschienen in Brasiliendeutschsprachige Publikationen von Nachfahren deutscher Einwanderer odervon reichsdeutschen Akteuren der Deutschtumspolitik, in denen Brasiliens ersteKaiserin, die Habsburgerin Leopoldina, als „deutsche“ Heldenfigur derUnabhängigkeit konstruiert wird. Da in den deutschsprachigen Kreisen einVerständnis von Deutschtum zirkulierte, das auf die eigene Höherwertigkeitabhob, die es zu erhalten gelte, war die Idee der „deutschen Arbeit“ und des„deutschen Beitrags“ für Brasiliens ein wichtiger Bestand der Deutschtums-diskurse in Brasilien. Als in den Nationalisierungsmaßnahmen das „Deutsche“in Brasilien unterdrückt und abgewertet wurde, wurde der Partizipationsdiskursum einen Opferdiskurs ergänzt. Obwohl die eingewanderten „Deutschen“ gutebrasilianische Staatsbürger seien und einen wertvollen Beitrag für Brasilienleisten würden, seien sie missachtet und verkannt worden. Leopoldina stelltdabei eine Allegorie dieser Rolle dar: Nicht nur repräsentiert sie die„deutschen“ Tugenden und wird als „deutsche Frau und Mutter“ dargestellt,sondern ihr wird wesentlicher Anteil an der Unabhängigkeit und somit an derExistenz Brasiliens eingeräumt. Ergänzt wird das durch ihre Aktivitäten für die„deutsche“ Ersteinwanderung und durch ihren Sohn, den Kaiser Pedro II.,„Sohn einer Deutschen“. Diese Idealisierung Leopoldinas korrespondiertwiederum mit der negativen Darstellung ihres portugiesischen Gemahls Pedro I.und seiner Brutalität gegenüber der Kaiserin. Damit wird der Österreicherin wieden „Deutschen“ keine Anerkennung für ihre Leistungen zuteil. IndemLeopoldina als Allegorie für die „deutsche“ Einwanderung steht, wird aus demhöherwertigen „Deutschen“ ein verkanntes Opfer, und zugleich wird die Rolleder „Deutschen“ in Brasilien feminisiert, während ansonsten die „deutsche“Arbeit in Brasilien stets maskulin im Sinne bäuerlicher Arbeit im Urwalderscheint.

Nachfahren deutscher Einwanderer haben in der Vergangenheit nicht nur ihreVerbundenheit mit den Unabhängigkeitsfeiern zum Ausdruck gebracht, siehaben auch ihr Selbstverständnis in Form einer Heldenfigur der Unabhängigkeitmit eingebracht. Damit wurden auch Konflikte in der brasilianischen Gesell-schaft verarbeitet. Die Idee des „deutschen“ Beitrags für die brasilianischeNation, für die die vermeintliche „Heldin der Unabhängigkeit“ Leopoldinabeispielhaft steht, spielt auch heute noch eine Rolle und findet sich in derSelbstdarstellung Südbrasiliens als wirtschaftlicher Motor des Landes wieder.Die monolithische Einheit der brasilianischen Nation hat, das konnte dieserBeitrag zeigen, nicht nur nie bestanden, sondern auch ihre diskursiveRepräsention war bereits seit den nationalen Anfängen von Vielstimmigkeit undKonflikthaftigkeit geprägt.

R ESUMEN

L EOPOLDINA COMO LA HEROÍNA ALEMANA DE LA I NDEPENDENCIA

BRASILEÑA . I NMIGRANTES ENTRE LA PARTICIPACIÓN Y LA SENSACIÓN DER SER VÍCTIMAS

La memoria de la Independencia posee una gran relevancia en laconstrucción de la identidad nacional de muchos países de América Latina.

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Desde del siglo XIX, días festivos, rituales simbólicos y la adoración de héroes,en el sentido de “tradiciones inventadas”, tuvieron gran importancia. LaIndependencia como parte integral de los mitos fundadores nacionalesconstituyó a la vez, parte de los proyectos de las élites, que pretendieronhomogenizar la nación excluyendo gran parte de la población del discursoidentitario o implicándola solamente de forma simbólica. En el caso del Brasil,los excluidos fueron sobre todo afrobrasileños e inmigrantes europeos. Elobjetivo del presente artículo será analizar la participación de los intelectualesbrasileños de habla alemana en los procesos de la memoria brasileña de laIndependencia. Este grupo de intelectuales, descendientes de inmigrantesllamados “alemanes”, estuvo conformado por publicistas, pastores y profesores,siendo estos últimos, en gran parte, ciudadanos alemanes enviados desdeAlemania al Brasil para trabajar de manera temporaria. Desde los años 1860 yespecialmente desde 1900, varias organizaciones alemanas se preocuparon de lapreservación de la germanidad en el Brasil, con el propósito de influireconómica e informalmente a través de los inmigrantes ligados al ImperioAlemán.

Principalmente, después de las campañas nacionalizadoras durante lasGuerras Mundiales, en las cuales Brasil estuvo en estado de guerra conAlemania y prohibió tanto el uso de la lengua alemana como la política en favorde la preservación de la germanidad en el país, estos publicistas construyeronuna participación “alemana” en la Independencia brasileña, colocando a laprimera emperatriz brasileña Leopoldina (1797-1826) como heroína “alemana”de la Independencia. De esta manera, los publicistas de habla alemanaexpresaron las visiones del grupo de inmigrantes “alemanes”, en tantoproyectaron en esta heroína las experiencias conflictivas vivenciadas durante lascampañas nacionalizadoras. La figura de la mujer “alemana” tolerante ydoliente, a la cual le atribuyeron una gran influencia a la Independencia delBrasil, no solo fue una metáfora para la mujer “alemana”, sino también para el“inmigrante alemán”, el cual fue presentado como víctima.

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R EBECCA E ARLE

En 1894 un insólito debate ocupó las páginas de los principales periódicosmexicanos. El impulso de este debate fue un artículo escrito por el conocidopensador y político Francisco Cosmes con motivo de las fiestas septembrinas deaquel año titulado “¿A quién debemos tener patria?”. Fue su respuesta a estapregunta que resultó inflamatoria. Según Cosmes, el verdadero padre de Méxicono había sido otro que el conquistador Hernán Cortés: “La patria nació”,proclamó Cosmes, “no en 1810, no en 1821, sino el día en que Cortés, suverdadero padre, plantó las bases de la nacionalidad mexicana.”1No contentocon negarle a Miguel Hidalgo (y Agustín de Iturbide) su posición de padres dela patria, extendió su ataque a los desgraciados que creyesen “que la naciónmexicana de hoy [...] fue conquistada por Cortés [... y] que la independencia querealizó fue una reivindicación de los derechos de [los aztecas]”. “Aún haygentes de buena fé”, se burló, “que no pueden consolarse, nuevas Calipsos, deque a Guatimotzin [Cuauhtémoc] se le hubiese quemado los pies”. Cualquierconocedor del México de hoy reconocerá la versión de la historia nacional aquíridiculizada por Cosmes. La historia de la patria mexicana todavía reserva unlugar importante para Cuauhtémoc, cuyo padecimiento en manos de HernánCortés se encuentra santificado en los monumentales murales del Palacio deBellas Artes. Cosmes, en cambio, tenía poca paciencia con las glorificacionesde los aztecas. La civilización mexicana, insistió, fue española, “sin deber nadaa los aztecas, sin descender siquiera de ellos”. Así lanzó Cosmes un desafío, unadefensa de la herencia española de México, excluyendo completamente ellegado indígena. En su ensayo rechazó la versión oficial de la historia patriapromovida por el régimen de Porfirio Díaz, que interpretaba la historiamexicana como un lento proceso de desarrollo desde los aztecas hasta elpresente.2

La respuesta a esta provocación no demoró en llegar. Como era de esperar,los periódicos conservadores celebraron el hecho de que un diario liberalhubiese apoyado las opiniones que ellos predicaban hacía décadas. Fue laprimera vez, proclamó el conservador Voz de México , que un escritor liberal“hace hablar a su raza, a la gloria de su raza, a la historia de su raza”. Felicitarona Cosme particularmente por su ataque contra aquellos que veían laindependencia como una reivindicación del imperio azteca. Finalmente,anunciaron, el patriotismo mexicano había abandonado “la enchiladería paradirigirse al santuario”.3Ya era tiempo de que México dejara de fingirse indio yaceptara su identidad cristiana.

De forma contraria los periódicos liberales se escandalizaron. El Siglo XIX , eldiario liberal más importante, comparó el artículo de Cosmes a los escritos delperiodista Adolfo Llanos de Alcaraz, quien en décadas pasadas usaba la ocasióndel 16 de septiembre para publicar “algún artículo encomiástico para losconquistadores, despreciativo para nuestros héroes, e insultante para losmexicanos”. Llanos de Alcaraz se vió obligado a salir del país, observó El Siglo XIX sugestivamente.4 El Diario del Hogar por su parte mantuvo que Cortés,lejos de ser el padre de los mexicanos, era “a lo más nuestro padrastro”.5

Cosmes respondió que su análisis era evidentemente demasiado avanzadopara su tiempo.6Sin embargo, su crítica respecto a la deficiencia de lascelebraciones de la independencia nacional en las décadas pasadas fue aceptadapor todos sus interlocutores. Las “maldiciones para España” y la “frasecillatípica de ‘tres centurias de odiosa servidumbre’” (referiendose al períodocolonial) que caracterizaron las fiestas septembinas anteriores fueron calificadasuniversalmente de “salvaje”.7Asimismo todos aceptaron la metáfora familiarcon la que Cosmes había enmarcado el debate: “¿Quién?”, preguntaron, “¿era elpadre verdadero de México?”.

No fue casual que el debate sobre la nacionalidad mexicana tuviera lugardurante las conmemoraciones del 16 de septiembre, la fecha en que MiguelHidalgo lanzó su rebelión contra España. Durante el siglo XIX lasconmemoraciones de la independencia ofrecieron una oportunidad de debatir elpasado nacional. Con frecuencia este debate se desarrolló en el marco de lametáfora familiar de la paternidad. En tales ocasiones, oradores y escritores sepreguntaban si eran hijos de Hidalgo, Cortés o quizás de Cuauhtémoc, elemperador azteca cuyos pies chamuscados dolían tanto en la mente de algunosmexicanos, según la opinión sardónica de Cosmes. Consideraciones semejantesserían manifestadas en distintas partes de Hispanoamérica durante el siglo XIX.El presente trabajo explora la naturaleza y la importancia de los debatesdecimonónicos sobre el origen nacional acaecidos durante tales fiestas cívicas.Estos debates revelan con claridad el papel fluctuante que detentaban las épocasprecolombinas y coloniales en la narrativa del pasado nacional. En las oracionesoficiales, en artículos periodísticos y en el ceremonial mismo se puede ver comodiferentes aspectos del pasado fueron (o no) incorporados a la historia nacional.Esto a su turno ilumina no solo los imaginarios de las élites quienesencabezaron el debate, sino también el papel de la cultura indígena (casisiempre separada higienicamente de los indígenas mismos) dentro de la historiapatria que se iría desarrollando durante el siglo XIX.

Las fiestas cívicas – estas son, las conmemoraciones estatales de aconteci-mientos considerados de importancia nacional – son occaciones en que elestado se muestra e interpreta de forma oficial. A través de las fiestas cívicas,como por ejemplo las conmemoraciones de la independencia celebradas a lolargo de Hispanoamérica durante el siglo XIX, los políticos intentaron crear, enpalabras del historiador Eric Hobsbawm, “prácticas [...] que pretenden inculcar,por la repetición, ciertos valores y normas de comportamiento, que automatica-mente implica una continuidad con el pasado.”8El problema en el caso de laHispanoamérica decimonónica era decidir con cual momento del pasado sebuscaba la continuidad. Como indica el debate de 1894 expuesto al comienzodel trabajo, diferentes y contradictorias herencias – la azteca, la colonial, lanacional – peleaban por el título del Momento Originario. Mientras que enFrancia cada gobierno pos-revolucionario se definía por su relación con laRevolución Francesa, en Hispanoamérica competían diferentes puntos deorígen. Si en la Francia decimonónica la Revolución Francesa era el “tiempo dehistoria”, en Hispanoamérica no existía ningún consenso sobre cuando habíaempezado la historia.9

L AS F IESTAS DE LA I NDEPENDENCIA

Los primeros intentos por establecer el linaje de la patria tuvieron lugar en lasprimeras fiestas nacionales: aquellas celebradas durante e inmediatementedespués de las guerras de la independencia. Ciertos aspectos de las estructurasde las fiestas de la independencia provenían de las fiestas coloniales, sinembargo su contenido ideológico fue notablemente distinto al de las fiestascoloniales, las cuales celebraron la conquista y los conquistadores. Para loscriollos coloniales los conquistadores habían representado la posibilidad de unatradición heróica americana. En las fiestas revolucionarias este subtextopatriótico, que fue implícito en las fiestas coloniales, se volvía explícito, perolos héroes habían cambiado. Remplazando a los caducos conquistadores fueronlos indios.

A lo largo de la Hispanoamérica independentista, los indios, o más frecuen-temente figuras alegóricas representando al indio, fueron incorporadas en lascelebraciones insurgentes, en las cuales desempeñaban un papel completamentedistinto al que habían ocupado en las fiestas coloniales. En lugar deconmemorar el triunfo español sobre el gentilismo, el indio insurgente era elemblema de la injusticia de la conquista y la legitimidad de la independenciaamericana.10Así en 1821 la celebración en la Ciudad de México de la Jura de laIndependencia incluía tableaux vivants de figuras indígenas armadas con arcos,flechas, y macanas. En Ayapango “siete inditas con espada en manoencabezaban el desfile”. En San Miguel el Grande la procesión celebratoriaincluía doscientos indígenas vestidos de chichimecas, con arcos, flechas ypenaches de plumas, llevando banderas adornadas (un poco incongruentemente)con jeroglíficos aztecas.11En Buenos Aires, las conmemoraciones de 1811 de laRevolución de Mayo incorporaban a bailadores vestidos de “españoles” y“americanos”, los españoles envueltos en togas y los americanos “con plumasde colores en la cintura y en la cabeza como los indios”. Uno de los bailadores“americanos” fue capturado por otros bailadores representando a soldados, paradespués ser liberado al júbilo general.12En Lima, “el genio del Perú,representado por el Inca Viracocha, vestido con los atributos del imperio”,accompañado por mujeres vestidas como vírgenes del sol, marcó la entrada deBolívar en la ciudad en 1825.13

Los discursos y la poesía pronunciados en tales fiestas también afirmaban laimportancia del pasado indígena como justificante de la independencia.Mientras que en años anteriores la conquista había manifestado la legitimidaddel mandato colonial, ahora funcionaba como evidencia de su ilegitimidad.Denuncias de la conquista y del sufrimiento que causó a los “americanos” (estosrepresentados simbólicamente como indígenas) eran elementos usuales en lasfiestas revolucionarias. Así la independencia porteña fue descrita durante lasfiestas mayas de 1815 como la recuperación de los “antiguos derechos”.“Posesionamos nuevamente de nuestra feraz América, quitada a nuestrospadres” por la “tiránica invasión de los peninsulares”, pontificó el fraile criolloPedro Ignacio de Castro Barros.14En su oración conmemorando al 16 deseptiembre en 1827 el criollo mexicano José María Tornel denunció a laconquista por haber perturbado el “sosiego de mis padres”.15Las pérdidassufridas por “nuestros padres” indígenas, tales discursos sugieren, fueronvengadas con la independencia. Las fiestas manifestaban que la historia delcontinente empezó antes de la conquista, cuando sus habitantes gozaban delgobierno sabio y paternal de los incas, los aztecas y los araucanos, las tresculturas indígenas normalmente empleadas en las fiestas revolucionaras pararepresentar la idílica América precolombina. Las fiestas revolucionarias poníande manifiesto que una América independiente podía trazar su linaje hasta laépoca pre-conquista, antes de la derrota de “nuestros padres” en manos de losconquistadores. Un hilo de linaje metafórico ligaba entonces a la Américadecimonónica con las civilizaciones pre-conquistas. El papel español, encambio, fue enteramente negativo.

Esta versión de la historia, denominada en este trabajo como indianesco ,perduró en México varias décadas después de la independencia. Su uso seasoció particularmente con el naciente partido liberal, aunque de hechopersonas de cada persuasión política la emplearon durante muchos años.16En elMéxico pre-reforma se solía proclamar en los discursos patrióticos enunciadosen el festejo del 16 de septiembre que la historia había comenzado con losaztecas (si no antes). El uso por los liberales del indianesco en tales ocasionescontrasta con el poco interés en lo precolombino manifestado por pensadoresliberales como José María Luis Mora en sus escritos políticos, lo cual sugiereque los liberales de la pre-Reforma no estaban tan desinteresados en el pasadoindígena como los han representado Charles Hale y Dvid Brading.17Durante lascelebraciones de la independencia, los oradores liberales encomiaban al Méxicopre-conquista como un paraíso terrenal:

Oradores liberales lamentaban la derrota por los conquistadores de “nuestrosantepasados los indios” y continuaban denunciando la “usurpación” españoladel imperio azteca y la imposición de tres centurias de servidumbre.19Laindependencia entonces vengó a los aztecas, y sus caudillos eran “deMocteuzoma la digna prole”, “los hijos de Anáhuac”.20

Fue esta la versión de la historia denunciada como “salvaje” por losparticipantes en el debate de 1894 con que empecé. La insistencia en un lazogenealógico, aunque metafórico, con el pasado indígena y una hostilidad abiertahacia España, los dos elementos más notables del discuros cívico indianesco,fueron rechazados en 1894, al menos en México, por escritores de todas lascorrientes políticas. Si los hispanoamericanos no eran los hijos de Moctezuma,¿quienes eran entonces sus padres?

O TROS ANCESTROS

Los conservadores ofrecían otra respuesta. Rechazando la interpretaciónindependentista que localizaba el origen de sus patrias en la época pre-colombina, los oradores conservadores utilizaban la fiesta cívica para sugerirque el nacimiento, o al menos la concepción ocurrió, no en aquellos tiemposremotos, sino en 1492 con la llegada de Colón a las Américas (o possiblementeunos años después, dependiendo en la rapidez con que se creía transmitirse lainfluencia civilizadora española.) Los mismos recalcaban en sus discursos laomisión de toda denuncia referente a la conquista. “Pasaron los días en que paracelebrar la independencia se excitaban vuestras iras contra vuestros padres [...]¿para que confundirnos? De la descendencia de los conquistadores se haformado nuestra ascendencia”, anunció un conservador mexicano en 1846.21Deeste modo, ofrecían a su público un linaje alternativo; lejos de ser hijos deMoctezuma o de Atahualpa, eran hijos de España. En un discurso elaboradopara el 16 de septiembre de 1850, el cual ganó grandes elogios en la prensaconservadora, el poeta mexicano José Ignacio Esteva loaba a la conquista porhaber traída el catolicismo a México y por haber terminado con el canibalismo ylos sacrificios humanos de los aztecas. Se rehusó a condenar a losconquistadores, proclamando orgullosamente: “todos somos los hijos o losnietos de los conquistadores, y nuestra patria es asimismo la hija de aquellanación”.22“Nuestros antepasados” fueron entonces los conquistadores, y no losindígenas.23Criticar a España sería entonces “escupir en el rostro a nuestrospadres”.24Los conservadores rechazaron explícitamente la idea de quedescendiesen de los indígenas precolombinos e insistieron en su ascendenciapuramente ibérica.

Las declaraciones de abolengo peninsular serían acompañadas por la defensade la conquista como el orígen de la civilización hispanoamericana. Laconquista, explicó un orador mexicano, fue un “movimiento progresivo hacia elcristianismo y la civilización”.25Durante la colonia los españoles:

De forma aún más dramática los conservadores mexicanos presentaron laindependencia como la consumación de la conquista. La conquista y laindependencia “son hermanos en una misma causa, en la causa de la humanidad.La humanidad bendice, pues, esos dos acontecimientos; y yo, que bendigodesde este lugar la independencia, necesito ser justo y lo soy en el corazón:bendigo también la conquista”, proclamó el periódico conservador mexicano ElUniversal el 16 de septiembre de 1851.27

Estas dos versiones de la historia nacional (la indianesca y la conservadora)colocaban al pasado precolombino en lugares muy distintos. Los partidarios delindianesco estimaban el pasado preconquista como elemento central de laidentidad independiente, mientras que los conservadores lo rechazaban comouna época bárbara antes de la llegada de la civilización verdadera. A pesar de supostura sobre el pasado precolombino, ninguna de las dos corrientes ofrecía unespacio para la participación indígena en el presente nacional. Los partidariosliberales del indianesco creían que los indígenas contemporáneos habíanquedado tan degradados por los sufrimientos causados por los españoles queahora eran incapaces de participar en la vida cívica.28Esta interpretación de lahistoria fue entonces inclusiva y exclusiva a la vez. Al incorporar el pasadoindígena a la narración histórica nacional se valorizaban las civilizacionesprecolombinas al mismo tiempo que se separaban los indígenas contemporáneosde un legado precolombino que eran ahora demasiado abyectos paracomprenderlo. Como dijo Enrique Florescano a propósito de México: “alintegrar la antiguedad indígena en la noción de patria, los criollos expropriaronde los indígenas su propio pasado, haciéndolo elemento de la legítima yprestigiosa historia de la patria criolla.”29La versión conservadora de la historiatambién destinaba a la población indígena a un rol ambíguo en la mesa delbanquete nacional. Si la civilización, y por lo tanto la historia, llegó desdeEspaña con los primeros conquistadores, el período precolombino resultabanada más que una época oscura, que de ninguna manera podía ser fuente de laidentidad nacional. Por otra parte, al no haber sido la época colonial tres siglosde servidumbre, los indígenas no podían haber salido de élla irremdiablementedegradados. Podían entonces participar en la vida cívica con solo aceptar elcristianismo y los otros beneficios traídos por los españoles y renunciar a labarbaridad de sus costumbres preconquistas.

L OS L IBERALES BUSCAN SUS ORÍGENES

En los años que le siguieron a la Reforma mexicana, los liberales mexicanosempezaron a incorporar nuevos elementos a su versión indianesca de la historia.Durante las primeras décadas de la Reforma mexicana, los discursos cívicosenunciados por los liberales radicales seguían denunciando el sufrimientoinfligido durante la colonia, a veces con un erotismo velado.declamó un orador en 1862.30Los oradores también continuaban celebrando loslogros de los aztecas; el príncipe Cuauhtémoc por ejemplo aparecía regular-mente en los versos patrióticos dedicados al 16 de septiembre.31Asertacionesde otras ascendencias empezaron empero a acompañar a las denuncias delmando español. Los aztecas continuaban siendo “nuestros padres”; y losinsurgentes de 1810 seguían siendo los “descendientes de Cuauhtémoc”, pero aeste linaje se adjuntaron ramas nuevas. Los mexicanos, descubrieron losoradores liberales, eran también los “hijos de Hidalgo”. A veces eran los “hijosde Guatimotzin y Xicotencal, de Hidalgo y de Morelos”, y a veces, en unanueva y más aerodinámica genealogía, eran simplemente los hijos de Hidalgo.1810 constituía entonces una fecha de nacimiento y no solamente derenacimiento.32De esta manera los liberales mexicanos, como la Generaciónargentina de 1837, comenzaban a describir a la independencia como elmomento en que había nacido la historia. “¿Y cuando debía comenzar lacronología de los mexicanos sino el 16 de setiembre de 1810?”, preguntó elorador en las fiestas septembrinas en Guadalajara.33Fue esta la opinión quecriticaba Francisco Cosmes cuando insistía en que el verdadero comienzo de lahistoria mexicana fue en 1492 y no en 1810. Esta genealogía insurgente secombinaba con la genealogía indianesca a través del concepto de progreso; lasfiestas cívicas empezararon a presentar a la historia mexicana como un procesode desarrollo gradual desde los tiempos preconquistas hasta la cima delprogreso lograda bajo el gobierno de Porfirio Díaz. Juntas, estas sendas épocas“forman parte de nuestro grandioso todo”.34Tal visión de la historia mexicanase representaba simbólicamente en los carros alegóricos organizados para lasfiestas septembrinas en la capital en 1883, que representaron las épocassucesivas de la historia mexicana culminando en carros dedicados al progreso ya la industria.35

Durante el porfiriato el aprecio conservador del legado español empezó aincorporarse en la ideología oficial liberal. A pesar de que la proclamación deCosmes de que Cortés era el padre de los mexicanos era problemática, nadienegaba a España su posición como madre espiritual. “Ah, madre España, tugran sombra está presente en toda nuestra historia; a ti debemos la civilización”,entonó el científico Justo Sierra en 1883.36Las críticas de la conquistaescasearon y en las fiestas nacionales los oradores patróticos comenzaron ainteresarse por la herencia española. Para el mexicano, por ejemplo, su“religión, su idioma, sus costumbres y hasta la sangre misma que circula en susvenas son testigos irrecusables” de la influencia española.37Por este motivo losorganizadores de una fiesta cívica en 1874 se felicitaron cuando lasconmemoraciones concluyeron sin una sola “muera” dirigida a España.38

E L C ENTENARIO : L A VUELTA DE LA M ADRE (P ATRIA )

La importancia de España como madre espiritual se veía claramente en lasconmemoraciones del centenario de la independencia, celebrado entre 1910 y1924. A lo largo de Hispanoamérica las festividades contaron con una partici-pación peninsular considerable. La delegación española a la Argentina fueencabezada por la tía de Alfonso XIII, el Marqués de Polavieja encabezó ladelegación a México (donde presentó a Porfirio Díaz con el Orden de CarlosIII), y el nieto del general realista Pablo Morillo encabezó la delegación aVenezuela.39La inclusión del nieto de este gran enemigo de la independenciaamericana en las celebraciones del centenario indica la distancia recorrida de lafiesta cívica durante el siglo anterior. En todas partes del continente losgobiernos erigieron estatuas a España, instalaron placas conmemorativas enedificios coloniales y rebautizaron las calles en honor de Isabel la Católica.40Tales actos mostraron la intención de conmemorar “el orígen de la estrechacordialidad que hoy existe entre la noble España y los pueblos americanos”.41El período colonial, antes un tiempo oscuro, se saludó ahora como el“fundamento indestructible de nuestra existencia colectiva”, el orígen de lacivilización.42

La acceptación uniforme de España era acompañada por una variedad devisiones del pasado indígena. En Guatemala, el discurso centenario de 1921,pronunciado por el notable historiador Antonio Batres Jáuregui, incorporó elpasado precolombino a una gran vista histórica que combinaba los períodospreconquistas, coloniales e independientes en una sola narrativa (igual comohizó el famoso libro México a través de los siglos ).43En México en 1910, eldesfile histórico que formó parte de las celebraciones capitulares del centenariodistinguió tres épocas de la historia mexicana: la conquista, la colonia, y laindependencia. La época precolombina no se constituía como un períodohistórico. La conquista se representó, no como una matanza sangrienta, sinocomo un encuentro amistoso entre Moctezuma y Cortés, con un personal de casimil guerreros, sacerdotes y vírgenes indígenas. Las festividades también vieronla apertura de varias exposiciones en lo que ahora es el Museo Nacional deAntropología, en las cuales la piedra del sol y otros monolitos precolombinosocuparon un puesto principal.44Indígenas, tantos pasados comocontemporáneos, aparecieron en las festividades centenarias bogotanassolamente con el tiempo necesario para que el orador declarase que “la razaindígena fue aniquilada en América”.45

De este modo Hispanoamérica entró en su segunda centuria de independenciareconciliada con su pasado español. Aún México, frecuentemente consideradoatípico por incluir el período precolombino en su historia patria, compartía conel resto de Hispanoamérica un floreciente interés por su propia hispanidad. Surelación con el pasado preconquista seguía siendo tan compleja como era en losaños 1820. Durante las guerras de la independencia las élites criollas seautobautizaron herederas del pasado precolombino. Durante las primerasdécadas del siglo XX la relación historiográfica entre la élite gobernante y lapoblación indígena se medía a través de una tenue forma de herenciametafórica. Los aspectos de la cultura precolombina preservadas en las ruinasarqueológicas y en los artefactos se abrazaron desde México hasta la Argentinacomo elementos importantes de la herencia nacional, pero esta herencia seseparó de los indígenas contemporaneos. Al formar parte de la herencianacional, perdía – al menos en la visión histórica oficial de las élites – su lazocon los indígenas contemporáneas. Los oradores mexicanos así celebraron lasruinas mayas de Uxmal por revelar el “alto grado de civilización” de losantiguos mayas, a la vez que insistieron que todo residuo de aquella civilizaciónhabía desaparecido. Los mayas en el Yucatán no eran evidentamente losherederos de legado de Uxmal; aquel honor se reservó para el estado criollo,dado que el indio “perdió con la conquista su civilización propia, sin adquirir laeuropea”.46La existencia de un pasado indígena interesante (en el sentidoarqueológico) contribuía, junto con el legado español, a la formación de unpasado nacional cuyas fronteras se describían en los discursos patrióticos aquíestudiado. Pero sería un error considerar esto un proceso de inclusión, demestizaje cultural e histórico. Mientras que algunos investigadores consideranque la realidad histórica del mestizaje ha convertido al mestizo en héroecultural, los discursos que he estudiado indican que la combinación de legadosindígenas e ibéricos típicos del nacionalismo oficial decimonónico no dabanlugar a una nueva identidad mestiza.47Al contrario, las celebraciones del legadoespañol compartían la visión histórica conservadora que fechó el comienzo de lacivilización en la conquista, excluyendo así explícitamente el pasadoprecolombino. Alabar el pasado indígena como fuente de la identidad nacionalacarreaba el rechazo del presente indígenayla ruptura de los lazos entre lapoblación indígena y el pasado precolombino. Dicho de otra manera, para lospensadores élites del siglo XIX la patria nacida del encuentro de los pasadosindígena e ibérico no era mestiza, sino criolla.

Z USAMMENFASSUNG

P ADRES DE LA P ATRIA UND DIE VORSPANISCHE VERGANGENHEIT .

U NABHÄNGIGEKITSFEIERN WÄHREND DES 19. JAHRHUNDERTS IN

H ISPANOAMERIKA

Dieser Artikel behandelt die Feierlichkeiten, die im 19. Jahrhundert inHispanoamerika an die Unabhängigkeit von Spanien erinnert haben. Mittelssolcher Feste hofften politische Führer, um in Hobsbawms Worten zu sprechen,„bestimmte Werte und Verhaltensweisen durch Wiederholung zu etablieren,was automatisch eine Kontinuität mit der Vergangenheit einschloss.“ Aberwann setzte diese Vergangenheit ein, auf die man sich bezog? Wenn imFrankreich des 19. Jahrhunderts die Französische Revolution der geschichtlicheNeubeginn war, gab es im spanischen Amerika keinen Konsens darüber, wanndie Geschichte neu begonnen hatte. Die Debatten über den nationalen Ursprung,die fest mit den Volksfesten im 19. Jahrhundert verbunden waren, weisen nichtnur darauf hin, wie politische Eliten zu ihren Vaterländern standen, sondernbeleuchten auch die Rolle der indigenen Kultur, die normalerweise striktgetrennt von der eigentlichen indigenen Bevölkerung war, in den sich ent-wickelnden Nationalgeschichten des unabhängigen Hispanoamerika.

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IV. VERMITTLUNG UND AUFARBEITUNG / ENSEÑANZA Y REVISIÓN

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E DUARDO C AVIERES F IGUEROA

La Independencia de Chile, como hecho fundante, no podía menos que estar ala altura de lo que en el tiempo se venía construyendo como idea básica de lanacionalidad: la excepcionalidad chilena que durante la época colonial estuvocentrada en motivos étnicos y geográficos y que en los nuevos tiempos vendríaa complementarse con sus desarrollos cívicos e institucionales. Sabemos lo queson las complejidades en la construcción de la historia, tanto en lo referente a lavida histórica que transcurre y se va llenando de hechos y de procesos, como enlo referente al relato que articulan intelectuales e historiadores para poderobservar, precisamente, el orden y el juego en que se han precipitado esoshechos y procesos. No es el caso describir las situaciones que caracterizan elproceso de Independencia propiamente, el cual rápidamente traspasó susfronteras para propiciar la propia independencia del Perú, sino el procesointerno que se inició con la inmediata búsqueda de una identidad propia que seafirmó rápidamente en notables avances políticos, económicos e institucionalesque le diferenciaron de sus vecinos.

La certeza histórica del proyecto político desató igualmente la necesidad decontar con una historia propiamente y la primera de ellas fue la de un naturalistafrancés, don Claudio Gay, que escribió la Historia física y política de Chile .1Enlo pertinente a lo social y civil, fue efectivamente la primera historia de Chileescrita con cierto carácter moderno y, además, y no menos importante, engeneral fue la base de la historiografía liberal chilena de la segunda mitad delsiglo XIX.

Las motivaciones para que un científico, contratado por el gobierno parahacer un completo estudio de la historia física del país, se hubiese interesado enhacer algo que estaba ajeno a sus intereses disciplinarios, tuvieron que ver conel sentimiento patriótico provocado por el triunfo de Chile en la primera Guerracontra la Confederación Perú-boliviana en la década de 1830. El triunfo de1839 no podía ser desaprovechado y una nación que se proyectaba hacia elfuturo necesitaba de una historia que le consolidara. El propio Gay señaló que,el añadir una historia civil a sus trabajos ya en desarrollo, fue generado por el sentimiento de admiración despertado en él en sus largos viajes por laRepública, cuando visitaba con respeto religioso los campos de batalla,empapados aún de la sangre de tantas víctimas de la libertad chilena. Estasituación lo llevó a recoger y compulsar documentos y testimonios para formarcon ellos un cuerpo de historia, que sería un monumento de gloria y de justicia,y un verdadero cuadro nacional representando el heroísmo, la fuerza de alma ylas virtudes cívicas de sus actores. Gay tuvo plena conciencia de que su obrasobre Chile sería un instrumento de formación de la nación.2

En las indicaciones preliminares para entender el proceso en desarrollo, Gayno soslayó la situación de América en 1808. Chile, en particular, a pesar de sugenio y de sus recursos naturales, estaba casi estancado: una civilización enpañales, instrucción extremadamente limitada, industria y comercio nulos y conmandatarios que habían tomado sobre el pueblo un prestigio que casi excedíalos límites de un respeto religioso. Todo era un producto de la política españolaque buscaba someter al pueblo, por medios morales, llevándolo a una especie deservidumbre. Se había llevado las cosas a tal punto y extremo de envileci-miento, que se había hecho a sus miembros humildes, indolentes, resignados ytímidos, con enajenación de su libertad y, a tal punto, que en los primerosmomentos del proceso independentista, las gentes no tenían problemas enalistarse en las banderas reales. En el caso de los sectores más pudientes, éstosestaban reducidos a una existencia frívola y de pura vanidad y no tomabaninterés alguno en la política. Se hallaban satisfechos con sus títulos de noblezaalcanzados a partir del dinero y los más no aspiraban sino a grados puramentehonoríficos. La revolución de 1810 había sido el inicio de una transformaciónheroica y altruista de la sociedad representada, lógicamente, por sus gruposdirigentes.

Así entonces, la construcción de la imagen del país, no sólo se trató de unproceso de diferentes extensiones temporales, sino también abarcó diversasconsideraciones que intentaban relacionar los diferentes aspectos de la vidasocial, económica, política, cultural tanto en términos de su imagen internacomo en aquello que se veía como su imagen externa. No fue necesariamentesólo la propia imagen la que se proyectó hacia el exterior sino que, en muchosaspectos, fue la visión que se tenía en el extranjero la que, por buenos prejuicioso intenciones, terminaron por reforzar las ideas que se construían internamente.En paralelo a los avances que lograba el Estado, comenzó a destacar unaliteratura interesada en pensar el país. Vicente Pérez Rosales escribió un Ensayo sobre Chile que dedicó al Presidente Manuel Montt. Hombre de una especialcultura, que había estudiado en Francia cuando joven, de ímpetus e interesesvariados, de gran capacidad intelectual, se distinguió por sus esfuerzos,administración y rol en los procedimientos de colonización del Sur y comorepresentante del gobierno para dar a conocer en Europa los atributos naturalesy políticos de Chile y para fomentar la inmigración al país y, fruto de ello, fueprecisamente el Ensayo , publicado primero en francés ( Essai sur le Chili .Hamburgo 1857) y traducido posteriormente en Chile ( Ensayo sobre Chile .Santiago de Chile 1859). A don Vicente le deleitaba planificar el progreso delpaís y todavía nadie había escrito un libro con tan claros avances sobre lo quellegaría a ser la geografía descriptiva, salvo, a gran distancia temporal, la obrade Alejandro de Humboldt y, en la perspectiva nacional, del viajero alemánEduard Poepping, a quien le admiró y siguió en la narración. Por los años enque se conoce El Ensayo , no existía en Chile, ni en ningún otro paíslatinoamericano, una obra breve, pero tan completa sobre el país.3

1840-1880: PROCESOS FACTUALES Y CONSTRUCCIÓN DEL IMAGINARIO

NACIONAL

En el Cap. XXV de otra de sus obras, Recuerdos del Pasado , el mismo PérezRosales explicaba el objetivo de su Ensayo y el cómo se había comenzado agestar. Estando en Europa a mediados de la década de 1850, en la ya indicadamisión, como agente de inmigración, dada por el gobierno para promover ymotivar la llegada de colonos europeos al sur del territorio nacional, “el activocultivo de mis nuevas amistades y lo mucho que hacía hablar de Chile en todaspartes no tardaron en producir los frutos que yo esperaba de ello. Comenzaron allegarme muchas cartas atosigándome con preguntas sobre Chile. ¿Qué esChile?, se me decía en ellas. ¿Dónde está? ¿Qué clase de gobierno tiene? ¿Quéreligión es la suya? ¿Qué productos naturales se encuentran en él? ¿Qué génerode industria puede plantearse con provecho allí? ¿Qué clima tiene? ¿A qué clasede epidemias o de enfermedades está expuesto allí el extranjero? etcétera.”4

En el Prólogo a la obra, y según sus observaciones, señalaba que el desiertode Atacama era menos conocido por los chilenos que por los antiguos incas delPerú y agregaba que existía desconocimiento de la mayor parte de las montañasy valles del norte y desde el Bio-Bío hasta el Cabo de Hornos. Por otra parte, lasdescripciones realizadas sobre territorio indígena por viajeros y otros eran másbien simples descripciones en que el temor hacia lo imaginario y las tendenciashacia lo maravilloso determinaban lo histórico: “Afortunadamente, la luz de laciencia comienza a iluminar los hechos que se relacionan a esta parteinteresante del nuevo mundo, y a desterrar para siempre las fábulas que haforjado la manía epidémica de escribir viajes insignificantes, porque Gay,Domeyko, Philippi, Pissis, Moesta y los oficiales de la marina nacional, trabajancontinuamente, bajo los auspicios de un gobierno ilustrado y protector, en fijarlas ideas sobre la geografía física de Chile.”5En América del Sur, en medio dela inestabilidad y de las conmociones políticas, existía una república modesta ytranquila, más conocida en los escritorios de comercio de los principales puertoseuropeos que en las gentes de los altos y bajos sectores de la sociedad europea.Era la República de Chile, con instituciones liberales, amor al orden, crecientesprogresos, grandes recursos naturales y una situación excepcional.6

No fue Pérez Rosales el primero en otorgarle estos rasgos sobresalientes alpaís, a sus gentes y a sus instituciones, pero prácticamente hasta fines del sigloXIX, cuando las estadísticas y los adelantos materiales habían superado lasdescripciones de la década de 1850, la obra no sólo se mantuvo en círculosintelectuales europeos o en los de carácter político y académico nacional, sinoademás fue considerada como de indudable utilidad para la enseñanza y elconocimiento que el ciudadano común debía tener de su país. En muchossentidos, por lo tanto, El Ensayo contribuyó a asentar y a generalizar una auto-imagen colectiva respecto a las percepciones nacionales (que daban por hechode que así se les miraba desde Europa) en que conceptos como europeo, liberal,estabilidad, progreso, potencialidades económicas, se conjugaban determinandolos contenidos centrales de lo que era Chile y de cómo se diferenciaba de susvecinos.

Con respecto a Europa y a los europeos, nuestro autor no dudaba enconsiderar que esa caracterización de Chile no era un proyecto, sino unarealidad. Estaba convencido de los avances logrados y no sólo era prolijo ensubrayar las bondades del país, sino fuerte y desbordadamente entusiasta paradarlas a conocer. Al escribir sobre lo que era el país, asumía el significado y latrascendencia de su obra y el papel que él mismo tomaba a su cargo al dirigirsea quienes aún no nos conocían en forma correcta:

Pérez Rosales no escatimaba elogios ni escondía sus propios orgullosnacionales. Conduciendo a sus lectores, a cada región, ciudad o localidad, leasignaba sus propios calificativos: Copiapó, país de halagüeñas ilusiones; elHuasco, los viñedos que eclipsan a Corinto y Málaga; Coquimbo, depósito delas más ricas minas de cobre; la alegre Elqui, la entrada a los brillantes valles dela cordillera; Aconcagua, el jardín de la República; Valparaíso, el depósito delcomercio del Mar Pacífico; Santiago y Colchagua, ricos almacenes delabastecimiento del país; Talca, Cauquenes, Concepción, graneros de América yAustralia; Araucanía, cuna de los hijos de la guerra y de la libertad; Valdivia yChiloé, los arsenales marítimos y origen de marinos osados y dóciles. ¿Quémás? Quienes vinieran, no serían atacados por enfermedades endémicas, ni porbestia feroz, ni por animal venenoso. Ojala pudiera el extranjero, al llegar a lasplayas de la República, exclamar que: “¡La verdad, sólo la verdad nos haconducido aquí; hemos encontrado nuestra patria!”8

¿Fue Pérez Rosales importante en la construcción de un imaginario nacionalque se fue quedando en el tiempo o, más bien, supo captar eficientemente y entérminos bastante real lo que ya se venía pensando no sólo por los propioschilenos sino también por los extranjeros? Es necesario, en primer lugar, hacerun rápido recorrido por la historia del país. Efectivamente, desde un punto devista político, la Constitución de 1833 fue un marco institucional de talnaturaleza que permitió diferenciar a Chile de sus vecinos más inmediatos.Tanto Perú, como Bolivia y Argentina, requirieron de mucho mayor tiempo y decostos bastantes fuertes como para poder encontrar las vías más expeditas paradesarrollarse institucionalmente a partir de ciertos consensos nacionales que lespermitieran, a lo menos, aún cuando en diversos grados, sentirse efectivamentecomo Estados plenamente organizados y bien dispuestos para iniciar susrecorridos republicanos propiamente tales. En el caso chileno, el ordeninstitucional provisto por la Constitución de 1833, sin negar sus muchasconsideraciones verdaderamente positivas, estuvo muy en relación conconceptos muy tradicionales, funcionales y de fuerza, como los de jerarquía yorden. Indudablemente, todas las sociedades necesitan de ello y es efectivo queun sector social, tanto en tiempos coloniales como a lo largo del siglo XIX, fuedesarrollando sus propias visiones respecto a lo que debería ser unaorganización social y política y el cómo deberían protegerse ciertos valores queese grupo consideraba esencial para que la vida republicana pudiera progresar.Muy tempranamente, en la vida republicana se aceptó una especie depermanencia de larga duración que le hacía diferente a otros paíseslatinoamericanos: el apego a la institucionalidad, consolidado con laConstitución de 1833 habría hecho posible que el país comenzara a crecermucho más aceleradamente respecto a sus vecinos, precisamente porque sushabitantes tenían esa noción de orden tan interiorizada en sus comportamientosque les hacían sentir, en consecuencia, ser igualmente modelo para los demás.9

El concepto político central que surgió para caracterizar esta vida republicanafue el concepto de orden y eso se proyectó fuertemente a las miradas externassobre Chile (una República institucionalmente ordenada y estable). Como lohemos señalado, corresponde a uno a uno de los atributos más notablesreafirmados en la obra de Pérez Rosales. ¿Fue tan así? En todo caso, lo que sísabemos es que el libro se conoció en Europa. Casi inmediatamente con supublicación, la prestigiosa Royal Geographical Society of London lo resumía ensus páginas. Aunque se tratara de un par de cortos párrafos, ello no deja de tenercierta importancia. Explicaba que se trataba de una obra que, a través de las dospartes en que estaba dividido, buscaba inducir a los emigrantes a radicarse enChile para lo cual entregaba datos referidos a la posición geográfica del país ysus regiones, clima, hidrografía, producciones y a sus relaciones políticas.10

En 1866, a propósito de la Guerra con España, en Nueva York, Daniel J.Hunter presentó un libro escrito por él y expresamente preparado para el uso deemigrantes norteamericanos y europeos. Señalaba:

La descripción, aunque sucinta, no dejaba cabos sueltos. Todas las personaseran libres, el Código Civil, el establecimiento de tribunales de comercio, lafundación de un banco de depósitos y descuentos y otros de avances de dinerosobre bienes hipotecarios representaban parte de los desarrollos alcanzados. Lacasa de moneda de Santiago, considerado como el mejor edificio público deAmérica del Sur y construido entre 1850 y 1858, permitía una abundantecirculación de moneda. Se podía pensar sin dudas que, los esfuerzos para promover la prosperidad del país avanzaban en todas direcciones . El listado,muy largo, incluía también la prensa: El Mercurio de Valparaíso , el másantiguo de la región, La Patria , un notable y bien editado periódico liberal, El Independiente , un competente órgano del clero y El Ferrocarril ,indudablemente el más influyente y de más amplia circulación en Sudamérica.Casi todas las ciudades tenían al menos dos periódicos y la producción de libroscrecía rápidamente. Parte importante de las descripciones, con lasrectificaciones necesarias, habían sido extraídas del artículo Chili , inserto en la New American Cyclopoedia , en que se enfatizaba que los chilenos eran los másemprendedores entre los países vecinos y que sus hombres eran particularmenterobustos distinguiéndose igualmente de otras naciones y, para sellar tanimportantes características, se recordaba un pasaje de Lieut. Gillis, un conocidoobservador de la marina norteamericana, que se había sorprendido muchasveces con hombres que tomaban cargas de 350 a 400 libras y trotaban con ellasdurante media milla sin mostrar grandes esfuerzos. Con relación a losinmigrantes, tampoco faltaban elogios para el país:

Lo fundamental estaba construido: el Estado corría por sólidas bases, existíaestabilidad política, el cobre daba tranquilidad económica y ambas situaciones,en conjunto, posibilitaban la modernidad en términos institucionales ymateriales, particularmente referido a la infraestructura. Aún cuando nosucediera lo mismo en términos sociales, aceptando que ello no era materia depreocupación principal, la síntesis de todo aquello fue que no solamente sedebía convencer a los extranjeros, sino que por parte de éstos se habíacomenzado a aceptar que efectivamente en Chile se había consolidado la mejorrelación entre Orden y Progreso. Aún cuando no fuera el lema nacional, como lofue posteriormente directa o indirectamente de más de alguna otra nación, perosí de todo liberalismo, la imagen de un Chile de orden, respeto y sometimiento alas instituciones legalmente constituidas, fue el factor fundamental que permitíano sólo el desarrollo de las actividades económicas para los nacionales sinotoda una apuesta muy positiva para quienes quisieran avecindarse en el país.Chile no sólo se respetaba a sí mismo, sino era por excelencia la naciónrespetada por doquier. Razones más, razones menos, ello correspondía a laconstrucción base de la auto-imagen e imagen internacional del país y la mayorherencia que ha quedado hasta la actualidad.

La segunda parte del libro editado por Hunter, reunía una serie dedocumentos relativos a las relaciones entre Chile y Estados Unidos teniendocomo centro principal de ello el contexto de la guerra originada entre el primerocon España. Hacían referencia a la conferencia ofrecida en diciembre de 1865por Benjamín Vicuña Mackenna, uno de los intelectuales y políticos liberaleschilenos de mayor prestigio en la época, en el Traveler’s Club de Nueva Yorkcomo enviado especial de su país ante la República del Norte. La conferencia,describía y explicaba a la numerosa concurrencia la posición geográfica deChile, la unidad de su población, la variedad de su clima, la inmensa extensiónde su costa y la particular influencia del océano, la geología y el escenarionatural del país en que, muy románticamente, Vicuña Mackenna distinguía laformación de los tres reinos de la naturaleza existentes particularmente al nortey sur del valle central. Entre continuos aplausos, el relator se introducía,combinando sentimientos e ironías, en comentarios y afirmaciones sobre lasociedad y la historia política del país, sobre su capital, la asoleada tierra de suinfancia. Intentó, además, llamar la atención sobre ideas singulares existentes enEstados Unidos y casi en todas las naciones atlánticas sobre los habitantes, lamoral y las condiciones sociales de las repúblicas sudamericanas: “El otro día,un amigo, y un hombre de indudable superioridad en este país, mirando misropas en Broadway, me preguntó con sorpresa, si ellas habían sido usadas enChile o si las había comprado en Nueva York.”13

Después de una pausa causada por las risas del público, Vicuña Mackennaarremetió: la explicación de ese curioso error provenía del hecho de que unagran mayoría de las gentes formaban sus ideas a través de la lectura de novelasy libros sensacionalistas, como los de Irving y de Prescott cuyos personajeshacían pensar que todas las poblaciones latinoamericanas eran indias. La verdadera otra, los chilenos vivían, vestían, comían, caminaban, se movilizaban ygastaban su dinero en los mismos términos que los hijos de la bella y poderosaManhattan, pero, además, no podía faltar el análisis de los principios del auto-gobierno, el tan fundamental self-goverment de los principios civilesnorteamericanos:

Con la visita de Vicuña Mackenna, se efectuaron diversas actividades ysesiones de las principales instituciones formadoras de opinión en EstadosUnidos. En enero de 1866, el Cooper Institute , con representantes deWashington, California, Indiana, Missouri, Illinois, New Jersey, Ohio, Iowa,Tennessee, Pennsylvania, Kansas, teniendo por objetivo la defensa de Chile,Perú, México y Santo Domingo, resolvía que, “admiraba el espíritu y acción dela pequeña armada chilena y se alegraba del brillante suceso que había coronadosus esfuerzos en su enfrentamiento con la arrogante flotilla de España.”15Porcierto, el representante chileno no sólo tuvo la oportunidad de hacer algunoscomentarios a la participación de los norteamericanos, sino, con toda seguridad,intentó influir en ellos a través de sus descripciones y consideraciones de lo queera el país y de lo que era necesario conocer respecto al mismo. Situacionessimilares se vivieron con los representantes de la prensa de Nueva York que, enun banquete ofrecido, presidido por las banderas nacionales de Chile, Perú yEstados Unidos, cedió el sillón de honor de la mesa a Vicuña Mackenna,estando también presente el argentino Domingo Faustino Sarmiento yMinistros, Cónsules o representantes de Venezuela, América Central, México,Cuba, Santo Domingo. La Union League Club , hizo lo propio e igualmenteorganizó una reunión para escuchar al político santiaguino. A pesar de unconfuso incidente producido a comienzos de febrero de 1866, que manchóligeramente los logros diplomáticos alcanzados, la situación central que interesaes que, así como Pérez Rosales había iniciado la construcción de la nuevaimagen de Chile en Europa, se puede decir que lo propio había realizado VicuñaMackenna en Estados Unidos. Y, prácticamente, siguiendo los mismosdiscursos y subrayando las mismas virtudes del país, de su naturaleza y de sushabitantes.

Los decenios que comprenden los años 1860 a 1880 fueron muy importantesen términos de la construcción de una imagen externa positiva para Chile y, enese sentido, sus relaciones económicas y particularmente sus relaciones conGran Bretaña fueron muy especiales e importantes. El reconocimiento formal dela existencia jurídica del Estado chileno debió esperar hasta comienzos de ladécada de 1830 para hacerse realidad, pero desde entonces y en adelante, escierto que la presencia británica, visualizada principalmente por los negocios desus súbditos en Valparaíso y en las principales ciudades y centros de producciónnacional, fue siempre un proceso creciente, especialmente desde mediados desiglo. Si hubiese que pensar en un hecho de cierta gravitación, podríamoshacerlo en términos del significado que tuvo 1848 cuando el vapor correo realbritánico Tay , transportando cargamentos destinados a la costa occidental deAmérica, pudo pasar dicha mercadería a través del Istmo de Panamá lo cualsignificó pasar desde el Atlántico hasta el Pacífico en sólo dos días, lo cual, enopinión de los círculos económicos londinenses, abría y prometía excepcionalesposibilidades para el comercio de Inglaterra con Chile, pero también con Perú.El éxito inmediato de la nueva carrera comercial fue de tal envergadura que seposibilitó la apertura de nuevas rutas hacia el Pacífico y en 1850 el gobiernobritánico autorizó un contrato con la Pacific Steam Navigation Company paraestablecer un servicio regular entre Panamá y Valparaíso con recalada en losprincipales puertos intermedios. El tiempo requerido para unir los dosterminales se redujo sólo a quince días. Este fue el hecho que inició la segunday más importante expansión del comercio chileno-británico y la maduración dela presencia chilena en los mercados nor-atlánticos. Efectivamente, el paísestaba en el mundo internacional y necesitaba, por tanto, tener su propiaidentidad en el extranjero. Chile aumentó y continuó gozando de una buenaposición en el mercado financiero londinense y, frecuentemente, aún cuando nopermanentemente, The Times comentaba sobre las buenas perspectivas del paísy comentaba, aunque en términos generales, la variedad de sus recursos y lafirmeza de su gobierno republicano.16

El círculo estaba bastante cerrado y el éxito de la República y de Chile secoronaba eficientemente por las miradas externas sobre el mismo. Obviamente,ello tenía sus propias reproducciones internas. En este período, ya observandolos posibles efectos de la crisis de 1873-1876, Marcial González, uno de loseconomistas más sobresalientes de la época, miraba al país y escribía:

Precisamente, estos desarrollos, orden político y crecimiento económico ymaterial, fueron las bases con que no sólo se miraba al país desde el extranjero,sino también se le comparaba con los países vecinos. Fueron muchos quienes,recorriendo el Atlántico y el Pacífico, visitando sus costas y puertos y ciudadesprincipales, no dejaban de registrar sus impresiones y sentirse, ahora, muyimpresionados con este país tan alejado del mundo, pero que había aprovechadosu aislamiento para forjar su propio destino. D’Ursel, un secretario de legaciónfrancés que llegó a Valparaíso en 1879, decía haberse encontrado con unmagnífico espectáculo: una ciudad alegre, recostada entre la montaña y el mar,en donde en un pequeño espacio se concentraba toda la actividad, el comercio,el movimiento de los negocios, las líneas de tranvías, etc. Las mujeres cubiertasgraciosamente con un velo negro, la manta; los hombres del campo con suponcho. El trayecto hacia Santiago, por tren en cinco horas, atravesando unaserie de pequeñas villas, grandes campos de trigo, praderas y viñas: hacia elinterior, la montaña árida y desierta, al pie de la cordillera, el gran valle queproduce casi toda la riqueza agrícola del país. Una naturaleza bella y majestuosacon los Andes que incitaba a repetir sin cesar la descripción de los magníficospanoramas que ella presenta. En lo social, sin evadir la pobreza y las bajascondiciones de las familias más desposeídas, cuando se arriba al centro de lacapital, toda mala impresión se alejaba: largas calles, grandes plazas, elegantesalmacenes, edificios de bella apariencia, los bulevares y, especialmente, unconsiderable movimiento. En 1875, anotaba D’Ursel, la República invitaba almundo a su propia exposición universal, el gobierno pensaba afirmar el cómo elpaís estaba entrando a una nueva época, había alcanzado un alto grado deprosperidad. No obstante, un período de malas cosechas y el cese de losyacimientos de plata de Caracoles, habían causado sus efectos. No obstante,todavía subsistía la idea de crecimiento y lujo tan fuertemente desarrolladas enel país. Más aún, felizmente según su testimonio y sus convicciones, latranquilidad pública daba lugar a esperar que pronto volverían los buenos díasde la prosperidad financiera y comercial.18

L A EXCEPCIONALIDAD CHILENA Y SUS RELACIONES VECINALES

Según el mismo D’Ursel, esa tranquilidad, producida por la estabilidadpolítica, diferenciaba a Chile de sus vecinos y en ello jugaba también un papelbastante determinante su propia configuración territorial. Situado en un estrechoespacio entre cordillera y mar, sus partidos (políticos) estaban forzados asuperar rápidamente sus querellas, una situación que le distinguía esencialmentede lo que sucedía con la República Argentina (y del resto de los países), endonde el espacio era tan grande que permitía que las guerras civiles seextendieran, por así decirlo, a través de un espacio desprovisto de obstáculosnaturales. Además, los chilenos eran patriotas, ellos amaban a su país y lodemostraban en toda ocasión. Adoptaban con entusiasmo todas las ideas decivilización y de lujo que les parecían buenas, se preocupaban de amar las artes,la literatura, las ciencias, en donde la cultura tiende cada día a tomar ventaja enun medio particularmente apto para comprenderlas y apreciarlas.19

En términos de Europa y de Estados Unidos, pero también en el contextogeneral latinoamericano, la imagen positiva de Chile fue bastante generalizada.Hacia 1880, en el caso de América Latina, más de algún país estaba todavíaterminando de consolidar sus respectivos Estados y más de uno se debatíaincluso a las significaciones de su organización republicana: en esos términos,la experiencia chilena se veía como bastante excepcional y, por ello, susgobernantes todavía podían pensar en políticas de inmigración ofreciendo lasmejores ventajas en la región, ventajas que, en todo caso, por espaciosdisponibles y por especialización productiva, le haría rápidamente perder labatalla con respecto a otros países en términos de la primera gran ola migratoriaeuropea llegada a la costa atlántica.

En todo caso, en 1881, Valentín Letelier, otro gran intelectual, educador, fuenombrado secretario de la Embajada chilena en Berlín. En 1884, para fomentarla inmigración alemana al país, escribió un pequeño, pero bastante descriptivolibro: Chile . Además, en correspondencia particular con un amigo chilenocomenzó a detallar las noticias que daban cuenta de algunas de las percepcionesalemanas sobre Chile. En uno de esos documentos, señalaba que el Coronel delRegimiento de infantería de Baviera, habiendo seguido la Guerra del Pacíficoen la Revue des Deux Mondes , no dudaba en señalar “que es un gran admiradorde Chile, de sus glorias y de su administración; que con este motivo ha sidoencargado de dar una conferencia (conferencias análogas sobre todos los paísesson muy frecuentes en la oficialidad alemana) sobre las causas que en Chile nohaya pronunciamientos y la de sus victorias y sobre nuestros recursos, nuestrosmedios de movilización y nuestra organización militar”. Otra situación, aún másimportante era el hecho que en Berlín se publicaba anualmente un EstadoGeneral, muy detallado, de todas las fuerzas militares, pero únicamente de lasnaciones europeas. Un miembro de la Comisión redactora, General de Ejército,había dicho que “se ha resuelto dar noticia también en delante de laorganización militar de Chile.”20

La Guerra del Pacífico, 1879-1884, cambió las percepciones de los vecinosmás próximos del país, particularmente, por cierto, por parte de Bolivia y elPerú. No es que se pudiesen desconocer los logros políticos y económicos delantiguo socio comercial de empresarios y hombres de negocios del altiplano,pero surgieron una serie de otros caracteres negativos que no sólo vinieron, paraellos, en explicar las raíces del conflicto, sino que quedaron permanentementeen los imaginarios sociales por efectos de desarrollo bélico y, muyparticularmente, como consecuencia de los desenlaces del mismo.

En el caso del Perú, las imágenes sobre Chile, y particularmente lasdiferenciaciones respecto a sus propios desarrollos históricos, fueronparticularmente interesantes. En 1931, uno de los más brillantes historiadoresperuanos, don Jorge Basadre, escribió Perú, problema y posibilidad y allíseñalaba:

Al igual como sucedía con intelectuales bolivianos, la Guerra del Pacífico fuevista por Basadre como el gran acontecimiento y desastre de la vida nacionalperuana. Aún cuando no hubo alteraciones en la composición social del país, laderrota frente a Chile sería la causa del empobrecimiento del Perú y de larelajación de la importancia del Estado. En definitiva, el conflicto y susconsecuencias no sólo se observaron como la causal de un desgarro interno enla vida de esas sociedades, sino también como el hito a partir del cual tododebía explicarse por la guerra y por el enemigo externo. De esta manera, losTratados que cerraron el capítulo final del conflicto propiamente tal fueron losde 1904 con Bolivia y de 1929 con Perú. En el primer caso, Bolivia abandonósus pretensiones a un puerto en el Pacífico y Chile se comprometió a laconstrucción de un ferrocarril de Arica a La Paz que diese salida a los productosde la economía altiplánica. En el segundo caso, el nuevo texto venía en resolverla controversia que había quedado pendiente en el Tratado de 1883, quedandoTacna para el Perú y Arica para Chile y fijando el límite entre ambos países enuna línea de la Concordia establecida a diez kms. al norte del río Lluta,siguiendo hacia el oriente en forma paralela al trazado del ferrocarril de Arica aLa Paz.22No obstante, las realidades fueron mucho más complejas que losbuenos deseos. Estaba el contexto internacional y vecinal, pero también losestados anímicos de Bolivia y el Perú que, en términos de sus opinionespúblicas e intelectuales, desataron fuertes controversias internas relativas a suspropios desarrollos y a sus miradas hacia Chile. En las primeras décadas delsiglo XX, a pesar del nacionalismo cultural que desde los respectivos Estadoscomenzó a diferenciar aún más las identificaciones de cada una de lassociedades, los desarrollos políticos, sociales y económicos de los paíseslatinoamericanos fueron convergiendo cada vez más acentuadamente entérminos de problemas estructurales comunes, pero las dificultades internas ylas imposibilidades para superar los bolsones crecientes de pobreza, fueronatenuadas a partir de una constante apelación a los conflictos anteriores con losvecinos. Precisamente, y a diferencia de ello, en los tres países, lo que elconflicto evidenció fueron las crecientes desigualdades internas y laimposibilidad, por lo tanto, de lograr una mayor coherencia entre los proyectosfuturos nacionales. Al final de cuentas, los problemas y las necesidades quedebían atenderse eran prácticamente las mismas en toda la región. Al mismotiempo, de ello se desprende que las posibles soluciones eran básicamente muysimilares y que el camino era el tomar miradas de convergencias y no deacentuar las divergencias. Sin embargo, las diferencias en las miradas históricas(hacia el pasado y hacia delante) persistieron y aún conforman un pesadoobstáculo para lograr una necesaria y debida integración mayor y más profundaentre los tres Estados y sus correspondientes tres sociedades.

Con Argentina, las relaciones binacionales no estuvieron exentas dedificultades, pero los desarrollos siguieron diversos caminos. Las dificultades secomenzaron a vislumbrar en la década de 1860 respecto a la necesidad deprecisar las soberanías de ambos países en la extensa Patagonia. Es cierto quehubo figuras importantes de la política, la intelectualidad y la diplomaciachilena que facilitaron las cosas para el país trasandino al mostrar indiferencia oaún sub-valorar dichos territorios. A comienzos de la década siguiente, entre1871 y 1874, las tensiones comenzaron a crecer y hubo momentos en que lasituación pudo haber llegado a serios enfrentamientos armados para lo cual, enambos países, la situación no era favorable. Posteriormente, cuando laconciencia nacional sobre los derechos chilenos a la Patagonia comenzaba acrecer, en la década de 1880, en medio de los conflictos con Perú y Bolivia, lareacción ya era tardía y para Chile significó la pérdida de ese inmenso espacio,situación respecto a la cual es mucha la literatura existente, aún cuando pocoanalizado en profundidad respecto a imaginarios, intereses y sensibilidadesregionales y nacionales. Las relaciones entre ambos países no se superarondefinitivamente. Nuevos conflictos de límites entre 1898 y 1902 pudieron haberquebrantado más esas relaciones, pero la propia diplomacia tuvo éxito en

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templar los ánimos. Por otra parte, en medio de las desavenencias, en enero de1887, se iniciaron las obras del ferrocarril trasandino que culminaron en 1910con la apertura del servicio, incluido el túnel Caracoles a 3.200 metros de altura,y la unión, en definitiva, de los puertos de Buenos Aires y Valparaíso.Independientemente de los tremendos esfuerzos económicos, de ingeniería y decarácter humano que significó una obra que desafió a la Cordillera de los Andespara traspasarla a gran altura, el ferrocarril trasandino tuvo fuertes efectos entérminos de la integración de ambos países, de debilitar resabios poco amistososy de poner a las dos sociedades en una tarea conjunta de desarrollo ymodernización.

En Chile, 1910 no fue sólo la celebración del centenario de vida indepen-diente, con muchos logros, pero también con muchas tareas pendientes,particularmente en términos sociales. Externamente, Chile cerraba una épocacon relaciones vecinales puestas en un nuevo escenario, con evidentes posi-ciones positivas respecto a su futuro y con mayores certezas respecto a suslíneas centrales de la diplomacia a seguir con respecto al exterior. No obstante,bajo la superficie, fueron muchas las heridas y faltas de entendimientos quesiguieron en estado latente. Chile intentó asumir dicha situación. En los iniciosdel primer gobierno de Arturo Alessandri, en 1924, éste señalaba:

Chile no sólo había construido una propia imagen; junto a sus debilidades,también podía mostrar sus fortalezas y, en ese sentido, había ganadoefectivamente una posición dentro de América Latina y dentro del contextomundial, al menos en el mundo occidental. Durante la segunda mitad del sigloXIX, especialmente en el consumo suntuario y los modos de vida de las elites,Francia había sido modelo preferido; en términos educacionales y, másespecíficamente en la disciplina militar, las preferencias se habían inclinado porel mundo germano. A comienzos del siglo XX, cuando Estados Unidos se hacíatambién presente en lo económico y comenzaba sus inversiones en la GranMinería, comenzó también a irradiar sus influencias culturales y el nuevo idealde modernización chilena se entremezcló con nuevas miradas de admiración porel país del Norte. Durante y después de la primera Guerra Mundial, EstadosUnidos reemplazó a Europa como líder del hemisferio y la ausencia deinversiones provenientes del Viejo Mundo durante el mismo período lefacilitaron la tarea. En el caso de Chile, ello fue impresionante: hacia 1930, suscapitales en el país sobrepasaban varias veces el conjunto de inversiones deInglaterra y Alemania.24

Como hemos señalado, a comienzos del siglo XX, había un largo listado delogros alcanzados: la gran aldea de Santiago se había convertido en ciudad y lacaleta de Valparaíso en puerto principal. La urbanización se hacía ostensible, senecesitó de nuevos caminos y fue necesario habilitar nuevos puertos. Elferrocarril había unido al país desde el Centro hacia el Norte y hacia el Sur. Lasideas liberales y el liberalismo avanzaron sobre los rieles al ritmo de las ideasde orden y progreso. Los palacios, el refinamiento en las formas de vida de losgrupos dirigentes, los grandes monumentos y los proyectos de renovaciónurbana daban cuenta de todos esos avances. A comienzos de la década de 1920,Santiago “contaba con lujosas salas de cine para disfrutar de las últimaspelículas y con modernas salas de baile en donde beber cócteles, escuchar jazzinterpretado por bandas locales o bailar algún ritmo de moda. La experiencia[…] de seguro permitía a los chilenos sentir que su país había entrado en unanueva etapa de desarrollo que lo separaba definitivamente de épocas anteriores,etapa que algunos veían con entusiasmo pero que otros miraban con reserva.”25

El análisis de esos otros, nos llevaría a observar el reverso de la historia, unreverso que, desde el punto de vista social, también fue participante de lasconstrucciones de la historia tal como se ha señalado: una relación entre hechosfactuales y las representaciones de los mismos a través del imaginario colectivo. Z USAMMENFASSUNG

Der Beitrag diskutiert und analysiert den so genannten chilenischen„Exzeptionalismus“, der in der Kolonialzeit an ethnischen und geographischenGründen festgemacht wurde und der sich in der Republik im Rahmen einespolitischen und institutionellen Projekts entwickelte. Das Bild des Landes, dasinnerhalb und außerhalb Chile zirkulierte, entstand in einem zeitlichumfassenden Prozess, der verschiedene Aspekte des gesellschaftlichen,wirtschaftlichen, politischen und kulturellen Lebens zusammenführte. Es warnicht nur notwendigerweise das eigene Bild, das dann auch nach Außenprojiziert wurde, sondern in vielerlei Hinsicht die Vorstellung, die man imAusland hatte und die schließlich die intern konstruierten Ideen bestätigte. ImLaufe des 20. Jahrhunderts stabilisierte sich der Staat: Es gab eine politischeund durch die Kupfervorkommen hervorgerufene wirtschaftliche Stabilität, waszusammen genommen zu einer Moderne im institutionellen und materiellenSinne führte, vor allem im Bereich der Infrastruktur. Auch wenn dieser Befundnicht für die gesellschaftliche Entwicklung zutrifft, da hier nicht dasHauptaugenmerk lag, war das Ergebnis von alledem die Überzeugung, dass sichin Chile das relativ beste Verhältnis zwischen Ordnung und Fortschritt etablierthatte. Chile respektierte nicht nur sich selbst, sondern war allerorts respektiert.Mit mehr oder weniger Berechtigung korrespondierte diese Überzeugung mitdem grundsätzlichen Selbstverständnis und dem internationalen Bild desLandes, ein Erbe, das bis in die Gegenwart Bestand hat.

Der chilenische „Exzeptionalismus“ fand auch in seinen Nachbarschafts-beziehungen Widerhall. Im lateinamerikanischen Kontext war das positive BildChiles weithin verbreitet, bis der Pazifikkrieg, aus dem es siegreich hervorging,ernsthaftes Misstrauen in Peru und Bolivien hervorrief. Obwohl es in den erstenJahrzehnten des 20. Jahrhunderts durch den kulturellen Nationalismus zu einerAusdifferenzierung sozialer Identifikationen kam, glichen sich die politischen,gesellschaftlichen und wirtschaftlichen Entwicklungen der lateinamerika-nischen Länder immer mehr an und führten zu gemeinsamen strukturellenProblemen. Die internen Schwierigkeiten und das Unvermögen, die wachsendeArmut zu bekämpfen, wurden abgefedert von einem anhaltenden Rekurs auf diefrüheren Konflikte mit den Nachbarn.

1910 wurde in Chile der 100-jährigen Unabhängigkeit mit ihren vielenErrungenschaften gedacht, aber es gab auch viele unerledigte Aufgaben, vorallem im sozialen Bereich. Chile hat nicht nur ein Selbstbild geschaffen,sondern konnte neben seinen Schwächen seine Stärken zeigen und in diesemSinne effektiv eine Position innerhalb Lateinamerikas und der westlichen Welteinnehmen. Zu Beginn des 20. Jahrhunderts gab es eine lange Liste mitverwirklichten Errungenschaften, aber auch schwerwiegenden Mängeln, die dieKehrseite der positivistischen Geschichtsauffassung zeigen, eine Kehrseite, dienoch immer nicht überwunden ist. Der Bicentenario macht eine gründlicheAnalyse beider Seiten der Medaille nötig: die Suche nach einer treffenden

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Beziehung zwischen Ereignisgeschichte und der Repräsentation dieser Ereig-nisse in der kollektiven Vorstellung.

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M ÓNICA R ICKETTS

Las historias sobre la independencia tratan por lo general de separaciones,diferencias y antagonismos. En consecuencia, los historiadores se hanpreocupado por explicar los procesos de separación y diferenciación quellevaron al surgimiento de nuevos estados en Hispanoamérica. La versiónclásica es como sigue. En el temprano siglo diecinueve, los criollos en laAmérica española, movidos por ideas de fuera tomaron conciencia de su injustasumisión y decidieron liberarse. Consideraban que ya era tiempo de empezaruna vida libre en la que los ciudadanos ya no debían someter su soberanía a unaremota autoridad allende los mares, sino a su propio pueblo. La corona españolarechazó estas demandas y desató una guerra civil entre insurgentes y leales. Yasí, en el transcurso de esta guerra, mientras la corona argumentaba que losespañoles americanos y peninsulares eran iguales, hijos e hijas de la madreEspaña, los insurgentes, que ya se concebían como intrínsicamente diferentes yoprimidos, sostenían lo contrario.

En su mayoría, los historiadores dedicados a estudiar la independenciatomaron el partido de los insurgentes y se volcaron a explicar los orígenes deesta lucha y sus complejos resultados. Sus estudios enfatizaron las enormes yobvias diferencias entre Hispanoamérica y España en cuanto a sus poblacionesy tradiciones. Mas aún, en sintonía con las nuevas naciones, las historias de laindependencia le dieron la espalda a España y empezaron una nueva vida quetomó forma con el establecimiento de universidades nacionales y cátedras dehistoria en la Hispanoamérica de los siglos diecinueve y veinte. Elestablecimiento de estudios regionales en la Europa de los años sesenta y enEstados Unidos reforzó el carácter americano de estos estudios. Atrás quedaronEspaña y su historia. La vieja metrópolis permaneció en la memoria como unacorte anquilosada y gobernada por autoridades corruptas y retrógradas.

Como muchos académicos lo advierten, el mundo y sus historias hancambiado tanto en los últimos años que es necesario reevaluar nuestrasinterpretaciones sobre las guerras de la independencia y proponer nuevas

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perspectivas de análisis.1La globalización de las comunicaciones, el comercio,el terrorismo y las revoluciones nos recuerdan constantemente cuáninterconectado e interdependiente es el mundo de hoy. Pero lo mismo se puededecir del período que abarcan los años entre 1760 y 1830, cuando los avancesen la navegación y las comunicaciones, la ilustración y las guerras napoleónicasacercaron a los pueblos, incluyendo a Hispanoamérica y a España.2Estoscambios produjeron agitaciones y revoluciones políticas en muchas partes,sobre todo en el mundo occidental.3Con velocidad empezaron a circular ideasnuevas sobre el poder y la autoridad, cuestionando jerarquías tradicionales yprivilegios. Así, la Declaración de la Independencia de Norte América de 1776produjo un gran impacto en la comunidad internacional.4Al poco tiempo sedifundieron copias y traducciones de la Declaración de los Derechos delHombre y Ciudadano de 1789 proclamando que la soberanía residía en lanación y que todos los hombres habían nacido iguales y con el derecho dedefender su libertad y resistir la opresión. Luego llegaron noticias másdramáticas sobre una revolución en Haití y sobre cómo en 1793 el pueblofrancés había ajusticiado a unos de los más poderosos monarcas de entonces, altiempo que un advenedizo proveniente de una pequeña isla en el Mediterráneose había lanzado a conquistar el mundo. Comenzando en la Nueva Inglaterra,una revolución sucedió a la anterior. Por ello, aunque sin asumir que todas lasrevoluciones tuvieron las mismas causas o la misma naturaleza, las guerras de laindependencia hispanoamericana necesitan ser analizadas en este contexto deagitación global. Y así, tras reconocer las enormes diferencias entre Lima,Arequipa, Cuzco, Boston, París, Haití y Madrid, es tiempo de buscar similitudesy conexiones y evaluar cuánto más podemos ampliar nuestro conocimiento conesta perspectiva.5

El presente trabajo se concentrará en analizar los vínculos entre dos lugarescentrales del imperio español: el Perú y España. No se pretende aquí restarleimportancia a todos aquellos estudios que se han esforzado por explicar lasdiferencias y el proceso de separación que cimentó a los nuevos estadosamericanos. Lejos de contradecir el conocimiento alcanzado, la meta escomplementarlo y enriquecerlo. Este ensayo pretende más bien mostrar losbeneficios de tomar una perspectiva distinta que enfatice conexiones y paralelosy vierta una luz nueva sobre problemas viejos y centrales.6La primera parte deltrabajo ofrece una breve discusión sobre la historiografía de la independencia enel Perú con particular énfasis en la historia política y el análisis de algunas ideasque contribuyeron al divorcio de las historiografías española y peruana. Lasegunda, esboza una nueva perspectiva de análisis que nos podría ayudar aentender mejor los orígenes de la inestabilidad política y el caudillismo en lasprimeras repúblicas americanas.

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En las discusiones acerca de las causas y circunstancias que condujeron a laindependencia del Perú han predominado las interpretaciones políticas y lashistorias nacionales. Antes de analizar las principales perspectivas en lahistoriografía sobre este tema es necesario un comentario sobre comparacionesy paralelos. Al intentar comparaciones entre los diferentes países latino-americanos o colocar el caso peruano en interpretaciones generales, losespecialistas han enfrentado dos grandes obstáculos. El primero ha sido latendencia a asumir a México o Argentina como prototipos y evaluar el casoperuano en relación a éstos. La historia peruana necesita despojarse de marcosde interpretación que han partido de estos casos y han funcionado para ellos. Setrata más bien de buscar una interpretación propia que considere al Perú en suscircunstancias particulares: las de un reino central en el imperio español,gobernado por una poderosa corte con instituciones y élites enraizadas que enmuchos aspectos tenían más en común con la metrópolis que con los vecinosamericanos. La historia del Perú no tiene por qué parecerse, ni mucho menosajustarse a la de otras regiones hispanoamericanas. El virreinato de NuevaEspaña abarcó un territorio mucho más grande que el del Perú y nunca llegó aser verdaderamente centralizado. El joven virreinato de Río de la Plata, por suparte, creado en 1778, comprendía un territorio comercialmente central peropolíticamente marginal para la administración real y poseía instituciones demenor arraigo que en el caso peruano. El segundo problema que ha afectado alas historias comparativas, y se deriva del anterior, es el haber considerado alPerú como caso excepcional o fallido al comprobar que su historia no seajustaba a los marcos anteriores. La independencia del Perú, siempreconsiderada tardía, y el terco realismo de sus élites han intrigado a algunos yfastidiado a muchos. Por ello imperan las historias que presentan la transiciónperuana hacia la independencia como fracasada. Esta visión ha predominadopese a los esfuerzos de una corriente menor de historiadores peruanos que sehan esforzado por demostrar lo contrario.7

En el pasado, las historias tradicionales sobre la independencia buscaron a los“precursores de la emancipación”. De acuerdo con estas interpretacionestodavía en boga, hacia mediados del siglo dieciocho los criollos empezaron atomar conciencia de si, lo cual implicaba tomar conciencia de su diferencia conrespecto a los españoles peninsulares. Esta narrativa impuso la rivalidad criollo-peninsular como la fuerza motor detrás de guerras y rebeliones. Así, los criollosinfluenciados por la ilustración desarrollaron una aversión a los peninsulares yempezaron a organizarse y planear rebeliones contra el yugo metropolitano.Para esta historia de tipo “Whig”, cada acto de protesta y cada pronunciamientopolítico cimentaban el camino hacia la independencia. El rebelde Túpac Amaruiniciaba la lucha en 1780. En 1791 el jesuita exiliado en Londres Juan PabloViscardo y Guzmán expresaba en su famosa “Carta a los Españoles Ameri-canos” el deseo manifiesto de los criollos por liberarse, mientras que hombresde letras como Hipólito Unánue y Toribio Rodríguez de Mendoza se ocupabanen diseñar nuevas formas de gobierno. Esta evolución natural hacia laindependencia habría sido complicada y retardada por sangrientas guerrasciviles. Finalmente en 1826 los peruanos culminaron su larga lucha por lalibertad cuando conspiraron contra Simón Bolívar, lo forzaron a renunciar yrecuperaron el control de su destino.8

En la década de 1970, los historiadores influidos por una metodologíamarxista de análisis reaccionaron contra esa antigua corriente interpretativaalegando que aquellas ideas eran producto de mitos. Heraclio Bonilla y KarenSpalding desataron una gran controversia cuando en 1972, durante losaniversarios por el sesquicentenario de la independencia en el Perú, sostuvieronque nadie había peleado por ésta. Ellos sostenían que la independencia les habíasido concedida a los peruanos por los ejércitos foráneos de San Martín yBolívar. Asimismo, entendían la renuencia de la élite criolla a pelear por laindependencia como resultado natural de su manifiesta alianza de clases con losespañoles peninsulares y del miedo a una rebelión indígena. Siguiendo estalínea de pensamiento, los autores concluían que la independencia del Perú habíasido un acontecimiento histórico menor, pues no había implicado grandescambios estructurales.9

En respuesta a estas interpretaciones los historiadores sociales de la décadade los ochenta enfatizaron la larga historia de rebeliones y protestasanticoloniales que caracterizó al virreinato del Perú. Proponían además llevar acabo estudios que se centraran menos en Lima y en sus élites y más enmovimientos regionales y en grupos subalternos.10Scarlett O’Phelan sugeríapor ejemplo considerar las dimensiones contemporáneas del Perú en eltemprano siglo XIX, que para entonces incluían al Alto Perú. Bajo esta premisa,O’Phelan sostuvo en un artículo seminal que las primeras luchas autonómicasde La Paz demostraban la participación muy temprana del sur del Perú en lasfases iniciales de la independencia. Con esta evidencia, la autora concluía que elmito de la independencia concedida no era un hecho sino una invención deBonilla y Spalding.11

Pese a este nuevo énfasis en movimientos regionales y sociales, la década de1980 volvió sobre el tema de los nacionalismos. Esta fue una tendencia generalen los estudios latinoamericanos, influenciados sobre todo por las obras de dosacadémicos ingleses: David Brading y Benedict Anderson. El primero,historiador y profesor de la Universidad de Cambridge, tras un trabajo brillantesobre la minería y las reformas borbónicas en México, dedicó buena parte de sulabor intelectual a entender las causas y características del nacionalismomexicano. En 1983 Brading publicó un trabajo sobre Simón Bolívar en el quedifundió por primera vez su concepto de “patriotismo criollo”, con el quetransformó y marcó la historiografía sobre la independencia hasta nuestrosdías.12Por otro lado, el politólogo Benedict Anderson publicó ese mismo año sufamosísima obra Imagined Communities en la que postulaba una interpretacióngeneral sobre el rol del nacionalismo en el quiebre de imperios y el surgimientode nuevos estados. El caso hispanoamericano ocupa un lugar central en suteoría. En sintonía con Brading, Anderson consideraba primordial el rol de loscriollos en difundir a través de la prensa la idea de una comunidad americanaimaginada y distinta, capaz de forjar un sentimiento nacional suficientementefuerte para provocar una rebelión.13Resulta interesante observar cómo ambosautores, contemporáneos y compatriotas que experimentaron directamente ladescolonización de su propio imperio, consideraban al nacionalismo como unaconsecuencia necesaria en la evolución política de cualquier país hacia laindependencia. Ambos coincidían en que la falta de una identidad colectivasólida en los territorios que luego formarían las futuras repúblicas producíainevitablemente países con estados y alianzas políticas débiles. Desde estaperspectiva, la inestabilidad política que caracterizó a las primeras repúblicasera vista como producto de estados débiles y finalmente de sentimientosnacionales débiles.

Pese a su fuerza argumentativa, estas interpretaciones presentan muchosproblemas. El más serio es, a mi juicio, su unilaterialismo pues la únicaideología que ambos autores consideran seriamente en su análisis es elnacionalismo o, en términos de Brading, el criollismo patriota.14El historiadoringlés es quien con mayor autoridad ha argumentado que las obras de losescritores franceses e ingleses del tardío siglo dieciocho como Cornelius dePauw, George-Louis Leclerc Buffon, Guillaume-Thomas Raynal y WilliamRobertson desataron una corriente nacionalista en Hispanoamérica. De acuerdoa los estudios de Brading, al denunciar el mal gobierno de la corona y la falta decivilización entre los españoles americanos, estos escritores europeosprovocaron una respuesta entre algunos criollos, especialmente los jesuitascriollos. Estos últimos, afanados por probar lo contrario, produjeron obras endefensa de los americanos presentando y explicando al mundo las particu-laridades americanas. Pronto surgieron artículos similares en la prensa. Y así sefue construyendo una visión de las provincias americanas distinta a la españolay se forjaron sentimientos nacionales incipientes. En el esquema de Brading,México es el arquetipo pues, de acuerdo a sus postulados, fue allí donde conmayor éxito se forjó un sentimiento y un mito nacional en torno al culto de laVirgen de Guadapalupe que resultaron claves en la historia de ese país. En lasdécadas siguientes, esta devoción habría ayudado a consolidar una identidadparticular en Nueva España y, por ende, una oposición ideológica a lametrópolis.15

Si bien estas ideas presentan una mayor solidez para el caso mexicano, losproblemas aparecen cuando el caso se transforma en patrón. Pese a las enormesdiferencias entre las antiguas provincias del imperio español, Brading mantuvoeste esquema en su monumental obra sobre Hispanoamérica, First America , ytrató de identificar y analizar los casos en que se desarrolló un patriotismocriollo similar al mexicano. El tratamiento dado a dos provincias claves ycentrales de la América española, Cuba y el Perú, muestran las limitaciones deesta línea interpretativa. La siempre leal perla del Caribe fue simplementedejada de lado al no haber optado por la independencia en la década del veinte.El Perú, en cambio, fue analizado una vez más en negativo al no haber podidoproducir semillas nacionalistas significativas en el tardío siglo dieciochoperuano. Es así como, a excepción del jesuita Viscardo y Guzmán, pocosperuanos escaparon la condena de este análisis. Pedro Peralta y Barnuevofracasó como hombre de letras, pues sólo había logrado producir un patriotismo“formal”.16Ignacio de Castro mostró sólo un atisbo de patriotismo en susestudios sobre los virreinatos del Perú y México, pero falló en referirse a larebelión de Túpac Amaru y en usar símbolos incas como símbolos nacionales.17A su vez, los escritores del Mercurio Peruano fallaron al preferir dedicar surevista a la mineralogía, el clima y a temas económicos y científicos antes que aconstruir un mito unificador.18

A pesar de sus limitaciones, estas interpretaciones y el énfasis en el rol de losnacionalismos han mantenido su vigor. Los estudios de la década de losnoventa, por ejemplo, con grandes reivindicaciones revisionistas y centrados enanalizar las acciones de los grupos subalternos y su rol en los conflictos post-coloniales, asumieron por entero el marco anterior. Complementando antes quecontradiciendo a Anderson y Brading, estos estudios han argumentado que nosólo las élites, sino también los grupos subalternos desempeñaron roles clavesen la construcción de los tempranos nacionalismos. Es así como, de acuerdo aFlorencia Mallon, los países con sentimientos nacionales fuertes, como México,construyeron un sentimiento nacionalista fuerte, un estado fuerte y lograron porende forjar una gran revolución. En contraste, países como el Perú quedesarrollaron un nacionalismo y un estado débiles, estuvieron condenados aproducir revoluciones fracasadas.19

Los mundos ideológicos e intelectuales del tardío siglo dieciocho y eltemprano diecinueve eran mucho más complejos y diversos de lo quecomúnmente nos han representado los análisis históricos. La gente que vivióentre los dramáticos años de 1760 y 1830 creían en la Ilustración, el universa-lismo, hermandades internacionales como la masonería, alianzas continentales einfinitas repúblicas de las letras. Ellos podían identificarse indistintamentecomo criollos, americanos españoles, arequipeños, peruanos o españoles.20Como sostenía Amartya Sen recientemente, la idea de que un pueblo debe tenersolamente una identidad obedece más a una ilusión que a una realidad.21Lacoexistencia de ideas universales e ideas nacionales incipientes es precisamentelo que hace de las guerras de independencia en Hispanoamérica un tema tanfascinante y difícil de entender.22

Otra línea interpretativa central en la historiografía política sobre laindependencia, mencionada anteriormente, es la basada en el resentimientocriollo y la rivalidad entre criollos y peninsulares. Este es un viejo leitmotiv ,reelaborado y sofisticado con mucho éxito por Mark Burkholder y D. S.Chandler en la década de 1980. Partiendo de un análisis sobre la distribución depuestos en las audiencias de la América colonial desde el tardío siglo diecisietehasta 1808, los autores postularon que la corona española intentó activamenterecortar el poder criollo, sobre todo en la audiencia, provocando un fuertesentimiento anti-español. Estos rencores se habrían acumulado a lo largo deltiempo, explotando hacia 1810 y provocando movimientos a favor del autogobierno.23El problema central de esta interpretación y de las historias políticassobre la independencia, en general, es que no consideran un elemento clave delo político: las negociaciones ( bargaining ) por el poder.24Pero si incluimos estacategoría, podemos recuperar una visión más dinámica del cambio histórico.

Es así como, por más contradictorio que parezca, la corona española implantóen efecto y con éxito una política de exclusión a los criollos de puestosadministrativos. La meta era dividir el poder local del central. Pero en laAmérica española del tardío siglo dieciocho, la corona intentó al mismo tiempoganarse a las élites americanas, especialmente en áreas centrales de dominiocomo el Perú. Es así como muchísimos peruanos obtuvieron títulos de noblezaen estos años.25Más aún, pese a repetidas restricciones, los criollos ricos sededicaron a casar a sus hijas con funcionarios borbónicos con el fin deconsolidar su poder y conectarse con redes de influencia imperial.26Así,algunos criollos, como los miembros del clan Goyeneche, se unieron a redes decomercio transatlántico e hicieron fortunas. Otros, como muchos de losmiembros del Tribunal del Consulado de Lima, se quedaron atrás y no cesaronde protestar ante la corona por su marginación.27En suma, como lo sostuvieronBurkholder y Chandler, en el tardío siglo dieciocho los criollos perdieron elcontrol que por tanto tiempo habían gozado sobre la audiencia. Sin embargo,hacia 1808 la audiencia ya había perdido su rol preeminente en la sociedadfrente al creciente poder del ejército, en el que los criollos desempeñaban un rolprincipal.28

En la década de los noventa del siglo pasado también prosperaron la historiacultural y el renovado interés en la propagación del liberalismo enHispanoamérica. Estas perspectivas siguen teniendo gran vigencia y han contri-buido decididamente a ampliar nuestra visión sobre la independencia y, porende, a liberarnos de la obsesión por el nacionalismo. Ambas perspectivasidentifican las causas de este proceso dentro de un contexto imperial ycoinciden en considerar la invasión napoleónica de 1808 como detonante de las“Revoluciones Hispánicas”. Desde la historia cultural, François-Xavier Guerrasostenía que la invasión había provocado la súbita irrupción de la modernidaden el mundo hispánico y que la independencia había sido una consecuencianatural de esta “mutación cultural”.29También en esta línea de análisis, perodesde una perspectiva política y constitucional, Jaime Rodríguez O. y BrianHamnett han argumentado que la independencia fue más bien el resultado deuna revolución liberal hispánica, que empezó con luchas por autonomía yrepresentación equitativa y culminó en guerras de independencia.30Uno losmayores aportes de estas perspectivas es, a mi juicio, el haber roto con unavisión provinciana de la independencia, forzándonos a hacer comparaciones yestudiar vínculos y procesos comunes entre las diferentes regiones americanas.Estos estudios han tenido un gran impacto en la historiografía y han producidonumerosos y luminosos trabajos sobre representación, ciudadanía e ideas desoberanía.31Destacan por ejemplo las obras de John Elliott, Jeremy Adelman yJosé María Portillo sobre las luchas autonómicas en Hispanoamérica y lasprovincias vascongadas.32

Sin embargo, y pese a estos grandes avances, todavía quedan muchos temasde la vida política en el tardío imperio español por cubrir. Entre éstos dos son enmi opinión claves: las luchas por el poder que no se centraron en demandasconstitucionales y la dinámica de la guerra. El trabajo revelador de ClementThibaud para Nueva Granada demuestra, por ejemplo, cómo la rivalidad criollo-peninsular y los sentimientos nacionalistas no precedieron a las guerras civilessino que se forjaron en ellas.33Así también, hubo mucha gente que peleódurante las guerras de independencia, no sólo por los nuevos ideales deigualdad, ciudadanía y soberanía, sino por un deseo individual y nuevo dealcanzar el poder y gobernar. Esta ambición provocó muchos cambios einestabilidad en Hispanoamérica y el Perú, pero también en España.

*

La historia política de la independencia ha estado siempre atada al tema de lainestabilidad y el caudillismo. Tras la ruptura del imperio español, estosfenómenos se perpetuaron en muchas de las nuevas repúblicas y en el Perú enparticular. Con algunas excepciones, la historiografía sobre los orígenes de lainestabilidad en la región se ha centrado en lo súbito del cambio. De acuerdo aesta visión, los caudillos fueron producto de una independencia inesperada enpueblos políticamente inmaduros. Estas ideas llevan larga data y se remontan alos primeros escritos liberales tanto de España como Hispanoamérica.34Pero lamayor influencia en esta línea de pensamiento proviene del escritor y políticoargentino Domingo Faustino Sarmiento. En Facundo. Civilización y barbarie , ycon la maestría de su pluma forjó el prototipo de caudillo americano. ParaSarmiento, los caudillos y Facundo en particular, no eran oficiales militares,sino patronos de vastos territorios y gentes salvajes. En este relato romántico de1845 Sarmiento despojó a su antihéroe de toda razón y lo convirtió en unproducto de una naturaleza agreste, alejada de la cultura. Su poder, por ende,sólo podía obedecer a factores extraordinarios e irracionales. Pese a que laficción y el romanticismo tiñen el relato de Sarmiento, muchos historiadores –concientemente o no – se han basado en esta visión al tratar de crear unadefinición o un prototipo del caudillo americano.

La voz más influyente y autoritativa en la historiografía sobre el tema ha sidola de John Lynch. Para el historiador inglés los caudillos fueron grandespatronos que surgieron durante el colapso del imperio en áreas alejadas defronteras como las pampas argentinas o las llanos venezolanos. En repetidasocasiones Lynch ha sostenido que la transición de hispanoamericana hacia laindependencia estuvo marcada por la quiebra completa de autoridades einstituciones coloniales. Por ello, el historiador inglés no consideraba posibleestablecer una continuidad entre la militarización borbónica en el tardío siglodieciocho y temprano diecinueve y el caudillismo de las primeras repúblicas.Tras dedicar sus primeros trabajos a la era Habsburgo en España, Lynch seinició en la historia moderna latinoamericana estudiando a los caudillos de laregión del Río de la Plata. Luego expandió su obra sobre este tema a todaHispanoamérica, pero manteniendo siempre un énfasis en las regiones degrandes patrones como Argentina y Venezuela, en las que su esquema funcionamejor.35Sus trabajos han tenido una enorme influencia en la historiografía de laregión, pero los límites de sus interpretaciones se hacen evidentes cuando seestudian zonas como el Perú, donde los caudillos no surgieron de las pampas,sino de entre los cuadros del ejército real, una institución que lejos de quebrarsedurante la independencia, se adaptó a las nuevas circunstancias y se fortaleció.36

Dos nuevas tendencias han marcado los estudios sobre el caudillismo en losúltimos años: el post-colonialismo y la perspectiva subalterna. Los historiadoresinteresados en la primera corriente han argumentado que la inestabilidadpolítica y el caudillismo, como muchos de los problemas que afectaron a lastempranas repúblicas latinoamericanas, fueron esencialmente problemas post-coloniales, es decir, consecuencia natural de la opresión colonial. Por ello, paraentender los orígenes y características de estos conflictos, proponen escribirhistorias desde los márgenes y comparar el surgimiento de los estados latino-americanos con el de otros estados post-coloniales como la India o Sudáfrica.Consideran que así evitaremos caer en visiones eurocentristas, en las cuales lossucesos americanos son analizados como meras derivaciones de procesoshistóricos europeos. Las comparaciones de este tipo son sin duda iluminadoraspues revelan contrastes y especificidades que escapan a los estudios nacionales.Sin embargo, al dejar de lado las metrópolis, estos estudios necesariamenteasumen que todos los problemas que estudian se originaron por causasendógenas, desconociendo así los detallados trabajos de Guerra, Rodríguez yHamnett.

Recientemente y bajo esta influencia, algunos historiadores han abordado eltema del caudillismo como una forma de política comunal. Sus estudiosproponen que los caudillos surgieron y funcionaron como mediadores en lasnegociaciones entre los grupos subalternos y el nuevo estado republicano.Contradiciendo el modelo establecido por Sarmiento, estos trabajos hansostenido que el poder del caudillo no radicaba en su carisma o en su calidad depatrón, sino en la autoridad que le encomendaba la comunidad y que lepermanecía supeditada. Tras una serie de estudios de este tipo, hoy poseemos unmayor conocimiento sobre la política rural y la capacidad de los campesinos deinfluenciar al estado en sus decisiones.37Sin embargo, lo que se ha descuidadoen esta perspectiva es el rol de instituciones centrales y articuladoras como elque ejerció el Ejército Real del Perú. Esta institución, que operaba tanto en lasciudades como en el campo y afectaba a las comunidades, no sólo contribuyó adifundir nuevas ideas de autoridad y poder al elevar profesionalmente a gentede acuerdo a criterios militares, sino que incorporó a campesinos, indígenas ygente de color. Los caudillos más poderosos de la primera república peruanacomo los mestizos Agustín Gamarra y Andrés de Santa Cruz pertenecierondesde muy jóvenes al ejército, recibieron un entrenamiento semi-profesional enla milicia y ascendieron los escalones militares hasta alcanzar grados deoficiales.38Si bien, como han demostrado los estudios anteriores, estoscaudillos se apoyaron en sus provincias buscando recursos y apoyo social, suprestigio y autoridad devino sobre todo de su condición militar, de haberservido en el Ejército Real primero y en el republicano luego.39

Uno de los mayores problemas que ha enfrentado esta corriente deinterpretación, y la historiografía latinoamericana en general, es el haberasumido a Latinoamérica como esencialmente diferente de otras regiones ymerecedora, por lo tanto, de explicaciones históricas particulares. Por eso, alreclamar la necesidad de “provincializar Europa” y recuperar una historia de lamodernidad y los nacionalismos desde los márgenes, esta perspectiva corre elriesgo de provincializar una vez más la historia latinoamericana.40

En contraposición a esta corriente, si estudiamos España y el Perú en paralelopodemos observar cómo ambas regiones del imperio español fueron afectadaspor procesos disruptivos similares: el surgimiento de oficiales militares yguerrilleros como actores políticos nuevos que competían entre ellos y luchabanpor espacios en los cuales ejercer poder. Jorge Basadre, el historiador másprestigioso que ha tenido la república peruana, sostuvo en repetidas ocasionesque las insurrecciones en el Perú no se labraron en el campo, sino en lasbarracas militares.41Basadre reaccionó en contra de una historiografía que,influida por el modelo de Sarmiento, representaba a los caudillos comobandidos y gauchos. Sin embargo, y pese a sus esfuerzos, la suya fue siempreuna voz menor. Si bien el historiador peruano descuidó el estudio de las basessociales de estos personajes y hoy tenemos un mejor conocimiento sobre suscircunstancias, tampoco podemos volcarnos totalmente al campo y dejar de ladola minuciosa y sólida historia que nos dejó Basadre sobre el tema.

Entonces, si estudiamos la historia del Perú y España en conjunto en tiemposde la independencia podemos encontrar similitudes interesantes y paralelosquizás más apropiados en el desarrollo del caudillismo. Si bien este temademanda un análisis más extenso del que aquí es posible, podemos observar yesbozar dos paralelos claves e insuficientemente explorados. En primer lugar, lainestabilidad política y el caudillismo militar fueron fenómenos que tambiénazotaron a la antigua metrópolis en el siglo diecinueve. No tiene por qué ser unacoincidencia que España, al mismo tiempo que el Perú, viera levantarse amilitares y guerrilleros ávidos por demostrar su poder y comandar. Estoscaudillos leales no se alzaron para rebelarse contra la corona española, sino paradefenderla.

Como consecuencia de la invasión napoleónica, militares profesionales,milicianos y guerrilleros en la Península organizaron levantamientos y ejerci-taron liderazgo en el campo de batalla. A los más exitosos, como al generalPalafox y al Empecinado se les llamó caudillos. La prensa de la épocacontribuyó a encumbrarlos al difundir noticias sobre sus acciones extra-ordinarias y coraje. Estas noticias se difundieron extensamente por el imperioespañol. Por ejemplo, la prensa del Perú en la década de 1810 – La Minerva Peruana, El Peruano y El Investigador – publicó numerosas descripciones delas fantásticas acciones de Palafox en Zaragoza y El Empecinado en Castilla.42Más aún, en estos años se vivió en España como en el Perú un renacer de losantiguos héroes y caudillos de la Reconquista. El Cid, Pelayo y Guzmán fueroninvocados muchas veces en la lucha contra Napoleón.43Así, estos textos nospresentan a los caudillos no como bandidos o líderes rebeldes de zonas remotas,sino como personajes claves de una larga tradición hispánica.

Al poco tiempo de la invasión napoleónica, los españoles americanos seunieron en la lucha por la causa liberal. Algunos, frustrados por la reticencia delas autoridades metropolitanas en aceptar la formación de gobiernos autónomoso juntas en América organizaron movimientos insurgentes liderados porcaudillos. El virreinato del Perú permaneció en su mayor parte inmune a lainsurgencia, pero no al caudillismo. En gran parte, esto fue consecuencia de lamilitarización iniciada por las autoridades virreinales en el tardío siglodieciocho pero sobre todo por el virrey Abascal (1806-1816), quien formó unode los ejércitos mejor organizados y más exitosos del imperio español. Parte deléxito de esta institución fue precisamente el incorporar y acomodar a nuevos yexpectantes grupos e individuos. Sin embargo, al asumir que todos los caudillosdebían ser líderes de insurgentes, la historiografía ha dejado de lado a estosactores. El caudillo leal más famoso del Perú fue el general arequipeño, JoséManuel de Goyeneche, Comandante General del Ejército del Alto Perú. Uno delos hombres más ricos del virreinato del Perú, Goyeneche, viajó de niño aEspaña en donde se enroló en el ejército para recibir una educación militarprofesional. En 1808 fue nombrado Brigadier General de los Reales Ejércitoscon la misión de organizar la defensa de Sudamérica. La Junta Central deSevilla le encomendó también la tarea de comunicar las noticias sobre lainvasión francesa. Como sucedió con los líderes de la guerrilla y el ejército enEspaña, la prensa peruana exaltó a Goyeneche por sus victorias frente a losinsurgentes de La Paz. Lo llamaban “Gran Pompeyo”, “Padre de la Patria” y“Verdadero Héroe Peruano”. Sus opositores, sobre todo en Río de la Plata yCharcas, rechazaron su nueva autoridad y lo acusaron de abusar de sus poderesal actuar como Presidente del Perú en lugar de limitarse a ser ComandanteGeneral.44Para los insurgentes, sin embargo, Goyeneche no era un verdaderocaudillo, tan sólo un general sangriento del viejo orden.45

Tomando estos elementos en consideración y bajo esta luz podemos observarcómo el caudillismo surgió como un fenómeno más complejo que tambiénafectó a la política ibérica por décadas. El surgimiento de guerrillas y caudillosen España en el contexto de las guerras napoleónicas y sus efectosdesestabilizadores han sido el objeto de extensos análisis en la historiografíaespañola. Estos, sin embargo, rara vez han sido tomados en cuenta y vinculadoscon la historia hispanoamericana.46

Este punto nos lleva a discutir un último paralelo en relación con el origendel vocablo caudillo . Como se sostuvo anteriormente, la historiografíalatinoamericana ha considerado al caudillismo como un fenómeno eminente-mente americano. Sin embargo, esta versión no considera que el término caudillo se remonta a la Reconquista y se mantuvo en uso en España hasta laera de Franco, quien se consideraba el último gran caudillo. Los diccionarioselectrónicos de la Real Academia de la Lengua Española, así como el CorpusDiacrónico del Español (CORDE), que permite analizar el uso de vocablos enmiles de documentos oficiales y literarios tanto de España como Hispano-américa, nos ofrecen hoy una herramienta nueva para analizar la evolución detérminos claves en la historia.

De acuerdo a CORDE, el primer texto en incluir el término caudillo fueronlas Partidas de Alfonso X, seguidas por los relatos literarios de laReconquista.47Por otro lado, el primer diccionario de autoridades de 1729ofrece la siguiente explicación para caudillo : “El que guía, manda y rige lagente de guerra, siendo su cabeza, y que como a tal todos le obedecen. Vienedel Latino Caput , y arrimándose mas à su origen se llamaba antiguamenteCabildo”. La explicación se amplió luego para describir al líder, gobernadorpopular, a la cabeza de un grupo militar o no. El diccionario de 1780 ofrece dosdefiniciones que han permanecido hasta hoy. Caudillo podría referirse a lacabeza o líder de gente de guerra ( Dux, belli caput ) o a la cabeza de un gremio,comunidad o cuerpo ( Caput, praefectus ). Así, de acuerdo a estos diccionarios,el caudillo encarnaba al líder de un grupo y no necesariamente a un patrón deestancia. Por otro lado, el vocablo caudillaje aparece mucho después, en eldiccionario de 1914, describiendo el “Mando o gobierno de un caudillo”. Esrecién en 1925 cuando se recoge por primera vez una definición americana para caudillaje , equiparándola con caciquismo o tiranía en Argentina y Chile.48

En resumen, si bien los diccionarios y textos contemporáneos ofrecen unadefinición americana del término caudillaje , ésta aparece sólo en el siglo veinte.Pero nada semejante se contempla para el término caudillo . Por lo menos, paralos diccionarios españoles y los cientos de textos antiguos los caudillos nopertenecieron a ningún lugar en particular. Quizás esta evidencia y los nuevostrabajos sobre las revoluciones hispánicas nos permitan entender el caudillismoy la inestabilidad política que provocaron, como parte de un fenómeno másamplio, que afectó tanto a la metrópolis como a muchas de sus antiguasprovincias.

Cuando Napoleón invadió la Península en 1808 y desató una revoluciónpolítica en el imperio español, las reformas borbónicas habían ya socavadoconceptos tradicionales de autoridad y elevado a oficiales y militares comoactores políticos nuevos y ambiciosos. Pese a este gran cambio, la corona nollegó a imponer un concepto de autoridad nuevo y suficientemente sólido comopara establecer reglas claras e instituciones sólidas que pudieran acomodar aestos nuevos y ambiciosos individuos. El resultado fue una constante agitaciónpolítica. Algo muy similar ocurrió con la idea de soberanía, como lo hademostrado Jeremy Adelman.49Así surgieron nuevos actores, nuevasautoridades y nuevos caudillos. Los años de 1814 y 1830 marcaron laintensificación y consolidación de las guerras de independencia, pero también ladesintegración final de la autoridad y la proliferación de faccionalismos, tantoen España como en el Perú. Por ello, cuando San Martín invadió el Perú con susejércitos y declaró la independencia en 1821, se desató una guerra civil. Trasaños de expansión militar y décadas de guerras con los vecinos, el Perú asistió ala elevación de los oficiales militares como indisputables autoridades. Pese aesa fuerza, sus disputas y rivalidades contribuyeron muchísimo a perpetuar unainestabilidad política que arruinó al país.50

La independencia del Perú y la de Sudamérica se sellaron en la Batalla deAyacucho el 9 de diciembre de 1824. Este hecho llevó al Perú y a España porcaminos diferentes. Sin embargo, ambos países continuaron agobiados porproblemas comunes. Así, por ejemplo, en 1833, el caudillo peruano AgustínGamarra terminó penosamente un gobierno de cuatro años que enfrentódiecisiete conspiraciones y una oposición virulenta en la prensa. Le sucedierondieciséis presidentes militares. Finalmente, en 1876, el primer presidente civil,Manuel Pardo, completó su gobierno. Pero al poco tiempo los militaresvolvieron a dominar la escena política durante la Guerra del Pacífico (1879-1884). Y tras veinte años consecutivos de administraciones civiles, los militaresregresaron para dominar la escena política y la presidencia peruana durantebuena parte del siglo veinte. En España, por otro lado, la muerte de FernandoVII en 1833 puso fin a su reinado absolutista y desató una serie de guerrasciviles que duraron más de cien años y tuvieron como protagonistas a losmilitares. Las primeras, las Guerras Carlistas, se desataron durante la sucesión.La historiografía sobre este tema ha demostrado que los oficiales militaresdominaron esta crisis y se alzaron como líderes indiscutibles. Organizaronpronunciamientos, consolidaron alianzas políticas y decidieron quién debíagobernar. Como han afirmado reputados historiadores de España los líderesmilitares, a los que al igual que en el Perú llamaban caudillos, se convirtieron enárbitros de la política española durante la mayor parte del siglo diecinueve.51Algunos historiadores peruanos han sostenido lo mismo con respecto a lapolítica peruana. Pocos, sin embargo, han reconocido la importancia delparalelo. Repensar y reconectar la historia política de la independencia peruanacon la historia española podría ayudarnos a clarificar e iluminar ambas historias. Z USAMMENFASSUNG

P ERU UND S PANIEN . G EMEINSAME G ESCHICHTE IN Z EITEN DER T RENNUNG

Der vorliegende Beitrag diskutiert die Analysemöglichkeiten einer altenFragestellung unter neuer Perspektive. Die Geschichte der Unabhängigkeitwurde bisher hauptsächlich als Geschichte der Unterschiede geschrieben. Umden Zusammenbruch des spanischen Kolonialreichs in Amerika und dieBildung neuer Staaten zu verstehen, wurden die Prozesse analysiert, dieUnterschiede produzierten und zum Bruch führten. Die lateinamerikanischeHistoriographie hat eine Reihe solcher Studien hervorgebracht. Ohne dieseSichtweise abwerten zu wollen, versucht der vorliegende Beitrag, dieMöglichkeiten einer anderen Perspektive zu zeigen, die darauf abzielt,Verbindungen und Gleichzeitigkeiten zu benennen und zu verstehen. AlsFallbeispiele wurden Peru und Spanien ausgewählt. Das Vizekönigreich Peruwar eine der letzten Provinzen des spanischen Reichs in Amerika, dieunabhängig wurde. Seine Verbindungen mit der Metropole sind immer wiederbetont, aber selten genauer analysiert worden. Diese Verbindungen sind mitSicherheit der Schlüssel zum Verständnis der langen Geschichte der politischenInstabilität, die beide Regionen betraf.

Der erste Teil des Beitrags diskutiert die Historiographie über dieperuanische Unabhängigkeit, um die Themen zu identifizieren, die dazu geführthaben, dass bislang vornehmlich die Unterschiede herausgestellt worden sind.Der zweite Teil untersucht die Möglichkeiten, unser Wissen über die Ursprüngeder politische Instabilität und des Caudillismo zu vertiefen, beides Kernthemender Geschichte Perus und Spaniens im 19. Jahrhundert. Hier wird die Thesevertreten, dass diese gemeinsame Geschichte nicht zufällig war, sondern alsErgebnis gemeinsamer Probleme verstanden werden kann.

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M ICHAEL R IEKENBERG

Der französische Historiker Paul Ricœur hat in einem Buch über das Erinnerngeschrieben, dass große Gemeinschaften, er dachte dabei an die Nation, ihreGründungserlebnisse in einem Gewaltakt suchen. Die Gewalt habe einenwichtigen Anteil an der Bildung kollektiver Identitäten, weil die„Gründungsereignisse“ großer Kollektive „im wesentlichen gewaltsame Akte“seien, die im Nachhinein erinnert würden.1Wir können diesen Satz auch aufLateinamerika übertragen. Denn auch in Lateinamerika erinnert man sich heute,was das offizielle Geschichtsbewusstsein des Staates betrifft, an einengewaltsamen Gründungsakt – die Unabhängigkeitskriege nach 1810, aus deneneine politisch fungierende, urbane Öffentlichkeit frühzeitig im 19. Jahrhundertdie Identität der eigenen, neuen Nation zu schöpfen begann.

Nun können Gründungsmythen den Menschen nicht einfach verordnetwerden, sondern sie müssen vielmehr vorhandene Vorstellungen undsymbolische Repräsentationen aufgreifen, sonst sind sie nicht glaubwürdig.2Siefunktionierten dann nicht, weder heute noch damals, und blieben wirkungslos.Auch für unser Thema gilt, dass dem nationalen Gründungsmythos desUnabhängigkeitskriegs, wie er im 19. Jahrhundert erzeugt wurde, eine histo-risch verbürgte Zustimmung zur Gewalt vorausging. François Furet hat ja fürdie Französische Revolution beschrieben, wie gelehrte Gruppen damals eineGewalt verherrlichten, die man als eine emanzipatorische Kraft betrachtete.3Sprichwörtlich ist Robespierre Begriff der violence progressive , gefallen ineiner Konventsrede von 1793.4Die Nation fußte auf der Überzeugung, ihr ineinem Akt revolutionärer Gewalt nicht allein die Souveränität, sondernüberhaupt die Existenz gewonnen zu haben.

Ähnliches lässt sich für Lateinamerika feststellen, wo wir im frühen 19.Jahrhundert im Kontext der Unabhängigkeitsbewegung ebenfalls einen starkenZuspruch zur Gewalt finden. Dieser war keineswegs ausschließlich oder inbesonderem Maße unteren ruralen oder ethnisch konfigurierten Bevölkerungeneigen, wie die liberale Nationalgeschichtsschreibung glauben machen wollte.Vielmehr prägte er ebenso die Einstellung der städtischen Bevölkerungskreise,die wir mit einer ungenauen Bezeichnung bildartig als „Bürgerliche“bezeichnen können, also Berufsgruppen der Kaufleute, Handwerker oderFreiberufler. Auch diese Gruppen frönten der Gewalt. Begünstigt wurde diesdurch eine Reihe verschiedener Faktoren. So bildeten sich beispielsweise imheutigen Argentinien, worauf ich mich im Weiteren verschiedentlich beziehenwill, bereits am Ende der Kolonialzeit „militärische Familien“.5Dies warenClans, deren männliche Mitglieder überwiegend Militärs bzw. Angehörige derMilizen (später: Nationalgarde) waren und die im neuen republikanischenStaatswesen im frühen 19. Jahrhundert einen starken politischen Einflussausübten. Ihre Identität wie ihr politischer Einfluss waren eng mit Aufgabenund Vorstellungen der Gewaltorganisation verflochten. Auch das politischeGedankengut der Zeit selbst war gewaltfördernd, vor allem die Herausbildungeines militanten Staatsbürgerbegriffs trug dazu bei. Die argentinischeHistorikerin Hilda Sabato hat dies überzeugend beschrieben.6DieStaatsbürgerschaft, so die Überzeugung damals, verwirkliche sich erst im Rechtdes Bürgers auf die selbst verantwortete Gewaltausübung. In einer Erklärungder Regierung von Buenos Aires aus dem Jahr 1811 hieß es, alle Staatsbürgerseien als Soldaten geboren und der Krieg sei ihre natürliche Bestimmung.7Wollte man als Bürger der neuen Nation anerkannt sein, so vermochte man sichdieser Zustimmung zur Gewalt nicht zu entziehen.

So betrachtet gab es also sowohl symbolische Ressourcen als auch sozialeElemente sowie ein politisches Gedankengut, die zusammengenommen erklärenhelfen, warum der Krieg in Lateinamerika, wie Ricœur schreibt (oder dieBegeisterung für die Gewalt, wie wir es ebenfalls bezeichnen können), zu einemGründungsmythos der Nation werden konnte. Dennoch stellen sich bei nähererBetrachtung einige Fragen. Zunächst taucht das Problem auf, dass die„Gründungsgewalt“ ja nicht einfach ein Befreiungskrieg gegen eine kolonialeMacht war, sondern vielmehr zu einem unübersichtlichen Komplex innererKriege geriet, die sich in einzelnen Ländern Lateinamerikas bis weit über dieMitte des Jahrhunderts hinaus hinziehen konnten. Eine solche Agglomerationinnerer Kriege, die über Jahrzehnte Gemeinwesen spalteten, in einenGründungsmythos für die politische Gemeinschaft zu verwandeln, ist jedochungleich schwieriger, als wenn die Gewalt sich ausschließlich und eindeutiggegen einen äußeren Feind gerichtet hätte. Dies bedarf wohl keiner weiterenBegründung. Ferner müssen wir in Rechnung stellen, dass in den Kriegen imfrühen und mittleren 19. Jahrhundert die hergebrachte Volksgewalt weiterhinfortbestand und dass überdies die „Grenze zwischen dem Privaten und demÖffentlichen [erst] noch definiert und deshalb umkämpft wurde“8, d.h. unscharfund vage war. Somit waren jedoch weder die politische Gewalt und andereGewalt noch Krieg und Frieden eindeutig voneinander geschieden. Vielmehrvermengte sich beides in Mischformen. Das, was Ricœur als materielles undsymbolisches Substrat eines nationalen Gründungsmythos betrachtet, stellte inLateinamerika ein unübersichtliches Panorama der Gewalt dar.

Anfang 2010 erschien in einer Fachzeitschrift zur Geschichte Lateinamerikasein Aufsatz von Jeremy Adelman, der dieses Gewaltpanorama zu umschreibensucht.9Adelman zeichnet darin das Bild einer ungeheuren Expansion derKriegsgewalt in Lateinamerika nach dem Jahr 1810. In der Kolonialzeit habedie Gewalt weitgehend der Verteidigung der moralischen Ökonomien gedient,nach 1810 sei sie „republikanisiert“ und auf diese Weise politisiert worden. Inihrer Politisierung durchlief die Gewalt einen Eskalationsprozess. Bis dahingalt: „Desecration and rumours of killing came nowhere close to the languageor threat of extermination“. Nun aber stieg die Gewaltkurve, so Adelman, steilan. Verantwortlich dafür sei die Krise der moralischen Ökonomien im Bruchder bis dahin gültigen Souveränitätsprinzipien sowie die einsetzende „moleculardecomposition of state authority“ gewesen. Als Folge davon kam es zu einerextremen Gewalt diffuser Kriegsakteure: „Thus we could see it as the extremeviolence of crowds who [...] saw their cause as legitimate and their method aslogical, as militarized groups with more or less aptitude for regimentation thatassumed the role of justice-dispensing magistrates where the state hascollapsed.“ Ein neuer Typ des Krieges entstand im Zeichen des Staatskollapses,eine Unterform des Bürgerkriegs: „It is a subset within a broader family type ofcivil war.“10

Ich habe Adelman hier ausführlicher zitiert, weil seine Ausführungen gutgeeignet sind, uns mit dem bekannt zu machen, worauf sich der revolutionäreGründungsmythos der Nation eigentlich bezog. Allerdings stimme ich in zweiPunkten nicht mit Adelman überein. Zum einen war die Gewalt auch vor 1810nicht im Vergleich derart gering, wie Adelman annimmt. Dies galt nicht alleinfür offene Kriegsgebiete wie die Karibik, in der europäische Mächterivalisierten, oder, wie es im Siebenjährigen Krieg der Fall war, sich regionaleManifestationen eines frühen Weltkrieges abspielten11, sondern ebenso fürRäume auf dem lateinamerikanischen Festland selbst, das Hinterland also.Beispielsweise gab es im Gebiet des heutigen Argentinien, um bei dieserRegion zu bleiben, entgegen der Auffassung von Adelman durchaus bereits vor1810 eine Exterminierungsgewalt. So schlugen Regierungskreise in der StadtBuenos Aires 1778 in einer Denkschrift vor, die „feindlichen barbarischenIndios“ im offenen Grenzraum der frontier auszulöschen („ esterminar“ ).12Dabei kam, um dies hinzuzufügen, der Exterminierungsgedanke in derBourbonenzeit nicht allein am La Plata auf, sondern ungefähr zeitgleich ebensoin der frontier im Norden Mexikos.13Insofern war er nicht Teil einer reinlokalen oder regional begrenzten Geschichte und auch nicht nur eine„rhetorische Floskel“, die wir im Grunde übergehen und vernachlässigenkönnen, wie in der Literatur zu lesen ist.14Nun mag man zwar einwenden, dassdiese Exterminierungsdrohung aber eine ethnische Gewalt umschrieb, weil siein den Grenzräumen der frontiers 15stattfand, keine im engeren Sinn politischeGewalt, wovon Adelman schreibt. Aber eine solch starre Unterscheidung inpolitische und andere Gewalt existierte wie bereits erwähnt in Lateinamerika imausgehenden 18. Jahrhundert nicht, in der frontier ohnehin nicht, weshalbdieses Argument nicht zutrifft. Vielmehr zeigt das Beispiel, dass es zu einfachwäre, die Unabhängigkeitsbewegung sozusagen als Wasserscheide der Gewaltzu betrachten, sondern dass wir vielmehr die Kontinuitäten in der Organisationkollektiver Gewalttat beachten müssen, die sich durch die Unabhängigkeits-epoche zogen und „alte“ und „neue“ Gewalt verbanden.

Zum anderen, und dieser Einwand wiegt schwerer als der erste, stellt sich dieFrage, ob wir die Kriege in Lateinamerika im frühen 19. Jahrhundert tatsächlichals Bürgerkriege bzw. als eine Unterform davon im Kontext eines Staats-kollapses bezeichnen sollen. Der Begriff des Bürgerkriegs ist bekanntlich in derLiteratur wie auch, was seinem Gebrauch in der Geschichtsschreibung imÜbrigen eine starke zusätzliche Legitimation verschafft, in den zeitgenössischenQuellen verbreitet. Aber was ist ein Bürgerkrieg, und meinen wir immer dasGleiche, wenn wir den Begriff benutzen? Im Allgemeinen verstehen wirdarunter ja, dass wenige, bevorzugt zwei rivalisierende politische Lager um dieMacht in einem Staat kämpfen. Es ist gemeinhin das Merkmal vonBürgerkriegen, dass zwei Gegner oder Lager sich gegenüberstehen und einebewaffnete Auseinandersetzung um die Regierungsgewalt im Staat führen,wobei sie eine Vorstellung von einer gesamtgesellschaftlichen Ordnung, im 19.Jahrhundert in der Regel die Vision einer nationalen Ordnung, verfolgen.Bürgerkriege sind demnach definierbar als Konflikte zwischen zwei oder mehrGruppen innerhalb eines Gemeinwesens, die „Ansprüche auf die Macht im Staatstellen“.16Nun glaube ich zwar anders als Adelman nicht, dass „der“ Staat inLateinamerika im frühen 19. Jahrhundert kollabierte und es zum Staatsverfallkam. Das Grundprinzip staatlicher Organisation und die Einbindung der Politikin den Staat blieb in Lateinamerika auch in der Unabhängigkeitsepocheerhalten, was auch mit den außerordentlich starken Traditionen staatlicherHerrschaft in Lateinamerika, die bis in vorspanische Zeiten zurückreichen, zuerklären ist. Insofern blieben Bürgerkriege, weil Staatlichkeit Bestand hatte,möglich. Aber war der Staat in Lateinamerika im frühen 19. Jahrhundert nichtin vielen Fällen in seiner Wirkung zu schwach, in seinen Institutionen zu fragilund in seinem Ansehen bzw. in seiner symbolischen Macht zu wenig anerkannt,als dass er in der Lage gewesen wäre, den Kriegen, die in der Zeit geführtwurden, den Charakter eines Bürgerkriegs zu verleihen?

Diese Begriffsfrage, ob wir von Bürgerkriegen sprechen sollen oder nicht, istnicht so nebensächlich, wie sie vielleicht erscheinen mag. Der AnthropologeAnton Blok hat darauf hingewiesen, dass es wünschenswert sei, die Geschichte„in der Sprache der erforschten Region“17zu erzählen. Nun hilft uns freilich dieQuellensprache nur bedingt, wenn vom Krieg in Lateinamerika im frühen 19.Jahrhundert die Rede ist. Auf der Iberischen Halbinsel hatte sich in derpolitischen Theorie frühzeitig die Auffassung durchgesetzt, dass dieOrganisation des Krieges in der alleinigen Verfügungsmacht des Staates liegt.Im frühen 16. Jahrhundert waren Krieg und Staat in der politischen Gedanken-welt in Kastilien-Aragón eine feste Verbindung eingegangen.18ZeitgenössischeWörterbücher des frühen 19. Jahrhunderts definierten den Krieg als einen„Streit zwischen Herrschern, Ländern oder Staaten“19, und der Staat galt alsSchöpfer des Kriegs sowie als uneingeschränkter und selbstverständlicherBezugspunkt des inneren Kriegs, des „Bürgerkriegs“ ( guerra civil ) eben. DieseAnsichten wurden auch nach Lateinamerika übertragen. Auch dort gingen dieMenschen, die über den Krieg schrieben und deren Berichte in den vom Staatverwalteten Archiven aufbewahrt wurden, in der Regel von einer klarenbegrifflichen Zuordnung des Krieges zum Staat aus. Die Existenz des Staatesdefinierte den Krieg, sowohl nach außen wie auch nach innen.

Wir stoßen damit auf ein Begriffsproblem. In der Analyse lokalerGeschichten und Kulturen arbeiten wir in der Regel mit einer allgemeinenBegrifflichkeit, die aus ihren pragmatischen Anwendungssituationen, in denenBegriffe erst ihre Bedeutung gewinnen, herausgelöst ist. Eine „Verdinglichungder Begriffe“, moniert Blok, sei die Gefahr, weil Begriffe „keine von derspezifischen Sprache oder dem Sprachspiel, in dem sie gebraucht werden,losgelöste Bedeutung“20besitzen. Eine allgemeine Begrifflichkeit kann in derBetrachtung lokaler Geschichten oder Kulturen also leicht in die Irre führen.Beispiele dafür kennt die Wissenschaft, die sensibel genug ist, sich diesemProblem zu öffnen, zur Genüge. Zumindest kann ein allgemeiner Begriff, wieder „(Bürger-)Krieg“ es ist, zu ungenau sein, um uns mit dem vertraut zumachen, was wir wahrzunehmen glauben bzw. benennen wollen. Wie aber, sostellt sich die Frage, können wir diesem Begriffsdilemma entkommen, sofernuns der Rückgriff auf die Quellensprache, wie es sich im Fall des Bürger-kriegsbegriffs ja nun einmal darstellt, als Ausweg verwehrt ist, weil dieQuellensprache keinen Begriff für das bereit hält, was wir als Problemwahrnehmen und beschreiben möchten? Blok schlägt als Hilfsmittel diekünstliche Begriffsbildung vor, wobei er diese Begriffsschöpfung, weil derenErfolg „größtenteils von der Wortkunst des Forschers“21abhängt, in die Näheeiner literarischen Leistung rückt. Nun halte ich dies zwar für übertrieben, weiles Unterschiede zwischen der wissenschaftlichen und der fiktionalenErzählweise und Begriffsbildung gibt. Jedoch können wir mit Blick auf unserThema, den „Bürgerkrieg“, fragen, ob es in diesem Fall nicht gegen dieQuellensprache Begriffe zu entwerfen gilt, um dadurch in unserer ErzählungZusammenhänge zwischen Einzelerscheinungen herstellen zu können, die ohnediesen Begriff in unserer Vorstellung nicht existieren würden.

Auf unser Thema übertragen stellt sich aus dieser Warte also die Frage, obsich „der“ Krieg oder Bürgerkrieg oder genauer: die überwiegende Mehrzahlder kriegerischen Auseinandersetzungen in Lateinamerika im frühen 19.Jahrhundert hinreichend in der Weise beschreiben lassen, dass neueKriegsakteure dort die Regie der Ereignisse an sich rissen, wo der Staat (fast)verschwunden gewesen sei. Dieses Bild des collapsed state , das Adelmanzeichnet, ist meines Erachtens aber zu ungenau, weil es einen Staatskollaps oderzumindest einen dem ähnlichen Zustand voraussetzt, den es in dieser Art inLateinamerika im frühen 19. Jahrhundert nicht gab, von vorübergehenden,zeitlich begrenzten Ausfällen staatlicher Organisation in besonders marginalenRandzonen einmal abgesehen (im Gebiet des heutigen Argentinien gab essolche Erscheinungen beispielsweise zeitweilig in andinen Regionen wie in LaRioja). Vielmehr müssen wir zur Erklärung des Krieges den Bestand des Staatesbejahen, ohne den Krieg deshalb vom Staat her zu erklären.

Wir müssen in anderen Worten noch einen Schritt über Adelman hinausgehen und die Frage, die er behandelt, radikaler stellen. Denn es scheint mirzutreffender zu sein davon zu sprechen, dass der Staat in der Diffusion desKrieges, der im Bruch der kolonialen Ordnung seinen Ausgang nahm, seinenStatus als überlegener Gewaltakteur (weil in den Augen Anderer ein zurGewalttat besonders und zweifelsfrei legitimierter Akteur) verlor. Im Übergangvon der kolonialen zur republikanischen Ordnung und in dem Bruch vonHerrschaftslegitimation und Souveränitätsprinzip, der damit einherging, fandenDiffusionen der Gewalt statt. Eine „recognized sovereign entity[...]subject to acommon authority“22, deren Bestand nach Stahis Kalyvas die Voraussetzung fürdie Durchführung eines Bürgerkriegs darstellt, löste sich auf. Stattdessen fandeine „Vervielfältigung von Brennpunkten der Gewalt“23statt, was dazu führte,dass sich im Bruch der kolonialen Ordnung zahlreiche lokale oder regionaleOrganisationskreise der Gewalttat bildeten. Dadurch entstanden wiederumunterschiedliche kriegsfähige Gewaltakteure, die ihrem Status als Kriegsherrnach gleich waren. Auch der Staat war in der Ausübung und Organisation desKrieges fortan für einen vorübergehenden Zeitraum, der in einem Fall kürzerwar, im anderen Fall Jahrzehnte oder gar das gesamte 19. Jahrhundert hindurchdauern mochte, nur ein kollektiver Gewaltakteur neben anderen, ohne eineüberlegene Autorität als Kriegsherr oder als „Monopolist“ der Gewalt-anwendung zu besitzen. In Teilen Lateinamerikas geriet „der“ Staat imPanorama des Krieges und kriegsartiger Auseinandersetzungen zu einemGleichen unter Gleichen, ein Problem, das sich im Übrigen ja mitunter ineinigen Teilen Lateinamerikas bis heute fortsetzt.

Die Logik des Krieges war deshalb in vielen Fällen eine andere als die desBürgerkriegs. Denn in nicht wenigen der zahllosen inneren Kriege, die im 19.Jahrhundert in Mexiko oder in Kolumbien oder am La Plata stattfanden, ging esnicht allein darum, die Macht in einem Staat, dessen Existenz umkämpft war, zugewinnen. Vielmehr ging es gleichzeitig auch darum, den Staat mittels derGewalt zu bedrohen oder gar vorübergehend zu paralysieren und auf dieseWeise zu verhindern, dass eine überlegene Gewalt entstand, die ihre ganzeAutorität über eine lokale bzw. regionale Gesellschaft auszudehnen vermochthätte. Die Kriegsgewalt bzw. die in Anführungsstrichen politische Gewalt, diein den inneren Kriegen ausgeübt wurde, war also doppeltgerichtet . Sie zielte aufdie Eroberung der Macht im Kontext staatlicher Organisation und sie zieltezugleich auf die Schwächung und Einhegung des Staates um zu verhindern,dass dieser Staat das alleinige Monopol der Gewalttat für sich gewann unddadurch in die Lage gekommen wäre, lokale Machtgruppen, republiquetas , cabecillas oder ethnisch strukturierte Dörferföderationen nachhaltig undentscheidend zu bedrücken.

Ich habe dies an anderer Stelle ausführlich behandelt und im Sinn einesKunstbegriffs, wie Blok es beschreibt, als segmentäres Prinzip des Kriegesbezeichnet.24Mit diesem Begriff soll umschrieben werden, dass die Hierarchiender Gewaltorganisation zwischen den verschiedenen kriegführenden bzw.gewaltausübenden Gruppen aufgehoben waren und auch der Staat nurmehr Teildieses segmentären Beziehungsgeflechts war. Diese Gruppen waren vielmehr,was allerdings nicht mit Gleichgewichtslagen zu verwechseln ist, gleichrangig,obwohl sie von ihrem Status her an sich ungleich waren, weil ihr Zusammenhaltauf formellen (verbandlichen) Ordnungen oder moralischen Ökonomien, aufethnischen Bindungen oder dörflichen Gemeinschaftsvorstellungen, aufklientelaren Bindungen oder dem Beuteprinzip beruhte. Die Träger segmentärerKriegsgewalt waren also breit gefächert. Dazu zählten in Lateinamerika imfrühen 19. Jahrhundert familiär und klientelar organisierte Gefolgschaften,bandenartige Gruppen kommunaler oder ethnischer Bindung, die Kom-battantengruppen der warlords ( caudillos ) oder die vom Staat gesponsertenMilizen und „gang armies“25, die häufig eine nur schwer entwirrbare Mischungaus Militär und Bandentum darstellten. Ihr Verbreitungsgebiet waren ländlicheRäume. Die Ausbildung segmentärer Kriege setzte neben dem Bruch derkolonialstaatlichen Ordnung und den Migrationen der Machtpotentiale inländliche Zonen auch eine verhältnismäßig geringe Ausprägung innergesell-schaftlicher Differenzierung voraus, zumindest wurde sie dadurch begünstigt.Segmente sind im Allgemeinen das Produkt verhältnismäßig „einfacher“Gesellschaft26, weshalb die Gewaltsegmente sich anscheinend dort, aber ebennicht allein nur dort, besonders wirksam zu entfalten vermochten, wo lokaleGesellschaften von Märkten wie von überregionalen politischen Strukturen eherisoliert blieben und wo sie im Innern vergleichsweise überschaubar waren.Nachdrücklich hinzuweisen bleibt darauf, dass die Ausdehnung segmentärerGewaltbeziehungen von der großen Krise übergreifender staatlicher Strukturennach 1810 profitierte. Ohne diese wäre es nicht zur Ausdehnung segmentärerGewaltbeziehungen gekommen.

Segmentäre Kriege repräsentieren ein spezifisches Machtgeflecht. Um dasPrinzip segmentärer Gewaltbeziehungen besser zu verstehen, ist ein Blick in dieEthnologie hilfreich. Dort hat Jürg Helbling verwandte Formen gewaltartigerBeziehungen anhand der Entstehung lokaler Kriege in vorstaatlichenGemeinwesen behandelt. Gibt es keine übergeordnete Machtinstanz, die dieKonflikte zwischen den verschiedenen, ungefähr gleich starken Lokalgruppenreguliert, und haben diese Gruppen aufgrund ihrer beschränkten Mobilität keineMöglichkeit, anstehenden Konflikten, die um Territorien oder Ressourcengeführt werden, durch Migrationen auszuweichen, so greifen benachbarteGruppen, so die These Helblings, zum Mittel des Kriegs, weil friedlicheVerhaltensstrategien in dieser Konstellation zu riskant wären, um das eigeneÜberleben zu sichern: „Hence, local groups wage war, paradoxically, fordefensive reasons, i.e. because they cannot trust each other, and because apeaceful strategy would be too risky.“27Der Grund des Kriegs ist demnach dielabile Kräftebalance, die zwischen verschiedenen Gruppen entsteht, und diewechselseitige Furcht, die sie aneinander bindet. Das mangelnde Vertrauen inden Anderen bzw. die fehlende Sicherheit, vor einem Angriff geschützt zu sein,führt dazu, dass jede einzelne Gruppe versucht, in der eigenen Gewalt-anwendung eine „Abschreckungsreputation“ (Helbling) zu gewinnen. In vonder wechselseitigen Furcht besetzten Konstellationen ist deshalb jede Gruppegezwungen, gegebenenfalls als erste zu attackieren, um dem Angriff derAnderen zuvorzukommen: „Although each local group would like to behavepeacefully, it nevertheless has to attack pre-emptively because if it does notattack at a favourable moment it risks being attacked at an unfavourablemoment.“28

KollektiveGewalthandlungenerklärensichdemnachausdemBeziehungsgefüge der Akteure. Wir begegnen dieser Ansicht auch in derGewaltsoziologie. Denn stehen sich ungefähr gleich starke Gegner gegenüber,die bewaffnet sind und die durch keine überlegene Zwangsgewaltzurückgehalten werden, d.h. existieren keine bzw. kommt es zu einem „Zerfallder staatlichen Gewaltmonopole“, so ist eine beständige „Verstärkung derFurcht vor anderen Gewalten“ die Folge.29Kollektive Gewalthandlungenerklären sich so betrachtet nicht aus Motiven oder aus Verhaltenskonstanten,sondern aus den Interaktionsgeflechten, in denen Menschen agieren und die siezwingen, sich zueinander zu verhalten. Segmentäre Kriege sind Kriege, die sichin Gesellschaften abspielen, in denen aufgrund einer fehlenden verbindlichenKontrolle der Gewalttat die Furcht der Menschen voreinander ihr Verhalten ineinem starken Maß bestimmt. Aus dieser Perspektive dissoziiert sich das Bildvon Staat und Krieg in Lateinamerika im frühen 19. Jahrhundert, ohne dass wirden Krieg in Lateinamerika deswegen als staatslosen Krieg oder als Krieg instaatslosen Räumen beschreiben könnten. Die Vermengungen des Staates ineine Gewalt, in der er sich zu behaupten hatte, waren komplexer.

Anders als in Europa im gleichen Zeitraum kannten die Kriege, die inLateinamerika im 19. Jahrhundert geführt wurden, weder die Dimensionindustrialisierter Kriegführung noch die nationalistischer Gewaltbereitschaftoder erklärter Ideologie. Dies erklärt, warum „der“ Staat in Lateinamerika im19. Jahrhundert zwar im Krieg entstand, aber nicht durch den Krieg bzw. diedamit verbundenen Organisationsleistungen insbesondere steuerlicher bzw.fiskalischer Art, wie für den frühneuzeitlichen europäischen Staat angenommenwird. Miguel Centeno, der ähnlich wie Adelman einen Überblick über unserenGegenstand gibt, hat dies beschrieben. Er spricht für Lateinamerika im 19.Jahrhundert von der Vorherrschaft des limited war , womit er Ähnlichesumschreibt, wie der Begriff des segmentären Krieges es versucht. Allerdingshebt Centeno in seiner Begriffsbildung auf die Erscheinungsweise des Kriegesab, während der Begriff des segmentären Krieges, den ich gebrauche, versucht,in einer theoretisierenden Perspektive die Verflechtungszwänge zu um-schreiben, die der Ausbildung des Krieges zugrunde lagen. Centenos Begriffdes limited war soll umschreiben, dass die Ausmaße der Kriegsgewalt in vielenFällen niedrig, gar außerordentlich gering waren; dass ferner die Kriege vonkurzer Dauer und in ihrer räumlichen Ausdehnung lokal begrenzt waren; dassvergleichsweise geringe Bevölkerungen im Krieg mobilisiert wurden; dassschließlich auch der Alltag der Menschen unter dem Krieg wenig litt. „Life goeson much as before.“30Freilich führt dies zu der Frage, ob diese Normalität desKrieges daran lag, dass der Krieg die Alltagswelt der Menschen aufgrund seinergeringen Ausmaße wenig veränderte oder aber ob eine Gewöhnung derMenschen an eine zwar geringe, aber verbreitete Gewalt stattfand, in der dieOrdnung des Krieges und die Ordnung des Nicht-Krieges in einem geringerenMaße voneinander getrennt waren, als allgemeine Begriffe es vermuten lassen.Vieles spricht für die zweite Vermutung.

Kommen wir zum Ausgangspunkt dieses Beitrags zurück. Mit Blick auf dieErzeugung einer nationalen Erinnerungskultur ist die segmentäre Konstellationdes Krieges besonders kompliziert. Denn, darauf wies ich ja bereits hin, es istfür uns relativ leicht nachvollziehbar, dass für politische oder literateFührungsgruppen, die einer Nation durch die Produktion von literarischenNarrationen, bildhaften Symbolen und historischen Monumenten eineGeschichte zu geben versuchen, die kriegerische Abwehr eines äußeren Feindesin der Erinnerung in besonders brauchbarer Weise zu einem nationalenGründungsmythos werden kann. Das bedarf kaum einer weiteren Begründung.Aber die Verteilung segmentär angeordneter Kriegsakteure im Raum, die sich ingrößeren Teilen Lateinamerikas im frühen 19. Jahrhundert für einenvorübergehenden Zeitraum einstellte, ist im Vergleich dazu offenkundigweitaus schwieriger als Gründungslegende einer Nation erinnerbar. Allerdingsmüssen wir uns an diesem Punkt auch vor Missverständnissen oder falschenÜberzeichnungen hüten, war doch der segmentäre Krieg nicht einfach einZerstörer des Staates, wie vielleicht vermutet werden könnte. Vielmehr war esauch für die Gruppen, die als segmentäre Gewaltakteure lokale Gesellschaftenbeherrschten und die den Staat misstrauisch betrachteten oder gar verachteten,vorteilhaft, sich staatlicher Ressourcen und Ämter zu bemächtigen, wodurch siediesen zugleich Geltung und Resonanz in der lokalen Welt verschafften. Dennhätte eine lokale Machtgruppe es versäumt, sich staatlicher Ressourcen zubemächtigen und diese zu repräsentieren, so war in der Konstellationsegmentärer Machtbeziehungen die Gefahr zu groß, dass der Nachbar undRivale dies getan hätte. Der Staat und seine Idee waren insofern nicht in ersterLinie wichtig, um subalterne Bevölkerungen zum Gehorsam zu zwingen, wie esbeispielsweise marxistische Staatstheorien nahe legen. Aber die lokalenMachtgruppen benötigten den Staat mit Blick auf den Nachbarn, weil innerhalbdes segmentären Beziehungsgeflechts für den Fall, dass man den Staat undseine Ressourcen einfach ignoriert hätte, die Gefahr zu groß war, dass einrivalisierender Machtclan sich dies zu Nutzen gemacht und daraus Vorteile fürsich gezogen hätte.31Insofern trugen segmentäre Gewaltbeziehungenparadoxerweise dazu bei, den Staat vor Ort zu stützen und zu stärken.Feindschaft gegen den Staat wie Zustimmung zum Staat vermengten sichgleichzeitig und prägten den Staat in Lateinamerika grundlegend.

Dass von diesen segmentären Beziehungen, um zum Ausgangspunkt diesesBeitrags zurückzukommen, auch Integrationsleistungen auf die nationaleErinnerungskultur ausgingen, halte ich allerdings für unwahrscheinlich.Zumindest dürften andere Mechanismen und Strategien wichtiger gewesen sein,um das zu erzeugen und einigermaßen mit Leben zu erfüllen, was wirgemeinhin als (politisch gewollte) nationale Erinnerungskultur bezeichnen.Zunächst musste die Gewalt, die sich in den segmentären Kriegen oder limited wars entlud, in der Erinnerung nicht nur aufgegriffen und nacherzählt, sondernzur gleichen Zeit auch gedämpft und gedanklich gesäubert werden. Gewaltmusste vergessen werden, was im Übrigen nicht weiter verwundert, weil dasVergessen eine gänzlich normale Tätigkeit des Menschen ist. Freilich ist dieFrage, wie es geschieht. Der französische Historiker Alain Corbin hegt mitBlick auf die Darstellung der „Bürgerkriege“ in Frankreich im 19. Jahrhundertden Verdacht, dass seine Kollegen beim rückblickenden Anblick der Gewalt„ganz so wie die eigentlichen Zuschauer vom Entsetzen erfasst wurden“,weshalb sie auf die Beschreibung des Grauens verzichtet hätten. Stattdessenhätten sie die Gewalt in eine „süßliche universitäre Geschichtsschreibung“32verpackt. Ähnliches geschah in den liberalen Nationalgeschichten Latein-amerikas, in denen der Krieg ebenfalls zu einer süßlich heroischen Geschichteumgeschrieben wurde.

Auch spielte, dies ist eine Trivialität, die Generationenabfolge eine Rolle. FürArgentinien ist zu beobachten, wie sich Geschichtserinnerung änderte, als dieGeneration der Gewaltakteure, die actores y testigos , im letzten Drittel des 19.Jahrhunderts aus der Gilde der frühen Historiker verschwand. In derGenerationenfolge schwächte sich die persönlich bzw. familiär geprägteErinnerung, die man sich in Kreisen wechselseitigen Vertrauens erzählte, ab.Dies schuf Raum für neue Deutungsmodi der Geschichte, und kategorialeBezugspunkte der Geschichtserinnerung, wie sie sich in Begriffspunkten wieZentrum und Rand oder Inklusion und Exklusion sowie in Konventionen desErzählens abbilden, änderten sich. Nicht zuletzt schließlich sind dieMigrationen zu nennen. Beispielhaft hierfür steht wiederum Argentinien, wo diedemographische Struktur des Landes sich um 1900 völlig verändert hatte imVergleich zu der, die es in der Hochzeit der inneren Kriege zwischen 1820 und1840 gegeben hatte. In Argentinien führte die massive europäischeZuwanderung dazu, dass nach 1900 Menschen große Teile oder gar Mehrheitender Bevölkerung bildeten, die von ihrer Herkunft her keinerlei Bezug besaßenzu den Kriegen in der Region Anfang und Mitte des 19. Jahrhunderts. DiesenBevölkerungsgruppen fiel es vermutlich verhältnismäßig leicht, sich im Zugeihrer Integrationsbemühungen in die Gesellschaft neue, politisch gewollteInterpretationen der Geschichte zu Eigen zu machen. Erinnerungen an densegmentären Charakter des Krieges zu Beginn des 19. Jahrhunderts zerfielen.Ein neuer Hauptdarsteller namens Nation konnte in der Geschichte etabliertwerden.

R ESUMEN

R ECORDAR A LA GUERRA PERO , ¿ QUÉ GUERRA ?

Paul Ricœur escribió que las grandes comunidades como la nación, secrearon mediante mitos fundacionales violentos. Si bien algo similar sucedió enAmérica Latina, llama la atención que este mito fundacional violento se refieraallí a un conglomerado poco claro de guerras internas generadas en el tempranosiglo XIX.

En 2010 se publicó un artículo de Jeremy Adelman acerca de la naturaleza deestas guerras. Adelman describe la fuerte expansión de la violencia bélica enAmérica Latina durante el temprano siglo XIX, cuyas causas se vinculan con las

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crisis de las economías morales, así como el quiebre de la autoridad y losprincipios de legitimación estatales. Según Adelman, surgió un nuevo tipo deguerra, una sub-forma de la guerra civil. Como es sabido, el término de la“guerra civil” era muy común en las fuentes del (temprano) siglo XIX. Pero,¿era el Estado en América Latina o por lo menos en grandes partes de la regiónen el temprano siglo XIX realmente capaz de concederles a estas guerrascontemporáneas el carácter de una “guerra civil”? ¿O necesitamos frente elidioma de las fuentes otros “términos artificiales” (Anton Blok), con respecto alanálisis de la guerra, para establecer relaciones entre los fenómenos que nosllaman la atención y que de otro modo no encontrarían ninguna explicación?

Personalmente no considero concluyente describir la mayoría de losconflictos bélicos en América Latina durante el temprano siglo XIX, en base ala idea de que los nuevos actores de las guerras se apoderaban de la dirección delos acontecimientos ahí donde el Estado se encontraba ausente. Lo señalado porAdelman es demasiado impreciso. Más bien, para explicar la guerra tenemosque trascender a Adelman radicalizando la pregunta que él mismo plantea. Eneste sentido, sería más acertado constatar que el Estado, que tuvo su origen en elquiebre del orden colonial, perdió su estatus como actor violento superior en ladifusión de la guerra. Durante la proliferación de la violencia se formaronnumerosos círculos regionales que organizaron actos violentos colectivos,generando diferentes actores violentos con capacidades bélicas, los cuales,respecto a su estatus, contaban con la misma fuerza. Desde entonces y durantecierto período, en algunos casos más extenso que otros, el Estado constituyósolamente un actor violento más, en la realización y la organización de laguerra. Viéndolo de esta manera, las imágenes del Estado y de la guerra enAmérica Latina en el temprano siglo XIX se disocian, sin que tengamos quehacer referencia a una guerra sin Estado o a la violencia en el colapso estatal.

Como resultado, la lógica de la guerra fue otra que la de la guerra civil. Deeste modo, en varias de las guerras internas que tuvieron lugar en el siglo XIX,no se trataba de conseguir solamente el poder en un Estado, cuya existencia erapeleada, sino más bien se trataba al mismo tiempo de amenazar al Estadomediante la violencia o incluso paralizarlo y de esta manera evitar que surgieraun poder superior que tuviera la capacidad de extender su autoridad sobre unasociedad regional (local). Por lo tanto, la violencia política de las guerrasinternas era bidireccional . Se ajustaba hacia la conquista del poder en elcontexto de la organización estatal y al mismo tiempo al debilitamiento y lalimitación ( Einhegung ) del Estado, a fin de evitar que este Estado consiguiera el

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monopolio de la acción violenta. En este sentido, se mezclaba la enemistadcontra el Estado y la afirmación del mismo.

Con respecto a la creación de una cultura nacional de la memoria, laconstelación de la guerra complejiza aún más a la hora de “recordar”, ya quedebido a la distribución paritaria de actores bélicos en el espacio, difícilmentese puede recordar como una leyenda fundacional de una nación.

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C HRISTIAN B ÜSCHGES

I DENTITÄTSPOLITIKEN IN Z EITEN DES M ULTIKULTURALISMUS : E CUADOR SEIT DEN 1990 ER J AHREN

Im August 2007 nahm ich in Ecuador an der offiziellen Präsentation derÜbersetzung meiner Doktorarbeit über den spätkolonialen Adel der Stadt Quitoteil.1Die Buchpräsentation fand im „Palacio de Cristal“, einem städtischenKulturzentrum statt, das auf einer Anhöhe über den Dächern der kolonialenAltstadt Quitos liegt. Organisiert wurde die Präsentation durch den Stadtrat undden städtischen Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural de Quito (FONSAL), dessen hauseigener Verlag Übersetzung und Veröffentlichung desBuches übernommen hatte. Geladen waren zu diesem öffentlichen EreignisVertreter der lokalen Politik und Kultur. Zum Programm des Abends gehörtenneben der Livemusik einer Jazzband die Ansprachen des Autors, derzuständigen Lektorin sowie des Stadtratsmitglieds Gonzalo Ortiz Crespo,Soziologe und Mitglied der Academia Nacional de Historia .

Zusammen mit meiner Arbeit zum kolonialspanischen Adel der Stadt Quitowurde an diesem Abend die Übersetzung der Studie des englischen HistorikersMartin Minchom über die städtische Unterschicht Quitos in der ausgehendenKolonialzeit präsentiert.2Auffällig sind die deutlichen Unterschiede in derDrucklegung beider Bücher. Während meine Arbeit zum Adel auf schweremHochglanzpapier gedruckt und mit zahlreichen farbigen Abbildungen versehenwurde, muss die Quitener Unterschicht mit ziemlich preiswertem Papier undohne jeden weiteren Schmuck auskommen.

Dieses recht amüsante Detail sowie die Inszenierung der Buchpräsentationwaren Teil einer seit den 1990er Jahren anhaltenden städtischen Politik derSanierung der historischen Altstadt Quitos und der damit einhergehendenBemühungen, das kulturelle Erbe der Stadt zu bewahren und öffentlich sichtbarzu machen. Was das kulturelle Erbe, das Patrimonio Cultural , der Stadt Quitound des Landes Ecuador insgesamt ausmacht, ist seit zwei JahrzehntenGegenstand öffentlicher Debatten und kontrastierender Identitätspolitiken.

Z WISCHEN INDIGENER R ENAISSANCE UND R ETRO -K OLONIALITÄT

In den 1990er Jahren wurde der Andenstaat durch verschiedene „indigeneAufstände“ heimgesucht, die zu einer deutlichen Umgestaltung der politischenLandschaft geführt haben.3Nicht nur hat sich in Ecuador eine der stärkstenethnischen Bewegungen Lateinamerikas der Gegenwart herausgebildet, die fürdie kulturelle Anerkennung und politische Teilhabe der indigenen Bevölkerungeintritt, sondern der ecuadorianische Nationalstaat versteht sich seit derVerfassungsänderung im Jahre 1998 als „plurikulturell und multiethnisch“.

Demgegenüber stehen seit den frühen 1990er Jahren Stadtmarketing undErinnerungspolitik der Stadtverwaltung Quitos, die mit ihren Sanierungs-maßnahmen in der Altstadt und den begleitenden Publikationen zur Stadt-geschichte eine kolonialspanische Identität stiften, deren historisch fragwürdigeNostalgie mit einer aktiven Verdrängung der indigenen Bevölkerung aus demStadtzentrum einhergegangen ist. Diese war in den 1960er und 1970er Jahrenverstärkt in das baulich stark heruntergekommene koloniale Zentrum migriert,während sich die mestizisch-spanische Mittelschicht in einem neu gebauten,modernen Stadtteil im Norden der Stadt ansiedelte.

In Verlauf der 1990er Jahre und verstärkt nach der Jahrtausendwende istdagegen im Zuge umfassender Sanierungsmaßnahmen eine massive Rückkehrder mestizisch-weißen Mittelschicht ins alte Stadtzentrum festzustellen, dieeinen Prozess der Gentrifizierung zur Folge hatte. Die von der QuitenerStadtverwaltung vorangetrieben Sanierung der historischen Altstadt geht miteiner nostalgischen, enthistorisierten Repräsentation von Kolonialität einher,die ich mit meinem Bielefelder Kollegen Olaf Kaltmeier als „Retro-Kolonialität“ bezeichnen möchte.4Diese kann als Strategie der verunsichertenurbanen, weiß-mestizischen Mittelschicht gedeutet werden, sich gegenüber dererstarkenden indigenen Bewegung der 1990er Jahre identitätspolitisch neu zupositionieren.

Verstand sich die Mittelklasse in Ecuador seit dem Erdölboom der 1960erJahre als weiße Führungselite mit Anschluss an die westlichen Länder, die vonder modernen Fortschritts- und Entwicklungsideologie beflügelt war, so hat dasVersprechen von Entwicklung angesichts der globalen Rezession der 1980erund der Umweltkrise der 1990er Jahre an Bindungskraft verloren. Durch diePolitisierung der ethnischen Frage in den 1990er Jahren wurden zudem diemestizisch-weiße Dominanz im politischen Raum in Abrede gestellt und diehegemonialen Sicht- und Teilungsprinzipien im Sinne multi- und pluri-kultureller Anerkennungspolitiken verändert.5

Im Folgenden möchte ich einige Stationen der intellektuellen und politischenDebatten nachzeichnen, die sich seit der Unabhängigkeit Ecuadors um die Fragenach der nationalen Identität des Landes drehen. Hierbei handelt es sich um einnoch recht lückenhaft bearbeitetes Forschungsfeld. In meinen Überlegungensteht dabei die Frage nach der Bedeutung der indigenen Bevölkerung desLandes für das Selbstverständnis des Nationalstaats Ecuadors im Vordergrund.Als Quellen stehen mir dabei Berichte über einige öffentliche Feierlichkeitensowie historiographische und politische Schriften zur Verfügung, die sich nebender Frage der nationalen Identität auch der Bedeutung der Hauptstadt Quito inder jeweils konstruierten Nationalgeschichte widmen.

D IE U NABHÄNGIGKEIT E CUADORS UND DIE K ONSTRUKTION DER N ATION

Die Frage nach der kulturellen Identität des Landes und der politischenBewältigung ethnisch gedeuteter sozialer Unterschiede begleiten die politischenund historiographischen Debatten in Ecuador seit den Unabhängigkeits-bewegungen der Jahre 1810 bis 1822. Die im Jahr 1810 ausgebrochenenUnabhängigkeitskriege waren wie im übrigen Lateinamerika weitgehend durcheine kreolisch-mestizische Führungsschicht geprägt. Entscheidend für diepolitische Ausrichtung der Unabhängigkeitsbewegung wurde die Übernahmeeuropäischer Modelle der Staats- und Nationsbildung, die sukzessive an dieamerikanischen Verhältnisse angepasst wurden. Zum einen übernahmen dieGründerväter der jungen Andenrepublik das Modell der liberalen Staats-bürgernation, zum anderen postulierten sie die kulturelle Einheit der Nation.

Zur Legitimierung der territorialen und politischen Einheit des neuenNationalstaates gegenüber dem spanischen Mutterland wie auch gegenüber denamerikanischen Nachbarstaaten berief sich die politische Elite Ecuadors auf dieExistenz einer historisch gewachsenen Nation, deren Ursprünge bis in dievorspanische Zeit zurückgingen. Die mestizisch-kreolischen Staatsgründereigneten sich somit die indigene Geschichte an, um die eigene Unabhängigkeitvon Spanien zu rechtfertigen und der Nation eine historische Wurzel undKontinuität zu verleihen.6In dieser Sichtweise bildeten die Nachkommen derindigenen Urbevölkerung und die kreolischen Nachfahren der spanischenKonquistadoren eine historische Schicksalsgemeinschaft, die spätestens im 18.Jahrhundert durch den spanischen „Absolutismus“ und die vornehmlich ausdem Mutterland rekrutierte hohe Beamtenschaft unterdrückt worden war.7

Wie im zeitgenössischen Europa basierte die „vorgestellte Gemeinschaft“ derecuadorianischen Nation auf einer „Erfindung von Tradition“8, die schon inverschiedenen spätkolonialen Chroniken und Festivitäten zu erkennen gewesenwar, und in denen die kreolische und indigene Geschichte die Basis derFormierung territorialer Identitäten innerhalb des weiträumigen spanischenAmerika geworden war. So wurde die territoriale und kulturelle Einheit desNationalstaates Ecuador durch den Verweis auf die Existenz einesvorspanischen „Reiches von Quito“ legitimiert.9Bereits im 17. Jahrhundertberichtete der Jesuit Anello Oliva in seiner von biblischen Motivendurchzogenen Geschichte der ursprünglichen Besiedlung des südlichenAmerika von einem Nomadenvolk, das von den Küsten Venezuelas über denPazifik bis zur heutigen Nordküste Perus weitergewandert sei.10Von dort aussei der Kazike Quitumbe ins Hochland von Quito weitergezogen und habe sichmit seinen Gefolgsleuten dort niedergelassen.

Im 18. Jahrhundert war es schließlich der Jesuitenpater Juan de Velasco, derin seiner auf nicht überlieferten bzw. nie veröffentlichten kolonialen Schriftenbasierenden Chronik Historia del Reino de Quito von 1789 von der Eroberungdes Hochlandes von Quito, benannt nach den dort ansässigen Quitu, durch diesich von der Küste ausbreitenden Caras um das Jahr 980 nach Christusberichtet.11Aus der Verschmelzung beider Gruppen sei dann dieHerrscherdynastie der Shyris hervorgegangen, deren Herrschaft sichanschließend über weite Teile der späteren kolonialspanischen Audiencia vonQuito ausgeweitet habe. Entsprechungen hierzu finden sich – ebenfalls bereitsin kolonialer Zeit – anlässlich verschiedener öffentlicher und kirchlicher Feste,bei denen etwa die lokale „Reina de Cochasquí“ und ihr Tod während derInvasion der Inka repräsentiert wurde.12

M YTHOS UND G ESCHICHTE DES R EINO DE Q UITO

Mit der Unabhängigkeit wurde die Historia del Reino de Quito desJesuitenpaters Velasco zum offiziellen Gründungsmythos der ecuadorianischenNation. Als solcher wurde er über das gesamte 19. Jahrhundert als festerBestandteil der nationalen Historiographie und der in den Schulen vermitteltenGeschichte tradiert. Im Zuge der allmählichen Ausbildung der nationalenArchäologie um die Wende vom 19. zum 20. Jahrhundert geriet dieseGroßerzählung vom Reino de Quito allerdings erstmals in die Krise. So bestrittder Quitener Erzbischof und Historiker González Suárez in seiner zwischen1893 bis 1903 veröffentlichten großen Geschichte Ecuadors die behauptetepolitische und kulturelle Einheit des vorspanischen Ecuador.13Eine heftigeöffentliche Debatte zu dieser Frage entstand schließlich im Jahre 1918, als dienationale Schulkommission ( Consejo Superior de Instrucción Pública ) dengesamten Kanon der Shyris aus dem Geschichtsunterricht streichen wollte. Diedamit zusammenhängende Kritik an Velascos Darstellung der Dynastie derShyris bezog sich vor allem auf die dieser zugrunde liegenden unsicherenQuellenbasis, ergänzt um die Tatsache, dass Velasco seine Chronik imitalienischen Exil ohne Zugriff auf die verschollenen oder andere Schriftengeschrieben hatte. Besonders schwer wog allerdings das Argument, vehementvertreten durch den damaligen Historiker und Archäologen Jacinto Jijón yCaamaño, dass die archäologische Forschung keine Nachweise einergeographisch ausgreifenden Kultur der Shyris habe erbringen können.14

Die Debatte ist bis heute aktuell, und vor allem in den Schulbüchern ist Juande Velasco der Chronist der nationalen Ursprungserzählung der ecuadoria-nischen Nation geblieben.15So wurde Velasco etwa im Kontext der erst im Jahr1998 beigelegten Grenzstreitigkeiten zwischen Ecuador und Peru vonHistorikern wie Politikern als Referenz für das von Ecuador beanspruchteTerritorium verteidigt.16Einige Jahre zuvor, im Juli 1992, beschrieb derangesehene ecuadorianische Historiker Jorge Salvador Lara in der Tagezeitung El Comercio das Reino de Quito als „soziologische, politische und zivileEinheit dessen, was heute Ecuador ist“. Dieses Zitat wurde im Vorwort des vonPiedad und Alfredo Costales im gleichen Jahr veröffentlichten Buches „ElReino de Quito“ übernommen, der aktuellsten wissenschaftlichen Ansprucherhebenden Verteidigung des Mythos.17

D AS SPANISCHE E RBE E CUADORS

Doch auch die spanische Kolonialzeit sollte über die Unabhängigkeit hinausTeil der Identität und Erinnerungspolitik eines Teils der ecuadorianischensozialen und politischen Elite bleiben. Deutlich wird dies nicht zuletzt an demVersuch des 1845 gestürzten konservativen ecuadorianischen Präsidenten JuanJosé Flores, Spanien in den Jahren 1846 und 1847 zu einer Rückeroberung derverlorenen Kolonie zu gewinnen.18Was wie eine persönliche Rache oderAusdruck der „Verrücktheit“ – so ein zeitgenössischer liberaler Politiker – desehemaligen Präsidenten aussehen mag, versperrt den Blick auf die Tatsache,dass Flores im konservativen Lager Ecuadors, v.a. im Hochland einschließlichder Hauptstadt Quito, zahlreiche Anhänger hatte.

Während sich die liberale Regierung unter dem aus Guayaquil stammendenVicente Rocafuerte militärisch und ideologisch auf eine mögliche Invasionvorbereitete, kam es im April und Juni 1846 sowie im August und November1847 zu mehreren Aufständen aus den Reihen der Anhänger von Flores. DenParteigängern des ehemaligen Präsidenten ging es wie Flores selbst freilichnicht um die Rückeroberung Ecuadors durch Spanien oder auch nur dieEinrichtung einer bourbonischen Sekundogenitur. Flores hegte offenbar,abgesehen von der Hoffnung auf die persönliche Wiedererlangung desRegierungsamtes, Sympathien für die Etablierung eines monarchischenSystems.

A TAHUALPA ODER B ENALCÁZAR ? D EBATTEN UM DIE G RÜNDUNG DER S TADT Q UITO IM J AHR 1933/34

Die Debatten um das schwierige Verhältnis von indigenen und spanischenWurzeln der ecuadorianischen Nation lassen sich auch im Kontext der 100-Jahr-Feier der Stadtgründung Quitos im Jahr 1934 verfolgen.19Von besondererBedeutung war die offizielle Rede des damaligen Stadtratspräsidenten undHistorikers Jacinto Jijón y Caamaño, der uns schon bei den Debatten um dieHistorizität des Reino de Quito begegnet ist, am 28. August 1934.20Jijónbetonte in seiner Festrede zunächst den historisch eindeutigen indigenenUrsprung der Stadt Quito. Quito sei bereits vor der Ankunft der Spanier einebedeutsame Niederlassung gewesen, die infolge der Invasion der Inka bereits zueiner wichtigen Stadt geworden sei, die dann von den Spaniern eingenommenworden und vom Eroberer Diego de Almagro am 28. August 1534 zureigenständigen Stadt ( villa ) erklärt worden sei.

Als wichtiger Vertreter der seit der Jahrhundertwende in Ecuador wie inanderen lateinamerikanischen Staaten wirksamen intellektuellen Strömung desHispanismus bestätigte Jijón zwar in der Tradition des Historikers GonzálezSuárez den indigenen Ursprung der Stadt Quito, betonte aber zugleich diespanische Institution des Stadtregiments, das vom Eroberer Sebastián deBenalcázar am 6. Dezember 1534 etabliert worden war. Die vorangehendespanische Stadtgründung am 28. August 1534 sei daher historisch nichtbedeutsam gewesen, da sie nur die bereits bestehende indigene Ansiedlungbestätigt habe. Dem gegenüber sei die anschließende Einrichtung desspanischen Stadtrates von herausragender Bedeutung gewesen und sollte daherJijón zufolge den Kern der Erinnerungspolitik der Quitener Stadtgeschichtedarstellen.

Insgesamt waren die Erinnerungsfeiern von 1934 durch einen symbolischenKomplex von Monarchie, Spanien und Konquistadoren geprägt. Das offizielleWappen der Stadt trug weiterhin den spanischen Gründungstitel als „MuyNoble y Muy Leal Ciudad“. Zugleich wurde Quitos Bild als „Wiege derecuadorianischen Nation“ propagiert. Die indigene Bevölkerung des Landeswurde dagegen weitgehend als in der Eroberung unterlegene Gesellschaftrepräsentiert. Vereinnahmt von der hispanistischen Historia patria wurdelediglich der im Jahr 1533 wohl in der Nähe der Stadt Quito hingerichtete Inka-Fürst Atahualpa, dessen „nacionalidad quiteña“ betont wurde. In diesemKontext wurde 1933 auch kurzzeitig die Wiederaufnahme des einige Jahre altenProjekts diskutiert, Atahualpa ein Denkmal auf dem Panecillo zu errichten. Inden städtischen Feierlichkeiten von 1934 fehlte dann aber jede offizielle Reprä-sentation des Inka-Fürsten.21

Die in Ecuador in den 1920er Jahren erstarkende Tradition des Hispanismuskann als Reaktion auf und politische Waffe gegen die in dieser Zeitlateinamerikaweit verbreitete Strömung des Indigenismus gedeutet werden.22Den Beginn des ecuadorianischen Indigenismus markiert die Veröffentlichungvon Pío Jaramillo Alvarados Buch El Indio Ecuatoriano aus dem Jahre 1922(weitere Auflagen 1925 und 1936). Jaramillo denunzierte darin die anhaltendeAusbeutung der indigenen Bevölkerung des Landes und wies historischeDeutungen aus dem Kreis der Academia Nacional de la Historia zurück, u.a.das Diktum von González Suárez bezüglich der Existenz von Rassen-unterschieden, die manche Völker zur ewigen Dienerschaft verurteile. Jaramillonahm auch in den Debatten um die Bewertung von Velascos Historia del Reino de Quito Stellung, die er vehement verteidigte.

Als eine weitere, spätere Tradition des Hispanismus in Ecuador lassen sichdie in den 1950er Jahren institutionalisierten und bis heute fortgeführten Fiestas de Quito am 6. Dezember herausstellen. Das spanische Erbe lässt sich hierbei inverschiedenen Veranstaltungsformen feststellen, allen voran die Stierkämpfe.Anlässlich der 1992 mit einer starken indigenen Mobilisierung einhergehendenDebatten um das Gedenken an die 500 Jahre zurückliegende EroberungAmerikas durch Spanien wurden zwar auch kritische Stimmen über dieGestaltung der Fiestas de Quito laut. Die in diesem Kontext vollzogeneAusrufung des 5. Dezembers als „Tag des Widerstandes“ konnte sich jedochnicht als dauerhafter Gedenktag durchsetzen.23

H ISTORIOGRAPHISCHE D EBATTEN DES B ICENTENARIO

Im Jahre 2006 veröffentlichte der aus Ecuador stammende und in den USAlehrende Historiker Jaime E. Rodríguez in Quito eine Geschichte der ecuadoria-nischen Unabhängigkeitskämpfe, die als Auftakt der historiographischenAufarbeitung der Unabhängigkeit des Landes im Rahmen der 200-Jahrfeierngelten kann.24Diese löste in der Presselandschaft der Hauptstadt und unter denecuadorianischen Historikern ein heftiges Echo aus.25Der Historikerstreitbezieht sich vor allem auf die von Rodríguez nicht ohne polemische Absichtzugespitzte These, dass die Unabhängigkeit Ecuadors von Spanien ein Fehlergewesen sei. Neben der letztlich durchgesetzten Unabhängigkeit von derehemaligen Metropole und dem von verschiedenen königstreuen Kräftenbevorzugten Verbleib im traditionellen spanischen Herrschaftsverband habe dieanfänglich nach Amerika ausgeweitete spanische Verfassung von Cádiz (1812)die Basis einer neuen, partizipativen und föderativen transatlantischen Einheitanvisiert, die politisch und wirtschaftlich stabilere Verhältnisse geschaffen hätteals der radikale Bruch mit dem Mutterland.

Von den polemischen Tendenzen des Buches abgesehen, bestätigt Rodríguezletztlich die seit längerer Zeit gängige Erkenntnis, dass die ideologische Basisder Unabhängigkeitsbestrebungen heterogen war, diese im Jahr 1810 nicht mitdem klaren Ziel der Unabhängigkeit begonnen hatten, sondern die anfänglichdominierenden Autonomiebestrebungen durch den Lauf der Dinge zugunstender Unabhängigkeit fallen gelassen wurden.

D IE A MBIGUITÄT DES M ESTIZEN

Was bei der Durchsicht der – bislang nur ansatzweise erforschten – national-staatlichen Erinnerungspolitik Ecuadors im 19. und 20. Jahrhundert auffällt, istdie Abwesenheit des „Mestizen“ als Element der nationalen Einheit. InAnknüpfung an Florencia Mallons Ausführungen zum politischen Umgang derlateinamerikanischen Staaten mit ihrer kulturellen Heterogenität und derenhistorischen Hintergründen lässt sich hier die generell für den südamerika-nischen Andenraum im Vergleich zu Mexiko weniger integrative Wirkung desKonzepts der mestizaje bestätigen.26Doch auch hier sind für Ecuador nochweitere Forschungen vonnöten. Nachweislich gab es in Ecuador von den frühen1940er bis zu den frühen 1960er Jahren eine intellektuelle Debatte um die mestizaje als Kern der nationalen Identität Ecuadors.27Auslöser dieser intellek-tuellen Debatte war der Krieg mit dem Nachbarland Peru im Jahr 1941 und derdaraus resultierende territoriale Verlust im Ostandenraum, der 1942 mit demProtokoll von Rio de Janeiro besiegelt wurde.

Der mit der außenpolitischen Schmach zusammenhängende innenpolitischeKontext war die sogenannte „Glorreiche Revolution“ von 1944, der eine Phasedemokratischer Stabilität folgte, die durch einen starken Entwicklungsdiskursund eine gezielte Modernisierungspolitik unter Präsident Galo Plaza Lasso(1948-1952) geprägt war. Noch im Jahr 1944 war die Casa de la Cultura Ecuatoriana als staatliches Instrument zur Schaffung einer nationalen Identitätgegründet worden. In den intellektuellen und politischen Debatten dieser Jahreentstand eine neue symbolische Ordnung um die Kernbegriffe von „Ecuadora-nität“, Nationalkultur, Nation oder Vaterland, und mestizaje .28

Herausragende Figur dieser Feier des Mestizischen war Benjamín Carrión,Begründer und erster Präsident der Casa de la Cultura Ecuatoriana . Bis heutegilt er als als „maestro“, „sucitador“ oder „padre“ der Nationalkultur.29Erentwickelte den Begriff des „tropicalismo“ als Kern der ecuadorianischenNationalkultur, die er im Kern als christlich definierte und zu deren Heroeneinerseits der konservative ecuadorianische Präsident Gabriel García Moreno(1859-1865 und 1869-1875) sowie der liberale Intellektuelle Juan Montalvo(1832-1889) gehörte. Während weitere von Carrión ins Feld geführte National-helden seit den Konquistadoren aus dem Kreis von Spaniern, Kreolen undMestizen stammten, blieb die indigene und afroecuatorianische Kulturweitgehend unerwähnt bzw. im Falle der indigenen Bevölkerung historisch-mythisch überhöht, ohne konkrete Bezüge zur Gegenwart. Der Inbegriff derNationalkultur wurde bei Carrión jedoch der Mestize als Symbiose spanischerund indigener Wurzeln, deren spanisch-christliche Elemente freilich vor-herrschend blieben.30

Einen wichtigen Einfluss auf Carrión und andere Zeitgenossen seinesUmfelds hatte die Literatur der sogenannten „Generación de los treinta“, diebereits in den 1930er Jahren im Kontext der intellektuellen Strömung desIndigenismus durch einen starken sozialen Realismus gekennzeichnet war.Diese Schriftsteller (Alfredo Pareja Diezcanseco, Pedro Jorge Vera, Jorge Icazau.a.) hielten den traditionellen oligarchisch-aristokratischen Eliten des Landeseine neue Volkskultur entgegen, welche die bis dahin ausgeschlossenensozialen und ethnischen Gruppen einschloss und als Integrationskonzept dieethnisch-kulturelle Vermischung, die mestizaje , propagierte.

Der Verweis auf die zentralen spanisch-katholischen Werte der Mestizen-kultur durch Benjamín Carrión und andere Vertreter dieser Strömung ließen dieVorstellung einer ethnischen Vermischung allerdings wenig schlagkräftigerscheinen, zumal sich in dieser Hinsicht die Grenzen zum noch in den 1940erJahren verbreiteten Hispanismus als sehr durchlässig erwiesen. HispanistischeKonzepte der nationalen Identität Ecuadors, wie sie in den 1940er Jahrenweiterhin Jacinto Jijón y Caamaño oder auch Camilo Ponce Enríquez vertraten,lehnten das Mestizische keineswegs grundsätzlich ab.31Sie inkorporierten aberbedeutende mestizische Intelektuelle wie den spätkolonialen Aufklärer Eugeniode Santa Cruz y Espejo in die spanische Kultur und sahen etwa die indigenen(Kunst-)Handwerker der Kolonialzeit lediglich als Umsetzer spanischerKultur.32

Bereits in den 1960er Jahren muss die breitenwirksame Konstruktion einermestizischen Nation daher als weitgehend gescheitert angesehen werden.Deutlich wurde dies etwa an der neuen, avantgardistischen und internationa-listischen Kulturbewegung der sogenannten tzántzicos , die einerseits denprovinziellen, verstaubten Charakter der Kulturpolitik der Casa de la Cultura sowie dessen abstrakten und illusorischen Mestizenbegriff anprangerten.33Insbesondere die Fortschreibung einer kolonial-christlichen Kultur wurde hierbemängelt, dem gegenüber die indigene Kultur verdrängt und die behauptetemestizische nicht inhaltlich definiert werde.

S CHLUSSBEMERKUNG

Abschließend muss festgehalten werden, dass sich die intellektuellen undpolitischen Identitätsentwürfe der Gegenwart in Ecuador nicht aus der Polaritätdes Indigenen und Spanischen gelöst haben. Die eingangs dargelegteDiskrepanz zwischen der aktuellen Welle der Retro-Kolonialität rund um dashistorische Stadtzentrum Quitos einerseits und der indigenen Bewegung unddem damit verbundenen Diskurs des Multikulturalismus andererseits zeigt diesnur zu deutlich. Die in jüngerer Zeit aus der Kritik am Multikulturalismuserwachsenen akademischen und politischen Debatten um das Projekt derInterkulturalität,34das die kulturelle Verortung der Individuen von einer festenZuschreibung zu abgegrenzten ethnischen Gruppen zu lösen sucht, sind unterder Ägide des aktuellen ecuadorianischen Präsidenten Rafael Correa demDiskurs einer neuen, partizipativen Staatsbürgerschaft gewichen. Angesichtsdes in jüngster Zeit zunehmend autoritären Regierungsstils des Präsidenten hatdieses an die urbane Protestbewegung der Jahrtausendwende anknüpfendeKonzept jedoch deutlich an nationaler Integrationskraft eingebüßt.

R ESUMEN

L A MEMORIA CONTROVERTIDA . D EBATES ACERCA DE HISTORIA E IDENTIDAD EN EL E CUADOR ( SIGLOS XIX-XX)

Desde la constitución de 1998 el Ecuador se declaró oficialmente como“Estado multiétnico y pluricultural”. Esta concepción de la comunidad políticanacional ha sido adoptada, en los mismos o similares términos, por muchosEstados latinoamericanos desde principios de los años noventa del siglo XX. Elpostulado actual de respetar y fomentar diferentes culturas y grupos étnicosdentro de los límites de un Estado-nación, refleja la situación poscolonial de lospaíses latinoamericanos caracterizados por una gran diversidad étnica y cultural,acompañados por profundos procesos de inclusión y exclusión social y política,que alimentan desde la época de la independencia las discusiones sobre el ser dela nación. En el caso del Ecuador, a lo largo del siglo XIX y XX, y hasta laactualidad, el debate político e historiográfico sobre la esencia de la “ecuatoria-nidad” se divide respecto al aprecio que diferentes sectores intelectuales o polí-ticos han adjudicado y siguen adjudicando a la herencia española o indígena delpaís. El artículo esboza la larga duración de esta escisión en la interpretación dela historia patria del país, poniendo de relieve la carencia histórica de unproyecto mestizo fuerte y ampliamente difundido como eje articulador de laconstrucción de la nación ecuatoriana.

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C ARY H ECTOR

Der Titel dieses Beitrags lautete ursprünglich: „Die Unabhängigkeit Haitis imSpannungsfeld zwischen Staat, Nation und Weltsystem. Konflikte undDilemmas (1804-2004)“.1Doch nach dem Erdbeben vom 12. Januar 2010musste die Thematik neu überdacht werden, da Haiti mit einer akuten neuenProblematik konfrontiert wurde: die des Wiederaufbaus und der Neugründungdes praktisch verschwundenen Staates. Daher verweist der neue Titel auf diehistorisch unterschiedlichen Zusammenhänge und Folgen der beiden „Beben“von 1804 und 2010.

Hier interessiert die Gegenüberstellung von zwei unvorhersehbaren Mega-ereignissen, die mit etwas mehr als 200 Jahren Abstand in Haiti stattgefundenhaben. Es handelt sich zum einen um das von unserem zeitgenössischenHistoriker-Veteranen Leslie F. Manigat so getaufte „national-indigenistischeBeben“ vom Januar 1804, zum anderen um das Erdbeben vom Januar 2010,welches, wie man weiß, auf die tektonische Struktur2jener karibischen Inselzurückzuführen ist, deren westlichen Teil die Republik Haiti ausmacht.

Konkret möchte ich Folgendes zum Ausdruck bringen: Seit Januar 1804 –und bis 1945 – durfte sich das fragil unabhängige Haiti sozusagen durch-kämpfen und durchhalten inmitten einer Weltordnung, die sich, je nachhistorischem Kontext, konterrevolutionär und konservativ, liberal-moderni-sierend und imperialistisch profilierte. Nach 1945 – und bis etwa 2010 – durfteHaiti, wiederum „souverän“, aber nicht dauerhaft konsolidiert, seine „Entwick-lungswege“ herausarbeiten in einer sich nun als neoliberal, demokratisierendund globalisierend entfaltenden Weltumgebung. Dem entspricht, was der schonerwähnte Historiker und Politologe Leslie F. Manigat in einem Satzzusammengefasst hat: Der haitianische Mikrokosmos sei nie in Überein-stimmung mit seiner internationalen Zeit gewesen.

Ausgehend von diesen Prämissen möchte ich zwei Fragestellungen aufwerfenund auf einige Antworten hindeuten: Welche waren für Haiti um 1804 unddanach und welche sind ab Januar 2010 und danach die Grundprobleme vonAufbau/Gründung und von Wiederaufbau/Neugründung des Nationalstaates?Damit will ich in keinem Falle suggerieren, dass die beiden Fragestellungeninhaltlich substituierbar wären. Doch historisch bleiben sie verbunden in demSinne, dass ihre inneren und äußeren Zusammenhänge mit der (relativen)Eingliederung (2010) oder (ausgeprägten) Nichteingliederung (1804) Haitis indie jeweilige herrschende Weltordnung zu tun haben. Der gemeinsame Kern derdoppelten Problematik von Aufbau/Gründung und von Wiederaufbau/Neugründung des Staates weist also auf dessen Fähigkeit hin, Perspektiven füreinen geeigneten „nationalen Entwicklungsweg“ herauszuarbeiten.

I. Z UM ERSTEN B EBEN : A UFBAU UND G RÜNDUNG DES N ATIONALSTAATES

Hier wird der Fokus auf die Gründungsperiode Haitis (1804-1820) gesetzt,und zwar innerhalb einer vereinfachten Grundperiodisierung der Gesamt-geschichte des Landes, welche etwa wie folgt formuliert werden könnte: 1) dassogenannte lange 19. Jahrhundert (1804-1915)3und 2) das entsprechend kurze20. Jahrhundert (1915-2010) – kurz deswegen, weil mit der Besatzung Haitisdurch die USA (1915-1934) praktisch der souveräne Nationalstaat verschwin-det, der bis dato trotz Quarantäne, Bürgerkriegen und imperialistischer Aggres-sionen überleben konnte.

Die Gründungsperiode (1804-1820): Strukturelle Probleme von Aufbau und Gründung des Nationalstaates während des langen 19. Jahrhunderts

Zwar wurde der unabhängige neue Nationalstaat am 1. Januar 1804proklamiert, aber diese Proklamierung bleibt das Endergebnis eines sich überzwölf Jahre (1791-1803) ausdehnenden revolutionären Prozesses. Als dessenwichtigste historische Komponenten seien die folgenden erwähnt:

Der Sklavenaufstand vom 22./23. August 1791, der als einziger siegreicherSklavenaufstand der Weltgeschichte bekannt ist. Dieser selber ist aber keineeinfach augenblickliche, sondern eine über Jahre, ja Jahrzehnte sichakkumulierte Explosion von Sklavenwiderständen aller Art – individuell undkollektiv – insbesondere in der Form von „marronage“/„cimarronaje“, also derBewegung von rebellierenden Sklaven, die in die Berge oder in entfernteGegenden flohen, um der Sklaverei zu entgehen und sie sogar aktiv zubekämpfen.4

Die nachhaltige Auswirkung der Französischen Revolution von 1789 auf dieKolonialstruktur Saint-Domingues, d.h. ihre dauerhaft umstrukturierende ideo-logische und politische Dynamik innerhalb der Kolonie.

Die historisch entscheidende Rolle Toussaint Louvertures (1794-1802),insbesondere durch seine „autonomistische“ Verfassung von 1801 und als Weg-bereiter der Unabhängigkeit Haitis.5

Der Unabhängigkeitskrieg (September/Oktober 1802 bis Ende November1803) geleitet von Jean-Jacques Dessalines als Nachfolger Toussaints und„Général en chef“ der „Armée Indigène“, nachdem Toussaint im Juni 1802 nachFrankreich deportiert wurde.

Die dadurch erfolgreich herbeigeführte Haitianische Revolution wird imAllgemeinen mit den folgenden Hauptmerkmalen beschrieben: Antisklaverei , Antikolonialismus, Antirassismus, Antiplantagenwirtschaft . Der nordamerika-nische Historiker Rayford Logan brachte die Haitianische Revolution auf denNenner einer berühmten Trilogie. Sie sei: a) eine Anomalie, b) eineHerausforderung, c) eine Bedrohung.6Diese Trilogie weist auf das dannbestehende Weltordnungssystem hin, welches, wie man weiß, durch Sklavereiund Sklavenhandel noch stark geprägt war.

Historische Aufgaben der Gründungsperiode

„Haiti was a totally unexpected social achievement, but not even the Haitiansreally knew it.“7Welche „gesellschaftliche Leistung“ meint der hier zitierteSidney Mintz? Um welche historischen Aufgaben ging es? Die Prämisse war,dass die zu unternehmende Staatsbildung buchstäblich auf den Trümmern –nicht nur physisch, sondern vor allem politisch-wirtschaftlich – von Saint-Domingue errichtet werden musste, die herbeigeführt wurden durch „einenmörderischen Krieg, gekennzeichnet durch unerhörte Grausamkeiten undMassenmorde“.8In diesem Zusammenhang kann gefragt werden: Welche warendie zentralen historischen Aufgaben, mit denen die Hauptträger der Gründungs-periode fertig werden mussten, um dem gemeinsamen Ziel der Staatsbildungund -konsolidierung gerecht zu werden? Es sind im Allgemeinen die folgenden– hier ohne die Bewertungsordnung oder die Nuancen, die manchen Debatten,je nach historischer Schule, zugrunde liegen:9

Die Institutionalisierung des Staates durch eine neue öffentliche Ordnung undpolitische Machtstruktur, welche zumindest die oben erwähnten Merkmale derRevolution widerspiegeln sollten;

Die Verteilung der neu entstehenden Machtstruktur unter den führendenSchichten der siegreichen „Armée Indigène“, deren strategische Allianz vomSeptember/Oktober 1802 den Sieg über die französische ExpeditionsarmeeEnde 1803 ermöglicht hatte;

Die staatliche Integration der befreiten Sklaven nunmehr als Vollbürger bzw.freie Arbeiter mit dem Anspruch auf individuellen Kleingrundbesitz;

Die Restrukturierung der Plantagenwirtschaft mit dem Ziel, dieLebensfähigkeit des neuen Staates zu konsolidieren, was die Lösung von zweikolossalen Problemen voraussetzte: die Zersplitterung oder die Aufbewahrungdes Großgrundbesitzes als Basisstruktur der nationalen Agrarwirtschaft und dernachhaltige Widerstand der Feldarbeiter gegen jegliche erneute Form vonZwangsarbeit auf den Plantagen;

Der Kampf um die nationale Souveränität, d.h. um die diplomatischeAnerkennung des neuen Staates innerhalb des existierenden Weltsystems unddessen hegemonialer Werteordnung am Anfang des 19. Jahrhunderts.

Die Hauptakteure der Gründungsperiode

Versucht wird hier eine Zusammenfassung, die als Gesamtprofil für diePeriode gelten kann, da es im Rahmen dieses Artikels nicht möglich wäre, einedetaillierte Bilanz je nach Hauptakteuren zu unternehmen. Es handelt sich, inhierarchischer Ordnung nach der Deportation von Toussaint Louverture, umJean-Jacques Dessalines (1804-1806), Henri Christophe (1807-1820) undAlexandre Pétion (1806-1818). Alle drei waren Generäle der „Armée Indigène“und Unterzeichner des offiziellen Dokuments über die Unabhängigkeit Haitis,welches am 1. Januar 1804 in Gonaïves bekannt gegeben wurde. DieErmordung von Jean-Jacques Dessalines am 17. Oktober 1806 führte zurSpaltung Haitis in zwei getrennte und feindliche Staatseinheiten: im Westenund Süden die Republik unter Alexandre Pétion, im Norden, zuerst der Staatvon Haiti, später dann das Königreich des Nordens unter König HenriChristophe (1807-1820). Auch während der Gründungsperiode folgten dreiRegierungsformen (Kaiserreich, Republik, Königreich) und fünf Verfassungen:1805/1806/1807/1811/1816. Die verfassungsmässige Orientierung der neuenStaatsbildung und Ordnung schloss die folgenden Entwicklungen ein:

Verbot der Sklaverei : Dessalines und Christophe waren radikaleAbolitionisten. Pétion hat Simón Bolívar dazu ausdrücklich verpflichtet, dieSklaverei in den befreiten Ländern abzuschaffen, als er ihm 1816 zu seinemsiegreichen Unabhängigkeitskampf gegen Spanien entscheidend geholfen hat.Diese Anti-Sklaverei-Verordnung wurde in allen Verfassungen Haitis bis 1846aufrechterhalten.

Einwanderungsverbot für „Weiße“, insbesondere als Grundbesitzer. DieseVerordnung in Bezug auf Grundbesitz wurde in allen Verfassungen bis 1918

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aufrechterhalten, nicht aber in den Verfassungen von Christophe. DieVerfassung von 1807 (Art. 41) anerkennt bspw. ausdrücklich das Recht zuGrundbesitz für Ausländer. Zu erwähnen ist auch die in der Verfassung von1805 (Art. 13) ausdrücklich eingeräumte Ausnahme zum Einwanderungsverbotfür „weiße Frauen“ (und deren Kinder), Polen und Deutsche, die von derRegierung naturalisiert wurden.

Verbot von Unterscheidungen nach der Hautfarbe: Von nun an wurden alleHaitianer als „Schwarze“ bezeichnet (Verfassung von 1805, Art. 14). Außerdemwurde die haitianische Staatsangehörigkeit für alle Afrikaner, Inder und derenNachkommen aus den Kolonien und dem Ausland eingeräumt, die nach Haitieinwandern würden.

Die Ermordung von Dessalines symbolisierte den Bruch und das Ende derstrategischen Allianz (1802) zwischen den zwei führenden Oligarchien. Mit derSpaltung in zwei Staatseinheiten begannen die Machtkämpfe zwischen ihnenum die politische Hegemonie und die Kontrolle des Staatsapparats während des19. Jahrhunderts bis 1915.

Die Integration der Landbevölkerung (Kleinbauern, Feldarbeiter usw.) warnicht wirklich gelungen. Zwar gelang die Befestigung des Kleingrundbesitzesab den 1860er Jahren, aber auch mehrere Bauernwiderstandsbewegungen undAufstände fanden von 1807 bis 1915/1920 statt.

Der Kampf um die Anerkennung Haitis als unabhängiger, souveräner Staatbegann 1804 und kann in drei Phasen unterteilt werden: a) gescheiterteVerhandlungen mit den USA, England, doch Handelsabkommen unterDessalines; b) anfängliche Verhandlungen mit Frankreich unter Pétion, 1814-1816; „paradiplomatische“ Verhandlungen mit England, Preußen, Russlandunter Christophe, 1816-1820; c) militärische Verteidigung des neuen Staates,vor allem hinsichtlich einer erwarteten Rückeroberungsexpedition ausFrankreich. Schon am 9. April 1804 ordnete Dessalines den Aufbau vonBefestigungen „am Gipfel der höchsten Gebirge Haitis“ an. Die berühmtestewar die „Citadelle Henry“ (La Ferrière), zu deren Bau deutsche bzw. preußischeOffiziere, Ingenieure und Handwerker beigetragen hätten.10

Die staatlich organisierte Solidarität Haitis insbesondere mit den künftigenunabhängigen Ländern Lateinamerikas stellte ebenfalls einen wichtigen Punktdar. Am Bekanntesten ist die umfangreiche Hilfe von Alexandre Pétion fürSimón Bolívar (1815-1816), aber auch der Aufenthalt von Francisco deMiranda in Jacmel im Südosten Haitis. Weniger bekannt ist der haitianischeAufenthalt des mexikanischen Befreiungskämpfers Francisco Javier Mina mitRekrutierung von 200 Freiwilligen, darunter Haitianern. In Les Cayes im SüdenHaitis hielt sich Marschall Antonio José de Sucre auf, der spätere berühmteHeld von Ayacucho. Außerhalb Lateinamerikas sei auch, weil am wenigstenbekannt, die Hilfe Haitis für griechische Befreiungskämpfer am Ende der1820er Jahre durch den in Paris lebenden französischen Mönch Grégoireerwähnt, der ein leidenschaftlicher Förderer der Haitianischen Revolution war. Langfristige Folgen der Gründungsperiode

Angesichts der höchst komplexen Entwicklungen, Konflikte und Wider-sprüche liegt die Frage nach den langfristigen Folgen und Nachwirkungen derGründungsperiode auf das lange 19. Jahrhundert nahe. Es lässt sich feststellen,dass manche scheinbar neu aufkommenden Ereignisse im Laufe des 19.Jahrhunderts bis hin zur Besatzung durch die USA (1915-1934) ihre Wurzeln inungeregelten Problemen der Gründungsperiode hatten. Folgendes kann dabeihervorgehoben werden:

In erster Linie die sogenannte „Dette de l’Indépendance“, d.h. die vomhaitianischen Präsidenten Boyer Frankreich eingeräumte „Entschädigungs-summe“ in Höhe von 150 Millionen Francs (heute ca. 25 Milliarden US$)zugunsten der ehemaligen Plantagenbesitzer. Dazu bemerkte Mintz: „Why theHaitians, who had driven out the French by the sword, should have had toindemnify the French to win their recognition is still absurd; but it was done.“11Die Summe wurde 1838 auf 90 Millionen Francs reduziert, zusammen mit derendgültigen diplomatischen Anerkennung Haitis durch Frankreich. 1888technisch abbezahlt, aber neu refinanziert durch verschiedene Staatsver-schuldungen von Haiti zugunsten Pariser Banken, verschwand diese „Dette del’Indépendance“ endgültig erst 1910.

Die „Bestrafung“ Haitis durch diplomatische Isolierung und Quarantäne.Haitis Nationalrevolution war nicht nur unerwartet, sondern auch unannehmbar,ja schlimmer noch: „undenkbar“. Daher rührt die ihr von den Mächten derHeiligen Allianz nach dem Wiener Kongress (1815) entgegen gesetztevehemente Ablehnung. Der haitianische Anthropologe Michel-Rolph Trouilloterfand in diesem Zusammenhang das Konzept des „silencing“,12d.h. diehaitianische Nationalrevolution musste „verschwiegen“ werden. So erklärt sichdie diplomatische Nichtanerkennung während der Gründungsperiode und dieAnerkennung durch Frankreich erst 1838 und durch die USA sogar erst 1865nach dem Ende des Bürgerkriegs.

Eine noch heute in Haiti als bitter nachempfundene Konsequenz dieses„Schweigens“ ist die unter diplomatischem Druck der USA herbeigeführteAusschließung Haitis vom ersten Panamerikanischen Kongress in Panama1826. Bedauerlich bleibt auch im haitianischen Nationalbewusstsein dieTatsache, dass es Bolívar nicht gelang, sein Versprechen an Präsidenten Pétioneinzuhalten, d.h. die Sklaverei in den von ihm befreiten Ländern abzuschaffen.Zuletzt soll, als Folge der zerrissenen internen Dynamik der Revolution, diepermanente Suche nach institutioneller Stabilität und nach einem Macht-gleichgewicht zwischen den Oligarchien während des langen 19. Jahrhundertserwähnt werden, die der haitianische Historiker Claude Moïse als „einpermanentes Pendeln zwischen Liberalismus und autoritärem Präsiden-tialismus“ beschreibt.13

Eine Gesamtbilanz?

Es sei von vornherein festgestellt, dass eine solche Bilanz über den Rahmendieses beschränkten Beitrags weit hinausgehen würde. Außerdem hat es sieschon von etlichen Historikern des 19. und 20. Jahrhunderts, sowohl in Haiti alsauch im Ausland, mehrmals gegeben. Es geht also nicht darum, hier einensolchen Versuch erneut zu unternehmen. Vielmehr handelt es sich darum,wesentliche strukturelle Züge festzuhalten, die mit der Ausgangsproblematikvon Staatsgründung und -aufbau zu tun haben. Dabei wird diese Bilanz sui generis eine Differenzierung je nach Subperiode vornehmen müssen.

1804-1820: Der schon zitierte Historiker Claude Moïse hat die „auflösendenFaktoren“ zusammengefasst, welche dem Projekt der Staatsbildung nicht nur inder Gründungsperiode, sondern auch während des langen 19. Jahrhunderts imWege gestanden hätten: die ungünstigen sozio-politischen und sozio-ökonomischen Ausgangsfaktoren, die Uneinigkeit und Schwäche der führendenSchichten in Staat und Gesellschaft, der aktive und passive Widerstand derLandbevölkerung, der Mangel an finanziellen und technischen öffentlichenMitteln zum Aufbau des Staates sowie die diplomatische Isolierung des neuenStaates im ersten Drittel des 19. Jahrhunderts.

Damit könnte man versucht sein anzunehmen, der neu entstandene Staat„Hayti“ sei schlecht vorbereitet gewesen, wie in Afrika etwa 150 Jahre später,um einen eigenen Entwicklungsweg einzuschlagen und dauerhaft einzuhalten.Der substantielle Unterschied wäre dann, dass im Falle Haitis der Unabhängig-keitsprozess nicht aufoktroyiert wurde, sondern aus der internen revolutionärenDynamik Saint-Domingues hervorging im starken Gegensatz zu den zweianderen Varianten auf dem Kontinent, d.h. der angloamerikanischen und derlateinamerikanischen.

Trotz der globalen gemeinsamen „auslösenden Faktoren“ ließe sich auchzwischen den Gründungsakteuren differenzieren je nach den Hauptaufgaben derPeriode, so bspw. zur Frage der Landverteilung: Die Ermordung von Dessalinesist direkt darauf zurückzuführen. Pétion zog eine flexiblere Politik derLandverteilung vor, während Christophe mehr in der Linie von ToussaintLouverture stand, d.h. an der auf Großgrundbesitz basierten Plantagenwirtschaftfesthielt. Während Pétion schon 1814 Verhandlungen mit Frankreich initiierte,vertrat Christophe eine radikale Linie und versuchte auch, „paradiplomatische“Verhandlungen mit England, Russland und Preußen zu unternehmen.14

Die Subperiode 1820-1843 wird von neuen Parametern abgegrenzt: dieVereinigung der ganzen Insel mit der Eingliederung der künftigen Dominika-nischen Republik in den haitianischen Staat ab 1822, die erfolglose „LiberaleRevolution von 1843“ und die Bauernaufstände von 1844-1848. Die 1860erJahre mit der Festigung des Kleingrundbesitzes und einer relativen Prosperitätim Lande sowie der diplomatischen Anerkennung durch die USA und denVatikan. Die 1870er Jahre mit dem Beginn der ausgesprochen imperialistischenAggressionen gegen Haiti durch England, Spanien, Frankreich und Deutsch-land. Die 1880er Jahre mit dem brutalen Bürgerkrieg zwischen Liberalen undNationalisten. Die 1890er Jahre, die zur Desintegration des Staates bis 1915führen werden.

Was nun das kurze 20. Jahrhundert (1915-2010) anbelangt, so können imZusammenhang mit dem Staatsbildungsprozess die folgenden Anhaltspunktehervorgehoben werden:

Zwar war der unmittelbare Anlass für die Invasion der USA (1915-1934) der„Carnival of Barbarism“ in Haiti, d.h. das chaotische politische Leben mitdauernder Instabilität durch Bürgerkriege seit Ende des 19. Jahrhunderts. Dochder Besatzung unterlagen auch klare geopolitische und wirtschaftspolitischeMotive, die mit den Rivalitäten zwischen Frankreich, Deutschland und denUSA zu tun hatten.

Aus einer internen Perspektive kann man wohl von einem Modernisierungs-unternehmen sprechen, sowohl auf der sozio-ökonomischen als auch auf dersozio-politischen Ebene: Man bildete eine neue institutionelle Infrastrukturbesonders im Gesundheits-, Erziehungs- und Finanzwesen, aber auch in derGendarmerie, die sich später „Armée d’Haïti“ nennen sollte. Das politischeGleichgewicht kippte zugunsten der Mulatten-Oligarchie, was zur Wiederher-stellung der so genannten „Hautfarben-Politik“ („politique de couleur“) vorallem in den 1940er Jahren führte.

Zwölf Jahre nach der Besatzung durch die USA fand die so genannte„Revolution von 1946“ statt, gefolgt von einem Übergangsjahrzehnt (1946-1956) mit national-liberal und autoritär-paternalistisch orientierten Regierungs-formen. Der erfolglose staatliche Versuch, eine „schwarze Bourgeoisie“aufzubauen und zu fördern, und die erneute politische Instabilität am Ende desJahrzehnts führten schließlich in die 29 Jahre dauernde autokratische DiktaturDuvaliers (1957-1986).

Letztlich sollte Haiti eine bewegte Übergangsperiode zur Demokratiebildungdurchleben (1986-2010), die am Ende, seit den 1990er Jahren, eine ausgeprägteInternationalisierung nicht nur des Demokratisierungsprozesses, sondern auchdes Staatsbildungsprozesses selbst mit sich brachte. Anhand dieses Überblickslässt sich ohne weiteres feststellen, dass vom „ersten Beben“ vom Januar 1804bis zum Vorabend des Bebens vom Januar 2010 die ursprüngliche Aufgabe derHaitianisierung des Staatsbildungsprozesses nicht dauerhaft und erfolgreichgelöst werden konnte.

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II. D AS ZWEITE E RDBEBEN (J ANUAR 2010): W IEDERAUFBAU UND

N EUGRÜNDUNG DES S TAATES

Konnten wir noch sehr lange nach dem „national-indigenistischen“ Bebenvon 1804 die Weltisolierung Haitis ohne weiteres feststellen und beklagen, soerleben wir ganz das Gegenteil davon 206 Jahre später! Mit den Worten des inFrankreich lebenden haitianischen Dichters und Schriftstellers René Dépestre:Haiti wurde nach dem 12. Januar 2010 von der „Zärtlichkeit der Welt“ umhüllt.Diese humanitäre „Zärtlichkeit“ hat ohne Zweifel Haiti dazu verholfen, das vomErdbeben herbeigeführte unsagbare Leiden menschlich ertragen und überlebenzu können. Dem Unsagbaren haben die Haitianer doch einen Namen gegeben:„Goudougoudou“, also eine kreolische Onomatopoeie, die „das Ding“ („lachose“ oder im Kreolischen „bagay-la“) sprachlich und sinnlich vertraut macht,aber auch für den Alltagsverkehr sublimiert. Darin könnte man durchaus einElement dessen identifizieren, was als „Resilienz-Kapazität“15des haitianischenVolkes belobigt wird.

Im Zusammenhang mit der Thematik der Staatsbildung gilt nach wie vor dieFrage: Worum geht es? Was sind nunmehr unter den Umständen des„Goudougoudou“ die neuen historischen Herausforderungen? Die Grunddatenüber materielle, physische und menschliche Verluste und Zerstörungen sind jaheute reichlich bekannt und verbreitet.16Emblematisch für die Thematik bleibtder Einsturz des Nationalpalasts selber sowie die Zerstörung von 15 der 17Ministerien des haitianischen Staatsapparats. Wenn man die anderen Natur-katastrophen hinzufügt, die seit 2004 Haiti geplagt haben – darunter die vierHurrikane von 2008 und die Mitte Oktober 2010 ausgebrochene Choleraseuche– ist man versucht festzustellen, dass Haiti sich in einer Art von „permanenterNotstandslage“ befindet und außerdem mit einem schwer handlungsunfähiggewordenen Staat belastet ist. Könnte diese Lage mit einem „existentiellenTeufelskreis“ verglichen werden? Und doch die Frage: Wird und kann dieserdiesmal, d.h. nach Januar 2010, durchbrochen werden? Unter welchenBedingungen und Prämissen könnte dies geschehen?

1. Eine erste Antwort, das Konzept des „Building Back Better“, brachte UN-Generalsekretär Ban Ki-Moon anlässlich der internationalen Geberkonferenz inNew York am 31. März 2010 zum Ausdruck. Im Wesentlichen sollte dieWiederaufbauplanung nicht zum status quo ante zurückkehren, sondernvielmehr eine dauerhafte Verringerung der Verwundbarkeit Haitis anstreben.Damit aber entsteht der Eindruck, man würde den Fokus auf dieinfrastrukturellen Aspekte der Wiederaufbauproblematik setzen. Doch diesekönnten nicht durchgeführt werden, ohne den Wiederaufbau von Staat undGesellschaft mit einzubeziehen.

2. Eine umfassende Antwort muss daher lauten, dass der Wiederaufbau alsmehrseitiger und langfristiger Prozess angelegt wird. Die oben erwähntenDokumente der haitianischen Regierung setzen die Rahmenbedingungen fürden Wiederaufbau und streben das Ziel an, „die Notlage der Katastrophe in eineChance umzuwandeln“, um Haiti bis zum Jahr 2030 als Schwellenland („paysémergent“) zu positionieren. Dies würde vier Bereiche umfassen:

– territorialen Wiederaufbau,

– wirtschaftlichen Wiederaufbau,

– gesellschaftlichen Wiederaufbau,

– institutionellen Wiederaufbau.

Außerdem stellen diese Dokumente das technische Fundament bereit, das zursinnvollen Nutzung der finanziellen Zusage in Höhe von 10 Milliarden US-$nötig ist, die von der Geberkonferenz vorgesehen wurde. Damit wäre die „NeueZukunft“ für Haiti technisch, organisatorisch und finanziell theoretischgesichert.

3. Die Wiederaufbauproblematik hat eine unzählige Menge von Studien,Berichten, Diagnosen, themenorientierten Analysen usw. von allen möglicheninteressierten Akteuren – Geberstaaten, Organisationen des UN-Systems, Nicht-regierungsorganisationen, Think-Tanks usw. – gleich nach dem Erdbeben undbis heute ins Leben gerufen. Sie sind selbstverständlich zweckorientiert undkönnen deshalb hier nicht als solche einzeln betrachtet werden.

Einige relevante gemeinsame Punkte sind: die Komplexität der Probleme undderen mögliche Lösungen, das bestimmende Gewicht der internationalenGemeinschaft, die sehr beschränkte Handlungsfähigkeit der haitianischen

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Regierung und die damit verbundene Frage der „souveränen“ Entscheidungs-kapazität des haitianischen Staates, die partizipatorische Einbeziehung derBevölkerung und nicht zuletzt die Zeitspanne des Wiederaufbauunternehmensals solches, was seine Lebensfähigkeit in den Vordergrund zieht. Als Beispieleseien genannt:a) Der Rand Report (2010): „Building a more resilient Haitian State“. Eswerden Vorschläge für relevante Bereiche der Staatsbildung angeboten mit demFokus auf praktische Wege für ihre Durchführung. Der Report warnt aberdavor, Staatsbildung als „reinen technischen Prozess“ anzusehen. Sie sei engmit der Politik verknüpft und hänge ab von exekutiver und legislativerHandlungsfähigkeit. Gegen die Traditionen der haitianischen Uneinigkeit, desKlientelismus und der Unentschlossenheit sollten die Geberstaaten und inter-nationale Organisationen nicht nur finanzielle Ressourcen aufbringen, sondernauch „breiten politischen Konsens“ und das „Festhalten an strategischerPlanung“ fördern.b) Senator John Kerrys Bericht an den US-Senat „Haiti at a Crossroads“ (Juni2010) legte den Fokus auf „Ten critical issues for Haiti’s rebuilding“, daruntereine umfassende Wiederaufbaustrategie, die Verbesserung der Geberkoordi-nierung, der Wiederaufbau der Staatsverwaltung als „top priority“ usw. Alsbestimmende Schlussempfehlung stellte Kerry fest, dass der Wiederaufbau-prozess haitianisch sein müsse („this must be a Haitian-owned process“), zwargeführt von der haitianischen Regierung, aber unter den existierendenUmständen mit starker und strategischer Unterstützung der Gebergemeinschaft.Diese letzte Bemerkung spiegelt eine ähnliche Empfehlung im Bericht vom 31.März 2010 der „International Crisis Group“ wider.c) Edmond Mullet, der Vertreter des UN-Generalsekretärs in Haiti, hatAnfang Oktober vor „der Republik der NROs“, d.h. vor den etwa 10.000 NROsgewarnt, die in vielen Bereichen – Erziehungswesen, öffentliches Gesundheits-wesen – als Ersatzorganisationen des haitianischen Staates fungieren, dersowieso seit langer Zeit eine mangelhafte, wenn überhaupt, administrative undkoordinierende Kontrolle über sie ausgeübt hat.d) Die schon erwähnte Arbeit von Jürgen Pohl in „Aus Politik undZeitgeschichte“ von 2010 schließt mit einer kritisch-pessimistischenBewertung: „Eine Politik der kleinen Schritte“, ein planerischer „Inkremen-talismus“, der flexibler auf neue Lagen reagieren kann, sei vielleichtrealistischer, als einen „Wiederaufbau aus einem Guss“ zu planen. Die

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Zerstörungen seien so gravierend, dass Haiti noch Jahre von einem„planmäßigen Wiederaufbau entfernt ist“.e) Eine politisch und historisch ganz andere Haltung zur Problematik desWiederaufbaus nimmt Professor Robert Maguire von der Trinity WashingtonUniversity ein, der auch eine Aussage vor dem US-Senat beigetragen hat:„Reconstructing to rebalance Haiti after the earthquake“. Das Erdbeben vonJanuar 2010 sei einfach ein Gnadenstoss („coup de grâce“) für Port-au-Princeund das Land gewesen, die vor Jahrzehnten, ja Jahrhunderten, durchmenschliche Faktoren beschädigt worden seien. Unter solchen Faktoren sollverstanden werden „die zum Raub neigenden Regierungen sowie die politischenund wirtschaftlichen Eliten, welche ein apartheid-ähnliches sozio-ökonomischesSystem eingerichtet und unterstützt haben, das die überwiegende Mehrheit [derBevölkerung] ausgeschlossen und sie arm und machtlos gelassen hat. Reichtum,Macht und Vorteile wurden in den Händen einer Minorität konzentriert.“ Undweiter: „Die Herabwürdigung Haitis und dessen Volk und Kultur durch schlechtinformierte, oberflächliche oder paternalistisch gesinnte ‚Experten’, die Haitiund sein Volk als ‚gescheiterten Staat’ oder eine Nation ansehen, die nurüberleben kann durch irgendeine Form von internationaler Treuhandschaft[…]“ Nach Maguire ist Haiti beschädigt worden insbesondere durch sogenannte Entwicklungspolitiken und Programme der letzten 40 Jahre, diemeistens aufgezwungen waren und ohne Partnerschaft oder Zusammenarbeitmit den Haitianern stattfanden. Das Erdbeben sollte eine Gelegenheit anbieten,eine ausgeglichene Nation wiederherzustellen mit weniger Armut undUngleichheit, stärkeren öffentlichen Institutionen, größerer Menschenwürde,sanierter Umgebung usw.

4. Die innerhaitianische Debatte: Wiederaufbau oder Neugründung? Soformuliert, könnte diese Fragestellung sehr wohl zu einem begrifflichenMissverstehen führen, nämlich in dem Sinne einer dichotomischen Interpre-tierung in der Form von „entweder – oder“. Implizit in der Formulierung istvielmehr der Hinweis auf die Genesis der Debatte gleich nach dem Erdbeben,wo im Allgemeinen – und das ist verständlich – der physisch-infrastrukturelleWiederaufbau des Landes im Vordergrund stand. Doch muss man das folgendefeststellen:

Schon Mitte Februar wurde ein interner Konsens über den Wiederaufbau alsein langfristiger Prozess und die Neugründung als eine geschichtlich-bedingteHerausforderung erreicht. Während der Vorbereitungsphase der Grund-dokumente für die Geberkonferenz in New York am 31. März 2010 konntebeispielsweise Premierminister Jean-Max Bellerive behaupten, es handele sich

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um die Neugründung Haitis durch einen „Pacte National“, also ein nationalesAbkommen in Staat und Gesellschaft. Bis heute ist aber keine konkreteInitiative in diesem Sinne unternommen worden. Es herrscht vielmehr einefunktional-technokratische Orientierung des Prozesses mit einem Übergewichtder internationalen Gemeinschaft vor. Die Gründe dafür sind, dass zwar formelleine gemeinsame Koordinierung des Prozesses durch die haitianischeRegierung und die „Commission Intérimaire pour la Reconstruction d’Haïti –CIRH“ vollzogen wird, dass aber die Entscheidungskapazität der nationalenAkteure ziemlich beschränkt bleibt und somit noch weit entfernt von US-Senator Kerrys Empfehlung ist: „a Haitian-owned process“.

P ERSPEKTIVEN NACH 206 J AHREN U NABHÄNGIGKEIT : W OHIN H AITI ?

Um der innerhaitianischen Debatte gerecht zu werden, muss man im Grundegenommen erst die so genannte Zäsur von Januar 2010 als irrelevant undirreführend betrachten. Mit anderen Worten: Das Erdbeben von Januar 2010 hatnicht per se die akuten Probleme der Staatsbildung und Führung herbeigeführt –es hat sie nur vertieft und dadurch eine erneute Debatte zustande gebracht. Indiesem Sinne muss man im Auge behalten, dass der Fokus auf die notwendigeUmwandlung des bisher existierenden haitianischen Staates eine wieder-kehrende Anforderung der Periode nach 1986, d.h. nach dem Fall der Duvalier-Diktatur, bis heute darstellt.

Doch was ist der spezifische Beitrag oder die spezifische Grundhaltung derinnerhaitianischen Debatte zum Wiederaufbau und zur Neugründung nachJanuar 2010? Ohne sie auf ein einziges Modell reduzieren zu wollen, kann manlegitim behaupten, das zusammenbindende Ziel sei, den Wiederaufbau und denNeugründungsprozess zu „haitianisieren“, d.h. sich den Prozess anzueignen imSinne von Senator Kerrys Vorstellung von einem „Haitian-owned process“. Alsillustrierendes Beispiel für dieses Bestreben kann das gerade veröffentlichtegemeinsame Essay von 43 haitianischen Autoren „Refonder Haïti?“ („Haiti neugründen?“) gelten.17Es ist kein Manifest stricto sensu , wirft aber einegrundsätzliche Fragestellung auf, wie es schon im Titel zum Ausdruck gebrachtwird. Daher sind die spezifischen Fragen: Wie und was neu gründen? Für wenund für was neu gründen? Das Autorenkollektiv will u.a. Folgendes in Fragestellen:

– die Mechanismen der sozialen Ausschließung,

– die systematische Fortpflanzung der sozialen Ungleichheiten,

– die Klassenverhältnisse,

– die Reichtum und Armut produzierenden bestimmenden Faktoren usw.

Alles das müsse, so wird weiter behauptet, überwunden werden, um eine„Republik der Gerechtigkeit und der Bürgergleichheit“ herbeiführen zu können.Betont wird vor allen Dingen der innerhaitianische Dialog.18

Vor etwa hundert Jahren, und zwei Monate vor seinem Tod im Exil auf derkaribischen Insel St. Thomas, hat der heute wieder gefeierte haitianischeStaatsmann, Diplomat und liberal-demokratische Parteiführer Anténor Firminversucht, Haiti und die Haitianer vom notwendigen „nationalen Impuls“ zuüberzeugen. Firmin war sich bewusst, dass in der Wechselwirkung zwischenaußenbedingten und internen Entwicklungsfaktoren der „nationale Impuls“ eineentscheidende Rolle spielen sollte.19Mittel- und langfristig wird Haitiwahrscheinlich und realistisch nicht umhin können, ein geeignetes undfunktionales Gleichgewicht zu finden zwischen der „Zärtlichkeit der Welt“ –sollte sich diese noch so lange erhalten – und dem von Anténor Firminersehnten „nationalen Impuls“. Die Frage nach dem „Wie und wann?“ bleibtselbstverständlich offen.

R ESUMEN

H AITÍ DESDE EL PRIMER TERREMOTO ( ENERO 1804) HASTA EL SEGUNDO

( ENERO 2010). E NTRE CONSTRUIR Y RECONSTRUIR

El presente artículo se dedica a la comparación de dos acontecimientos degran importancia, los cuales fueron imprevistos y sucedieron en Haití con unadistancia temporal de más de 200 años. Por un lado, se trata del “primerterremoto” de enero 1804, es decir, la imprevista revolución “nacional-indigenista” de Haití, la cual se encontró ante el desafío histórico de fundar ydesarrollar el Estado recientemente independiente. Por otro, se trata delterremoto de enero 2010, ya que a consecuencia del mismo surgió un nuevodesafío histórico: él de reconstruir y fundar nuevamente el Estado, cuyasinstituciones se derrumbaron físicamente. En este contexto, el desafío yprincipal interés del Estado es el de encontrar una “vía de desarrollo nacional” yperseguir este camino con perseverancia.

Con respecto a la primer problemática, el análisis se enfoca en la fase de laformación de Haití (1804-1820), enfatizando los siguientes puntos: 1) losdesafíos sociohistóricos y socioeconómicos, vinculados a la fase de laformación; 2) la actuación estatal y el afán de los actores de la fase de laformación para satisfacer las exigencias ya mencionadas más arriba; 3) lasconsecuencias a largo plazo del desarrollo en la fase de la formación,relacionadas con el desenvolvimiento del Estado. En resumen, se podríaconstatar, que desde enero de 1804 hasta las vísperas del terremoto de enero del2010, la tarea decisiva de “haitianizar” duraderamente el proceso de laformación del Estado no había podido ser resuelto con éxito.

Por lo que se refiere a la cuestión de la nueva fundación y la reconstruccióndel Estado después de enero 2010, se pueden esbozar las siguientes respuestas:Una primer respuesta sería “Building Back Better”. La misma se enfoca en losaspectos físicos de la infraestructura a reconstruir. Pero este camino noprogresará, si no se incluye de formas iguales en la reconstrucción el Estado y lasociedad. Una segunda y más amplia respuesta, entiende la problemática de lareconstrucción como un proceso plurilateral a largo plazo, a saber territorial,económico, social e institucional. Así, de manera idealista, la catástrofe seconvierte en “una oportunidad” para posicionar a Haití como país en vías dedesarrollo (“pays emergent”) hasta el año 2030. Una tercer línea argumentativapuede vislumbrarse en función de los numerosos estudios, diagnósticos, análisisetc., que se llevaron a cabo después del terremoto. En ellos existe una particularconsciencia acerca de la complejidad de los problemas y sus soluciones, y seadvierte sobre las dificultades de considerar la problemática de la formación delEstado como “un proceso absolutamente técnico” (The Rand Report, 2010).Asimismo, se le concede especial importancia a un “Haitian-owned process”con “apoyo estratégico” de la comunidad internacional (veáse informe delsenador John Kerry “Haiti at a Crossroads”, junio 2010).

Finalmente, también es importante mencionar el debate al interior de Haití, elcual ya en febrero 2010 logró establecer un amplio consenso sobre la necesidadde considerar la reconstrucción como un proceso a largo plazo y la nuevafundación como un desafío causado por las circunstancias históricas. Sin

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embargo, hoy prevalece más bien una orientación funcional-tecnócrata delproceso y la misma predomina también en la comunidad internacional. Comoconclusión se podría expresar lo siguiente: a mediano y largo plazo es probabley realista que Haití no pueda evitar encontrar un equilibrio apto y pragmáticoentre la determinante operatividad de decisiones de la comunidad internacionaly la legítima voluntad nacional para poco a poco “haitianizar” el proceso de lareconstrucción y la nueva fundación del Estado.

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V. SYNTHESE / SÍNTESIS

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H ANS -J OACHIM K ÖNIG

T HEORETISCHE R EFLEXIONEN ZU G ESCHICHTE , H ISTORIA , G EDÄCHTNIS ,

M EMORIA

Bevor ich darauf eingehe, wie lateinamerikanische Historiker, Politiker oderganz allgemein Gesellschaften in dem Zeitraum seit Erlangung derUnabhängigkeit zu Beginn des 19. Jahrhunderts mit den Vorgängen derUnabhängigkeitsbewegungen und ihrem Ergebnis umgegangen sind, was siesich von der diesbezüglichen Beschäftigung für die Erklärung ihrer jeweiligenGegenwart und für Perspektiven in die Zukunft erwartet haben, erscheint es mirals sinnvoll, kurz auf den Gegenstand Geschichte sowie die Geschichts-wissenschaft und ihre Möglichkeiten einzugehen.

Zahlreiche Definitionen von „Geschichte“ unterstreichen, dass Gegenwartund Vergangenheit eng miteinander verbunden sind und dass eine engeBeziehung zwischen dem Forscher (Historiker), dem Interpreten, auf der einenSeite und dem Erforschten oder Interpretierten auf der anderen Seite besteht.1Danach ist die „Geschichte“ eine gegenwärtige Aussage über Ereignisse derVergangenheit. Schon die zweifache Bedeutung von „Geschichte“ beleuchtetdiesen Tatbestand. Geschichte benennt ja sowohl die in der Vergangenheitgeschehenen Ereignisse, die res gestae, als auch den jeweils gegenwärtigenBericht über diese Ereignisse. Geschichte in Form der Geschichtswissenschaftist also der Bericht über Ereignisse: Der Historiker ist derjenige, der dieEreignisse der Vergangenheit kennt und sie erzählt als Geschichten vonMenschen, von einzelnen Personen, von ihren bewussten Handlungen sowievon deren Motiven und Rahmenbedingungen, von Völkern und vonVorkommnissen, die durch Menschen hervorgerufen wurden oder die sieihrerseits beeinflussten. Ohne Ereignisse der Vergangenheit gäbe es nicht dieGeschichte als Erzählung.

Dabei ist zu konstatieren, dass keine Erzählung der Geschichte, keineDarstellung der Vergangenheit, diese vollständig reproduzieren kann. Das hängtmit dem Material, mit den Zeugnissen von menschlichem Handeln und Denken,den sogenannten Quellen zusammen, die – bisweilen nur spärlich, bisweilen imÜberfluss vorhanden – die Basis jeder Forschung und historischen Erzählungsind und auf denen der Historiker seine Argumentation aufbaut. Deshalb istkeine Beschreibung oder Interpretation menschlichen Handelns in derVergangenheit vollständig, und keine Analyse der ursächlichen Zusammen-hänge kann den Anspruch erheben, vollständig zu sein.

Andererseits enthält jede Analyse eines Ereignisses mehr als das, was ausseiner Vergangenheit überliefert ist. Denn eigentlich ist jede Interpretation eineKonstruktion, geleitet von bestimmten Fragen des Historikers und bestimmtdurch dessen subjektive Fähigkeit und seine subjektive Intention, durchpolitische, gesellschaftliche und wissenschaftliche Interessen seiner Epochesowie durch sein soziales Umfeld, d.h. sie ist gelenkt durch die Erfahrungen derGegenwart und die Erwartungen an die Zukunft. Dass solche Interessen imSpiel sind, ist keineswegs illegitim; allerdings muss sich der Historiker ihrerbewusst sein und sie seinen Lesern bewusst machen.

Warum beschäftigen wir uns mit der Vergangenheit, warum befragen wir sie?Warum ist es wichtig, mit ihr in einen Dialog zu treten und diesen aufrecht zuhalten? Die zugegeben einfache Aussage, dass historische Bildung zugleichpolitische Bildung bedeutet, traf immer zu und ist immer noch gültig, obwohldiese Bildung dazu dient, bestimmte Handlungen in der Gegenwart zurechtfertigen, sei es, um das Bestehende zu verteidigen, sei es, um dieses zuverändern. Sowohl Bewahrer als auch Reaktionäre, sowohl Reformer als auchRevolutionäre berufen sich auf die Geschichte. Also, warum und wozu sollteman sich mit Geschichte beschäftigen? Die Welt, in der wir leben, ist die vomMenschen geformte soziale Welt, sie ist das Produkt seiner Handlungen. Dasbedeutet umgekehrt, dass die soziale Welt zwangsläufig historisch ist. DieGegenwart bewahrt und enthält immer auch die Vergangenheit. Traditionen undhistorische Erfahrungen beeinflussen die Handlungen der Menschen derart, dassohne historische Kenntnisse die Gegenwart nicht recht verstanden werden kann.Deshalb ist Geschichte ein Teil der menschlichen Natur. Geschichte und eindurch sie erworbenes historisches Bewusstsein können, ja sollten dazu dienen,das Gewordensein der gegenwärtigen politischen und sozialen Strukturen sowiederen Werte zu verstehen. So beruht der emanzipatorische Anspruch einermodernen Geschichtswissenschaft auf der Auffassung, dass, da das vergangeneGeschehen durch Menschen gemacht ist, dieses heute auch veränderbar ist.

Angesichts dessen, dass Geschichte, also eine wissenschaftlich betriebeneBeschäftigung mit der Vergangenheit auf Aufklärung und Kritik, auf neueFragen an die Vergangenheit und neue Antworten, auf Reflexion undErkenntnis ausgerichtet sein sollte, muss auch ein Konzept von Identitätverwandt werden, das Reflexion und Kritik enthält. Wenn Identitätsbildung soetwas bedeutet wie bedächtiges Abwägen auf der Basis vom Wissen um denhistorischen Entwicklungsprozess der Gesellschaft, dann hat Geschichte alsWissen ihre Berechtigung.

Welches Geschehen, welche Inhalte, welche Epoche, welche Personenwerden zu Referenzpunkten für die historische Identität oder für einhistorisches Bewusstsein, das eng mit ihr verbunden ist? Dafür gibt es keineverbindliche Aussage. Denn das, was aus dem vergangenen Geschehen fürwichtig erachtet wird, hängt nicht zuletzt davon ab, was jeweils als notwendiggilt, aktuelle Probleme zu klären sowie für Gegenwart und ZukunftOrientierung zu geben. Dies trifft für Individuen ebenso wie für Gruppen zu.Damit wird das Geschehene nicht rekonstruiert, vielmehr kann es nur reflektiertstrukturiert werden und so ein Konzept oder Bild von Geschichte bilden.Konzeptionen, Geschichtsbilder sind, wie Bilder überhaupt mit ihrem Gehalt anSelbstdefinition, wichtig für die individuelle und soziale Existenz.

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Ich habe hier zugegebenermaßen eine sehr positive und abstrakte Skizze vonden Möglichkeiten und Funktionen der Geschichte gezeichnet und dabei dieAnwendung von Geschichte oder ihren Missbrauch bei der Konstruktion eineshistorischen Bewusstseins noch nicht angesprochen. Das will ich hier nurinsoweit tun, als ich auf die Beziehung zwischen Macht und Vergangenheithinweise. Denn eines der Instrumente zum Machterhalt besteht darin, dass dieoffiziellen Erzählungen darauf abzielen, die sozialen Beziehungen derGegenwart als naturgegeben zu charakterisieren, indem sie deren Entwicklungstringent aus der Vergangenheit ableiten. Der Staatsapparat versucht, dieVergangenheit zu kontrollieren, indem er auf Tradition und Kontinuität setzt.Deshalb sind offizielle Erinnerungsfeierlichkeiten von besonderem Interesse,weil sie ein öffentliches Schauspiel mit Volksfestcharakter veranstalten, einstereotypes Bild der Vergangenheit bieten und nicht-offizielle Aspekte wie z.B.soziale Konflikte ausblenden. Treffend beschreibt Tzvetan Todorov denCharakter solcher offiziellen Akte und kennzeichnet dabei zugleich denUnterschied zwischen Geschichtswissenschaft und Erinnerungsfeierlichkeit,wenn er darauf hinweist, dass der Diskurs der Erinnerungsfeierlichkeit, meist anöffentlichen Orten präsentiert, nicht objektiv sei; dass während die Geschichtedie Vergangenheit eher komplex darstelle, das offizielle Erinnern sievereinfache, indem es Heroen zum Verehren und Feinde zum Verachtenanbiete.2Diese Aussage macht es natürlich erforderlich, auch kurz auf denKomplex Erinnerung und Gedächtnis einzugehen.

Die Beschäftigung mit dem Thema Erinnerung und Gedächtnis ist in denletzten Jahrzehnten zu einem wichtigen Teil der Gegenwartskultur geworden. Inden letzten Jahrzehnten haben kultur- und sozialwissenschaftliche Arbeiten alswissenschaftlichen Zugriff das Konzept des Erinnerungsortes und deskulturellen Gedächtnisses entwickelt und benutzt.

Ich möchte hier nicht näher darauf eingehen, eine wie große BedeutungErinnerung und Gedächtnis für das Individuum ebenso wie für Gruppen,Gesellschaften und Nationen haben. Es ist unbestreitbar, dass das Gedächtniseine aktive Leistung dadurch darstellt, dass es aus der Fülle des GeschehensErfahrungen abspeichert, die wegen ihres Bezugs auf äußere oder innereLebensaufgaben erinnerungswert sind. Verschieben sich, subjektiv oderobjektiv, die Lebensaufgaben, werden alte Gedächtnisbestände entbehrlich undneue erforderlich. Lebensaufgaben regeln den Gedächtnisbedarf und sorgendafür, dass die benötigten Erinnerungen durch Nutzung im Gebrauch bleiben.Dabei sind Erinnerungen subjektiv und nicht dauerhaft und fest, sondernbefinden sich ständig in der Umdeutung und Neukonstruktion und werden„immer wieder umgebaut“.3So persönlich jede Erinnerung auch sein mag, sosehr ist sie doch auf Gemeinsamkeiten bezogen und durch sie beeinflusst. D.h.die sozialen Gruppen geben den Individuen den Rahmen vor, in dem diese ihreErinnerungen verorten. Das individuelle Gedächtnis existiert nicht isoliert,sondern steht in Relation zum kollektiven Gedächtnis. Erinnerungen helfen dem„Selbst“ und der Gruppe, sich zu erkennen und von anderen abzugrenzen sowie„Kontinuität und Permanenz aufzubauen“.4

Pierre Nora hat zu Beginn der 1980er Jahre den inzwischen sehrerfolgreichen Begriff „lieux de mémoire“ geprägt – „Gedächtnisorte“, alsdiejenigen Orte, an die sich das Gedächtnis anlagert.5Noras Projekt derBeschreibung jener Orte, die das Gedächtnis Frankreichs verkörpern, warexplizit ein Projekt der nationalen, affirmativen, „rettenden“ Geschichts-schreibung und hatte einen klaren kompensatorischen Charakter in einer Zeit, inder die Grande Nation aufgrund globaler Entwicklungen eine Abschwächungerfuhr. Jan Assmann charakterisiert das kulturelle Gedächtnis, das sich aufFixpunkte in der Vergangenheit richtet, als ein offizielles Gedächtnis, das vonSpezialisten aufgebaut wird, um Gemeinschaft zu stiften. Er stellt derAllgemeinheit der Gruppen die Spezialisten des kulturellen Gedächtnissesgegenüber, geht also in gewissem Sinn von einer Elitensicht derErinnerungsorte bzw. der Erinnerungsfiguren, wie er sie nennt, aus. JanAssmann spricht in diesem Zusammenhang von kulturellem Gedächtnis alseiner Unterkategorie des kollektiven Gedächtnisses. Als ein Teil desZusammenhaltes einer Gesellschaft hat es die Funktion, die Erinnerung an einegemeinsam bewohnte Vergangenheit als Sinnkonstruktion zu sichern.6

Im Gegensatz zu Nora ging es der von Etienne François und Hagen Schulzeherausgegebenen Geschichte der deutschen „Erinnerungsorte“ nicht um dieselbstgewisse und affirmative Festschreibung bestimmter Erinnerungs-traditionen zur nationalen Größe.7François und Schulze begegnen diesemAnspruch mit unverhohlener Skepsis. Ihr Ziel war weder eine nostalgischeRückschau noch eine schulmeisterliche Ermahnung, sondern die Anregung zurkritischen und selbstbestimmten Analyse der Erinnerung. Ihnen ging es auchnicht um eine reine Elitensicht der Erinnerungsorte.

Es ist offensichtlich, dass sich bei dem Komplex „Sinnkonstruktion“Geschichte und Memoria/Erinnerung treffen, und genau hier wird deutlich, wieproblematisch eine unreflektierte Sinnkonstruktion sein kann. Denn wenn manz.B. wie Assmann die Sinnkonstruktion als notwendigen Homogenisierungs-und Harmonisierungsprozess positiv bewertet,8läuft man Gefahr, dieAmbivalenz von Sinnkonstruktion, d.h. deren mögliche negativenKomponenten zu übersehen, wie sie gerade aus der Macht und denMachtkämpfen im kulturellen Bereich sowie aus den Brüchen in denGesellschaften Lateinamerikas resultieren.9Deshalb ist es unabdingbar, bei derBeschäftigung mit kollektivem Gedächtnis die gesellschaftliche Dimension undden ambivalenten, manipulativen Charakter von Sinnkonstruktion im Blick zuhaben, und es ist angebrachter, angesichts der kulturellen Vielheitlateinmerikanischer Gesellschaften von mehreren kollektiven Gedächtnissenauszugehen.

Die Erinnerungs- oder Gedächtnisorte sind Kontexte, die über einen langenZeitraum hinweg symbolisch aufgeladen und dadurch als erinnerungsrelevantausgewiesen sind, einer Gemeinschaft als Bezug historischer Selbst-vergewisserung dienen, dabei einem ständigen Wandel unterliegen und durchdie Sprache und/oder den körperlichen Ausdruck „aufgesucht“ werden können.Sie sind nicht allein im engen Sinn umgrenzte Räume oder körperbezogeneGegenstände, wie ein Museum, ein Denkmal, ein Buch, eine Fahne, sondernauch Symbole, Erzählungen, Gedenkfeiern.10Erinnerungsorte bergen deshalbeine narrative Struktur, indem sie dazu anstoßen, Erinnerungen zu Geschichtenzusammenzufassen,11bzw. indem sie Materialisierung von Geschichten sind,die Gruppen erzählen, um für ihre Vergangenheit einen Sinn zu konstruieren12und Zukunftsperspektiven zu formulieren.

Dies alles lässt Erinnerungen dazu beitragen, dass Spuren der Vergangenheitgegenwärtig bleiben und Individuen und Gruppen wissen, dass sie sind, was siegeworden sind. Ich bin der Auffassung, dass Geschichte nach wie vor einenwichtigen, womöglich nicht mehr den alleinigen Anteil daran hat, Erinnerungenzu konstruieren.

D IE U NABHÄNGIGKEIT EIN E RINNERUNGSORT

Es ist evident, dass das komplexe historische Ereignis Unabhängigkeit,Independencia, die damals erfolgte Emanzipation mit ihren historischenKontexten und Prozessen, für die lateinamerikanischen Gesellschaften einenwichtigen Erinnerungsort darstellte und noch darstellt.13Es ist ferner evident,dass die Unabhängigkeit nach wie vor für die Geschichtswissenschaft diejenigeEpoche ist, die für die Entwicklung einer nationalen Identität und eineshistorischen Bewusstseins und eines kollektiven Gedächtnisses herangezogen,ja sogar instrumentalisiert wurde und wird bzw. mit der sich unterschiedlichekollektive Gedächtnisse auseinandersetzen. Und immer noch halten diedamaligen Ereignisse, zumal dann, wenn ihre langfristigen Ergebnisse bzw. dieRealisierung oder Nichtrealisierung der Ziele ihrer Protagonisten mitberücksichtigt werden, auf neue Fragen genügend Antworten bereit, die diegegenwärtige gesellschaftliche und politische Situation besser verstehen lassen,möglicherweise für den zukünftigen gesellschaftlichen Zusammenhalt wichtigsind.

Offensichtlich ist, um im Bild zu bleiben, der Erinnerungsort Unabhängigkeiträumlich noch nicht ganz durchmessen; wie aus zahlreichen Arbeiten zu diesemKomplex abzulesen ist,14gibt es immer noch nicht besuchte oder nicht vollausgeleuchtete Räume des Erinnerungsortes Unabhängigkeit. Warum aber wirddieser Erinnerungsort aufgesucht, was macht ihn so wichtig für die jeweiligeGegenwart? Welche Erinnerungen sollen als kollektive Erinnerungengeschaffen oder verstärkt werden? Welche Zukunftsprojekte wurden undwerden damit verbunden?

Zunächst bedeutet die Unabhängigkeit innerhalb der historisch-politischenEntwicklung der lateinamerikanischen Gesellschaften insofern eine Zäsur, alsmit der Kolonialherrschaft unzufriedene Gruppen aus ehemaligen Kolonienselbständige souveräne Staaten konstruierten. Für diesen Prozess konkurriertenProjekte verschiedener Gruppen, von denen sich zumeist dasjenige derkreolischen Eliten aus den alten kolonialen Zentren durchsetzte.15Sieentschieden sich in der Regel für die Republik als Staatsform. Mit denStaatsbildungen kamen die Idee der Volkssouveränität sowie Prinzipien derGleichheit und Freiheit aller Bürger zur Geltung, zumindest formal, denn siewurden in der Zeit der Unabhängigkeitsrevolutionen nicht wirklich realisiertund sind im Laufe der folgenden 200 Jahre nur für Teile der Gesellschaftverwirklicht worden. Sie blieben oft ein nicht eingelöstes Versprechen.

Welche Zukunftsprojekte mit dem Bezug zur Unabhängigkeit angedachtwurden, möchte ich an zwei Phasen innerhalb der 200 Jahre Unabhängigkeitverdeutlichen, und wir werden sehen, dass ihr Gehalt und Wesen davonabhängen, wer den Erinnerungsort und mit welcher Absicht besucht.

S TABILITÄT DURCH P ATRIOTISMUS UND H EROENKULT IM 19. J AHRHUNDERT

Die aktiven Unabhängigkeitskämpfer und die Politiker der Separations-bewegungen waren verständlicherweise bestrebt, die Unabhängigkeit und dieneue Souveränität zu rechtfertigen und zugleich neue Identitäten zu schaffen.Dazu bot sich schon sehr früh die Verehrung von Freiheitsheroen an. Soverabschiedeten z.B. in Kolumbien, noch bevor die Unabhängigkeitskriegebeendet waren, die Teilnehmer des berühmten Kongresses von Cúcuta am 11.Oktober 1821 ein Gesetz, das die Erinnerung an die für die Befreiung desVaterlandes im Krieg Gefallenen, von der Kolonialmacht Gehängten und die alsPatrioten Gestorbenen sowie Zahlungen an deren Witwen und Waisen vorsah.16Und im Studienplan, den der Vizepräsident Kolumbiens, Francisco de PaulaSantander, im Oktober 1826 vorlegte, war ausdrücklich Historia Patria,Geschichte des eigenen Landes, als allgemeinbildendes Fach vorgesehen.17Bald entwickelte sich ein offizieller Heroenkult in der Geschichtsschreibung.Dabei waren die erzählten Erinnerungen von Personen, die an denUnabhängigkeitskriegenteilgenommenhatten,ebenoffizielleundhomogenisierende Erinnerungen. Sie wollten und sollten die Bevölkerung vonder Legitimität der Trennung von den Mutterländern überzeugen und ein Gefühlder Identifizierung mit den neuen Staaten schaffen. In den Narrationen warenpersönliche Erinnerungen in starkem Maße im öffentlichen Geschichts-bewusstsein präsent. Die Erinnerung in Form der erlebten Teilhabe amerzählten Geschehen legitimierte lange Zeit überhaupt erst Geschichts-schreibung und galt als Ausweis „wahrer“ Geschichte.18Insofern standErinnerung am Anfang der Nationalgeschichtsschreibung in Lateinamerika wieauch der untrennbar damit verbundenen frühen wissenschaftlichenGeschichte.19Dieser konventionelle Identitätsdiskurs war im Kern fiktionalangelegt, wobei sich die beiden Ebenen der historischen Symbolik und derfiktionalen Erzählung gegenseitig beeinflussten und wechselseitig verstärkten.Zudem waren es die politischen Eliten und letrados , die versuchten, dieErinnerung in den Gesellschaften auf bestimmte Aspekte, Symbole und Orte –wie das Faktum des Unabhängigkeitskrieges selbst, die Heroen derUnabhängigkeitskriege als Vorbild für Patriotismus, bestimmte Schlachtfelder –sowie auf symbolgeladene Begriffe wie Staatsbürger ( ciudadano ) zu lenken undpolitische Ereignisse ihrer Zeit symbolisch aufzuladen. In Allegorien, in derpolitischen Rhetorik und in den Narrationen der Literatur schufen sie „Mythen“und beeinflussten auf diese Weise den Prozess der jeweiligen Nation- undIdentitätsbildung im Sinne einer homogenen, weißen Gesellschaft, in derbewusst die kulturelle und ethnische Heterogenität ausgespart wurde.20Die„Nation“ bildete in den exklusiven politischen Öffentlichkeiten Lateinamerikasden Wert bzw. symbolischen Bezugspunkt mit der größten Verbreitung undstärksten politischen Akzeptanz.21

Die Historiker waren einer Meinung, dass die Darstellung der Unabhängig-keitsewegung für die neue Generation notwendig sei, sie stimmten überein in derWertschätzung ihrer eigenen Augenzeugenschaft und leiteten daraus sowie auseiner möglichst breiten Verwendung von Dokumenten und offiziellen Texten dieGarantien von Objektivität und Unparteilichkeit ab.

Ziel der Autoren war es nicht nur, die nachwachsenden Generationen überdie Vorgänge der Unabhängigkeit zu informieren, sondern oft, das eigeneHandeln oder dasjenige von Familienmitgliedern zu rechtfertigen. Deshalb lages auch nahe, vorzugsweise diesen Ausschnitt der Vergangenheit zu betrachten,hatte sich doch in den Kämpfen um die Souveränität die Handlungsfähigkeit derKreolen gezeigt. Und da es auch um Identitätsbildung, um die Identifizierungmit dem Ergebnis ihres Handelns, d.h. mit den neuen Staaten ging, bot sicheben diese glorreiche Zeit als Bezugspunkt an. Auf die Spanier oderPortugiesen und deren Kultur sich zu beziehen, war schlechterdings nichtmöglich, da die Souveränität ja gerade die Überwindung des Kolonialstatusangestrebt hatte, der sich den Kolonialmächten Spanien oder Portugalverdankte. Auf die indianischen, die vorspanischen Kulturen sich als Kern derIdentität zu beziehen, verbot sich ebenfalls, da das mit der sozialen Distanzgegenüber dieser als Arbeitskräfte ausgenutzten und als minderwertigbetrachteten Bevölkerungsgruppe schlecht vereinbar war. Zwar hatten dieKreolen während der Unabhängigkeitskriege in der politischen Rhetorik dasIndianische als Symbol der Freiheit instrumentalisiert,22doch vollzog sich nachErlangung der Souveränität eher eine Abkehr vom Indianischen als ethnischemund kulturellem Bezugspunkt. So blieben aus mehreren Gründen die jeweiligenUnabhängigkeitskriege und die Taten der Helden, denen sich dieUnabhängigkeit verdankte, als Kern einer eigenen Identität oder als An-knüpfungspunkt für Patriotismus, wobei die Autoren in den einzelnen Ländernje nach politischer Couleur auch unterschiedliche Akzente setzten. Wenn wirweiterhin berücksichtigen, dass der Gegenstand Geschichte – übrigens bis weitin das 20. Jahrhundert hinein – vorwiegend als eine Sammlung von heroischenBeispielen und Vorbildern sowie das Fach Geschichte als Gesinnungsfachverstanden wurde,23dann wird die Auswahl der Unabhängigkeitszeit nochverständlicher. Denn vorbildhafte Persönlichkeiten, Beispiele von Vaterlands-liebe und Opferbereitschaft waren nun vorwiegend in der Zeit der Unabhängig-keitsbewegung zu finden, wie noch 1881 der kolumbianische HistorikerConstancio Franco V. als Begründung für sein Compendio de la Historia de la Revolución de Colombia angab:

Jedoch stellte die narrative chronologische Darstellung der Ereignisse, oft umindividuelle Lebensläufe gruppiert, keine nationale Geschichte dar, die dieAutoren zu schreiben vorgaben. Im Grunde schrieben sie nur eine partielleGeschichte, nicht nur hinsichtlich einzelner Personen, sondern hinsichtlich derGesamtgesellschaft. Denn was die Autoren erzählten, machte nur einen Aspektdes jeweiligen nationalen Geschichtsprozesses aus: nämlich die Geschichte derpolitisch und sozial herrschenden Oberschicht. Damit korrespondierte auch,dass in den Geschichtswerken die Masse der Bevölkerung eigentlich gar nichtpräsent war. In dem Maße wie die Kreolen und ihre Nachkommen, also dieElite, zu der die Autoren gehörten, als die wahren Träger des nationalenEntwicklungsprozesses erschienen, wurden die unteren Bevölkerungsschichtennicht als aktiv Handelnde einbezogen, allenfalls fanden sie als Objekte einerPolitik der Eliten Erwähnung.

Im Grunde stellt die Geschichtsschreibung im 19. Jahrhundert in Latein-amerika nicht mehr dar als die Apologie der Vorkämpfer der Unabhängigkeit,der próceres , und ihrer Nachkommen und damit auch des eigenen Aufstiegs seitder Unabhängigkeit. Die Historiker hatten mit ihrem Besuch am ErinnerungsortUnabhängigkeit durchaus Zukunft, zukünftige Entwicklung für ihre Gesell-schaften im Blick, die jedoch wenig mit Partizipation und Akzeptanz vonAnderssein zu tun hatte.

Die Historiographie schuf durch die Glorifizierung der Unabhängigkeits-ewegungen und der heroischen Gründerfiguren der einzelnen Nationen wieSimón Bolívar, Manuel Belgrano, José de San Martín, Bernardo O’Higgins,Miguel Hidalgo y Costilla und José María Morelos für die neuen Staaten neue,große Traditionen und für die Identität geeignete Bezugsgrößen. Sie wirktepolitisch affirmativ und beabsichtigte das auch. Das Konzept der narrativenpersonenbezogenen Beschreibung und besonders die Biographie enthielten aberauch implizite Deformationseffekte, indem sie letztlich zu einem übersteigertenHeroenkult ( culto a los héroes ) und zu einer Mythisierung der Zeit derUnabhängigkeit beitrugen. Die personenbezogene, heroisierende und damitmoralisierende Vergangenheitsdarstellung hat die politisch führenden Schichtenein elitäres Geschichts- und Gesellschaftsverständnis einnehmen lassen, daspolitische Führungsqualitäten und aktive politische Verantwortung eigentlichnur bei den bisherigen politischen Machthabern wirken sah. Das hieß für dieanderen Bevölkerungsgruppen, dass sie die Autorität der Regierungen unhinter-fragt zu akzeptieren hatten. Die Historiographie des 19. Jahrhunderts hat in dereinseitigen Instrumentalisierung der Unabhängigkeit wesentlich mit dazubeigetragen, dass die nachfolgende Beschäftigung mit Geschichte eher im Sinnevon vor-wissenschaftlicher Tradition und Erinnerungspflege, nicht jedoch imSinne einer kritischen Erklärung komplexer Zusammenhänge erfolgte, die derWirklichkeit ethnisch heterogener und ökonomisch und politisch aus-schließender Gesellschaften gerecht geworden wäre.

D IE I NSTRUMENTALISIERUNG DER E INHUNDERTJAHRFEIER IN K OLUMBIEN

Wie sehr die Erinnerungen an den Vorgang der Unabhängigkeit in denProzess der Staats- und Nationsbildung der lateinamerikanischen Staatenhineingestellt waren, zeigte sich, als sie zu Beginn des 20. Jahrhundertseinhundert Jahre unabhängig waren und ihre bisherige nationalstaatlicheEntwicklung betrachteten, sich dazu mit Europa maßen und zugleich gegenüberden USA abzugrenzen versuchten. Dabei hingen die jeweiligen Erinnerungenund Gedenkfeierlichkeiten vom speziellen Kontext der einzelnen Staaten ab.

In Argentinien z.B. beging man den Centenario in einer Stimmung vonOptimismus, Erfolg und nationalem Wohlstand. Deshalb konzentrierten sich dieErinnerungsfeierlichkeiten zur sogenannten Revolución de Mayo darauf, der

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Welt zu zeigen, dass die Entwicklung Argentiniens zu einem Nationalstaat undeiner internationalen Macht kein Zufall war. Ein Teil der Feierlichkeitenkonzentrierte sich auf die Verschönerung der Stadt Buenos Aires, dieEinweihung verschiedener öffentlicher Bauten wie das Theater Colón, denKongress und verschiedene Denkmäler, mit denen die Vorkämpfer ( próceres )der Unabhängigkeit geehrt werden sollten. Zu dieser Verherrlichung gehörtenauch verschiedene internationale Ausstellungen, die an verschiedenen Orten derStadt stattfanden und von zahlreichen argentinischen und ausländischen Gästenbesucht wurden. Argentinien zeigte so seiner Bevölkerung und der Welt seinepositive Entwicklung während der vergangenen einhundert Jahre.

Die Situation in Kolumbien, auf das ich hier etwas näher eingehen will, sahwährend der ersten Dekade des 20. Jahrhunderts ganz anders aus. Kolumbienbefand sich nach dem „Krieg der Tausend Tage“ (1899-1902), einemschwierigen Konflikt zwischen Konservativen und Liberalen, und derLoslösung Panamas vom kolumbianischen Staat (1903) und angesichts heftigerinnenpolitischer Auseinandersetzungen und weiterer Separationsbestrebungen,denen auch unterschiedliche, rivalisierende Vorstellungen vom Nationalstaatzugrunde lagen, in einer sehr komplizierten politischen Krise.25

Präsident Rafael Reyes (1904-1909), ein konservativer Politiker aus Boyacá,hatte an den Bürgerkriegen im ausgehenden 19. Jahrhundert teilgenommen undwusste um die Regionalinteressen der einzelnen Teilstaaten. Er war darumbemüht, mit einer interventionistischen und protektionistischen Wirtschafts-politik dem Land neue Impulse zu geben, und erhielt trotz seiner diktatorischenPolitik bis 1909 die Zustimmung wichtiger Gruppen der kolumbianischenGesellschaft vor allem aus den Zentralregionen, nicht zuletzt auch deswegen,weil er mit seinem Regierungsmotto „Friede, Eintracht und Arbeit“ versuchte,ein friedliches Miteinander der Parteien aufzubauen und so die Einheit desStaates, die Integrität der Nation zu wahren bzw. nicht weiter zu gefährden, jasogar mit einer reconciliación nacional auf eine neue Ebene zu stellen. Dabeisetzten er und seine Unterstützer, vor allem Eliten aus der zentralen andinenRegion und der Hauptstadt Bogotá, um die geographische und politischeFragmentierung des Staates zu überwinden, die im 19. Jahrhundert unter denLiberalen und unter dem Vorzeichen des Föderalismus evident geworden war,auf ein starkes Zentrum und eine starke Zentralregierung.

Bei diesem Vorhaben kamen ihnen die anstehenden Gedenkfeiern zueinhundert Jahren Unabhängigkeit sehr gelegen. Schon im November 1907beschäftigte sich der Kongress mit den offiziellen Hundertjahrfeiern und beriefein entsprechendes Komitee. Obwohl dieses nicht zügig arbeitete, einProgramm Anfang des Jahres 1910 noch nicht präzisiert war, sodass der neuePräsident Ramón González Valencia, der Übergangspräsident nach demRücktritt von Reyes, ein neues Komitee einsetzen musste, waren sich dieverantwortlichen Politiker doch darüber einig, wo und zu welchem Datum undmit welchen Schwerpunkten die offiziellen Feiern ausgerichtet werden solltenund wer für dieses Ereignis verantwortlich sein sollte.26

Eine der ersten Entscheidungen bezog sich darauf, dass die offizielleJahrhundertfeier in der Hauptstadt Bogotá und nicht in einer anderen Stadt, dieebenfalls Schauplatz von Unabhängigkeitserklärungen gewesen war, stattfindensollte – immerhin war ein kleiner Betrag für Veranstaltungen in anderenLandesteilen vorgesehen. Dementsprechend gehörten dem Organisations-komitee vor allem Persönlichkeiten aus der Bogotaner Gesellschaft, derpolitisch und ökonomisch einflussreichen und gebildeten Oberschicht vonPolitikern, Akademikern und Unternehmern, an.27

Wie in anderen lateinamerikanischen Ländern war es das Bestreben dieserOberschicht, mit der Hundertjahrfeier den Kolumbianern und der Welt,besonders den Europäern zu zeigen, welch hohes Niveau Kolumbien als Nationin Technik, Kunst und Kultur trotz der zahlreichen Bürgerkriege des 19.Jahrhunderts erreicht hatte. Dazu diente vor allem eine große Landwirtschafts-und Industrieausstellung in Bogotá auf dem Ausstellungsgelände des Parque de la Independencia , wo begleitet von entsprechenden Lobreden die aus denverschiedenen Landesteilen geschickten Rohstoffe und die von Industrie undHandwerk hergestellten Produkte zu besichtigen waren.28

Die Organisatoren ließen bei ihren Festveranstaltungen wie Banketten,Opernaufführungen, Festzügen den innenpolitischen Aspekt keineswegs außerAcht. Im Gegenteil, die Nationalfeierlichkeiten waren ganz wesentlich daraufausgerichtet, mit zahlreichen symbolischen Akten ein nationales Bewusstsein zuverstärken oder gar zu erzeugen und das nationale Gedächtnis so zu prägen,dass der bisherige historische Prozess akzeptiert und als gelungen erachtetwurde. Dies glaubten die Festveranstalter am besten dadurch zu erreichen, dasssie wie im 19. Jahrhundert Heroen der Unabhängigkeit wie z.B. Simón Bolívar,Antonio José de Sucre, Francisco José de Caldas, Antonio Nariño oder CamiloTorres sowie Policarpa Salavarrieta, sei es in Form von Denkmälern oderBüsten, sei es in Form von Gedenktafeln, als Vorbilder von Patriotismus imwahrsten Sinn des Wortes präsent werden ließen.29

Dieser Zielsetzung entsprach auch, dass bei dem ausgeschriebenenWettbewerbfürhistorischeDarstellungeneinWerkfürdenGeschichtsunterricht von einer Jury aus Mitgliedern der Akademie derGeschichte als am besten erachtet wurde und deshalb den ersten Preis gewann,das bezeichnenderweise den bisherigen affirmativen Ansatz der Geschichts-schreibung nicht in Frage stellte: „Geschichte Kolumbiens für dieSekundarstufe“ von Jesús María Henao und Gerardo Arrubla.30Mit ihrerDefinition von Inhalt und Funktion von Geschichte bestimmten diese beidenHistoriker für Jahrzehnte den offiziellen Geschichtsunterricht und dieGeschichtsbücher.31Wie sie in der Einleitung zu ihrem erstmals 1911erschienenen Geschichtsbuch formulierten, sollte sich Geschichte anvergangenem Geschehen zur Formung des Patriotismus orientieren:

Allerdings leistete das Geschichtsbuch mit seiner Darstellungen von Faktenund Schlachten sowie der Aufzählung von Regierungen und Präsidentenkeinesfalls die für ein selbständiges Urteil des Bürgers kritische Aufklärung vonhistorischen Zusammenhängen. Es ist bezeichnend, dass im Teil über dieUnabhängigkeitskämpfe entsprechend dem bekannten Heroenkult einzelnePersonen als vorbildhafte Akteure herausgestellt werden. Hier korrespondiertentextliche Darstellung und die massive Aufstellung von Denkmälern währenddes Centenario ganz eindeutig.

Mit der Entscheidung, die offizielle nationale Gedenkfeier in Bogotástattfinden zu lassen, war auch die Entscheidung für den 20. Juli 1810 als denHauptfeiertag, d.h. als Gründungsdatum der Republik, verbunden, obwohl andiesem Tag hundert Jahre zuvor in Bogotá ein Offener Cabildo mit der Acta de Independencia lediglich die Handhabung größerer Autonomie erklärt hatte undin anderen Städten wie Cartagena (22. Mai und 14. Juli), Cali (3. Juli),Pamplona (4. Juli) und Socorro (10. Juli) schon einige Tage zuvor solcheErklärungen abgegeben worden waren und sich Cartagena als erste Provinz vollund ganz von Spanien getrennt und am 11. November 1811 seine absoluteUnabhängigkeit erklärt hatte. Mit der Auswahl des 20. Juli aus demErinnerungsort Unabhängigkeit als symbolisches Datum, an dem sich einkollektives Gedächtnis festmachen sollte, ließen die Eliten um Reyes andereregionale und lokale Ereignisse, andere Vergangenheiten unberücksichtigt.33Das hatten frühere Regierungen auch schon getan, indem sie den 20. Juli alsGründungstag betrachteten. Andere Städte wie z.B. Cartagena, das ebenfalls fürsich in Anspruch nahm, Gründer der Republik zu sein, zumal an seinemnationalen Projekt auch Mulatten und Schwarze beteiligt gewesen waren,34betrachteten die Entscheidung für Bogotá als Affront und Ausdruck derVorherrschaft der zentralen Region. Deshalb feierte Cartagena im November1911 einen eigenen Centenario. Statt zur Stärkung eines kollektivenGedächtnisses kam es eher zu seiner Fragmentierung.

In den verschiedenen Einhundertjahrfeiern drückten sich in gewissem Sinndie Rivalitäten aus, die schon einhundert Jahre zuvor zwischen andinemHochland und karibischen Küstenregionen ausgetragen wurden. Sie zeigten dieFragilität des Staates und einen fehlenden nationalen Konsens zwischen Küsteund Zentrum, den die politischen Eliten um Reyes und Gonzálo Valencia jahatten stärken wollen. Die Auswahl aus Ereignissen während derUnabhängigkeit, die sich besonders im Zentrum um Bogotá abgespielt hatten,und ihre Repräsentation als die entscheidenden Ursachen für die Staatsbildungwaren kontraproduktiv.

So wie die Regierenden des Zentrums mit ihrem speziellen nationalenGedächtnis die Eliten der Peripherie, besonders der karibischen Küste,ausschlossen, so schlossen sie auch die unteren Bevölkerungsschichten aus.Denn bei den offiziellen Feierlichkeiten spielten weder die Indígenas noch dieAfrokolumbianer eine Rolle, sie waren auch gar nicht vertreten. Und dieFestreden waren für die Eliten und die Intellektuellen bestimmt. DieFeierlichkeiten und Aktivitäten waren eine offizielle Gedenkfeier, die einnationales Gedächtnis konstruieren sollte, sowohl in Bezug auf den RaumKolumbien als auch auf die Gesellschaft, die immer noch als eine homogeneNation gedacht wurde. Deshalb richtete sich das Projekt eines einheitlichennationalen Gedächtnisses auch auf die kulturelle Vereinheitlichung undHomogenisierung von Rasse, Sprache und katholischer Religion durch einenprospanischen Diskurs. Diese Homogenisierungsbestrebungen waren nicht neufür die kolumbianischen Eliten. Ich verweise hier nur auf den Autor derkolumbianischen Verfassung von 1886, Miguel Antonio Caro, und diegemeinsamen Aktionen von Konservativer Partei und katholischer Kirche.35Dieser prospanische Diskurs mit seinem Dank an die Spanier als Bringer vonZivilisation war nicht nur dazu geeignet, mit dem Hinweis auf die spanischeTradition, die zu Beginn der Staatwerdung noch vehement zurückgewiesenworden war, einen Gegenpol gegen mögliche US-amerikanische Interventionen(Panama) aufzubauen, sondern eine einheitliche Kultur, sozusagen eineLeitkultur als vereinheitlichendes Band zu schaffen. Indigene undafrokolumbianische Anteile an der nationalen Kultur waren noch unerwünscht.So machten der Centenario und der damalige Besuch des ErinnerungsortesUnabhängigkeit sowohl die politische Fragmentierung als auch die sozialeSpaltung der kolumbianischen Nation deutlich. Und mit der beabsichtigtenFortsetzung eines ethnisch homogenen Nationalstaats liefen die Politikerweiterhin einer Fiktion nach.

N EUE W AHRNEHMUNGEN DES E RINNERUNGSORTES U NABHÄNGIGKEIT ?

Lassen Sie mich zum Schluss noch kurz auf die Gegenwart eingehen undeinige Aspekte aufzeigen, die es erlauben zu hoffen, dass die Besuche desErinnerungsortes Unabhängigkeit nicht mehr nur Zustimmung zum, sondernauch Kritik am status quo erzeugen.

Ein wesentlicher Faktor besteht m.E. darin, dass die lange Zeit geltendeKonzeption von Nation als ein homogener und vereinheitlichender Kulturraum,wie sie sich in Europa entwickelt hatte, zunehmend in Frage gestellt wird undGesellschaftswissenschaftler ihren Untersuchungen als Ansatz die neueDefinition von Nation als Projekt, als vorgestellt Gemeinschaft unterBerücksichtigung des Kriteriums von Hybridität, von Nebeneinander undMiteinander ebenso zu Grunde legen wie ein Minimalquantum an Partizipationin sozialer, politischer und ökonomischer Hinsicht. Interessant ist, dass seit den1970er Jahren fast alle lateinamerikanischen Staaten begonnen haben, dieveränderte Konzeption durch Verfassungs- und Gesetzesreformen zur Geltungzu bringen. Deutlich ist die Tendenz zu erkennen, die bisherige Fiktion voneinem ethnisch homogenen Nationalstaat aufzugeben und damit die ethnischeund kulturelle Heterogenität ihrer Gesellschaften anzuerkennen, zugleich damitdas bisherige nationale Entwicklungs- und Zivilisationsmodell als alleingültigesModell zu relativieren und so das Ziel „Integration“ der autochthonenBevölkerung in die nationale Kultur aufzugeben. Stattdessen werden dieindigenen und afroamerikanischen Kulturen neben der europäischen Kultur alsoriginäre Bestandteile der nationalen Kultur zumindest de jure anerkannt,wodurch anders als zur Zeit der Unabhängigkeitsbewegungen undStaatsbildungen die ethnische Heterogenität der lateinamerikanischenGesellschaften nicht nur zur Kenntnis genommen, sondern auch als für siekonstitutiv bestätigt wird.36Ein weiterer Faktor besteht darin, dass sich nun dieMehrzahl der Historiker und Historikerinnen in ihren Arbeiten anders als nochzu Zeiten des Centenario einem kritischen und aufklärerischen Ansatzverpflichtet fühlt.

Gerade vor dem Hintergrund, dass sie erkannt haben, dass die bisherigeKonstruktion von Nation nicht oder nur teilweise funktioniert hat, dass keinepartizipatorische Gesellschaft entstanden ist, werden bei dem Besuch desErinnerungsortes Unabhängigkeit und der nachfolgenden Jahre zunehmendbislang in der offiziellen Geschichtsschreibung nicht beachtete Gruppen wieIndigene und afrikanische Sklaven als Akteure der gesellschaftlichen Prozesse,als Subjekte und nicht mehr nur als Objekte der Geschichte ins Blickfeldgerückt, werden andere Zusammenhänge und Entwicklungen nicht in einerunilinearen und legitimierenden Weise dargestellt. Diese neue mehr-dimensionaleGeschichtsschreibungverhindertnichtdieoffiziellenGedenkfeiern zu zweihundert Jahren Unabhängigkeit, wie sie jetzt inLateinamerika in den nächsten Jahren begangen werden. Aber sie kann dieserelativieren.

In diesem Sinn muss die Unabhängigkeit ein Erinnerungsort bleiben, jedochnicht für eine affirmative, sondern für eine kritische und überlegendeErinnerung. Hier treffen sich kritische Historiographie und kritischeErinnerung. Dann kann der Besuch am Erinnerungsort Unabhängigkeit eine indie Zukunft gerichtete Dimension erhalten, wenn er zum Nachdenken darüberführt, was von den in der Unabhängigkeit enthaltenen Versprechen nichteingelöst ist und warum nicht, und wenn die Erinnerung zu Projekten führt, diemit den Unabhängigkeitsrevolutionen begonnene Emanzipation nicht nur impolitischen, sondern auch im sozialen und ökonomischen Bereich zuverwirklichen, also so etwas wie eine gerechte und konsensuelle Gesellschaft zuschaffen.

R ESUMEN

C ONSIDERACIONES SOBRE LA HISTORIA DE LA I NDEPENDENCIA DE A MÉRICA L ATINA , ENTRE MEMORIA Y FUTURO

El objetivo del presente ensayo es indagar cuál ha sido el papel de visitar el“lugar de memoria” que ha constituido la independencia de América Latinadurante los pasados 200 años. ¿Quién ha visitado este “lugar de memoria”, paraqué y qué papel han jugado la historia y los historiadores, respectivamente?

En primer lugar, se expondrán algunas reflexiones teóricas y consideracionesde la historia, sus posibilidades y limitaciones. La Historia se refiere tanto a

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hechos gestados en el pasado como al relato actual sobre esos hechos.Lahistoria es el informe sobre acontecimientos. El historiador es aquel que conocelos hechos del pasado y narra historias sobre acciones de personas individualeso de pueblos y sobre acontecimientos provocados por hombres o sufridos porellos. Sin embargo, ninguna representación del pasado puede reproducirlototalmente. Ninguna descripción o interpretación de las acciones de los hombresdel pasado es íntegra, y ningún análisis de los nexos causales puede pretenderser completo. Asimismo, todo análisis contiene aquello que fue transmitido deese pasado, y en este sentido toda interpretación es, en el fondo, unaconstrucción determinada por la capacidad subjetiva del historiador y por suintención subjetiva, así como por intereses políticos, sociales y científicos de suépoca y de su entorno social, es, por lo tanto, una construcción guiada por lasexperiencias del presente y por las expectativas relacionadas con el futuro. Deninguna manera es ilegítimo que tales intereses estén en juego; no obstante, elhistoriador debe ser consciente de ellos e informarle al lector.

La memoria es de vital importancia para el ser humano, tanto a nivelindividual como a nivel colectivo. Acumula experiencias valiosasseleccionándolas del flujo del acontecer. La memoria como actividad tiende aconcentrarse en determinados puntos de referencia, o nudos del pasado que seconsideran relevantes en el presente. Estos nudos son los llamados “lugares dela memoria”.

El ejemplo de dos fases del proceso histórico, con cierto enfoque sobreColombia, servirá para exponer que en el transcurso de 200 años se ha hecho dela Independencia un “lugar de memoria”, por un lado, y cómo es que loshistoriadores han tratado este tema, por otro.

En el siglo XIX, cuando después de las guerras de independencia lassociedades latinoamericanas comenzaron a constituirse como naciones oEstados nacionales, el relato de recuerdos personales de quienes habíanparticipado en las guerras de la independencia se constituyó en una memoriaoficial y homogeneizadora, la cual debía subrayar la legitimidad de laseparación respecto de las metrópolis y propulsar un sentimiento deidentificación con los nuevos Estados. Fueron las élites políticas y los letradosquienes procuraron orientar la memoria en la sociedad hacia determinadosaspectos, símbolos y lugares – como por ejemplo el hecho mismo de las guerrasde independencia y los héroes de las mismas, como ejemplos de patriotismo, asícomo determinados campos de batalla y conceptos simbólicamente fuertescomo el de „ciudadano“, con el fin de otorgar a ciertos acontecimientospolíticos una carga simbólica. Mediante las alegorías, la retórica política y las

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narraciones literarias, las élites políticas, apoyadas por los historiadores,creaban „mitos“ e influían de ese modo, en cada caso, el proceso deconstrucción de la nación y de la identidad nacional, en el sentido de unasociedad blanca homogénea, de la que fue escamoteada conscientemente laheterogeneidad cultural y étnica.

Durante la década de 1910, cuando los países latinoamericanos festejaban elCentenario de la guerra de independencia, pudo percibirse nuevamente lainstrumentalización de la historia de la independencia en las conmemoracionesoficiales. En Colombia, por ejemplo, la celebración del primer centenario de laIndependencia tuvo lugar en un mal momento económico, político y social,debido a la guerra de los mil días y la separación de Panamá. Los organizadoresbogotanos, mediante numerosos actos simbólicos, orientaron las celebracionesnacionales esencialmente según su intención de reforzar o incluso de generaruna consciencia nacional y así acuñar la memoria nacional de tal manera, que elproceso histórico, tal como se había desarrollado hasta el momento, fueraaceptado y considerado como exitoso. Creían poder realizar esta intenciónmediante la construcción, como en el siglo XIX, de monumentos, bustos oplacas conmemorativas de héroes de la Independencia, como modelos delpatriotismo, haciéndolos de este modo presentes en toda la extensión de lapalabra. Escogiendo, sin embargo, el 20 de julio como fecha simbólica a la quese pudiera relacionar con una memoria colectiva, las élites del centro dejaban delado otros acontecimientos regionales y locales, otros pasados. También lascapas bajas de la población quedaban excluidas. Ni los indígenas ni losafrocolombianos jugaron un papel. De esta manera, el Centenario de laIndependencia y su tratamiento como “lugar de memoria” revelan tanto lafragmentación política como la disociación social de la nación colombiana.

A pesar de que la política oficial como también una ciencia histórica pococrítica, han abusado de la Independencia en varias ocasiones, la misma deberíasobrevivir como un “lugar de memoria”, pero no de una memoria afirmativasino más bien crítica y reflexiva. Este constituye el punto donde se encuentranla historiografía y la memoria crítica. Bajo estas condiciones, la visita del “lugarde memoria” de la Independencia puede ganar una dimensión orientada hacia elfuturo, que genere una reflexión sobre lo que no ha sido cumplido por laspromesas de la Independencia y por qué, produciendo proyectos que concretenla emancipación iniciada con las revoluciones independentistas, no solamenteen el campo político, sino también en el social y el económico, creando así algocomo una sociedad justa y consensual.

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AUTORINNEN UND AUTOREN / AUTORES

C HRISTIAN B ÜSCHGES

Christian Büschges ist Professor für iberische und lateinamerikanischeGeschichte an der Universität Bielefeld. Seine Forschungsschwerpunkte sindu.a. die politische und Sozialgeschichte Iberoamerikas und die GeschichteEcuadors. Zuletzt erschienen von ihm „Familia honor y poder. La nobleza deciudad de Quito durante la época colonial tardía (1765-1822). Quito 2007“ unddie Mitherausgeberschaft „Los Andes en Movimiento. Identidad y poder en elnuevo paisaje político. Quito 2009“.

Christian Büschges es catedrático de Historia Ibérica y Latinoamericana en laUniversidad de Bielefeld. Sus intereses de investigación son la historia políticay social de Iberoamérica y la historia del Ecuador. Publicó recientemente“Familia honor y poder. La nobleza de ciudad de Quito durante la épocacolonial tardía (1765-1822). Quito 2007” y es el coeditor de “Los Andes enMovimiento. Identidad y poder en el nuevo paisaje político. Quito 2009”.

E DUARDO C AVIERES F IGUEROA

Eduardo Cavieres ist Professor für Geschichte an der Pontificia UniversidadCatólica de Valparaíso. Er promovierte an der University of Essex und warGastprofessor u.a. in Paris, Guadalajara (Mexiko), Buenos Aires, San Diegound Sevilla. Zur Zeit ist er an der Universität von Alcalá, Spanien. 2008 wurdeer mit dem chilenischen „Premio Nacional de Historia“ ausgezeichnet. Erbeschäftigt sich mit lateinamerikanischer und chilenischer Geschichte. Unterseinen jüngsten Publikationen finden sich „La historia en controversia (mitGiovanni Levi u.a.). Valparaíso 2009“ y „Circulando mercaderías, contruyendouna economía. Historia del comercio en Chile. Santiago de Chile 2010“.

Eduardo Cavieres es catedrático de Historia en la Pontificia UniversidadCatólica de Valparaíso. Obtuvo el doctorado por la University of Essex y hasido profesor visitante en París, Guadalajara, Buenos Aires, San Diego ySevilla. Actualmente lo es en la Universidad de Alcalá, España. En 2008,

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recibió el “Premio Nacional de Historia” chileno. Sus principales líneas deinvestigación son las historias latinoamericana y chilena. De sus últimaspublicaciones se destacan “La historia en controversia (junto a Giovanni Levi yotros). Valparaíso 2009” y “Circulando mercaderías, construyendo unaeconomía. Historia del comercio en Chile. Santiago de Chile 2010”.

R EBECCA E ARLE

Rebecca Earle ist Professorin für Geschichte an der University of Warwick.Ihre Forschungsschwerpunkte sind die Kolonial- und NationalgeschichteHispanoamerikas. Momentan arbeitet sie zur Kulturgeschichte der Ernährung.Sie publizierte u.a. „Spain and the Independence of Colombia. Exeter 2000“und „The Return of the Native. Indians and Mythmaking in Spanish America,1810-1930. Durham 2008“.

Rebecca Earle es catedrática de Historia en la University of Warwick. Susinvestigaciones se enfocan en la historia colonial y nacional de Hispanoamérica.Actualmente investiga la historia cultural de la alimentación. Sus publicacionesincluyen “Spain and the Independence of Colombia. Exeter 2000” y “TheReturn of the Native. Indians and Mythmaking in Spanish America, 1810-1930.Durham 2008”.

J AVIER G ARCIADIEGO

Javier Garciadiego ist Präsident des El Colegio de México. Er promovierte inGeschichte am El Colegio de México und in Geschichte Lateinamerikas an derUniversity of Chicago. Er ist Spezialist für die Mexikanische Revolution. Zuseinen Veröffentlichungen zählen „Rudos contra científicos. La UniversidadNacional durante la Revolución mexicana. Mexiko-Stadt 1996“, „Cultura ypolítica en el México posrevolucionario. Mexiko-Stadt 2006“ und „Textos de laRevolución mexicana. Im Druck“.

Javier Garciadiego es presidente de El Colegio de México. Posee dosdoctorados: uno en Historia de México, por El Colegio de México, y otro enHistoria de América Latina, por la Universidad de Chicago. Se ha especializadoen el estudio de la Revolución mexicana. Algunas de sus principalespublicaciones son: “Rudos contra científicos. La Universidad Nacional durantela Revolución mexicana. México 1996”, “Cultura y política en el México

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posrevolucionario. México 2006” y “Textos de la Revolución mexicana. Enprensa”.

C ARY H ECTOR

Cary Hector promovierte an der Freien Universität Berlin, ist ehemaligerordentlicher Professor für Politische Wissenschaft an der Université du Québeca Montréal, ehemaliger Dekan an der Université Notre Dame in Cap-Haïtien(Haiti) und Senior Berater im Rektorat der Université Quisqueya in Port-au-Prince (Haiti). Seine Interessengebiete sind politische Entwicklung,internationale Beziehungen, Demokratisierung und Governance. Unter anderenVeröffentlichungen sind „Haïti. Une quête du politique. Montréal 1991“, „Haïti.Continuités et ruptures. Montréal 1991“, „Rapport sur la questionconstitutionnelle. 2007 (mit Claude Moïse)“ und „Haïti. Élections 2010. Défis,enjeux et perspectives. 2010“.

Cary Hector fue doctorado por la Freie Universität Berlín, es profesor eméritode Politología en la Université du Québec a Montréal, antiguo decano en laUniversité Notre Dame en Cap-Haïtien (Haití) y Consejero Senior en la rectoríade la Université Quisqueya en Port-au-Prince (Haití). Sus campos deinvestigaciónsondesarrollopolítico,relacionesinternacionales,democratización y governance. Entre sus publicaciones se encuentran “Haïti.Une quête du politique. Montréal 1991”, “Haïti. Continuités et ruptures.Montréal 1991”, “Rapport sur la question constitutionnelle. 2007 (con ClaudeMoïse)” y “Haïti. Élections 2010. Défis, enjeux et perspectives. 2010”.

S ILKE H ENSEL

Silke Hensel ist Professorin für außereuropäische Geschichte mitSchwerpunkt Lateinamerika an der Westfälischen Wilhelms-UniversitätMünster. Sie promovierte in Hamburg, habilitierte sich in Köln und arbeitet zuMexiko, den USA und zum Cono Sur. Unter ihren Veröffentlichungen sind„Die Entstehung des Föderalismus in Mexiko. Die politische Elite Oaxacaszwischen Stadt, Region und Staat, 1786-1835. Stuttgart 1997“ und„Constitución, poder y representación. Las dimensiones simbólicas del cambiopolítico durante de época de la independencia mexicana. Frankfurt/ Madrid2011“.

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Silke Hensel es catedrática de Historia Extraeuropea con énfasis en laHistoria Latinoamericana en la Westfälische Wilhelms-Universität Münster.Fue doctorada en Hamburgo, habilitada en Colonia y trabaja principalmentesobre la historia mexicana, estadounidense y el Cono Sur. Entre suspublicaciones se encuentran “Die Entstehung des Föderalismus in Mexiko. Diepolitische Elite Oaxacas zwischen Stadt, Region und Staat, 1786-1835. Stuttgart1997” y “Constitución, poder y representación. Las dimensiones simbólicas delcambio político durante de época de la independencia mexicana. Francfort/Madrid 2011”.

H ANS -M ARTIN H INZ

Hans-Martin Hinz ist Mitglied der Geschäftsleitung des DeutschenHistorischen Museums in Berlin und Präsident des International Council ofMuseums ICOM. Er promovierte über Auswirkungen des Tourismus in denUSA an der Freien Universität Berlin. Vor allem beschäftigt er sich mit Fragender Museologie, aktuellen Museumsgründungen und -entwicklungen, nationalwie international.

Hans-Martin Hinz es miembro de la dirección del Museo Histórico Alemánen Berlín y presidente del International Council of Museums ICOM. Obtuvo sudoctorado sobre efectos del turismo en los EUA por la Freie Universität Berlín.Sus áreas de trabajo son principalmente la museología, establecimiento ydesarrollo de museos nacionales y internacionales.

H ANS -J OACHIM K ÖNIG

Hans-Joachim König ist emeritierter Professor für Geschichte Lateinamerikasan der Katholischen Universität Eichstätt-Ingolstadt. Seine Forschungs-interessen umfassen die Geschichte der Unabhängigkeit Lateinamerikas und dieGeschichte Kolumbiens. Er hat u.a. publiziert „Auf dem Wege zur Nation.Nationalismus im Prozeß der Staats- und Nationbildung Neu-Granadas 1750 bis1856. Stuttgart 1988“ und „Kleine Geschichte Lateinamerikas. Stuttgart 2006“.

Hans-Joachim König es profesor emérito de Historia Latinoamericana en laKatholische Universität Eichstätt- Ingolstadt. Entre sus líneas de investigaciónse encuentran la historia de las independencias latinoamericanas y la historia deColombia. Entre otros publicó las monografías “Auf dem Wege zur Nation.

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Nationalismus im Prozeß der Staats- und Nationbildung Neu-Granadas 1750 bis1856. Stuttgart 1988” y “Kleine Geschichte Lateinamerikas. Stuttgart 2006”.

I NGA L UTHER

Inga Luther ist wissenschaftliche Mitarbeiterin an der Freien UniversitätBerlin im DFG-Forschungsprojekt „Nationale Erinnerungen“ und promoviert zuUnabhängigkeitsfeiern in Guatemala.

Inga Luther es colaboradora científica de la Freie Universität Berlín en elproyecto DFG “Memorias nacionales” y actualmente se está doctorando sobrefiestas de independencia en Guatemala.

J URANDIR M ALERBA

Jurandir Malerba ist Professor für Geschichte an der Pontifícia UniversidadeCatólica do Rio Grande do Sul in Porto Alegre. Er promovierte in São Paulound war Gastprofessor an der Georgetown University (USA) und an derUniversity of Oxford. Seine Forschungsschwerpunkte sind die Theorie derGeschichte, Historiographiegeschichte und die Geschichte Brasiliens. Von ihmerschienen u.a. „A Corte no exílio. Civilização e poder no Brasil às vésperas daIndependência. São Paulo 2000“ und „A independência brasileira. Novasdimensões. Rio de Janeiro 2006“.

Jurandir Malerba es catedrático de Historia en la Pontifícia UniversidadeCatólica do Rio Grande do Sul en Porto Alegre. Fue doctorado por laUniversidade de São Paulo y profesor visitante en la Georgetown University(EUA) y en la University of Oxford. Sus áreas de trabajo son la teoría de lahistoria, la historia de la historiografía y la historia brasileña. Publicó “A Corteno exílio. Civilização e poder no Brasil às vésperas da Independência. SãoPaulo 2000” y “A independência brasileira. Novas dimensões. Rio de Janeiro2006”.

H ÉCTOR P ÉREZ B RIGNOLI

Héctor Pérez Brignoli ist emeritierter Professor für Geschichte an derUniversidad de Costa Rica und promovierte in Paris. Er beschäftigt sich vor

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allem mit mittelamerikanischer Geschichte, historischer Demographie undvergleichender Entwicklungsforschung. Unter seinen Publikationen sind „Brevehistoria de Centroamérica. Madrid 1985“, „Historical Atlas of Central America.Norman 2003“ und „La población de Costa Rica, 1750-2000. Una historiaexperimental. San José 2010“.

Héctor Pérez Brignoli es profesor emérito de Historia en la Universidad deCosta Rica y obtuvo su doctorado en París. Sus líneas de investigación son lahistoria centroamericana, la demografía histórica y la investigación comparadasobre desarrollo. Publicó entre otros libros: “Breve historia de Centroamérica.Madrid 1985”, “Historical Atlas of Central America. Norman 2003” y “Lapoblación de Costa Rica, 1750-2000. Una historia experimental. San José2010”.

B ARBARA P OTTHAST

Barbara Potthast ist Professorin für Geschichte Lateinamerikas an derUniversität zu Köln. Ihre Forschungsschwerpunkte sind Familien- undGeschlechtergeschichte, allgemeine Sozialgeschichte Lateinamerikas und dieGeschichte Argentiniens und Paraguays. Zu ihren Publikationen zählen„‚Paradies Mohammeds’ oder ‚Land der Frauen’? Zur Rolle der Frau und derFamilie in der paraguayischen Gesellschaft im 19. Jahrhundert. Köln/ Wien/Weimar 1994“ und „Von Müttern und Machos. Eine Geschichte der Frauen inLateinamerika. Wuppertal 2010“.

Barbara Potthast es catedrática de Historia Latinoamericana en laUniversidad de Colonia. Trabaja sobre la historia de familia y de género, lahistoria social de América Latina y la historia de Argentina y Paraguay. Entresus publicaciones se encuentran “‘Paraíso de Mahoma’ o ‘País de las Mujeres’?El rol de la mujer y la familia en la sociedad paraguaya durante el siglo XIX.Asunción 1996” y “Madres, obreras, amantes… Protagonismo femenino en lahistoria de América Latina. Madrid / Francfort 2010”.

M ÓNICA R ICKETTS

Mónica Ricketts ist Professorin für Geschichte Lateinamerikas an der TempleUniversity. Sie promovierte an der Harvard University über „Pens, Politics, andSwords. The Struggle for Power during the Breakdown of the Spanish Empire.Peru and Spain, 1760-1830“ und forscht über die Aufklärung in der

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spanischsprachigen Welt und den Zusammenbruch des spanischen Reichs. Ihrejüngsten Veröffentlichungen sind „Together or Separate in the Fight againstOppression? Liberals in Peru and Spain in the 1820s. In: European HistoryQuarterly Bd. 41, Nr. 3 (2011)“ und „Spanish American Napoleons. TheTransformation of Military Officers into Political Leaders, Peru, 1790-1830. In:Christophe Belaubre/ Jordana Dym/ John Savage (Hrsg.): Napoleon’s Atlantic.The Impact of the Napoleonic Empire in the Atlantic World. Leiden/ Boston2010“.

Mónica Ricketts es profesora de Historia Latinoamericana en TempleUniversity. Obtuvo su doctorado en Harvard University con la tesis titulada“Pens, Politics, and Swords. The Struggle for Power during the Breakdown ofthe Spanish Empire. Peru and Spain, 1760-1830”. Trabaja sobre la Ilustraciónen el mundo hispánico y el quiebre del Imperio español. Entre sus últimaspublicaciones cuentan: “Together or Separate in the Fight against Oppression?Liberals in Peru and Spain in the 1820s. In: European History Quarterly vol. 41,no. 3 (2011)” y “Spanish American Napoleons. The Transformation of MilitaryOfficers into Political Leaders, Peru, 1790-1830. In: Christophe Belaubre/Jordana Dym/ John Savage (eds.): Napoleon’s Atlantic. The Impact of theNapoleonic Empire in the Atlantic World. Leiden/ Boston 2010”.

M ICHAEL R IEKENBERG

Michael Riekenberg ist Professor für Vergleichende Geschichtswissenschaftund Geschichte Lateinamerikas an der Universität Leipzig und war Gastdozentu.a. in Buenos Aires und Santiago de Chile. Zu seinen Forschungsschwer-punkten zählen Erscheinungsweisen und Bedeutungen kollektiver physischerGewalttat sowie historische Theorien. Jüngst hat er u.a. „Gewaltsegmente.Leipzig 2004“ und „Caudillismus. Eine kurze Abhandlung anhand des La Plata-Raums. Leipzig 2010“ publiziert.

Michael Riekenberg es catedrático de Historia Comparativa/ Historia deAmérica Latina en la Universidad de Leipzig y fue profesor visitante, entreotras ciudades, en Buenos Aires y Santiago de Chile. Entre otros, su área detrabajo refiere a fenómenos y significaciones de violencia física colectiva yteorías históricas. Sus últimas publicaciones son entre otras “Gewaltsegmente.Leipzig 2004” y “Caudillismus. Eine kurze Abhandlung anhand des La Plata-Raums, Leipzig 2010”.

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S TEFAN R INKE

Stefan Rinke ist Professor für Geschichte Lateinamerikas an der FreienUniversität Berlin. Er wurde promoviert und habilitierte sich in Eichstätt. Zuseinen Forschungsinteressen zählen die Geschichte Lateinamerikas im globalenKontext, die Kulturgeschichte, die vergleichende Geschichte der Amerikas unddie chilenische Geschichte. Von ihm sind jüngst erschienen „GeschichteLateinamerikas. Von den frühesten Kulturen bis zur Gegenwart. München2010“ und „Revolutionen in Lateinamerika. Wege in die Unabhängigkeit 1760-1830. München 2010“.

Stefan Rinke es catedrático de Historia Latinoamericana en la FreieUniversität Berlín. Fue doctorado y habilitado en Eichstätt. Sus principaleslíneas de investigación son la historia de América Latina en el contexto global,la historia cultural, la historia comparativa de las Américas y la historia deChile. Sus publicaciones actuales son “Geschichte Lateinamerikas. Von denfrühesten Kulturen bis zur Gegenwart [Historia de América Latina. Desde lasculturas tempranas hasta hoy]. Múnich 2010” y “Revolutionen inLateinamerika. Wege in die Unabhängigkeit 1760-1830 [Revoluciones enAmérica Latina. Vías a la independencia, 1760-1830]. Múnich 2010”.

H ILDA S ABATO

Hilda Sabato ist Professorin für Geschichte an der Universidad de BuenosAires. Sie promovierte in London und war u.a. Fellow am Institute forAdvanced Studies an der Stanford University in Princeton und amWissenschaftskolleg zu Berlin. Ihre Forschungsinteressen sind die Sozial- undPolitikgeschichte Lateinamerikas im 19. Jahrhundert. Unter ihren vielenPublikationen sind „Aires en armas. La revolución de 1880. BuenosAires,2008“, „The Many and the Few. Political Participation in RepublicanBuenos Aires. Stanford 2001“ und als Herausgeberin „Ciudadanía política yformación de naciones. Perspectivas históricas de América Latina. Mexiko-Stadt 1999“.

Hilda Sabato es profesora de Historia en la Universidad de Buenos Aires.Obtuvo su doctorado en la Universidad de Londres y fue fellow del Institute forAdvanced Studies de la Universidad de Stanford en Princeton y delWissenschaftskolleg zu Berlin, entre otras instituciones. Su principal área detrabajo es la historia política y social de América Latina en el siglo XIX. Entre

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sus libros recientes se cuentan: “Buenos Aires en armas. La revolución de 1880.Buenos Aires 2008”, “The Many and the Few. Political Participation inRepublican Buenos Aires. Stanford 2001” y, como editora, “Ciudadanía políticay formación de naciones. Perspectivas históricas de América Latina. México1999”.

F REDERIK S CHULZE

Frederik Schulze ist wissenschaftlicher Mitarbeiter für Globalgeschichte mitSchwerpunkt Lateinamerika an der Freien Universität Berlin und promoviertzur Geschichte der deutschen Einwanderung nach Brasilien. Von ihm wurdenmitherausgegeben „Brasil/ Alemanha. Cultura, linguagem e identidades.Marechal Cândido Rondon 2008“ und „Geschichte Lateinamerikas vom 19. biszum 21. Jahrhundert. Quellenband. Stuttgart 2009“.

Frederik Schulze es profesor asistente de Historia Global con énfasis enHistoria Latinoamericana en la Freie Universität Berlín y realiza el doctoradosobre la inmigración alemana al Brasil. Es coeditor de “Brasil/ Alemanha.Cultura, linguagem e identidades. Marechal Cândido Rondon 2008” y“Geschichte Lateinamerikas vom 19. bis zum 21. Jahrhundert. Quellenband.Stuttgart 2009”.

M ICHAEL Z EUSKE

Michael Zeuske ist Professor für iberische und lateinamerikanischeGeschichte an der Universität zu Köln. Er arbeitet vor allem zu vergleichenderRevolutionsgeschichte, zur Geschichte der amerikanischen Sklaven, zumatlantischen Sklavenhandel und zur karibischen Geschichte. Unter seinenVeröffentlichungen finden sich „Schwarze Karibik. Sklaven, Sklavereikulturund Emanzipation. Zürich 2004“, „Kleine Geschichte Venezuelas. München2007“ und „Simón Bolívar. Befreier Südamerikas. Geschichte und Mythos.Berlin 2011“.

Michael Zeuske es catedrático de Historia Ibérica y Latinoamericana en laUniversidad de Colonia. Trabaja principalmente sobre la historia revolucionariacomparativa, la historia de los esclavos americanos, el tráfico de esclavos delatlántico y la historia del Caribe. Entre sus publicaciones se encuentran“Schwarze Karibik. Sklaven, Sklavereikultur und Emanzipation. Zúrich 2004”,

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“Kleine Geschichte Venezuelas. Múnich 2007” y “Simón Bolívar. BefreierSüdamerikas. Geschichte und Mythos. Berlín 2011”.